domingo, 28 de enero de 2024

El mal no puede convivir con el bien



Domingo 4 (B) del tiempo ordinario

Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.

Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Cuánta fuerza tiene verdaderamente contra la soberbia de los demonios la humildad de Dios (…). ‘Y exclamó [el demonio] diciendo: ¿Qué hay entre nosotros y Tú Jesús Nazareno?’, etc. En estas palabras se ve claramente que había en ellos ciencia, más no caridad» (San Agustín)


«Os pido siempre tener un contacto cotidiano con el Evangelio. Leed un pasaje del Evangelio cada día. Es la fuerza que nos cambia, que nos transforma: cambia la vida, cambia el corazón» (Francisco)


«‘La palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento’ (Concilio Vaticano II). Estos escritos nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 124)

martes, 23 de enero de 2024

Divorcio y "Admisión" a los sacramentos



Sobre la solicitud de "admisión" a los sacramentos, particularmente a la eucaristía.

Las más recientes declaraciones oficiales de la Iglesia establecen inequívocamente que los divorciados vueltos a casar no pueden ser admitidos a la mesa eucarística, "por cuanto su estado y su condición de vida contradicen objetivamente aquella unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actuada por la eucaristía" (Familiaris consortio, n° 84). Se trata de una afirmación general, que excluye la admisión generalizada de los divorciados vueltos a casar a participar en los sacramentos. Quien actúa al respecto de modo diverso lo hace contra las disposiciones de la Iglesia. No obstante, desde hace mucho tiempo, la Iglesia ha abierto a los divorciados vueltos a casar la posibilidad de acceder a la eucaristía si ellos, viviendo juntos en estrecha comunión de vida, se avienen a comportarse como hermano y hermana (cf. Familiaris consortio, n° 84). Y se indica que ésta es la praxis admitida de la Iglesia.

A muchos les parece esto antinatural e inconcebible. Para una valoración están indicados tanto el realismo como el desapasionamiento, sin olvidar la discreción y el tacto. No pocos divorciados vueltos a casar han emprendido, de hecho, con coraje y dispuestos al sacrificio, este camino ciertamente extraordinario y acaso heroico. Ellos merecen todo nuestro respeto y admiración. Pero es indudable que, a la larga, no todos los divorciados vueltos a casar pueden llevar a cabo este modo de vida, tanto más si se trata de parejas jóvenes.


Necesidad de una visión diferenciada de la situación particular. 

La Familiaris consortio nos ayuda a dar un paso adelante. Ella dice, en efecto, que los pastores en la Iglesia han de empeñarse "en discernir bien las situaciones. Hay mucha diferencia entre aquéllos que sinceramente se han esforzado en salvar el primer matrimonio y/o han sido injustamente abandonados y aquellos que, por su culpa, han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente, están aquéllos que han contraído un segundo matrimonio con vistas a la educación de sus hijos y que tal vez estaban subjetivamente convencidos de que el matrimonio anterior nunca había sido válido" (Familiaris consorcio, n° 84).

La exhortación apostólica señala estas diferentes situaciones, pero deja claramente al juicio pastoral inteligente de cada pastor la determinación de las consecuencias concretas. Esto no es un pasaporte para la arbitrariedad. La valoración de las diversas situaciones no puede quedar indefinidamente reservada sólo a unas personas determinadas.

Después de muchos esfuerzos a diversos niveles (teólogos, consejos, sínodos, foros, etc.) disponemos hoy de algunos criterios de discernimiento que son de gran ayuda para esclarecer las diferencias de que habla Juan Pablo II y para valorar las distintas situaciones. Sólo un sincero examen puede conducir a una decisión de conciencia responsable. Es, pues, indispensable que se verifiquen los siguientes criterios:

- Cuando el fracaso del primer matrimonio se debió a graves deficiencias, es necesario reconocer la propia responsabilidad y rechazar la culpa cometida.

- Hay que estar razonablemente seguros de que un retorno de la primera pareja es del todo imposible y que el primer matrimonio no puede rehacerse de ningún modo.

- La injusticia cometida y los daños ocasionados deben ser absolutamente reparados, hasta donde sea posible.

-A esta reparación pertenece también el cumplimiento de los deberes hacia la mujer y los hijos del primer matrimonio (cf. CIC [= Codex Iuris Canonici: Código de Derecho Canónico], can. 1071,1,3).

- Debe tenerse en cuenta si alguno de los cónyuges contribuyó a la ruptura matrimonial con notoriedad pública, y con mayor razón si lo hizo con escándalo.

- La segunda convivencia matrimonial debe haber dado buena prueba de sí en un período de tiempo bastante largo, en el sentido de una decidida voluntad, públicamente reconocible, de una comunión de vida duradera, según el ordenamiento del matrimonio y en cuanto realidad moral.

