sábado, 8 de noviembre de 2025

Conceptos y enfoques de estudio sobre el Satanismo Contemporaneo



I. Desarrollo teórico del satanismo contemporáneo

1. ¿Qué entendemos por “satanismo contemporáneo”?

El satanismo contemporáneo no debe ser reducido a clichés mediáticos (rituales oscuros, estampas de pentagramas, pánico moral) sino entendido como un fenómeno complejo que incorpora varios elementos:

Una reivindicación simbólica del adversario (“Satanás” como figura de oposición, transgresión o individualismo)

La apropiación (y a veces subversión) de raíces cristianas / judeocristianas (Satanás, adversario, rebelde)

Un entorno cultural moderno: secularización, pluralismo religioso, identidad posmoderna

Redes descentralizadas, comunidades online, estética de contracultura

Variantes teístas (Satanás como entidad) y no-teístas (Satanás como símbolo filosófico o vitalista)

Por ejemplo, según Jesper Aagaard Petersen (Reino Unido/Dinamarca, 2009) el satanismo contemporáneo “podría entenderse como una auto-religión (‘self-religion’) en la era moderna, negociando ateísmo, secularismo, esoterismo y yo” (self). 

También Ruben van Luijk (Países Bajos, 2016) advierte que el satanismo moderno debe entenderse en su genealogía: no como una continuidad directa de rituales medievales, sino como construcción cultural que transforma la figura de Satanás de acusación (atribuir a otros) a identificación (identificarse con el símbolo). 


2. Orígenes e influencias culturales

Aunque las formas contemporáneas empiezan en el siglo XX, sus raíces incluyen:

La construcción cristiana del “diablo/Satanás” como adversario, rebelde, hereje.

Tradiciones esotéricas y ocultistas que reinterpretaron figuras adversarias (siglos XVIII-XIX).

Movimientos de contracultura, romanticismo, decadentismo donde Satanás aparece como símbolo de libertad, rebelión, saber prohibido.

Van Luijk detalla estos desarrollos como “la invención cristiana del satanismo” → “la metáfora demoníaca que luego deviene en identidad religiosa”. 

En el siglo XX, con Anton LaVey y la fundación de la Church of Satan (1966) se inaugura la etapa moderna: Satanás ya no solo demonizado, sino reivindicado como símbolo de individualismo, ego-afirmación, y subversión del dogma dominante. 


3. Características del satanismo contemporáneo

Algunas características clave que los estudios académicos han resaltado:

Des-tradicionalización: no se trata de una versión invertida del cristianismo (no todos los satanistas creen literalmente en Satanás). Adoptan una posición simbólica o metafórica. 

Individualismo y búsqueda de sentido: el satanista moderno puede verse como alguien que reivindica su autonomía, su “yo” radical, frente a normas establecidas.

Estética y cultura pop: la música (metal), el arte, Internet y la subcultura juegan un rol importante en la difusión y expresión del satanismo contemporáneo.

Ambivalencia del símbolo Satanás: Satanás deja de ser solo “el mal absoluto” para convertirse en “símbolo de rebelión, sabiduría oculta, autoconocimiento” en algunos círculos. 

Descentralización y diversidad: hay múltiples corrientes (LaVeyanismo, Setianismo, teísmo, no-teísmo) que pueden compartir el término “satanismo” pero difieren ampliamente en creencias y praxis.


4. Función social y cultural del satanismo

Desde una perspectiva sociológica y antropológica, el satanismo contemporáneo puede interpretarse así:

Como subcultura de oposición: Reivindica aquello que la cultura dominante rechaza o teme.

Como marca de identidad: Pertenecencia a un orden simbólico alternativo que ofrece sentido, comunidad, diferencia.

Como herramienta simbólica: la figura de Satanás se convierte en vehículo para cuestionar autoridad, moral convencional, tabúes.

Asimismo, el satanismo contemporáneo ha estado asociado (verdadera o atribuida) a fenómenos de pánico moral (por ejemplo, los casos de “Satanic Ritual Abuse” o SRA) que requieren análisis crítico de la construcción mediática y policial del satanismo como amenaza social.


5. Retos y tensiones internas

El satanismo contemporáneo enfrenta tensiones:

Entre teísmo y no-teísmo: ¿Satanás es una entidad real o solo símbolo?

Entre subversión estética y organización religiosa: ¿Es el satanismo un estilo de vida o una religión institucionalizada?

Entre legitimidad social y estigma: fuera de la subcultura, el satanismo sigue siendo percibido como “maligno”, lo que afecta su visibilidad académica y comunitaria.

Entre continuidad histórica y novedad: van Luijk recuerda que muchas afirmaciones sobre “satanismo ancestral” carecen de base fiable. 


6. Implicaciones para el estudio académico

Para tu campo (filosofía, teología y gestión documental) las implicaciones son amplias:

En filosofía: el satanismo interpela la moralidad, la transgresión, el bien-mal, la autonomía del sujeto.

En teología: cuestiona la figura del adversario (Satanás), su lugar en la teología cristiana y su relectura secular/poscristiana.

En gestión documental e investigación: el satanismo contemporáneo requiere un enfoque crítico en fuentes, en cómo se documentan los grupos, en cómo se construyen los discursos mediáticos de “pánico satánico” y en cómo archivamos estas informaciones sin sensacionalismo.

En consecuencia, para un curso que vincule satanismo, identidad, simbolismo y psicopatía, este desarrollo sirve como base conceptual.


II. Aspectos resaltantes

El satanismo contemporáneo no es un fenómeno monolítico, sino una constelación de creencias, prácticas, símbolos y discursos que reinterpretan la figura de Satán desde la modernidad tardía hasta la posmodernidad. Su desarrollo puede dividirse en tres grandes etapas: el satanismo simbólico, el satanismo religioso organizado y el satanismo posmoderno o individualista.


1. Raíces modernas: del romanticismo a la contracultura

Durante el siglo XIX, autores como Charles Baudelaire, Joris-Karl Huysmans y Eliphas Lévi transformaron al Satán bíblico en un símbolo de rebeldía, conocimiento y libertad. La figura demoníaca pasó a representar la negación del orden divino y el desafío a las estructuras morales impuestas por el cristianismo.

Desde la sociología de la religión, este proceso se entiende como una “transvaloración de lo demoníaco”: lo que antes era objeto de condena moral se convierte en emblema de emancipación del sujeto moderno.


