domingo, 9 de junio de 2024

¡Dios es más fuerte!



Domingo X (B) del tiempo ordinario


Hoy, el Evangelio nos invita a comparar dos enemigos irreconciliables: Jesús y el espíritu del mal. El Evangelio afirma: «Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: ‘Está poseído por Beelzebul’» (Mc 3,22). Este versículo nos ayuda a comprender la inquietud de los miembros de la familia de Jesús, que fueron para llevárselo a casa. En efecto, tal como podemos observar, Jesús no es acusado porque ha roto la Ley, o las costumbres judías, o el Sábado. Ni tampoco se le denuncia por blasfemar. ¡Él es acusado de estar poseído por el príncipe de los demonios! Tengamos en cuenta que ésta es una de las primeras acusaciones dirigidas hacia Jesús, antes de que le acusaran por quebrantar la Ley Judía.


Pero el hecho interesante es la respuesta que Jesús les dio: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir (…). Nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte» (Mc 3,23-24.27). Esto muestra que Jesús rechaza completamente la idea de que Él está actuando para Satanás. Por este motivo, Él empieza a exponer la parábola de la casa del hombre fuerte. De una u otra manera, esta parábola parece apuntar directamente a la misión de Jesús. Y esta misión muestra el Reino de Dios “atando” al hombre fuerte, Satanás, a través de la salvación realizada por Jesús.


En efecto, la expulsión de los espíritus malignos nos demuestra que Él es más fuerte que Satanás. El Papa Francisco, en una audiencia general, afirmó: «En nuestro entorno, basta con abrir un periódico y vemos que la presencia del mal existe, que el Diablo actúa. Pero quisiera decir en voz alta: ¡Dios es más fuerte! Vosotros, ¿creéis esto: que Dios es más fuerte?».


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Puesto que deseáis ser todo de Dios, ¿por qué temer vuestra debilidad, en la cual está claro que no debéis ni podéis apoyaros? ¿Es que no esperáis en Dios? Y quien espera en Él, ¿va a ser confundido? ¡No!, no lo será jamás» (San Francisco de Sales)


«Su Madre lo siguió siempre fielmente, manteniendo fija la mirada de su corazón en Jesús. Pidamos a María que nos ayude también a nosotros a mantener la mirada bien fija en Jesús y a seguirle siempre, incluso cuando cuesta» (Francisco)


«No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque ‘nadie puede decir: “Jesús es Señor” sino bajo la acción del Espíritu Santo’ (1Cor 12,3) (…). Sólo Dios conoce a Dios enteramente (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 152)

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