domingo, 22 de septiembre de 2024

Jesús proclama nuevos valores



Domingo 25 (B) del tiempo ordinario

Hoy, nos cuenta el Evangelio que Jesús marchaba con sus discípulos, sorteando poblaciones, por una gran llanura. Para conocerse, nada mejor que caminar y viajar en compañía. Surge entonces con facilidad la confidencia. Y la confidencia es confianza. Y la confianza es comunicar amor. El amor deslumbra y asombra al descubrirnos el misterio que se alberga en lo más íntimo del corazón humano. Con emoción, el Maestro habla a sus discípulos del misterio que roe su interior. Unas veces es ilusión; otras, al pensarlo, siente miedo; la mayoría de las veces sabe que no le entenderán. Pero ellos son sus amigos, todo lo que recibió del Padre debe comunicárselo y hasta ahora así ha venido haciéndolo. No le entienden pero sintonizan con la emoción con que les habla, que es aprecio, prueba de que ellos cuentan con Él, aunque sean tan poca cosa, para lograr que sus proyectos tengan éxito. Será entregado, lo matarán, pero resucitará a los tres días (cf. Mc 9,31).


Muerte y resurrección. Para unos serán conceptos enigmáticos; para otros, axiomas inaceptables. Él ha venido a revelarlo, a gritar que ha llegado la suerte gozosa para el género humano, aunque para que así sea le tocará a Él, el amigo, el hermano mayor, el Hijo del Padre, pasar por crueles sufrimientos. Pero, ¡Oh triste paradoja!: mientras vive esta tragedia interior, ellos discuten sobre quien subirá más alto en el podio de los campeones, cuando llegue el final de la carrera hacia su Reino. ¿Obramos nosotros de manera diferente? Quien esté libre de ambición, que tire la primera piedra.


Jesús proclama nuevos valores. Lo importante no es triunfar, sino servir; así lo demostrará el día culminante de su quehacer evangelizador lavándoles los pies. La grandeza no está en la erudición del sabio, sino en la ingenuidad del niño. «Aun cuando supieras de memoria la Biblia entera y las sentencias de todos los filósofos, ¿de qué te serviría todo eso sin caridad y gracia de Dios?» (Tomás de Kempis). Saludando al sabio satisfacemos nuestra vanidad, abrazando al pequeñuelo estrujamos a Dios y de Él nos contagiamos, divinizándonos.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Nosotros sufrimos los últimos tormentos y nos alegramos de morir, pues creemos que Dios nos resucitará por medio de su Cristo y nos hará incorruptibles, impasibles e inmortales» (San Justino mártir)


«A esta enseñanza del Señor [anuncio de su Pasión], ¡siempre!, sigue la resistencia de los discípulos. Jesús nos corrige: el ascenso a Dios se produce precisamente en el descenso del servicio humilde, en el descenso del amor» (Benedicto XVI)


«(…) Para el cristiano, ‘servir es reinar’, particularmente ‘en los pobres y en los que sufren’, donde descubre ‘la imagen de su Fundador pobre y sufriente’ (Concilio Vaticano II). El pueblo de Dios realiza su ‘dignidad regia’ viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 786)

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