2. El satanismo religioso y las iglesias satánicas

El satanismo contemporáneo institucionalizado surge en la segunda mitad del siglo XX, especialmente con la fundación de la Church of Satan (Iglesia de Satán) en 1966 por Anton Szandor LaVey en San Francisco (EE. UU.).

LaVey define a Satán no como un ser metafísico, sino como arquetipo de la naturaleza humana instintiva, del ego y del individualismo radical. Su obra The Satanic Bible (1969) sistematiza una ética hedonista y darwinista social, reinterpretando la moral tradicional como una herramienta de control.

Este tipo de satanismo se autodefine como “filosófico” o “ateo”, y constituye el núcleo del satanismo moderno occidental.


3. Satanismo posmoderno: pluralidad, virtualidad y estética del mal

Desde finales del siglo XX, el satanismo se diversifica: surgen corrientes luciferinas, transhumanistas y simbólicas, donde Satán es visto como símbolo de autoconstrucción identitaria en un mundo sin absolutos. Internet y la cultura digital han favorecido la aparición de microgrupos que mezclan ritualismo, estética gótica, ocultismo y política anarquista.

La antropología contemporánea interpreta este fenómeno como una respuesta a la desintegración de las estructuras de sentido tradicionales, en la que el mal deja de ser entidad teológica para convertirse en categoría psicológica, social y estética.

viernes, 7 de noviembre de 2025

Los filósofos personalistas más importantes de la historia



1. Emmanuel Mounier (1905–1950)


Concepto de persona:

Ser espiritual y encarnado, libre y responsable, abierto a la trascendencia y a los demás. La persona no se define por su aislamiento, sino por su vocación al compromiso y a la comunión.


“No hay persona sino por los otros y con los otros.”


Idea central: El personalismo comunitario. La persona se realiza en el encuentro y en el compromiso social.


2. Gabriel Marcel (1889–1973)


Concepto de persona:

Presencia encarnada y misteriosa. El ser humano no puede reducirse a objeto o función. La persona se comprende en la fidelidad, el amor y la esperanza.


La persona es “un ser que puede ser habitado por la presencia del Tú y del Absoluto.”


Idea central: El misterio del ser y la relación interpersonal como acceso al Absoluto.


3. Karol Wojtyła / Juan Pablo II (1920–2005)


Concepto de persona:

Sujeto de autodeterminación y autodonación. La persona se realiza en el acto libre, especialmente en el amor.


“La persona es un alguien, no un algo.”


Idea central: La acción humana revela la estructura ontológica de la persona. El amor es el camino hacia la plenitud personal.


4. Max Scheler (1874–1928)


Concepto de persona:

Centro espiritual de actos intencionales. No es una sustancia ni un conjunto de vivencias, sino la unidad viva que ama, conoce y valora.


“La persona es el portador del acto.”


Idea central: Fenomenología de los valores. La persona se define por su capacidad de preferir y amar valores superiores.


5. Edith Stein (1891–1942)


Concepto de persona:

Unidad de cuerpo, alma y espíritu. Capaz de empatía (Einfühlung), por la cual se abre al otro y reconoce su dignidad.


“Ser persona significa estar abierta a Dios y al prójimo.”


Idea central: La persona se constituye en el acto de empatía y de apertura trascendental al Ser.


6. Martin Buber (1878–1965)


Concepto de persona:

Ser en relación. La persona no existe plenamente sino en el diálogo del “Yo-Tú”.


“En el principio es la relación.”


Idea central: El encuentro interpersonal es la condición originaria de la existencia personal y religiosa.


7. Jacques Maritain (1882–1973)


Concepto de persona:

Individuo dotado de dignidad espiritual, creado a imagen de Dios, llamado a la comunión y al bien común.


“La persona es más que el individuo: es el sujeto de derechos, deberes y vocación espiritual.”


Idea central: Personalismo cristiano tomista. La sociedad debe estar al servicio de la persona.


8. Romano Guardini (1885–1968)


Concepto de persona:

Realidad interior unificada que se realiza en la tensión entre libertad y obediencia, soledad y comunión.


“La persona se hace al responder a un Tú que la llama.”


Idea central: La formación interior y la responsabilidad ante Dios constituyen la identidad personal.


9. Dietrich von Hildebrand (1889–1977)


Concepto de persona:

Ser espiritual dotado de valor intrínseco, capaz de verdad, bondad y amor.


“La persona tiene dignidad, no precio.”


Idea central: Ética de los valores y de la respuesta personal al bien.


10. Paul Ricoeur (1913–2005)


Concepto de persona:

Identidad narrativa. La persona no es una sustancia fija sino una historia que se construye en el tiempo mediante la acción y la palabra.


“El sí mismo solo se comprende en el espejo del otro.”


Idea central: Hermenéutica del sujeto. La persona es agente, narrador y responsable de sus actos.


11. Martin Luther King Jr. (1929–1968) (personalismo práctico)


Concepto de persona:

Ser dotado de dignidad inalienable por ser imagen de Dios.


“La persona humana no puede ser usada como medio; siempre es un fin.”


Idea central: Aplicación ética y política del personalismo cristiano en la lucha por la justicia.


12. Emmanuel Levinas (1906–1995)


Concepto de persona:

Sujeto que se constituye desde la responsabilidad infinita ante el rostro del Otro.


“El Yo es rehén del Otro.”


Idea central: La ética como filosofía primera. La persona no se define por su conciencia, sino por su responsabilidad.

JUBILEO DEL MUNDO EDUCATIVO — “Peregrinos de la esperanza”



Del 27 de octubre al 1 de noviembre de 2025, Roma ha acogido el Jubileo del Mundo Educativo, convocatoria internacional promovida por la Santa Sede que reunió a docentes, estudiantes, responsables de centros y redes educativas, universidades pontificias, congregaciones religiosas y organizaciones civiles vinculadas a la educación. El evento, integrado en el calendario del Año Jubilar 2025, tuvo como objetivo central repensar el papel de la educación en la construcción de fraternidad, justicia social y esperanza. 


