El documento final de la XVI Asamblea del Sínodo de la Sinodalidad está compuesto por una introducción, cinco partes y una conclusión. Todas las partes del documento están introducidas por un texto del Evangelio según San Juan, en el contexto de la resurrección de Jesús. El resucitado es quién hace el llamado a la Iglesia a constituirse según su corazón.
La Iglesia debe preguntarse todos los días cómo debe responder a la llamada de su Esposo para actuar y responder a los desafíos de la historia. El Sínodo de la Sinodalidad ha sido un esfuerzo del Pueblo de Dios para que el Amor incondicional de Dios Padre pueda ser palpable para todas las personas que viven en el mundo, desde su contexto cultural y social particular. Es así como llegamos a la lectura del documento final de 155 números y aproximadamente 50 páginas.
La introducción del documento:
La Iglesia sinodal dirige sus pasos a la Fuente, en una experiencia renovada de encuentro con el Resucitado. Es la misma experiencia de los discípulos en el Cenáculo, una experiencia doble: Por una parte se encuentra la experiencia de asombro por la belleza y por otra parte la experiencia de abrazo por su misericordia y contemplación al Resucitado. Esta realidad mistérica es lo que hace que seamos un Pueblo en camino con ganas de comunicar la belleza de lo contemplado. Como bautizados somos portadores de la presencia de Jesús y por eso el sínodo no es indiferente a las heridas de la humanidad, ni de sus dramas presentes en la historia. En la introducción se nos presenta la llamada a la acogida plena del Concilio Vaticano II en continuidad con todos los Concilios que se han ido desarrollando a lo largo de la historia. En el año 2025 vamos a celebrar los 1700 años del Concilio de Nicea, y aún hoy la Iglesia dice con fuerza y verdad que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre.
El Sínodo nos permite colocar nuestra mirada en el Cenáculo. Los discípulos junto a las mujeres que siguen a Jesús son testigos del paso del miedo al cenáculo de la salida misionera. La Iglesia en salida es un acontecimiento que se vive en el hoy del tiempo del Concilio Vaticano II. El espíritu conciliar es una semilla sembrada en el campo del mundo y de la Iglesia que llama a la santidad del pueblo organizado y que alza su voz. Se levanta la voz del Pueblo de Dios en medio de las resistencias y cansancios, en un esfuerzo para que la escucha de la palabra de Dios siempre prevalezcan.
Contexto de Sufrimiento:
Se reconoce el sufrimiento que enfrenta la humanidad, incluyendo guerras, injusticias sociales y crisis climáticas. La Iglesia es llamada a ser un agente de paz y reconciliación, siguiendo el ejemplo del Papa Francisco. Se recuerda que los gozos y las esperanzas, así como las tristezas y angustias de los hombres, son también los de la comunidad cristiana.
Proceso Sinodal:
Desde 2021, la Iglesia ha estado en un proceso de escucha y diálogo, que ha incluido consultas a nivel local, nacional y continental. Este proceso ha permitido discernir lo que el Espíritu dice a las Iglesias y ha sido marcado por la sabiduría del «sentido de la fe» del Pueblo de Dios. La sinodalidad se presenta como una llamada a la alegría y a la renovación de la Iglesia en su misión.
Identidad Bautismal y Unidad:
La sinodalidad se basa en la identidad común de todos los bautizados, quienes son llamados a ser protagonistas de la misión de la Iglesia. Se busca una unidad plena y visible entre los cristianos, y se reconoce la importancia de la diversidad en la vida de la Iglesia.
Conversión y Discernimiento:
El documento enfatiza la necesidad de una conversión continua y un discernimiento comunitario, donde todos los miembros de la Iglesia participan activamente en la toma de decisiones. La celebración de la Eucaristía es vista como el centro de la vida de la Iglesia, donde se realiza la unidad y la pluralidad de la comunidad cristiana.
Espiritualidad Sinodal:
La sinodalidad es presentada como una disposición espiritual que requiere escucha, oración y conversión del corazón. La «conversación en el Espíritu» se propone como una herramienta para el discernimiento y la toma de decisiones.
Inclusión de Grupos Marginados:
Se hace un llamado a prestar atención a los pobres, los jóvenes y las mujeres, reconociendo su papel en la vida de la Iglesia y promoviendo su participación en todos los niveles.