- Se debe examinar si la adhesión al segundo vínculo se ha convertido en una obligación moral respecto a la pareja y a los hijos. Hay que estar suficientemente seguros -no más, claro está, que para todos los cristianos- de que la pareja se esfuerza en vivir cristianamente y que sus motivaciones son transparentes, esto es, que quieren participar en la vida sacramental de la Iglesia movidos por razones puramente religiosas. Lo mismo cabe decir respecto a la educación de los hijos.

Estas diversas situaciones y circunstancias deben ser, en lo posible, esclarecidas y evaluadas en un diálogo apropiado con un sacerdote sensato y maduro.

domingo, 21 de enero de 2024

Catequesis y Nuevos escenarios familiares



«Nuevos escenarios familiares»  (DC 233-235)

El numeral 233 de la DC nos refiere a que debido a los cambios sociales y culturales que vivimos actualmente, la visión de "la familia" ha tenido diversas alteraciones en su noción y realidad. 

Estos cambios tienen como contexto la crisis del matrimonio como un hecho real y cada vez más grave. La crisis matrimonial es el punto de partida a las nuevas concepciones de relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones o nuevas formas de matrimonio, generando situaciones familiares no sólo diversas sino muy complejas y problemáticas para la vida cristiana.

Toda crisis conlleva heridas y el vacío de trascendencia, y con respecto al matrimonio lo sumerge en una fragilidad extrema. Esto genera una nostalgia de la vida familiar, originando una búsqueda ansiosa de los valores tradicionales. 

En el numeral 234 de la DC resalta la preocupación de la Iglesia como Madre, en el cuidado, respeto y acompañamiento pastoral. La crisis del valor de la familia marca a los hijos, encontrándose en medio de relaciones amorosas muy frágiles. La Iglesia como Madre devuelve a los hijos la confianza y la esperanza, ante un ambiente cada vez más opaco, difuso y extraño.

 «Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan».

La comunidad cristiana tiene la tarea de ir de manera frontal hasta el lugar donde se encuentran las realidades familiares heterogéneas, con sus luces y sus sombras, con la finalidad de integrar a todos.

Para lograr una integración efectiva se debe encontrar la manera de que cada persona desde su realidad pueda participar en la comunidad eclesial, donde se sienta arropado de misericordia, inmerecida y gratuita.

La integración real en la comunidad eclesial se conforma por dos ideas claves: Todas las personas son merecedoras de respeto por su dignidad intrínseca (por ser personas). Y Dios es el que llama y da la gracia. Todas las personas tienen un proyecto ante la mirada amorosa de Dios. Esto exige de la Iglesia un espíritu comprensivo, amable, que invite a la cercanía y a una disposición de escucha.

Además del acompañamiento espiritual personal, en el numeral 235 de la DC nos señala, que los catequistas han de fomentar la participación de estos hermanos creando grupos específicos entre personas que comparten la misma experiencia conyugal o familiar. También pueden integrarse en grupos de pastoral familiar o de adultos que ya existan. Lo importante es evitar los aislamientos y la discriminación intra eclesial, que permitan un encuentro real y emotivo con el Amor de Dios, y el amor entre los hijos de Dios.


Los nuevos escenarios de familias según mi experiencia en la parroquia son los siguientes:

Niños sin padres: Al vivir en la Isla de Tenerife, en las parroquias existe la realidad de niños migrantes que llegan a la Isla como menores no acompañados.

Familia biparental: Es el modelo familiar de modo tradicional: Papá, mamá e hijos.

Familia homoparental: Es la familia conformada por parejas homosexuales (dos hombres o dos mujeres).

Familia reconstruida: Es la familia más frecuente, la unión de parejas con hijos de matrimonios anteriores o entre divorciados (o separados).

Familia monoparental: Es la familia donde sólo hay la presencia de uno de los padres (el papá o la mamá).

Familia temporal: Es la familia que se hace responsable de los niños hasta que encuentren un hogar adoptivo.

Familia adoptiva: Es la familia que adopta a sus hijos.

Familia extensiva: Es cuando en un mismo techo conviven varios núcleos familiares.


«Buenas Prácticas» para potenciar la relación entre catequesis y familia 

Para potenciar la relación entre la catequesis y la familia en mi parroquia existe una "buena práctica" que está señalada en el numeral 232 de la DC, que es la catequesis intergeneracional, donde participan los padres de los niños, participan los niños próximos a recibir la primera comunión y a veces participan los que se están formando para el sacramento de la confirmación. La catequesis se realiza una vez al mes, un día domingo con la finalidad de terminar todos juntos en la celebración Eucarística. La catequesis intergeneracional tiene mucho de compartir las experiencias, y en el valor de la escucha. Hay una actividad en particular que me parece ideal para la cohesión del grupo y es lanzar un dado, pasándolo de uno a otro mientras suena una canción. Al terminar la canción se deja de lanzar el dado y se muestra el lado en que quedó. Cada lado tiene pegado una frase evangélica. Según la frase que salga, está el compromiso de meditar la frase y vivirla durante ese mes.


Café - Tesis

Me parece genial la idea de la Café-Tesis donde los niños están junto a sus padres y catequistas en distintas mesas o grupos. En cada grupo hay en el centro de la mesa la disposición de café y galletas para picar, mientras se desarrollan temas de Vida Cristiana o temas de formación.