Apertura y actos centrales

El Jubileo se inauguró el 27 de octubre con la Eucaristía inaugural en la Basílica de San Pedro, presidida por Su Santidad el Papa León XIV, acto que simbólicamente marcó también el inicio del año académico para las universidades pontificias romanas. A lo largo de la semana se celebraron congresos, mesas temáticas, encuentros formativos y actividades pastorales en espacios como el Auditorio de la Conciliazione y la Plaza de San Pedro. 


Mensajes clave y discursos

En sus intervenciones, el Papa León XIV subrayó la centralidad de la interioridad en la educación: la formación auténtica exige encuentro personal y cultivo de la conciencia, más allá de la mera instrucción técnica. Invitó a los educadores a colocar la persona como fin último de todo proyecto educativo y a diseñar caminos educativos que sean “mapas de esperanza” para las nuevas generaciones. 

El cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, sintetizó el propósito institucional del Jubileo al afirmar que “la educación es el nuevo nombre de la paz” y al llamar a renovar compromisos con el Pacto Mundial por la Educación y con la cooperación intersectorial para enfrentar las grandes urgencias contemporáneas. 


Participación e impacto

Miles de educadores y estudiantes de todo el mundo participaron en los actos públicos y en las sesiones de trabajo; en la Misa y el encuentro en la Plaza de San Pedro se congregaron delegaciones representativas de múltiples países, instituciones educativas y redes diocesanas, proponiendo iniciativas prácticas que puedan traducir los llamamientos del Jubileo en proyectos escolares y políticas formativas locales. 


Temáticas tratadas

Los encuentros y talleres del Jubileo abordaron, entre otros ejes:

La dignidad de la persona y la educación integral frente al utilitarismo productivista.

Formación docente: identidad, acompañamiento vocacional y profesionalización.

Inclusión educativa y atención a la pobreza, la migración y las desigualdades.

Desafíos digitales: alfabetización, brechas y ética de las tecnologías.

Educación ambiental y ecología integral desde la cultura escolar.

Estrategias de cooperación entre familia, escuela, universidad y comunidad eclesial. 


Productos y compromisos prácticos

Del Jubileo surgieron herramientas y compromisos orientados a la implementación local:

Materiales pedagógicos y rutas formativas para introducir el lema Peregrinos de la esperanza en proyectos escolares.

Propuestas de programas de formación permanente para docentes con enfoque ético-pastoral y metodológico.

Llamados a la cooperación institucional entre dicasterios vaticanos, universidades pontificias, congregaciones religiosas y redes laicales para convertir orientaciones en itinerarios formativos verificables. 


Valoración institucional

El Jubileo del Mundo Educativo ha funcionado como acto simbólico y operativo: ha reunido la autoridad magisterial con experiencias educativas concretas y ha generado un acervo de propuestas susceptibles de ser traducidas en políticas y prácticas. Su éxito final dependerá, sin embargo, de la capacidad de las iglesias locales y de las administraciones educativas para dotar de recursos y continuidad a las iniciativas surgidas en Roma. 


Información y contacto para prensa

Dicasterio para la Cultura y la Educación — Coordinación del Jubileo del Mundo Educativo.

Correo de información del Jubileo: info2@iubilaeum2025.va

Materiales oficiales, programa y recursos están disponibles en el portal del Jubileo 2025.


Resumen minucioso — Carta apostólica: Diseñar nuevos mapas de esperanza (Papa León XIV, 27 oct. 2025)


Contexto y naturaleza del documento:

Es una carta apostólica publicada con motivo del LX aniversario de la declaración conciliar Gravissimum educationis. Se presenta como una reflexión amplia sobre la misión educativa de la Iglesia hoy, con prólogo y nueve apartados temáticos que repasan historia, principios y urgencias contemporáneas. El texto fue difundido por la Santa Sede y comentado ampliamente por medios e instituciones eclesiales. 


Estructura general (resumen de apartados):

Prólogo: llamada a recordar la tradición y situarla frente a las nuevas fronteras culturales. 

Historia viva de la educación católica: la carta lee la trayectoria educativa como “historia del Espíritu en acción”, recuperando Gravissimum educationis como brújula. 

Centralidad de la persona: la educación debe poner en el centro a la persona humana —integridad, dignidad, desarrollo integral— por encima de utilitarismos productivistas. 

Interioridad y sentido: insistencia en formar sujetos capaces de interrogación profunda —no sólo operadores técnicos—; educar la conciencia. 

Relación fe-razón y tradición viva: se reivindica la colaboración fecunda entre fe y razón, como patrimonio educativo que no se opone a la modernidad, sino que la ilumina. 

Educación para la esperanza: propuesta de “mapas” —metáfora geográfica— para orientar trayectorias educativas que cultiven esperanza activa, resiliencia y responsabilidad social. 

Formación docente y acompañamiento: diagnóstico de la precariedad vocacional y profesional del docente; propuestas para fortalecer su identidad, la dignidad del oficio y la formación permanente. 

Dimensión comunitaria y sinodal: subrayado del trabajo en red, la co-responsabilidad entre familia, escuela y comunidad eclesial; educación como acto sinodal. 

Urgencias contemporáneas: atención a brechas digitales, desigualdades, crisis ecológica, migración y pobreza como retos que exigen respuestas educativas integrales. 


Puntos doctrinales y pedagógicos claves (lo esencial, con frases sintetizadas):

Persona como fin, no medio. La educación debe ser teleológica: formar sujetos libres y críticos, no sólo manos para el mercado. 

Interioridad y encuentro: la educación auténtica nace del encuentro verdadero entre educador y educando; por eso la formación afectiva y espiritual es prioritaria. 

Tradición viva (fe y razón): se recupera Gravissimum como “brújula” pero adaptando su espíritu a nuevos “mapas” para navegar el siglo XXI. 

Formación docente integral: propuestas concretas para invertir en formación inicial y permanente, mejores condiciones laborales y acompañamiento vocacional. 

Educación y esperanza práctica: no es solo optimismo retórico; se pide una educación que genere capacidades concretas para la ciudadanía, la solidaridad y la ecología integral. 


Consecuencias pastorales y prácticas inmediatas sugeridas en el texto:

Revisar planes de estudio y proyectos educativos escolares para que prioricen desarrollo humano integral.

Programas de formación docente con enfoque vocacional, ético y metodológico.

Mayor cooperación entre dicasterios, universidades, congregaciones y redes laicales para convertir los “mapas” en itinerarios formativos reales. 


