Domingo 4 (C) de Cuaresma
sábado, 29 de marzo de 2025
Domingo Laetare (“Alegraos”)
sábado, 22 de marzo de 2025
«Predicaba un bautismo de conversión» (Mc 1,4)
Domingo 3 (C) de Cuaresma
Preguntas para conocer mejor a la antropología teológica
¿Qué significa la antropología teológica?
La Antropología teológica es la parte de la Teología que tiene a la persona humana como objeto principal de estudio. No pocas veces ha sido denominada también como la Teología de lo humano. Busca, por tanto, alcanzar una noción completa del ser humano a la luz de la enseñanza que la revelación cristiana contiene sobre él.
¿Qué dice la antropología sobre Dios?
La antropología teológica y la fe cristiana han definido al ser humano como imagen de Dios, esta categoría de iconalidad divina del hombre, presente en el libro del Génesis, permite entender que el ser humano es social y no puede no serlo, la socialidad es una nota esencial de la existencia humana.
¿Cuál es la antropología presente en la Biblia?
En el contexto de la teología cristiana, la antropología es el estudio del ser humano (anthropos) en su relación con Dios, como creador y causa primera. El aspecto fundamental de la antropología bíblica es que Dios es creador y no creado, que se mueve a través del amor, y por ese único motivo creó a todos los hombres y mujeres a su imagen y semejanza.
La antropología teológica se diferencia de la antropología como ciencia social, en que esta última se ocupa principalmente del estudio comparativo de las características físicas y sociales de la humanidad a lo largo de la historia y el espacio. Pero ambas antropologías se complementan, no se contradicen.
¿Qué finalidad tiene la antropología teológica?
Los antropólogos son profesionales que se dedican a estudiar el ser humano, su cultura y sociedad. En el caso de la antropología teológica esta se encarga de investigar cómo se relacionan las personas entre sí y con su entorno, desde su vínculo filial con Dios. Es así como desde el saberse creado y amado por un ser infinito, se empieza a analizar el origen del cosmos, el origen de la vida y el origen de la humanidad moderna. Además de reflexionar desde los datos de la Revelación los cambios sociales, económicos e incluso políticos que se producen en las sociedades.
¿Qué función cumple la antropología teológica en la vida?
La antropología teológica estudia a la humanidad, sus sociedades del presente y del pasado, así como las diversas culturas y formas de organización e interacción social que ha creado, bajo la conciencia moral establecida en su alianza con Dios.
¿Quién es Jesús desde la antropología?
Jesucristo es ese hombre nuevo y completo, que en el misterio de la encarnación, ha asumido plenamente nuestra naturaleza humana.
¿Qué observa la antropología teológica?
La antropología teológica mira en profundidad el ser, el lenguaje, los límites, las aspiraciones, el origen y el fin del hombre; y así descubre algo muy importante: el hombre es capaz de Dios.
¿Quién es Dios desde la antropología teológica?
Dios no es una fantasía o un agregado mental que le ponemos a la vida humana, sino que el mismo ser y la misma estructura del hombre nos muestran una vocación trascendente, una vocación que lanza al hombre más allá de sí mismo.
¿Qué significa "trascender" en la antropología teológica?
"Trascender" significa "ir más allá". Un hecho o una acción se dicen "trascendentales" cuando sus consecuencias van mucho "más allá" de lo inmediato.
Cuando descubrimos nuestros límites, descubrimos también nuestra capacidad de trascender. Por ejemplo, la muerte, que aparece como una barrera de todas nuestras aspiraciones, nos obliga a preguntarnos por el sentido de la vida.
La capacidad de trascender, de preguntarnos por el sentido, el valor, o la realidad de tantas cosas, es típicamente humana y maravillosamente humanizante.
¿Qué son las "experiencias límites" en la antropología teológica?
Cuando una persona ha pasado por un momento muy fuerte en la que sintió que podía perder su vida o verla transformada completamente, decimos que tuvo una "experiencia límite".
Observamos que las experiencias límite cambian a las personas: les hacen valorar lo que tienen, empezando por la vida misma, y también el tiempo, la libertad, la familia, la amistad, el amor.
La grandeza de las experiencias límite, entonces, es que nos llevan a trascender. Nos muestran que el dinero, el poder o los placeres del cuerpo no son todo: estamos hechos para cosas más grandes y mejores.
