sábado, 28 de mayo de 2011

España, tierra, cielo

La vida a veces se dibuja como una escalera, cada peldaño te eleva, o te baja. Así la vida del alma, o como se llamo a aquel libro que resumía los 24 años de Teresita de Lisieux,una vida, una historia del alma.

Estos días asistimos a episodios de la historia inmediata de España y en otro nivel, a episodios en medio del universo, que hablan de la historia de la humanidad.

Desde Dios todo lo que nos acontece es importante pues nos ama. "Amar lo que El mira", que gran reto, sin embargo, la mirada humana ve lo inmediato, que además le envuelve, alegra, inquieta, perturba o ilusiona. La situación social y política española es de vértigo.

Casi asistimos en otro nivel a aquello que el gran López Quintas ha enseñado a generaciones con el "vértigo y el éxtasis", el sabio sacerdote y filósofo hablaba de los niveles donde las personas pueden permanecer; habitar en lo mas bajo (esclavitud de la concupiscencia) donde el egoísmo reina, o el nivel superior, donde la razón prevalece orientada a lo bello y verdadero, y ahí no hay niveles, se produce la armonía, puerta que abre a la santidad.

Y en otro nivel, hemos asistido a un episodio lleno de humildad, verdad y belleza, hablo de ese coloquio entre el Papa y los astronautas del ´Endeavour´ días pasados.

Ver al Papa, ese niño grande y anciano sabio, preguntando a los astronautas "como se ve la tierra, si es tan bonito como dicen", o preguntarles por la aventura -de cada uno- para dar el salto... a otro nivel, el de la aventura humana, que camina hacia Dios, pero que es incapaz de verse a si misma como nos ven desde el espacio, y en un ultimo y supremo nivel, como nos contempla Dios.

Unos y otro coincidían en el absurdo de la violencia, si nos viéramos como ellos nos ven desde arriba y otros nos miran desde la Fe.

Claro que hay niveles, si me dieran a elegir no se con cual quedarme, si el de los astronautas, lleno de armonía y humildad, suspendida en el espacio, entre Dios y la tierra, o el nivel del Papa y de los santos, que como niño que vive plenamente el Reino de Dios, ya nos ve a todos como aquel que "ama lo que El mira", y mientras, sufre, ora, construye, confía, espera y ama.

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