Imagino que la metodología del Café-Tesis pudiera tener como centro el proceso de conversación humana, cálida y significativa que permite a un grupo de niños y padres sobre preguntas poderosas, para generar ideas, acuerdos y caminos de acción creativos e innovadores, en un ambiente acogedor y amigable, semejante al de una cafetería. Es una actividad muy potente y evangelizadora. Además que rescata la idea de la reunión de la familia en torno a la mesa.

sábado, 20 de enero de 2024

«Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15).



Domingo 3 (B) del tiempo ordinario

Hoy, la Iglesia nos invita a convertirnos y, con Jesús, nos dice: «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Por tanto, habrá que hacer caso a Jesucristo, corrigiendo y mejorando lo que sea necesario.

Toda acción humana conecta con el designio eterno de Dios sobre nosotros y con la vocación a escuchar a Jesús, seguirlo en todo y para todo, y proclamarlo tal como lo hicieron los primeros discípulos, tal como lo han hecho y procuramos hacerlo millones de personas.

Ahora es la oportunidad de encontrar a Dios en Jesucristo; ahora es el momento de nuestra vida que empalma con la eternidad feliz o desgraciada; ahora es el tiempo que Dios nos proporciona para encontrarnos con Él, vivir como hijos suyos y hacer que los acontecimientos cotidianos tengan la carga divina que Jesucristo —con su vida en el tiempo— les ha impreso.

¡No podemos dejar perder la oportunidad presente!: esta vida puede ser más o menos larga en el tiempo, pero siempre es corta, pues «la apariencia de este mundo pasa» (1Cor 7,31). Después nos espera una eternidad con Dios y con sus fieles en vida y felicidad plenas, o lejos de Dios —con los infieles— en vida e infelicidad totales.

Así, pues, las horas, los días, los meses y los años, no son para malgastarlos, ni para aposentarse y pasarlos sin pena ni gloria con un estéril “ir tirando”. Son para vivir —aquí y ahora— lo que Jesús ha proclamado en el Evangelio salvador: vivir en Dios, amándolo todo y a todos. Y, así, los que han amado —María, Madre de Dios y Madre nuestra; los santos; los que han sido fieles hasta el fin de la vida terrenal— han podido escuchar: «Muy bien, siervo bueno y fiel (...): entra en la alegría de tu señor» (Mt 25,23).

¡Convirtámonos! ¡Vale la pena!: amaremos, y seremos felices desde ahora.

Pensamientos para el Evangelio de hoy
«La auténtica fe no conoce la dilación. En cuanto le oyeron, creyeron, lo siguieron y se convirtieron en pescadores de hombres» (San Jerónimo)

«Dios nos espera y nos acompaña. Esto es el amor eterno del Señor. Eterno pero concreto. Un amor incluso artesanal, porque Él va construyendo la historia y va preparando el camino para cada uno de nosotros. Esto es el amor de Dios» (Francisco)

«El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrección de Cristo está en el centro de la Buena Nueva que los Apóstoles, y la Iglesia a continuación de ellos, deben anunciar al mundo. El designio salvador de Dios se ha cumplido de ‘una vez por todas’ (Hb 9,26) por la muerte redentora de su Hijo Jesucristo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 571)

martes, 16 de enero de 2024

Divorciados vueltos a casar y la Eucaristía



El pasado 13 de julio de 2023, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe recibía una solicitud del cardenal Dominik Duka, arzobispo emérito de Praga, en nombre de la Conferencia Episcopal Checa, en la que el purpurado plantea una serie de preguntas sobre la administración de la Eucaristía a los divorciados que viven en una nueva unión. El Dicasterio vaticano ha respondido de forma pública en su web. Una respuesta basada en Amoris Laetitia y que se puede resumir en que son los sacerdotes quienes están llamados a proponer un proceso de discernimiento que muestre “el rostro materno de la Iglesia”.

“Es el sacerdote quien acoge a la persona, la escucha atentamente y le muestra el rostro materno de la Iglesia, acogiendo su recta intención y su buena intención de poner toda su vida a la luz del Evangelio y practicar la caridad”, apunta el Dicasterio. Pero el proceso no queda ahí, pues “es cada persona, individualmente, la que está llamada a ponerse delante de Dios y exponerle su conciencia, con sus posibilidades y límites. Esta conciencia, acompañada de un sacerdote e iluminada por las orientaciones de la Iglesia, está llamada a formarse para evaluar y dar un juicio suficiente para discernir la posibilidad de acceder a los sacramentos”.