Desafíos Contemporáneos:
El documento aborda los desafíos que enfrenta la Iglesia en el mundo actual, incluyendo la crisis de participación y el individualismo. La sinodalidad se presenta como una respuesta a estos desafíos.
Frutos del Camino Sinodal:
Se reconocen los primeros frutos del camino sinodal, que incluyen un mayor sentido de comunidad y corresponsabilidad en la misión. Se destacan experiencias positivas en familias, parroquias y movimientos.
Ámbitos de Profundización:
Se identifican varios ámbitos de la vida y misión de la Iglesia que requieren profundización, como las relaciones entre las Iglesias católicas orientales y la Iglesia latina, la escucha del clamor de los pobres, la misión en el entorno digital, y la revisión de documentos sobre relaciones entre obispos y comunidades.
Implementación del Proceso Sinodal:
El proceso sinodal no termina con la Asamblea del Sínodo, sino que incluye una fase de implementación. Se invita a todas las Iglesias locales a continuar su camino cotidiano con una metodología sinodal de consulta y discernimiento.
Discernimiento Eclesial:
El discernimiento eclesial es presentado como una práctica espiritual que requiere libertad interior, humildad y apertura a la voluntad de Dios. La escucha de la Palabra de Dios es el punto de partida y criterio de todo discernimiento.
Conversión de Relaciones:
Se enfatiza la importancia de las relaciones interpersonales en la vida de la Iglesia, promoviendo un ambiente de acogida y hospitalidad. Las familias son vistas como un lugar privilegiado para aprender sobre la sinodalidad.
Carismas y Ministerios:
Se reconoce la diversidad de carismas y ministerios en el Pueblo de Dios, y se hace un llamado a ampliar las posibilidades de participación y ejercicio de corresponsabilidad diferenciada de todos los bautizados.
Formación Integral:
Se destaca la necesidad de una formación integral y compartida que incluya a todos los miembros de la Iglesia, fomentando el conocimiento mutuo y la colaboración.
Cultura de Protección:
Se hace un llamado a promover una cultura de tutela y protección dentro de la Iglesia, asegurando que las comunidades sean lugares seguros para los menores y las personas vulnerables.
Conclusión:
El documento concluye con una invitación a vivir la sinodalidad como un camino de renovación y transformación, donde la Iglesia se convierte en un signo de esperanza y unidad en el mundo.
Propuestas Concretas del Documento:
Continuar el Proceso Sinodal: Las Iglesias locales deben seguir el camino de la sinodalidad, promoviendo la consulta y el discernimiento en la vida cotidiana.
Formación Integral: Se propone una formación continua y compartida para todos los miembros de la Iglesia, que incluya la dimensión ecuménica y la formación en la cultura digital.
Inclusión de Grupos Marginados: Se deben crear espacios para la participación activa de los pobres, jóvenes y mujeres en todos los niveles de la vida eclesial.
Discernimiento Eclesial: Se debe fomentar una cultura de discernimiento que incluya la escucha de la Palabra de Dios y la participación de todos los miembros de la comunidad.
Cultura de Protección: Se deben establecer normas y procedimientos para garantizar la protección de menores y personas vulnerables en todas las comunidades.
Revisión de Documentos: Se propone revisar documentos que rigen las relaciones entre obispos y comunidades, así como la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis.
Promoción de Ministerios Laicales: Se deben ampliar las oportunidades de participación de los laicos en los procesos de toma de decisiones y en los ministerios de la Iglesia.
Fortalecimiento de la Unidad: Se debe trabajar por la unidad visible de los cristianos, promoviendo el diálogo ecuménico y la colaboración entre diferentes tradiciones cristianas.
Evaluación y Rendición de Cuentas: Se deben establecer prácticas de evaluación y rendición de cuentas en todos los niveles de la Iglesia, asegurando la transparencia en la gestión de recursos.
Acompañamiento Pastoral: Se debe crear un ministerio de escucha y acompañamiento para aquellos que están al margen de la comunidad eclesial.
Estas propuestas buscan hacer de la Iglesia un lugar más acogedor, participativo y misionero, donde todos los miembros del Pueblo de Dios puedan contribuir a la misión de evangelización en el mundo contemporáneo.
