viernes, 11 de julio de 2025

¿Qué pistas nos da la Secretaría General del Sínodo de la Sinodalidad?



En el texto, publicado elaborado por la Secretaría General del Sínodo, recoge dos nuevos grupos de estudio, que han sido confirmados por León XIV: La liturgia en la perspectiva sinodal y El estatuto de las Conferencias Episcopales, Asambleas Eclesiales y Concilios Particulares.

Nuevo paso adelante en la implementación del Sínodo. Después de la participación de León XIV en la reunión del Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo —allí confirmó la apuesta por la sinodalidad: «Es un estilo, una actitud que nos ayuda a ser Iglesia, promoviendo auténticas experiencias de participación y comunión»—, se acaba de publicar el documento Pistas para la Fase de Implementación del Sínodo, refrendado por el citado consejo.


Un texto, en palabras de Mario Grech, secretario General del Sínodo, que ofrece un horizonte con el cual confrontarse e invita a compartir iniciativas, «contribuyendo así al discernimiento eclesial más amplio». El contenido, añade el cardenal, se basa en los estímulos recibidos de las Iglesias en los últimos meses y de las experiencias compartidas. Un camino que tiene un objetivo concreto: la misión y el anuncio del Reino de Dios a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.


En el fondo, se trata de un documento que quiere acompañar a las Iglesias locales, así como establecer un marco de referencia compartido que permita que el camino juntos sea posible.


La primera parte está dedicada a explicar la fase de implementación, sus objetivos y destinatarios. «Tiene como objetivo experimentar prácticas y estructuras renovadas, que hagan que la vida de la Iglesia se cada vez más sinodal, con vistas a una realización más eficaz de la misión de evangelización», se puede leer. También recoge que es una oportunidad, además, para mantener el intercambio de dones y el fomento de la comunión entre las Iglesias locales.


Asimismo, se aclara que esta etapa no es una vuelta al pasado, ni propone repetir lo ya vivido. Un itinerario tiene su referencia en el Documento Final del Sínodo, que es parte del magisterio ordinario del Sucesor de Pedro.


En este sentido, el documento señala al obispo como el máximo responsable de la implementación en cada Iglesia local: «Están llamados a suscitar y sostener la participación en el proceso sinodal de todos los miembros de la porción del Pueblo de Dios que les ha sido confiado».


En esta tarea, también se recoge la importante de los presbíteros y diáconos, los organismos de participación a nivel diocesano y del equipo sinodal diocesano. En este sentido, define cómo deben ser los equipos sinodales y los órganos de participación, que, si están bien constituidos, «pueden convertirse en verdaderos laboratorios de sinodalidad».


Y subraya la importancia de las agrupaciones de Iglesias locales, esto es diócesis, para apoyar los procesos, favorecer la coordinación y el trabajo en red, promover.


Secretaría General del Sínodo

En el texto también se hace un recorrido por un órgano vital: la Secretaría General del Sínodo, que tiene como misión la animación y la coordinación del proceso sinodal. Y define sus tareas: alimentar la comunión, acompañar a los obispos y equipos sinodales, animar a las Iglesias para que su camino se desarrolle con un estilo sinodal o coordinar los grupos de estudio. Sobre esta última cuestión, el documento recoge que León XIV ha confirmado esta tarea y ha añadido dos nuevos grupos: La liturgia en perspectiva sinodal y El estatuto de las Conferencias Episcopales, Asambleas Eclesiales y Concilios Particulares.


Por otra parte, también será competencia de la Secretaría General del Sínodo acompañar la organización de las Asambleas Continentales de Evaluación, que tendrán lugar durante el primer trimestre de 2028 y la Asamblea Eclesial  de octubre de 2028.


¿Cómo usar del Documento Final?

Las Pistas señalan el Documento Final del Sínodo sobre la sinodalidad como un punto de referencia que ofrece líneas de fuerza que son criterios de orientación y evaluación para las decisiones que se pretendan tomar.


Estas líneas tienen que ver con la perspectiva eclesiológica surgida del Concilio Vaticano II, con la idea de que la misión de anunciar el Reino de Dios es eje y objetivo final, con la perspectiva relacional y el intercambio de dones, con el impulso ecuménico y una Iglesia que dialoga con otras religiones y con la sociedad.


En este camino, aunque las Iglesias locales tienen autonomía para decidir, la Secretaría General del Sínodo propone dar pasos en ámbitos concretos. Son los siguientes:


La promoción de una espiritualidad sinodal.

El acceso efectivo a funciones de responsabilidad y roles de liderazgo que no requieren el sacramento del Orden por parte de mujeres y hombres no ordenados, tanto laicos y laicas, como personas consagradas.

La experimentación de formas de servicio y ministerio que respondan a las necesidades pastorales de cada contexto.

La práctica del discernimiento eclesial.

La activación de procesos decisionales con estilo sinodal.

La experimentación de formas adecuadas de transparencia, rendición de cuentas y evaluación.

La obligatoriedad en diócesis y parroquias de los organismos de participación previstos por el derecho, y la renovación de sus modalidades de funcionamiento en clave sinodal.

La celebración regular de asambleas eclesiales locales y regionales.

La valorización del Sínodo diocesano y de la Asamblea parroquial.

La renovación misionera sinodal de las parroquias.

La verificación del carácter sinodal de los caminos de la Iniciación Cristiana, y, en general, de los itinerarios formativos y de las instituciones encargadas de ellos.


El método

Finalmente, el documento señala la importancia del método, que no son «un conjunto de técnicas para gestionar encuentros», sino «una experiencia espiritual y eclesial que implica crecer en una nueva manera de ser Iglesia».


Así, se habla del discernimiento eclesial, que «requiere la contribución de competencias de diverso tipo para lograr una lectura más profundizada del contexto y una identificación más clara de lo que está en juego». En este sentido, señala que es fundamental definir los objetivos, de modo que sean realistas, los espacios y el número de participantes.


Así, propone una serie de procesos: discernimiento eclesial; formación en sinodalidad; procesos y experiencias de escucha; momentos de celebración, encuentro e intercambio; comunicación; renovación pastoral; e investigación teológica, pastoral y canónica.


Y concluye: «El método sinodal nos ha permitido dejarnos sorprender por el Espíritu Santo y recoger frutos inesperados en la fase de consulta y escucha, así como durante el desarrollo de las sesiones de la Asamblea sinodal, suscitando el asombro y el entusiasmo de muchos participantes, como lo atestiguan muchas síntesis y documentos recibidos: la comunión entre los fieles, entre los pastores y entre las Iglesias ha sido alimentada por la participación en los procesos y eventos sinodales, renovando el impulso y el sentido de corresponsabilidad por la misión común».

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