Por otro lado, Duka pregunta sobre si esto puede aplicarse a ambas partes de un matrimonio divorciado civilmente, o si, por el contrario, hay que distinguir el grado de culpa y proceder acorde a él. En este sentido, Doctrina de la Fe contesta que “ya san Juan Pablo II había afirmado que ‘el juicio sobre el estado de gracia, obviamente, corresponde sólo al interesado, ya que es una evaluación de conciencia'”. Se trata, por tanto, “de un proceso de discernimiento individual en el que «los divorciados vueltos a casar deben preguntarse cómo se comportaron con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si ha habido intentos de reconciliación; cuál es la situación de la pareja abandonada; qué consecuencias tiene la nueva relación para el resto de la familia y la comunidad de fieles; qué ejemplo ofrece a los jóvenes que deben prepararse para el matrimonio”. Y es que, tal como asevera el Dicasterio, “la reflexión sincera puede fortalecer la confianza en la misericordia de Dios, que no es negada a nadie”.


Implicación en la Iglesia

“Como recuerda el Santo Padre en su carta al Delegado de la Región Pastoral de Buenos Aires, Amoris latitia fue fruto del trabajo y la oración de toda la Iglesia, con la mediación de dos Sínodos y del Papa”, continúa Doctrina de la Fe. “Este documento se basa en el magisterio de los Papas anteriores, que ya reconocieron la posibilidad de que los divorciados en nuevas uniones accedan a la Eucaristía, siempre que asuman ‘el compromiso de vivir en plena continencia, es decir, de abstenerse de los actos propios de los cónyuges’, como fue propuesto por Juan Pablo II, o ‘comprometerse a vivir su relación… como amigos’, como propuso Benedicto XVI”.

En el caso de Francisco, “se mantiene la propuesta de la continencia total para los divorciados vueltos a casar en una nueva unión, pero admite que puede haber dificultades para practicarla y por eso permite en ciertos casos, después de un adecuado discernimiento, la administración del sacramento de la reconciliación incluso cuando sea no lograr ser fiel a la continencia propuesta por la Iglesia”.

De esta manera, Doctrina de la Fe subraya que “Amoris Latitia abre la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía cuando, en un caso particular, existen limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad”. Pero que, sin embargo, “este proceso de acompañamiento no termina necesariamente con los sacramentos, sino que puede orientarse hacia otras formas de integración en la vida de la Iglesia: una mayor presencia en la comunidad, participación en grupos de oración o reflexión o implicación en diversos servicios eclesiales”.


Examen de conciencia

En este sentido, Duka pregunta también sobre si “¿se debe entender que la vida conyugal (el aspecto sexual) no debe mencionarse en el sacramento de la reconciliación?”, ante lo que el Dicasterio señala que “incluso en el sacramento del matrimonio, la vida sexual de los cónyuges es objeto de un examen de conciencia para confirmar que es una verdadera expresión de amor y que ayuda al crecimiento en el amor”. Y es que “todos los aspectos de la vida van colocado ante Dios”.

Al cardenal Duka también le preocupa, y así lo ha hecho saber al Vaticano, cómo debe proceder cada diócesis y, dentro de ella, los sacerdotes. Por ello, Doctrina de la Fe ha recordado que “la Exhortación Apostólica Amoris latitia, documento del magisterio pontificio ordinario, al que todos están llamados a ofrecer el homenaje de la inteligencia y de la voluntad, afirma que ‘los sacerdotes tienen la tarea de acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo”. En este sentido, “es posible, incluso deseable, que el Ordinario de una diócesis establezca algunos criterios que, en línea con la enseñanza de la Iglesia, puedan ayudar a los sacerdotes en el acompañamiento y en el discernimiento de los divorciados que viven en una nueva unión”.

Del mismo modo, el Dicasterio recuerda que “en los casos en que sea posible establecer una declaración de nulidad, el recurso ante el Tribunal Eclesiástico será parte del proceso de discernimiento”, y que, ante ello, “el Santo Padre quiso simplificar estos procesos a través del Motu proprio Mitis iudex”. El problema, señala el Vaticano, “surge en las situaciones más complejas en las que no es posible obtener una declaración de nulidad”. En estos casos “también puede ser posible un camino de discernimiento que estimule o renueve el encuentro personal con Jesucristo, incluido en los Sacramentos”.

Oración para los que pasan por un Divorcio



“Esta separación me deja un enorme vacío, me cuesta hasta reconocer incluso quién soy sin mi pareja a mi lado. Un día sellamos nuestro matrimonio confiando en que sería para siempre, pero hemos vivido conflictos que se han vuelto casi insoportables y una crisis que parece insuperable.

¡Cuántas ilusiones decepcionadas y heridas, qué dolorosa falta de entendimiento, comprensión y amor!

Padre eterno, en tu misericordia infinita, inspíranos el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y sufrimientos. Regálanos el perdón que sana y tu paz. Sé nuestro refugio, nuestra luz, nuestra esperanza.

Y si la reconciliación no es posible, concédenos la paz que brota de haber intentado todos los caminos posibles y de aceptar que hay circunstancias que no dependen de nosotros.

Señor Jesús, permanece a mi lado, por favor, siempre, como Esposo perfecto, hazme fiel a Ti. Madre María, que podamos acogerte en casa, enséñanos a amar. Amén”.

lunes, 15 de enero de 2024

Carta a Dios por mi cumpleaños



Padre, creador de todo y fuente de toda bondad y amor, te doy gracias por un año más de vida.  Por favor mira con bondad y recibe mi sincera gratitud en este momento de acción de gracias.