Cinco conclusiones del sínodo:
1. La sinodalidad es una «dimensión constitutiva» de la Iglesia. Esta es una frase y un concepto importante que aparece al principio del documento (n.° 28). Significa que la sinodalidad es un camino que permite a la Iglesia ser más «participativa y misionera». Siempre orientada hacia la misión, la sinodalidad puede verse como «reunión en todos los niveles de la Iglesia para la escucha mutua, el diálogo y el discernimiento comunitario» (No. 28). Para mí, este es uno de los mensajes más importantes del Sínodo. El tema general del documento es la Resurrección, tema que el cardenal electo Timothy Radcliffe desarrolló durante el retiro que impartió a los sinodales al comienzo de esta sesión final. Todo lo que hace la Iglesia, lo hace para, por y con el Resucitado.
2. La toma de decisiones debe ser participativa. Un tema que se repite una y otra vez en este documento, es la amplia participación en la toma de decisiones. «Es esencial que promovamos la participación más amplia posible en el proceso de discernimiento, involucrando particularmente a quienes están al margen de la comunidad cristiana y de la sociedad» (No. 82). Sería imposible leer este documento y no entender que en la Iglesia todas las personas deben tener voz en los procesos de toma de decisiones, sin dejar de reconocer el papel de la jerarquía. Se trata de reconocer, una vez más, que el Espíritu Santo está activo y vivo en todo el Pueblo de Dios, no sólo en los cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes. El documento también hace una llamada al Pueblo de Dios a tener «una mayor voz en la elección de obispos» (No. 70). Y hace una llamada a la transparencia, rendición de cuentas y evaluación en todos los niveles de la Iglesia, como una forma de invitar a los fieles a ver, juzgar y comprender cómo están obrando sus pastores (No. 95).
3. Los obispos y pastores están «obligados a escuchar». La llamada a escuchar y participar es central en el documento. Y son los obispos y pastores quienes están llamados, una y otra vez, a escuchar las voces de los fieles en sus diócesis y parroquias. «Quienes tienen autoridad pastoral están obligados a escuchar a quienes participan en la consulta y no pueden actuar como si la consulta no hubiera tenido lugar». (No. 91). También a nivel parroquial, se anima a la Iglesia a escuchar a todos, especialmente a aquellos que se sienten marginados. El Sínodo recomienda que las parroquias consideren instituir un «ministerio de escucha y acompañamiento». Y recomienda a las iglesias locales que experimenten con este nuevo ministerio (n.° 78).
4. Los consejos pastorales, los sínodos diocesanos y otras asambleas participativas deberían ser obligatorios. A lo largo de las dos sesiones del Sínodo, los delegados se esforzaron por encontrar la mejor manera de garantizar que los fieles puedan ser escuchados y participar en la vida de la Iglesia, que se centra, para la mayoría de las personas, en la vida parroquial. Y señala una variedad de posibles órganos consultivos: los sínodos diocesanos, consejos presbiterales, consejos pastorales diocesanos y parroquiales y consejos diocesanos para asuntos económicos o de finanzas, fundamentales en participación, rendición de cuentas y transparencia, tal como recoge el No. 104.
5. El documento incluye también algunas cuestiones «controvertidas». Al comienzo del proceso sinodal, en 2021, muchas personas albergaban grandes esperanzas de que el sínodo se pronunciaría sobre algunas cuestiones controvertidas, como la ordenación sacerdotal de hombres casados, la ordenación de mujeres al diaconado y las cuestiones LGTBQ. En su mayor parte, estas cuestiones se entregaron a 10 “grupos de estudio” para un mayor discernimiento y análisis posterior, por lo que muchos de estos temas quedaron en un segundo plano en las discusiones del Sínodo. No obstante, el lugar de las mujeres en la Iglesia es un tema central del documento, ya que fue un tema casi constante en las discusiones durante los últimos dos años. El No. 60 comienza con una declaración sobre la «igual dignidad» de las mujeres. Se menciona su participación en todos los niveles de la Iglesia, incluso «en puestos de responsabilidad en las curias diocesanas y en la Curia Romana». También hay una llamada a «una presencia significativa de mujeres» en la educación y formación de sacerdotes y diáconos (No. 148).
En cuanto a las cuestiones LGBTQ, el tema fue asignado a un grupo de estudio, por lo que hubo poco debate entre los sinodales. Pero el documento pide que la Iglesia escuche a quienes «experimentan el dolor de sentirse excluidos o juzgados, debido a su situación matrimonial, identidad o sexualidad» (50).
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