jueves, 18 de septiembre de 2025

La Paz desde la Neurociencia



Desde la neurociencia, la paz está vinculada a la capacidad del cerebro para regularse y fomentar la empatía y la compasión, lo que se puede lograr mediante prácticas como el mindfulness y el ejercicio físico. Estas actividades promueven la neuroplasticidad, fortaleciendo la conexión entre regiones cerebrales, mejorando el bienestar y facilitando una resolución de conflictos más pacífica al potenciar el procesamiento de información y la interacción social. 


Cómo el cerebro influye en la paz:

Regulación emocional: El cerebro procesa neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, influyendo en la formación de emociones y comportamientos relacionados con la felicidad y la empatía. 

Neuroplasticidad: La práctica regular de meditación y mindfulness puede cambiar la forma en que las diferentes regiones del cerebro se comunican e interactúan, mejorando sus funciones y creando nuevas conexiones neuronales. 

Procesamiento social: La corteza cerebral, el neocórtex, es fundamental para procesar interacciones sociales, mediando la resolución de conflictos de manera más pacífica al integrar factores genéticos, psicológicos y culturales. 


Prácticas para fomentar la paz mental:

Meditación y Mindfulness: Ayudan a cambiar la forma en que interactuamos con nuestros pensamientos y emociones, promoviendo una relación más serena y menos reactiva. 

Ejercicio Físico Regular: Contribuye a la salud general del cerebro, fortaleciendo sus funciones y promoviendo el bienestar. 

Conexiones Sociales Positivas: Rodearse de personas que nos apoyan y cultivar relaciones empáticas y compasivas crea un entorno que favorece la paz interior y social. 

Cuidado y Descanso: Asegurar un buen descanso y nutrir la mente y el cuerpo son pilares para mantener un cerebro saludable y capaz de comportamientos pacíficos. 

Cultivar Sentimientos Positivos: Adoptar sentimientos como la bondad y el agradecimiento contribuye a una psicología que favorece la paz y una mejor interacción con los demás. 


La Paz en los procesos neurológicos:

Todos los humanos somos seres sociales que dependemos de otros; no obstante, las interacciones dan pie a la generación de conflictos, los cuales ocasionan reacciones por parte de nosotros. 

Dentro del proceso neurológico existen dos sistemas de reacción ante diversas situaciones: el natural, que ofrece un equilibrio social a corto plazo, pero de forma rudimentaria y alimentado por emociones; y los sistemas aprendidos, que ofrecen una alternativa pacífica y están alimentados a través de diversas variables adquiridas a largo plazo.

“Nuestras interacciones sociales evolucionaron para buscar un equilibrio, no necesariamente paz; dicho equilibrio surge naturalmente cuando los conflictos sociales se resuelven. Siempre que hay contacto social existe la posibilidad de conflicto, el problema es cuando sólo actuamos con el primer nivel –natural–, rápido y emocional, mientras que la paz surge de la justicia, se aprende, es más tardado por los procesos neurológicos que conlleva, pero nos garantiza una respuesta más favorable”, explica el profesor mexicano Coria Ávila.

Todos hemos sido moldeados por tres factores: la biología, a través de genes heredados por padres y abuelos; la psicología, representada por nuestras creencias y aprendizajes; y la cultura, que se origina por el entorno en donde nos desarrollamos. 

Derivado de lo anterior, se puede aseverar que la capacidad para buscar la cultura de la paz se construye a partir de valores, actitudes, creencias y comportamientos que fomentan la no violencia a través de diálogo y educación. 

Sin embargo, si procesamos de mejor manera la información, tomando en cuenta los factores aprendidos durante nuestro desarrollo (genes, psicología y cultura) y sobre todo dejando involucrar nuestra corteza cerebral en el proceso, seremos capaces de mediar de manera pacífica un conflicto, toda vez que evolutivamente la corteza fue la que nos hizo diferenciarnos de otras especies, procesando mejor las interacciones sociales. 

Por último, el profesor Gerardo Coria Ávila sostiene que para nutrir una cultura de paz en nuestro comportamiento social es importante tener en cuenta algunos elementos que nos ayudarán a comportarnos de mejor manera ante los demás: cuidar el descanso de nuestra mente y cuerpo, nutrirlo y ejercitarlo debidamente; ser empático y agradecido; procurar adoptar sentimientos positivos como parte de nuestra psicología, la bondad, el cuidar de nuestro círculo social, nuestro aprendizaje a través de buenas doctrinas y lecturas, entre otras cosas. 

De igual manera, el profesor Gerardo Coria Ávila explica que el cerebro es la interfaz entre el cuerpo y el ambiente, detecta señales y las interpreta, convirtiéndose en algo emocional. Es la amígdala el principal sensor para llevar a cabo este proceso, la que detecta un conflicto, dicta qué se debe hacer y determina cómo terminarlo; no obstante, para finalizar un conflicto con sentido de paz se requiere involucrar a otras áreas del cerebro como la corteza perimetral, hipocampo, corteza prelímbica y la corteza infralímbica; es un proceso más lento y sofisticado, pero con esto se logra identificar el conflicto, escuchar a todas las partes, generar opciones de solución, evaluar y seleccionar la mejor solución, e implementar y seguir la solución. 

Por ejemplo, si una persona nos mira fijamente durante un periodo prolongado, esta acción naturalmente generará una respuesta, si nos dejamos llevar por el estímulo natural y rudimentario generado por la amígdala, nuestra respuesta estará limitada a un gesto de ira y disgusto, lo cual conllevará una retroalimentación por parte del otro individuo, iniciando así una cadena de respuestas no pacíficas.

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