Gracias por todas las gracias y bendiciones. Tú me has otorgado una hermosa familia donde he podido crecer en la fe. Allí he podido encontrar amor, apoyo, he recibido educación y el ejemplo de mis padres ante el valor del trabajo. Gracias por mis abuelos y tíos, por mis primos y la unidad que siempre han procurado mantener. Gracias por mis hermanos y amigos. Gracias por la comunidad eclesial donde he podido caminar en la búsqueda de un sentido trascendental para mi existencia. Gracias por los momentos que no me han faltado la comida y refugio, la salud, el amor, la alegría en la familia, y la alegría con los amigos.

Gracias también por los momentos tristes y difíciles, algunos muy dolorosos... Esos momentos me han unido a tu pasión, me han hecho recordar lo limitado que soy, y lo necesitado de tu misericordia. En los momentos más estrechos tu providencia ha sido mi fortaleza.

Querido Padre, en tu infinita generosidad, gracias por mi hijo Santiago, es mi mayor felicidad y don recibido de tu providencia.

Querido Padre, gracias por Juliana, su presencia en mi vida me ha dado la entereza en mis acciones y un sentido para mis esfuerzos.

Gracias por siempre tener la posibilidad de estar a mi lado, a pesar de ser un desastre, en medio de mis debilidades, vicios y defectos.

Gracias por darme la oportunidad de tener un hogar y un trabajo digno.

Gracias por las personas que has puesto a lo largo de mi vida, que han sido esencial para ser lo que soy. En especial gracias por las personas que me han brindado su apoyo desde mi llegada a España. Gracias por mis hermanas y hermanos de la Iglesia, por haber conocido a Juliana, por tener a mi hijo viviendo en Europa, por estar cerca de mis hermanos de sangre, por mis profesores, compañeros, y amigos.

Coloco en tus manos todos mis proyectos, dame la fuerza y el discernimiento para construir y mantener lo que juntos hemos logrado. Permite que pueda crecer como esposo, hermano, hijo y padre. Amén.

domingo, 14 de enero de 2024

¿Conoces la historia de la Virgen de la Pastora en Venezuela? te la cuento...



Cada 14 de enero, un día antes de mi cumpleaños, me uno a ese sentir de todos los venezolanos en recordar la advocación de la Divina Pastora. Una advocación que ha tenido un significado importante en mi vida de fe, debido a que el Seminario donde empecé mis estudios teológicos, se fundó en la Parroquia valenciana de la Divina Pastora, posteriormente trabajé mi apostolado como seminarista a cargo del seminario menor, que en ese tiempo funcionaba en la Parroquia de la Divina Pastora, y finalmente ejercí mi ministerio de acólito en la Parroquia de la Divina Pastora. Además tengo una especial devoción a la imagen de la Divina Pastora que se encuentra en la Iglesia de San Francisco de la Arquidiócesis de Valencia (Venezuela); devoción promovida por los padres capuchinos.

En la Parroquia de la Divina Pastora fue el lugar donde mi hijo recibió el bautizo un 28 de enero de 2010.

La historia y leyenda de la devoción de la Divina Pastora en Venezuela conviven en un hermoso relato cuyo origen se sitúa hacia el año 1740, cuando el vicario de la Inmaculada Concepción de Barquisimeto quiso para su iglesia una imagen de la Divina Pastora. Coincidió el entusiasmo del párroco con el del cura del pueblo de Santa Rosa del Cerrito, en ese momento Sebastián Bernal, quién encargó al mismo escultor una pieza pero de la Inmaculada.

Equivocación o milagro, lo cierto es que al abrir el cajón con la imagen encargada, consiguió el padre Bernal a la Divina Pastora y no a la Inmaculada solicitada. Al darse cuenta del error, mandó a cerrar la caja y enviarla a Barquisimeto.

Entonces ocurrió un hecho inusitado: ni la fuerza de mil hombres pudo mover el cajón. La noticia corrió de boca en boca y de otra cosa no se podía hablar.

El hermano nectario María cuenta que el padre Bernal comunicó el hecho al Vicario quien afirmó estar convencido de la voluntad de la Virgen de permanecer en la Iglesia de Santa Rosa.

No imaginaría quizás el padre José Macario Yépez que aquel 14 de enero de 1856, cuando imploró a la imagen de la Divina Pastora que acabara con la epidemia del cólera, sus palabras quedarían grabadas en la historia, en la memoria colectiva, en la tradición oral y en la fe de muchas generaciones de barquisimetanos.

Posteriormente, durante los sucesos del terremoto de 1812, el templo donde se veneraba la Divina Pastora fue destruido, pero su imagen quedó milagrosamente intacta, hecho que reforzó la creencia de los fieles de Santa Rosa de que la Virgen quería quedarse siempre entre ellos para protegerlos.

