viernes, 19 de abril de 2013

El día más triste en Madrid. La pérdida de mi hermano

Hoy es el día más triste desde que estoy en Madrid, y uno de los más tristes en mi vida...  Lejos de mi familia me he enterado de que mi hermano falleció. En medio de esta soledad física he podido experimentar de una manera particular la oración del huerto de los olivos; un Jesús sólo ante el Padre y el misterio de la muerte física, el gran misterio del dolor.

Así como Jesús oró, sufrió en la soledad profunda, en aquella donde se comunica el silencio con la voz de dolor del alma, y la voz del Padre, así he estado estas horas en Madrid. Pero también así como el Ángel acompañó a Jesús en su Hora, también me acompaña la fortaleza y amor esperanzador del Espíritu Santo, y cada una de las oraciones que de amigos, familiares, y hasta desconocidos, han hecho por mí.

Hoy he fijado mis ojos en un Dios silencioso:

¿Porqué callas ante la enfermedad?

¿Porqué callas ante la agonía?


¿Porqué callas ante la guerra?


¿Porqué callas ante el sufrimiento del inocente?


¿Porqué callas ante la injusticia?


¿Porqué callas ante una creación que ya no es perfecta, ni buena, ni feliz?



Entonces lloré pero ya por mí mismo, pues escuché al Padre: Sí he hablado, en mi Hijo. Él es la Palabra hecha carne, dada por Dios una vez y para siempre.

Y esa Palabra, ese Logos, es: Amor predilecto por los que sufren, amor por los que humillan, amor al sanar los enfermos, amor por los enemigos, es dolor, pero también es Resurrección, es Vida, es Esperanza, es Redención.

Esa Palabra es lo definitivo. Y surge precisamente del clamor del sufrimiento de los hombres.


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