Crítica y valoración académica (concisa):

La carta recupera con autoridad un horizonte teórico sólido (Gravissimum) y lo aplica a urgencias contemporáneas; su fuerza está en la síntesis entre identidad cristiana y demandas sociales.

Limitación práctica: la carta es rica en intuiciones morales y horizontes; su impacto dependerá de recursos concretos (financiación, formación docente masiva, políticas públicas educativas) y de la capacidad de las iglesias locales para traducir lineamientos en prácticas escolares.

domingo, 2 de noviembre de 2025

«Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42)



2 de noviembre: Conmemoración de todos los fieles difuntos

Hoy, el Evangelio evoca el hecho más fundamental del cristiano: la muerte y resurrección de Jesús. Hagamos nuestra, hoy, la plegaria del Buen Ladrón: «Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42). «La Iglesia no ruega por los santos como ruega por los difuntos, que duermen en el Señor, sino que se encomienda a las oraciones de aquéllos y ruega por éstos», decía san Agustín en un Sermón. Una vez al año, por lo menos, los cristianos nos preguntamos sobre el sentido de nuestra vida y sobre el sentido de nuestra muerte y resurrección. Es el día de la conmemoración de los fieles difuntos, de la que san Agustín nos ha mostrado su distinción respecto a la fiesta de Todos los Santos.

Los sufrimientos de la Humanidad son los mismos que los de la Iglesia y, sin duda, tienen en común que todo sufrimiento humano es de algún modo privación de vida. Por eso, la muerte de un ser querido nos produce un dolor tan indescriptible que ni tan sólo la fe puede aliviarlo. Así, los hombres siempre han querido honrar a los difuntos. La memoria, en efecto, es un modo de hacer que los ausentes estén presentes, de perpetuar su vida. Pero sus mecanismos psicológicos y sociales amortiguan los recuerdos con el tiempo. Y si eso puede humanamente llevar a la angustia, cristianamente, gracias a la resurrección, tenemos paz. La ventaja de creer en ella es que nos permite confiar en que, a pesar del olvido, volveremos a encontrarlos en la otra vida.

Una segunda ventaja de creer es que, al recordar a los difuntos, oramos por ellos. Lo hacemos desde nuestro interior, en la intimidad con Dios, y cada vez que oramos juntos, en la Eucaristía, no estamos solos ante el misterio de la muerte y de la vida, sino que lo compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo. Más aún: al ver la cruz, suspendida entre el cielo y la tierra, sabemos que se establece una comunión entre nosotros y nuestros difuntos. Por eso, san Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal».


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«¿Por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos» (San Juan Crisóstomo)

«¡Seremos finalmente revestidos de la alegría, de la paz y del amor de Dios en modo completo, sin ningún límite, y estaremos cara a cara con Él! ¡Es bello pensar esto! Pensar en el cielo es bello. ¡Da fuerza al alma!» (Francisco)

«La comunión con los difuntos. La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo, honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones, pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados. Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 958)

«Creo en la comunión de los santos»



1 de noviembre: Todos los Santos

Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.

Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.

Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«La divinidad es pureza, es liberación de las pasiones y remoción de todo mal: si todo eso está en ti, entonces Dios está realmente en ti» (San Gregorio de Nisa)


«No estamos solos; estamos rodeados por una gran nube de testigos: con ellos formamos el Cuerpo de Cristo» (Benedicto XVI)


«La sexta bienaventuranza proclama: ‘Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios’ (Mt 5,8). Los ‘corazones limpios’ designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad, la castidad o rectitud sexual, el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe. Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.518)

sábado, 1 de noviembre de 2025

San Francisco de Asís y el Demonio



San Francisco de Asís y el Demonio: una lectura teológico-antropológica


Hablar de San Francisco de Asís frente al demonio no es hablar de un episodio marginal en su vida, sino de una dimensión constitutiva de su experiencia espiritual. En Francisco, la lucha contra el mal no adopta forma de exorcismo ritual ni de confrontación violenta, sino de transformación radical del corazón. Su combate demoníaco es esencialmente ascético y teológico, y su escenario no es un desierto físico, sino el alma humana enfrentada al desorden del deseo.


I. La tentación como espacio pedagógico del espíritu

Los relatos hagiográficos —especialmente los de Tomás de Celano y san Buenaventura— muestran que Francisco fue asediado por tentaciones intensas: impulsos carnales, turbaciones interiores, visiones perturbadoras. No se trata de meros conflictos psicológicos, sino de una pedagogía espiritual en la que el demonio actúa como adversario providencial, revelando la precariedad del hombre y la necesidad absoluta de gracia.

Cuando Francisco se arroja desnudo sobre la nieve o se sumerge en un río helado para sofocar la concupiscencia, no está actuando por masoquismo, sino aplicando la lógica monástica antigua: “el cuerpo debe obedecer al alma”. Así, el demonio no es solo enemigo; es también catalizador de santificación.


II. El demonio como presencia simbólica del desorden

En la tradición franciscana temprana, el demonio no es reducido a una figura alegórica, pero tampoco se lo presenta con la teatralidad del exorcismo medieval. Es la personificación del desorden interior y social.

Francisco percibe que el mal no proviene solo de fuera, sino del corazón que se aferra a la posesión. De ahí que su pobreza radical —la santa pobreza— sea su mayor exorcismo. Al renunciar a la propiedad, destruye el territorio donde el demonio reina: la voluntad de dominio. En ese sentido, el voto de pobreza es una expulsión simbólica del “espíritu de posesión”, una categoría teológica y antropológica a la vez.


III. El combate espiritual y el gozo del alma pura

Los Fioretti describen cómo Francisco, en la soledad de la Verna, escuchaba a veces voces y aullidos infernales. Él respondía con cánticos. En una de sus frases más conocidas dice: “El demonio teme la alegría pura más que la penitencia.”

El gozo, para Francisco, no es frivolidad, sino testimonio de victoria sobre la tristeza demoníaca (tristitia diabolica), un concepto tomado de la psicología monástica de Evagrio Póntico. La alegría del espíritu es el antídoto al resentimiento, y por tanto un modo de exorcismo. En términos antropológicos, Francisco transforma la experiencia del mal en ocasión de gozo místico, no por negación del dolor, sino porque la luz se manifiesta en su contraste con la sombra.