Desde el histórico año de 1856, la Divina Pastora recorre el camino que une a Santa Rosa y Barquisimeto, repitiendo una hermosa tradición.

El 14 de enero de 1906, en ocasión del cincuentenario de la visita, la Virgen recibió un hermoso regalo: su Himno. Con música de Simón Wohsiedler y letra del poeta Andrés Delgado nació un homenaje poético y musical que no falta en la cita de su viaje ni de su retorno.

El centenario de la procesión fue el año escogido para realizar la Coronación Canónica de la Virgen, en ese momento era el obispo de la Diócesis monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel.

El 14 enero de 1956 el Papa Pío XII autoriza la Coronación Canónica de la Divina Pastora, para conmemorar el primer centenario de su visita anual a Barquisimeto.

Es por esto que en recuerdo de ese hecho, todos los 14 de enero se traslada, en una procesión multitudinaria y fervorosa, la Divina Pastora a la Catedral de Barquisimeto desde su iglesia de Santa Rosa. Esta procesión es considerada la segunda más importante de latinoamérica, solo superada por la de la virgen de la Guadalupe en México.

La imagen tiene un GPS y con la aplicación android “PastorAPP” permite conocer de la ubicación en tiempo real.

El recorrido de la procesión de cada 14 de enero es el mismo: Sale del pueblo de Santa Rosa, pasa por la Avenida Lara hasta la plaza Macario Yépez, continúa por la Avenida Morán y culmina en la Avenida Venezuela, frente a la Catedral.

Cada 14 de enero a la Divina Pastora la alistan con las joyas. El vestido es diseñado exclusivamente para ese día. Algunos modistas reconocidos del país, se encargan de esta tarea.

El sombrero es el mismo desde 1919, cuando lo trajeron de Perú. Está hecho de plata.

Encima del sombrero le colocan una diadema hecha en Brasil con piedras preciosas, oro de 24 quilates y una cruz de perlas. La recibió el día de la coronación canónica. En cambio, el báculo sí lo cambian con regularidad.

Distinto a los días que reposa en el santuario el 14 de enero lleva colgando un rosario de oro elaborado en 2006. Está compuesto por 150 rosas de oro. Se le agregó un topacio que el papa Benedicto XVI donó cuando fue llevado a Roma para que lo bendijera.

Desde 2015, el Niño Jesús tiene una corona nueva. La diseñó Daniel Brito y fue elaborada en Roma. Se caracteriza por ser de ocho puntas. Está inspirada en el año de la misericordia. Por eso, está decorada con rubíes y zafiros.

El pintor Juan Lovera, famoso por sus retratos de próceres y hechos de la independencia nacional, realizó en 1820 un cuadro de la Divina Pastora. El idílico paisaje de fondo es considerado como el primero del arte venezolano por el crítico Luis Pérez Oramas.

La obra se exhibe hoy en la Galería de Arte Nacional de Caracas.

El 13 de enero de 2016, tras quince meses de trabajos,  se inauguró en la Colina de los Vientos de Barquisimeto el Monumento Manto de la Divina Pastora, también conocido como “Manto de María”.

El “Manto de María” es considerado el más grande del mundo dedicado a la Madre de Cristo. La escultura de estilo cinético está hecha de 13 mil 318 metros de tubos de aluminio y tiene una altura de 47,14 metros. El complejo total alcanza el tamaño de un edificio de 22 pisos.

La primera capilla dedicada a la Divina Pastora en Venezuela se consagró en 1745 en el sitio donde se encuentra la actual iglesia de la parroquia La Pastora de Caracas.



 

Catequesis: La Encarnación del Señor como dignificación de la familia



Catequesis: La Encarnación del Señor como dignificación de la familia 


Podemos situar la Encarnación y el misterio de la Natividad como la primera relación entre la familia y la misión de la catequesis. La familia de Nazaret nos ayuda a centrar la mirada en la persona de Jesucristo que ha deseado tener un hogar, y ha tenido la experiencia de tener a María como su madre y a José como su papá. No puede pensarse la Encarnación sin el valor de la familia asumido por el mismo Dios. La familia de Nazaret nos afirma que todas las familias conforman un lugar privilegiado de la Revelación, además de un lugar de salvación y un lugar teológico. La familia es una extensión de la Fe. 

La Encarnación es la mejor manera de Jesús enseñarnos qué es la familia y qué significa tener un hogar. El misterio de la Natividad reivindica la importancia de la casa, como espacio físico donde la familia hace vida. El portal de Belén es una invitación de pasar de un hogar vacío de sentido a un hogar para la fe y desde la fe. 

La Natividad es Dios haciéndose Carne en el seno de la Virgen María, y el paso histórico de acampar humanamente en medio del mundo, en una sociedad, en una cultura, en un ambiente y por lo tanto también en una familia. Jesús también acampa en las casas, en los hogares de nuestras familias, convirtiendo nuestro hogar en un portal de Belén. 