¿Qué es el infinito?
Mientras que los animales tienen límites preestablecidos y hacen las cosas del mismo modo siglo tras siglo, hay en nosotros, los seres humanos, un hambre de infinito: conocer más, disfrutar más, poder más.
Hay señales del infinito que nos han cautivado desde siempre: las distancias inmensas, las extensiones vacías, los tiempos gigantescos, la complejidad de la materia, la variedad de las especies, la rudeza de los obstáculos, la perfección de una obra maestra.
Esta "hambre" de infinito es otro capítulo de la disposición humana para trascender. Es también un indicativo de que nada finito y ninguna creatura nos pueden llenar completamente.
¿Qué es la verdad?
Hemos visto que el hombre es un peregrino, es decir, un buscador. Y una de las grandes búsquedas humanas es la búsqueda de la verdad, la cual ha dado origen a la filosofía y la ciencia.
La verdad es un camino que nunca acabamos. La profundidad de la naturaleza y la complejidad del mismo hombre hacen que nuestras respuestas nos lleven a nuevas preguntas, de modo que ninguna respuesta es última.
En esa búsqueda descubrimos dos cosas: que estamos hechos para la verdad y que nuestra mente aspira a una verdad infinita, mayor que todo lo que alcanza a conocer.
¿Por qué buscamos amar y ser amados?
El ser humano muestra su rostro de peregrino especialmente cuando se habla del amor, porque es el amor quien pone en movimiento nuestra vida.
El amor es nuestra gran fuerza y nuestra gran debilidad. Por amor emprendemos grandes proyectos, pero por amor también corremos grandes riesgos o incluso caemos en graves errores.
No todos los amores son dignos de ese nombre. La búsqueda del amor verdadero es ansia de estabilidad, disfrute y abundancia, pero si miramos mejor es la búsqueda de fidelidad, gozo y gratuidad.
¿Por qué buscamos el placer y la felicidad?
Grandes pensadores han llegado a esta conclusión: nuestra gran búsqueda, la meta a la que todos tendemos, es la felicidad. La buscamos de distintas maneras y con distintos rostros, pero es ella la que marca el sentido de nuestro camino.
El hombre, que es un peregrino, se descubre llamado a una felicidad sin límites, pero a la vez se da cuenta de que es un ser limitado y que también las cosas le dan una felicidad limitada.
Como el hombre no puede renunciar a su búsqueda, finalmente experimenta en su interior una especie de "vacío" por las contradicciones que siente adentro de sí mismo y en la sociedad, y también por los anhelos de sentido y de felicidad que lleva en sí.
¿El hombre es capaz de Dios?
Tomar con seriedad al hombre es recordar siempre que hay en él algo inmenso, algo que lo hace digno de admiración, respeto y compasión.
En este sentido, el ser humano es un misterio para sí, y así lo expresa él mismo, a menudo, en el arte, la poesía y la filosofía.
El ansia de verdad, la grandeza de su libertad y el hambre de felicidad hacen del hombre un ser irremediablemente abierto a unas posibilidades de lenguaje inmensas. El ser humano está abierto a una "revelación". Es "capaz de Dios".
domingo, 16 de marzo de 2025
Cuando Pedro, Juan y Santiago se despertaron, «vieron su gloria» (Lc 9,32)
Domingo 2 (C) de Cuaresma
sábado, 8 de marzo de 2025
«No sólo de pan vive el hombre» (Lc 4,4).
Domingo 1 (C) de Cuaresma
Hoy, Jesús, «lleno de Espíritu Santo» (Lc 4,1), se adentra en el desierto, lejos de los hombres, para experimentar de forma inmediata y sensible su dependencia absoluta del Padre. Jesús se siente agredido por el hambre y este momento de desfallecimiento es aprovechado por el Maligno, que lo tienta con la intención de destruir el núcleo mismo de la identidad de Jesús como Hijo de Dios: su adhesión sustancial e incondicional al Padre. Con los ojos puestos en Cristo, vencedor del mal, los cristianos hoy nos sentimos estimulados a adentrarnos en el camino de la Cuaresma. Nos empuja a ello el deseo de autenticidad: ser plenamente aquello que somos, discípulos de Jesús y, con Él, hijos de Dios. Por esto queremos profundizar en nuestra adhesión honda a Jesucristo y a su programa de vida que es el Evangelio: «No sólo de pan vive el hombre» (Lc 4,4).