IV. La visión cósmica del bien y del mal

El Cántico de las Criaturas puede leerse como la culminación de su teología del mal. En él, el demonio ha perdido su poder central; todo el cosmos se reintegra en la alabanza. Francisco no niega la existencia del mal, pero lo desplaza ontológicamente: el mal carece de sustancia propia, es la negación del bien, como afirmaba san Agustín.

Esta actitud es profundamente cristológica. El crucifijo de San Damián no solo le ordena “reconstruir mi Iglesia”, sino que lo confronta con la paradoja central: Dios vence al demonio no mediante la fuerza, sino mediante la humildad. Por eso el santo hace de su vida un reflejo de esa kénosis, la autovaciamiento de Cristo.


V. Implicaciones antropológicas y teológicas

Desde la antropología teológica, la figura del demonio en Francisco no es un elemento externo, sino una clave interpretativa del proceso de integración del yo.

Francisco representa al hombre reconciliado, que reconoce en sí mismo la tensión entre luz y sombra y decide vivir bajo el signo de la luz. El demonio no desaparece, pero es reducido a su verdadera proporción: la mentira que solo tiene poder mientras el hombre la teme.

La victoria de Francisco es la del discernimiento. No hay que dialogar con el tentador, sino responder con la simplicidad del corazón pobre. En un mundo saturado de poder, su pobreza se convierte en una forma de resistencia espiritual contra el “príncipe de este mundo”.


Conclusión

San Francisco de Asís nos enseña que el demonio no se combate con miedo, sino con claridad interior. No lo vence el asceta que odia la carne, sino el hombre que ama la creación en su pureza original. Su teología del mal no es dualista, sino reconciliadora: el mal existe, pero no tiene la última palabra.

El verdadero exorcismo franciscano no se realiza con fórmulas, sino con una vida convertida en alabanza. En su humildad radical, Francisco desarma al demonio porque le arrebata su principal arma: el orgullo.

Por eso, en la tradición católica, su figura se alza como uno de los ejemplos más puros de la victoria del espíritu sobre la sombra, del amor sobre el miedo, del Creador sobre el caos.


Segunda Parte: Episodios

1. El combate contra la tentación de la carne

En Las Florecillas (cap. I y II), Francisco narra una de sus primeras luchas espirituales. Recién convertido, es asaltado por violentas tentaciones carnales. El demonio lo acosa en su soledad con imágenes impuras y deseos intensos. Francisco reacciona con un gesto extremo —se arroja desnudo en la nieve y se revuelca, formando siete muñecos de nieve— para dominar el cuerpo y someterlo al espíritu.

El episodio no es ascetismo por masoquismo; es un acto de pedagogía interior. Francisco entiende el cuerpo no como enemigo, sino como hermano rebelde que debe ser reconducido por el amor. Aquí, Satanás representa la desintegración del orden interior, la pérdida del dominio de sí.


2. El demonio de la desesperación

En las Admoniciones y los Escritos auténticos (por ejemplo, Carta a los fieles), Francisco advierte del “enemigo del alma” que infunde tristeza, melancolía y desesperación. En una ocasión narrada por Celano (Vita Prima, cap. XXIX), el demonio intenta abatirlo con una oscura sensación de inutilidad y fracaso. Francisco, comprendiendo la trampa, responde con una oración que es pura teología mística: “¿Tan grande eres tú, pobre gusano, que Dios mismo te ha mirado?”.

La humildad es su exorcismo. Frente a la tentación de la desesperanza —el más refinado de los ataques demoníacos, según la tradición patrística— Francisco opone la gratitud y la alabanza, las armas más eficaces contra el demonio de la acedia.


3. El asalto en la celda de la Porciúncula

Relatado en Las Florecillas (cap. XXXVII), este episodio muestra al demonio irrumpiendo de noche en la celda de Francisco, provocando ruido, sombras y gritos. El santo no huye ni pronuncia fórmulas mágicas; responde con ironía espiritual: “Hermano demonio, haz lo que Dios te permita”.

Esa respuesta refleja la conciencia franciscana del límite de Satanás: ninguna criatura puede actuar fuera del permiso divino. Francisco no teme porque su fe no es una idea sino una relación. Este pasaje fue muy citado en la tradición exorcística, pues muestra el equilibrio perfecto entre discernimiento y firmeza.


4. El demonio del orgullo espiritual

En Las Florecillas (cap. XXVIII), se narra cómo un hermano franciscano, tentado por el orgullo, empieza a despreciar la obediencia. Francisco percibe el influjo del demonio del orgullo —“aquel que fue primero entre los ángeles”— y ora hasta que el hermano recobra la humildad.

El diablo, en este contexto, es símbolo de la soberbia teológica: la pretensión de autosuficiencia incluso en el servicio religioso. Francisco combate este mal con la obediencia y la pobreza, que en su teología práctica son formas de exorcismo continuo.


5. La visión del demonio en Arezzo

Este episodio, narrado por Celano y retomado por San Buenaventura, es paradigmático. En Arezzo, una ciudad dividida por conflictos internos, Francisco percibe “una legión de demonios que agitaban el aire sobre la ciudad”. Envía a fray Silvestre a orar y bendecir desde las murallas. Inmediatamente, los habitantes se reconcilian.

Este relato eleva la lucha espiritual al plano social y político: el demonio no actúa solo en las almas, sino en las estructuras del mundo. Francisco intuye, con lucidez antropológica, que el mal colectivo se alimenta del pecado individual, y que la paz entre los hombres es también un acto de exorcismo histórico.


6. El demonio en la muerte del Santo

Celano relata que, en los días finales de Francisco, los hermanos perciben sombras y ruidos en torno a su lecho, como si las potencias del mal aguardaran. Francisco, sereno, entona el Cántico del Hermano Sol, entregándose a “la hermana muerte corporal”.

Es el triunfo absoluto: Satanás, que había intentado tentarlo por la carne, la desesperación y el orgullo, es vencido por la aceptación jubilosa de la muerte como retorno al Creador. El cántico es una oración exorcística en clave cósmica.


Reflexión académica

San Francisco encarna una antropología mística del combate espiritual. Para él, el demonio no es un mito ni una simple proyección psicológica, sino una realidad ontológica que actúa en la historia humana, siempre limitada por la soberanía divina. Sin embargo, el diablo se inserta en la pedagogía del alma: su tentación se convierte en ocasión de crecimiento, su acoso en llamada a la vigilancia.