La familia no solo la conforman padres e hijos, sino que la figura de los abuelos como testigos vivos de la fe y de la tradición cristiana es muy importante. Podemos recordar a san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen María, como los abuelos de Jesús. Además, tenemos la familia extensiva representada en las personas que, aunque no comparten la consanguineidad, forman parte importante en el crecimiento de los más jóvenes. Así fueron el viejo Simeón y la anciana Ana que en el templo fueron testigos antes y después de la Encarnación del Señor. Por tanto, el significado de la familia es más amplio que solamente la unidad entre el marido, la esposa y los hijos. Y es la Iglesia un reflejo de lo que es la familia. Una vez que el Verbo se hace carne acampa entre nosotros, y una vez desposados María y José junto con el niño Jesús, surge la primera Iglesia y se apertura la familia de Nazaret. 

Nuestro Señor Jesús necesitó de la construcción de una casa y del calor humano de un hogar, donde el Verbo pudiese tomar carne e ir creciendo en tamaño y sabiduría. Es en la humilde casa de Nazaret donde el Verbo va desarrollando sus facultades adultas y proféticas. Este desarrollo encuentra un estadio importante el día del Bautismo del Señor donde comienza el ministerio público de Jesús, y se establece un servicio siempre en presente hasta el momento que el Resucitado asciende a los Cielos. 

En los primeros siglos del cristianismo a los lugares de culto se les llamaban: Domus Ecclesiae. Es decir, una serie de casas, de hogares, de construcciones... Hoy conservamos la más antigua, es una casa romana que se encuentra en Siria y por eso se llama Dura Europos.  

Podemos afirmar que los primeros lugares donde Jesús se hacía presente en medio de una liturgia propia eran las casas y hogares de los mismos creyentes. En la fe primitiva, la Iglesia nace desde el hogar, desde la familia. Por tal motivo, la catequesis toma la estructura de la familia para poder explicar la fe a los nuevos creyentes.  San Pablo en sus cartas menciona las casas de Priscila o la de Aquila, donde se reunían la comunidad de creyentes. 

Más tarde, San Justino, uno de los santos padres apologistas de la Iglesia del siglo segundo, nos habla también en numerosas ocasiones y en varios escritos, de que la Iglesia se reunía en las casas a ejemplo de la casa de Nazaret. 

Las parroquias son en la actualidad las casas de los creyentes, donde se reúnen a vivir el misterio de la Eucaristía. Y así como lo hacía san Pablo, los catequistas imparten la explicación de la doctrina de la fe. Recordemos el pasaje cuando san Pablo se extiende en su charla hasta el punto de que el joven Eutiquio, sentado en la ventana de un tercer piso de la casa, donde se encontraban, se queda dormido, cae y muere. Después, san Pablo le devuelve a la vida (Cfr. Hechos 20, 9-11). Luego san Pablo continua con su explicación. 

Es importantísimo de cómo la catequesis y la familia en este caso bajo la forma de casa materializan lo que conocemos como Iglesia. 

El hogar cristiano es el lugar en el que los hijos de Dios reciben el primer anuncio de la fe por eso la casa familiar es llamada justamente Iglesia doméstica, comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes, escuela de Caridad cristiana. 

sábado, 13 de enero de 2024

Sigo a Jesús, pero... ¿Qué busco?



Domingo 2 (B) del tiempo ordinario


Hoy vemos a Jesús que venía por la ribera del Jordán: ¡es Cristo que pasa! Debían ser las cuatro de la tarde cuando, viendo que dos chicos le seguían, se ha girado para preguntarles: «Qué buscáis?» (Jn 1,38). Y ellos, sorprendidos por la pregunta, han respondido: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿Dónde vives? (...) ‘Venid y lo veréis’» (Jn 1,39).

También yo sigo a Jesús, pero... ¿Qué quiero?, ¿Qué busco? Es Él quien me lo pregunta: «De verdad, ¿Qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz para decirle: «Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque todo el que busca encuentra» (Mt 7,8). Pero soy demasiado cobarde y le respondo con palabras que no me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se conforma con mi respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras lo que necesito, sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo verás», «venid y lo veréis».

Juan y Andrés, los dos mozos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39). Entusiasmado por el encuentro, Juan podrá escribir: «La gracia y la verdad se han hecho realidad por Jesucristo» (Jn 1,17b). ¿Y Andrés? Correrá a buscar a su hermano para hacerle saber: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). «Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”» (Jn 1,42).

¡Piedra!, ¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para comprender estas palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia con piedras vivas. Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y Andrés, y ha dispuesto que Simón sea la roca en la que se apoye todo el edificio.