Como Jesús en el desierto, armados con la sabiduría de la Escritura, nos sentimos llamados a proclamar en nuestro mundo consumista que el hombre está diseñado a escala divina y que sólo puede colmar su hambre de felicidad cuando abre de par en par las puertas de su vida a Jesucristo Redentor del hombre. Esto comporta vencer multitud de tentaciones que quieren empequeñecer nuestra vocación humano-divina. Con el ejemplo y con la fuerza de Jesús tentado en el desierto, desenmascaremos las muchas mentiras sobre el hombre que nos son dichas sistemáticamente desde los medios de comunicación social y desde el medio ambiente pagano donde vivimos.
San Benito dedica el capítulo 49 de su Regla a “La observancia cuaresmal” y exhorta a «borrar en estos días santos las negligencias de otros tiempos (...), dándonos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia (...), a ofrecer a Dios alguna cosa por propia voluntad con el fin de dar gozo al Espíritu Santo (...) y a esperar con deseo espiritual la Santa Pascua».
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Si hemos sido tentados en Él, también en Él venceremos al diablo. ¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que venció? Reconócete a ti mismo tentado en Él, y reconócete también vencedor en Él» (San Agustín)
«Cuando estamos en tentación, la Palabra de Jesús nos salva. Y Jesús es grande porque no solo nos hace salir de la tentación, sino que nos da más confianza» (Francisco)
«La tentación de Jesús manifiesta la manera que tiene de ser Mesías el Hijo de Dios, en oposición a la que le propone Satanás y a la que los hombres le quieren atribuir. Es por eso por lo que Cristo venció al Tentador a favor nuestro: ‘Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado’ (Hb 4,15). La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 540)
domingo, 2 de marzo de 2025
Más buena voluntad y más amor a la Verdad
Domingo 8 (C) del tiempo ordinario
Hoy hay sed de Dios, hay frenesí por encontrar un sentido a la existencia y a la actuación propias. El boom del interés esotérico lo demuestra, pero las teorías auto-redentoras no sirven. A través del profeta Jeremías, Dios lamenta que su pueblo haya cometido dos males: le abandonaron a Él, fuente de aguas vivas, y se cavaron aljibes, aljibes agrietados, que no retienen el agua (cf. Jer 2,13).
Hay quienes vagan entre medio de pseudo-filosofías y pseudo-religiones —ciegos que guían a otros ciegos (cf. Lc 6,39)— hasta que descorazonados, como san Agustín, con el esfuerzo proprio y la gracia de Dios, se convierten, porque descubren la coherencia y trascendencia de la fe revelada. En palabras de san Josemaría Escrivá, «La gente tiene una visión plana, pegada a la tierra, de dos dimensiones. —Cuando vivas vida sobrenatural obtendrás de Dios la tercera dimensión: la altura, y, con ella, el relieve, el peso y el volumen».
Benedicto XVI iluminó muchísimos aspectos de la fe con textos científicos y textos pastorales llenos de sugerencias, como su trilogía "Jesús de Nazaret". He observado cómo muchos no-católicos se orientan en sus enseñanzas (y en las de san Juan Pablo II). Esto no es casual, pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, no hay árbol malo que dé fruto bueno (cf. Lc 6,43).
Se podrían dar grandes pasos en el ecumenismo, si hubiere más buena voluntad y más amor a la Verdad (muchos no se convierten por prejuicios y ataduras sociales, que no deberían ser freno alguno, pero lo son). En cualquier caso, demos gracias a Dios por esos regalos (Juan Pablo II no dudaba en afirmar que Concilio Vaticano II es el gran regalo de Dios a la Iglesia en el siglo XX); y pidamos por la Unidad, la gran intención de Jesucristo, por la que Él mismo rezó en su Última Cena.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Parece, en verdad, que el conocimiento de sí mismo es el más difícil de todos. Ni el ojo que ve las cosas exteriores se ve a sí mismo, y hasta nuestro propio entendimiento, pronto para juzgar el pecado de otro, es lento para percibir sus propios defectos» (San Basilio el Grande)
«La vida de Cristo se convierte en la nuestra; recibimos una forma nueva de ser: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús» (Francisco)
«El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es ‘el vínculo de la perfección’ (Col 3,14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.827)