Desde un punto de vista teológico, Francisco reinterpreta el exorcismo como acto de amor radical: amar tanto a Dios que el mal pierde su espacio. En este sentido, su figura representa la más alta respuesta cristiana al mal: la santidad alegre, la confianza total y la comunión con todas las criaturas, incluso aquellas que simbolizan la oscuridad.

miércoles, 29 de octubre de 2025

Almas Errantes en la Escatología Católica



1. Definiciones clave

Juicio particular: momento en que Dios juzga el alma individualmente al separarse del cuerpo; su destino inmediato es determinado. (Doctrina constante). 

Purgatorio: purificación final de los elegidos que, tras el juicio, requieren limpieza para entrar en la visión beatífica. Distinto del castigo de los condenados. 

Limbo: categoría teológica histórica (especialmente limbo de los patriarcas y limbo de los niños); su estatus doctrinal ha sido objeto de revisión y no es dogma definido en la actualidad. 

Almas errantes / almas en pena (popularmente): noción cultural de almas no juzgadas o no pasadas al más allá que «vagan» y pueden interactuar con los vivos —concepto que no tiene respaldo directo en el Magisterio. 


2. Fundamento magisterial y bíblico

El Catecismo enseña la certeza del juicio particular y la existencia del purgatorio como dimensión real y distinta del infierno; por ello, la teología oficial no sostiene estados indefinidos de errancia post-judicial. 

Respecto a los no bautizados (como la discusión sobre el limbo de los niños), la Congregación para la Doctrina de la Fe planteó una esperanza razonable por la misericordia de Dios pero no definió el limbo como doctrina de fe. Esto muestra prudencia teológica ante cuestiones no totalmente resueltas. 

Carga factual (importante): la doctrina central es clara: juicio particular + destino definido; cualquier teoría de “almas sin juicio” contradice el núcleo de la escatología católica. 


3. Historia de la idea de «almas errantes»

En la piedad popular aparecen muchas variantes: tradiciones locales de «ánimas en pena», leyendas medievales, y relatos de apariciones. Estas representaciones culturales conviven con el magisterio pero no siempre se identifican con él.

Entre teólogos y exorcistas contemporáneos (p. ej. G. Amorth y otros), hay escritos y testimonios que reconocen experiencias que interpretan como almas que no han «encontrado su lugar» y que, por razones variadas, parecen permanecer vinculadas al mundo. Estos informes suelen alimentar debates teológicos y pastorales. 


4. Tipos de fenómenos que se etiquetan como “almas errantes”

Apariciones visuales/sonoras (visión, voces).

Sensación de presencia, olores asociados a difuntos.

Apegos territoriales o a objetos (vínculo afectivo).

Fenómenos que el mundo psiquiátrico explicaría por patología: alucinaciones, duelo patológico, trastorno de estrés postraumático.

Casos interpretados por exorcistas como «almas afligidas» que requieren oración, no exorcismo formal.


5. Diagnóstico teológico-pastoral (esquema operativo)

Verificar doctrina: afirmar que no existe en la fe católica un “estado oficial” de almas sin juicio. 

Evaluación clínica: descartar causas médicas o psíquicas (neurología/psiquiatría).

Contextualización cultural: identificar sincretismos, piedad popular, folklore.

Discernimiento espiritual: distinguir entre recuerdo, presencia sanadora, engaño demoníaco o fenómeno natural.

Respuesta litúrgico-pastoral: oración de sufragio, misas por los difuntos, indulgencias, sacramentos y acompañamiento del duelo. Evitar rituales improvisados que nazcan del sensacionalismo. 


6. La experiencia de los exorcistas: aportes y límites

Exorcistas reconocidos relatan casos donde los vivos perciben presencias que parecen almas humanas. Algunos proponen que, en raros casos, hay almas «no acabadas» que necesitan ayuda. Otros exorcistas y teólogos advierten que tales afirmaciones pueden caer en error teológico o en confusión con actividad demoníaca. Hay, por tanto, pluralidad de voces dentro de la praxis eclesial. 

Cuidado metodológico: testimonios de exorcistas son valiosos como dato pastoral, pero no sustituyen el Magisterio ni las comprobaciones científicas. No convertir la anécdota en doctrina.


7. Orientaciones prácticas para clérigos y agentes pastorales

Priorizar el acompañamiento del duelo y la liturgia por los difuntos (misa, oración, sacramentos). 

Coordinar con profesionales de la salud mental antes de atribuir fenómenos a causas sobrenaturales.

Evitar difundir pánicos mediáticos sobre «modas espirituales» (p. ej. viralidad de “almas errantes” en redes) sin discernimiento. 

Si se considera intervención del ministerio de exorcismo, seguir los protocolos eclesiásticos (triage: sanitario → pastoral → discernimiento por el obispo y el exorcista).


8. Casos paradigmáticos (breves)

Caso A (piedad popular): familia experimenta episodios tras entierro; tras evaluación psiquiátrica y acompañamiento litúrgico, los episodios cesan → explicación: duelo no procesado.

Caso B (testimonio de exorcista): episodios con signos no explicables médicamente, interrumpidos por oración litúrgica intensiva → posible mezcla de fenómenos psicológicos, sugestión y experiencia espiritual; prudencia en la interpretación. (Referencias a relatos recopilados por exorcistas contemporáneos). 


9. Conclusión teológica

La escatología católica no admite, como norma doctrinal, la existencia de almas que «queden sin juicio» vagando eternamente; la propuesta de «almas errantes» como categoría teológica estable entra en conflicto con la enseñanza sobre el juicio particular y el purgatorio. Sin embargo, la experiencia humana —dolor, superstición, apariciones, manifestaciones que algunos clasifican como «almas en pena»— exige respuestas pastorales prudentes, interdisciplinarias y caritativas. La Iglesia debe acompañar con oración y sacramentos, discernimiento teológico y colaboración con la ciencia. 


Conclusiones

La fe no teme la verdad ni la crítica. No confundir piedad legítima con mitología reciente. Sea cual sea la experiencia —una visión consoladora, un recuerdo traumático, una supuesta aparición— la respuesta cristiana es siempre: oración, sacramento, caridad y razón.