Y, antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí, ¿Dónde vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con vosotros cada día hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«‘Maestro, ¿Dónde habitas? (…) Se quedaron con Él aquel día’. Diálogo divino y humano que transformó las vidas de Juan y de Andrés, de Pedro, de Santiago y de tantos otros» (San Josemaría)


«Si en las penurias de la opresión egipcia la sangre del cordero pascual había sido decisiva para la liberación de Israel, Él —el Hijo— se ha convertido en “cordero”, se ha hecho garantía para la liberación de toda la humanidad» (Benedicto XVI)


«Lo que Cristo confió a los Apóstoles, éstos lo transmitieron por su predicación y por escrito, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a todas las generaciones hasta el retorno glorioso de Cristo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 96)

sábado, 6 de enero de 2024

El Bautismo del Señor: El cielo se abrió



Hoy, solemnidad del Bautismo del Señor, termina el ciclo de las fiestas de Navidad. Dice el Evangelio que Juan se había presentado en el desierto y «predicaba un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Mc 1,4). La gente iba a escucharlo, confesaban sus pecados y se hacían bautizar por él en el río Jordán. Y entre aquellas gentes se presentó también Jesús para ser bautizado.

En las fiestas de Navidad hemos visto como Jesús se manifestaba a los pastores y a los magos que, llegando desde Oriente, lo adoraron y le ofrecieron sus dones. De hecho, la venida de Jesús al mundo es para manifestar el amor de Dios que nos salva.

Y allí, en el Jordán, se produjo una nueva manifestación de la divinidad de Jesús: el cielo se abrió y el Espíritu Santo, en forma de paloma descendía hacia Él y se oyó la voz del Padre: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Mc 1,11). Es el Padre del cielo en este caso y el Espíritu Santo quienes lo manifiestan. Es Dios mismo que nos revela quién es Jesús, su Hijo amado.

Pero no era una revelación sólo para Juan y los judíos. Era también para nosotros. El mismo Jesús, el Hijo amado del Padre, manifestado a los judíos en el Jordán, se manifiesta continuamente a nosotros cada día. En la Iglesia, en la oración, en los hermanos, en el Bautismo que hemos recibido y que nos ha hecho hijos del mismo Padre.

Preguntémonos, pues: —¿Reconozco su presencia, su amor en mi vida? —¿Vivo una verdadera relación de amor filial con Dios? Dice el Papa Francisco: «Lo que Dios quiere del hombre es una relación “papá-hijo”, acariciarlo, y le dice: ‘Yo estoy contigo’».

También a nosotros el Padre del cielo, en medio de nuestras luchas y dificultades, nos dice: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«El Bautismo nos ha liberado de todos los males, que son los pecados, pero con la gracia de Dios debemos cumplir todo lo bueno» (San Cesáreo de Arlés)


«Vosotros padres traéis a bautizar al niño o la niña. Así es la cadena de la fe: tenéis el deber de transmitir la fe a estos niños. Es la más hermosa herencia que les dejaréis. Llevad hoy a casa este pensamiento» (Francisco)


«Aunque propio de cada uno, el pecado original no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida (…). El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 405)

La Epifanía: Mirando a la estrella



Hoy, el profeta Isaías nos anima: «Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti» (Is 60,1). Esa luz que había visto el profeta es la estrella que ven los Magos en Oriente, con muchos otros hombres. Los Magos descubren su significado. Los demás la contemplan como algo que les parece admirable, pero que no les afecta. Y, así, no reaccionan. Los Magos se dan cuenta de que, con ella, Dios les envía un mensaje importante por el que vale la pena cargar con las molestias de dejar la comodidad de lo seguro, y arriesgarse a un viaje incierto: la esperanza de encontrar al Rey les lleva a seguir a esa estrella, que habían anunciado los profetas y esperado el pueblo de Israel durante siglos.

Llegan a Jerusalén, la capital de los judíos. Piensan que allí sabrán indicarles el lugar preciso donde ha nacido su Rey. Efectivamente, les dirán: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta» (Mt 2,5). La noticia de la llegada de los Magos y su pregunta se propagaría por toda Jerusalén en poco tiempo: Jerusalén era entonces una ciudad pequeña, y la presencia de los Magos con su séquito debió ser notada por todos sus habitantes, pues «el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén» (Mt 2,3), nos dice el Evangelio.

Jesucristo se cruza en la vida de muchas personas, a quienes no interesa. Un pequeño esfuerzo habría cambiado sus vidas, habrían encontrado al Rey del Gozo y de la Paz. Esto requiere la buena voluntad de buscarle, de movernos, de preguntar sin desanimarnos, como los Magos, de salir de nuestra poltronería, de nuestra rutina, de apreciar el inmenso valor de encontrar a Cristo. Si no le encontramos, no hemos encontrado nada en la vida, porque sólo Él es el Salvador: encontrar a Jesús es encontrar el Camino que nos lleva a conocer la Verdad que nos da la Vida. Y, sin Él, nada de nada vale la pena.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Que todos los pueblos vengan a incorporarse a la familia de los patriarcas (…). Que todas las naciones, en la persona de los tres Magos, adoren al Autor del universo» (San León Magno)


«El misterio de la Navidad se irradia sobre la tierra, difundiéndose en círculos concéntricos: la Sagrada Familia de Nazaret, los pastores de Belén y, finalmente, los Magos, que constituyen las primicias de los pueblos paganos» (Benedicto XVI)


«La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná, la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de Oriente (Mt 2,1) En estos “magos”, representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 528)