Bibliografía mínima recomendada (lecturas y fuentes)

Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1020–1032 (purgatorio y juicio particular). 

Congregación para la Doctrina de la Fe, La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados (2007). 

Gabriele Amorth, Memorias de un exorcista / escritos sobre experiencia pastoral (testimonios; leer con critica). 

Artículos críticos contemporáneos sobre «almas errantes» y piedad popular (ej.: Religión en Libertad, Aleteia). 

Materiales pastorales y advertencias eclesiales sobre fenómenos mediáticos y supersticiones.


Fuentes web citadas (para consulta inmediata)

Catecismo de la Iglesia Católica (purgatorio, juicio particular). 

Congregación para la Doctrina de la Fe: La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados (2007). 

Gabriele Amorth y recopilaciones sobre experiencias de exorcistas. 

Artículos críticos sobre la teoría de las «almas errantes».


Segunda Parte: Casos Prácticos Pastorales


CASO CLÍNICO A: “La casa de los susurros”


1. Contexto general

Lugar: San Cristóbal de La Laguna, Tenerife.

Año: 2018.

Sujetos implicados:

María E., 46 años, docente jubilada.

Carlos R., 19 años, hijo de la paciente.

Párroco local y equipo diocesano de pastoral familiar.

Antecedente: fallecimiento del esposo de María por infarto súbito seis meses antes del inicio de los fenómenos.


2. Fenomenología reportada

Ruidos nocturnos en zonas vacías de la vivienda (pasos, golpes leves).

Apariciones fugaces de silueta masculina junto a la fotografía del difunto.

Sensación de “presencia” acompañada de olor a tabaco (el fallecido fumaba).

El hijo relata haber oído su nombre en voz baja al quedarse dormido.

En una ocasión, una figura vaporosa se percibió sobre el espejo del salón.

No se hallan signos de agresividad física ni poltergeist (movimiento de objetos).


3. Primera intervención pastoral

El párroco recomienda:

Bendición de la casa y rezo de responsos.

Confesión y comunión de la familia.

Celebración de misa por el eterno descanso del esposo.

Durante la bendición, la paciente siente alivio temporal, pero los fenómenos reaparecen a las dos semanas.


4. Evaluación interdisciplinaria

A. Clínica y psicológica

La paciente presenta síntomas compatibles con duelo prolongado y trastorno adaptativo.

Se descartan psicosis o esquizofrenia; no hay consumo de sustancias.

Diagnóstico psiquiátrico: duelo no resuelto, episodios disociativos breves por estrés.

Terapia recomendada: acompañamiento psicológico y participación comunitaria.


B. Teológica y pastoral

El equipo diocesano de exorcistas evalúa tres hipótesis:

Fenómeno psicológico (duelo, sugestión).

Actividad preternatural (engaño demoníaco menor).

Manifestación de un alma en purificación (piedad popular).

El discernimiento litúrgico descarta posesión y sugiere oraciones de sufragio y catequesis sobre la comunión de los santos.


5. Intervención espiritual

Acciones:

Tres misas de sufragio consecutivas.

Rosario por las almas del purgatorio.

Lectura de fragmentos del De cura pro mortuis gerenda de san Agustín.

Ayuno voluntario de la familia los viernes.

Resultado: los fenómenos cesaron completamente tras un mes.

La paciente refiere paz interior y conciliación con el duelo.


6. Discernimiento teológico

Conclusión doctrinal:

El fenómeno no implica la errancia de un alma en sentido estricto.

El análisis apunta a una manifestación del inconsciente en duelo, reforzada por signos simbólicos interpretados religiosamente.

Desde la teología católica, el alma del esposo habría recibido ya su juicio particular; por tanto, las manifestaciones no se interpretan como su “presencia física”, sino como el modo sensible en que la familia procesó la pérdida.


Nota pastoral:

La oración y la misa por los difuntos no “liberan almas errantes”, sino que une espiritualmente al orante con la Iglesia purgante (los que se purifican en Dios).

El efecto observable fue psicológico y espiritual: la paz se restauró no por “exorcismo de un alma”, sino por reintegración simbólica del difunto en la memoria redimida de la familia.


7. Análisis académico y antropológico

Desde la antropología teológica, este caso ilustra tres niveles de interpretación:

Nivel cultural: la creencia popular en “almas que no descansan” traduce, en lenguaje mítico, la necesidad humana de cierre ritual ante la muerte.

Nivel psicológico: el duelo prolongado puede inducir percepciones auditivas o visuales sin patología grave.

Nivel teológico: la comunión de los santos ofrece una clave de lectura: los vivos y los muertos están unidos en Cristo; por tanto, el sufragio tiene un valor objetivo, aunque los signos sensibles no sean prueba de una presencia real.


8. Conclusiones didácticas para el aula

Ningún caso pastoral debe comenzar desde la suposición de “almas errantes”.

El exorcista y el pastor son ante todo discernidores de significado, no cazadores de fantasmas.

El sufragio por los muertos debe enseñarse como acto de comunión eclesial, no como intervención sobre entidades.

Los fenómenos sensibles requieren lectura interdisciplinaria: fe, razón y ciencia deben cooperar, no competir.


9. Epílogo

En 2020, la familia ofreció un testimonio en la parroquia: “Comprendimos que él no estaba penando, sino esperándonos en Dios”.

Ese cierre revela el sentido último de toda pastoral escatológica: no apaciguar espectros, sino reconciliar corazones con el misterio de la muerte y la promesa de la resurrección.


CASO CLÍNICO B: “La voz en la capilla”


1. Contexto general

Lugar: Convento rural en el norte de Tenerife.

Año: 2021.

Sujetos implicados:

Sor Clara de Jesús, 38 años, religiosa contemplativa, saludable, sin antecedentes psiquiátricos.

Comunidad de 9 religiosas de clausura.

Exorcista diocesano y director espiritual.

Antecedente: restauración reciente de la capilla del convento, donde se hallaron objetos litúrgicos antiguos de origen desconocido —entre ellos, un cáliz sin consagrar y un fragmento de pergamino deteriorado con inscripciones en latín.


2. Fenómenos iniciales

Durante el rezo de completas, Sor Clara empieza a oír una voz masculina que le dice:

“Ayúdame, estoy atrapado aquí.”

La voz se repite varias noches, con ligeros temblores de las velas y olor a humedad rancia.

Las hermanas, al principio, interpretan que se trata de un ánima del purgatorio.

Comienzan a rezar responsos y encender velas en la capilla, creyendo interceder por un difunto olvidado.

A los pocos días, los fenómenos se intensifican:

Objetos caen sin causa aparente.

El coro de las monjas se interrumpe por un gemido colectivo que surge del altar.

Sor Clara presenta insomnio, tristeza profunda y rechazo a recibir la comunión.

Olor sulfuroso ocasional, sensación de frío y sombra oscura visible a varias religiosas.


3. Primer discernimiento

El obispo autoriza la intervención del exorcista diocesano, bajo el canon 1172 del Código de Derecho Canónico.

Se inicia un protocolo en tres fases:

Verificación médica: sin trastorno psiquiátrico o neurológico.

Discernimiento pastoral: oraciones de sufragio sin resultado.

Bendición y exorcismo menor de lugar.

Durante el rito, la voz interrumpe en latín:

“Non sum anima. Sum princeps huius loci.”

(“No soy un alma. Soy el príncipe de este lugar.”)

Inmediatamente, Sor Clara cae al suelo, rígida, con pérdida de conciencia.


4. Diagnóstico teológico

Indicadores de origen preternatural:

Inteligencia autónoma con discurso teológico coherente (responde en latín sin conocimiento previo de la religiosa).

Resistencia explícita a lo sagrado (reacción violenta ante el Santísimo Sacramento).

Fenómenos físicos externos (alteración de temperatura, movimiento de objetos).

Engaño inicial presentándose como alma en pena —mecanismo clásico de la demonología católica para obtener compasión y legitimidad.

Conclusión: presencia demoníaca local, utilizando símbolos funerarios y lenguaje de piedad para infiltrarse en la devoción.


5. Intervención formal

El exorcista, con autorización episcopal, realiza tres sesiones de exorcismo mayor según el De exorcismis et supplicationibus quibusdam (1998).

Durante las sesiones:

Manifestaciones violentas de voz gutural.

Autodenominación de la entidad como “antiguo guardián del santuario profanado”.

Rechazo total al nombre de Cristo y a la invocación mariana.

Tras la tercera sesión, los fenómenos cesan definitivamente.

El cáliz hallado durante la restauración, al analizarse, se comprobó que había sido sustraído en un rito profano del siglo XIX en el contexto de ocultismo local.

El objeto fue retirado y purificado según el Rituale Romanum.


6. Interpretación antropológica y teológica

El caso muestra una dinámica precisa:

Aparente alma errante (voz que pide ayuda).

Uso emocional de la compasión religiosa para crear apertura espiritual.

Revelación de origen demoníaco, en la medida en que la entidad busca suplantar la devoción cristiana auténtica con un rito de intercesión falsa.

Este patrón coincide con la advertencia clásica de los Padres del Desierto y de san Juan de la Cruz:

“El demonio puede disfrazarse de ángel de luz o de alma suplicante para engañar a los simples.”

La errancia, en este contexto, no pertenece al alma humana, sino a la simulación demoníaca de una presencia buena.


7. Evaluación pastoral posterior

La comunidad fue instruida en doctrina escatológica: las almas del purgatorio no se manifiestan físicamente ni piden diálogo directo.

Se reforzó la formación en discernimiento espiritual y la oración litúrgica estructurada.

Se suspendió toda práctica devocional improvisada (velas o ritos no aprobados).

El convento fue reconsagrado con solemnidad y vigilias eucarísticas mensuales.


8. Conclusión doctrinal

Este caso demuestra la necesidad de un criterio teológico riguroso:

Las almas del purgatorio existen, pero no vagan errantes ni poseen personas.

Las manifestaciones sensibles que simulan ser difuntos pueden, en ocasiones, tener origen preternatural engañoso.

La prudencia pastoral exige no confundir compasión con credulidad: la fe ilumina, no negocia con lo oscuro.

En toda duda, se debe remitir el caso al obispo y al exorcista autorizado; ningún laico ni sacerdote sin mandato puede realizar exorcismos ni “liberaciones” autónomas.

domingo, 26 de octubre de 2025

¡Ten compasión de mí, que soy pecador!: Lc 18,13


Domingo 30 (C) del tiempo ordinario

Hoy leemos con atención y novedad el Evangelio de san Lucas. Una parábola dirigida a nuestros corazones. Unas palabras de vida para desvelar nuestra autenticidad humana y cristiana, que se fundamenta en la humildad de sabernos pecadores («¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!»: Lc 18,13), y en la misericordia y bondad de nuestro Dios («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»: Lc 18,14).

La autenticidad es, ¡hoy más que nunca!, una necesidad para descubrirnos a nosotros mismos y resaltar la realidad liberadora de Dios en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Es la actitud adecuada para que la Verdad de nuestra fe llegue, con toda su fuerza, al hombre y a la mujer de ahora. Tres ejes vertebran a esta autenticidad evangélica: la firmeza, el amor y la sensatez (cf. 2Tim 1,7).

La firmeza, para conocer la Palabra de Dios y mantenerla en nuestras vidas, a pesar de las dificultades. Especialmente en nuestros días, hay que poner atención en este punto, porque hay mucho auto-engaño en el ambiente que nos rodea. San Vicente de Lerins nos advertía: «Apenas comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además interpreta con falsedad y fraude».

El amor, para mirar con ojos de ternura —es decir, con la mirada de Dios— a la persona o al acontecimiento que tenemos delante. San Juan Pablo II nos anima a «promover una espiritualidad de la comunión», que —entre otras cosas— significa «una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado».

Y, finalmente, sensatez, para transmitir esta Verdad con el lenguaje de hoy, encarnando realmente la Palabra de Dios en nuestra vida: «Creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso» (San Juan Crisóstomo).


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas» (San Agustín)

«No es suficiente preguntarnos cuánto rezamos, debemos preguntarnos también cómo rezamos. Pregunto: ¿se puede rezar con arrogancia? No. ¿Se puede rezar con hipocresía? No. Solamente debemos orar poniéndonos ante Dios, así como somos» (Francisco)

«‘La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes’ (San Juan Damasceno). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde ‘lo más profundo’ (Sal 130,14) de un corazón humilde y contrito? (…). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un “mendigo de Dios” (San Agustín)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.559)