Controversias respecto a los que niegan la naturaleza divina de Cristo Jesús
Varias controversias importantes se originan a partir de la negación de la divinidad de Jesucristo, es decir, de su igualdad con el Padre. Una de las primeras y más extendidas es el arrianismo, que llevó al Concilio de Nicea I. También son importantes las controversias con el nestorianismo y con el monofisismo (y sus variantes, el monotelismo y el monoenergismo), que se debatieron en varios Concilios Ecuménicos con el resultado de diversos decretos, cánones y profesiones de fe. Otras controversias cristológicas son las de los docetistas y de los adopcionistas.
La adopción del Símbolo Niceno-Constantinopolitano (Credo de Nicea-Constantinopla) respecto de la fe cristiana y del Concilio de Calcedonia (451) en relación con el punto de vista cristológico, fueron claves tanto para intentar ordenar la doctrina cristiana como para un nuevo comienzo de la discusión cristológica.4 Así, se puede precisar la mayoría de las cuestiones controvertidas sobre si Cristo es de naturaleza divina, de naturaleza humana, o ambas; y de ser ambas naturalezas, cómo coexisten o interactúan.
Una de las más antiguas disputas en el cristianismo se centra en si Jesús es Dios. Un número de ramas cristianas primitivas creían que Jesús no era divino, sino simplemente un profeta, Meshia humano, como está prometido en el Antiguo Testamento. Esta doctrina, originada en la comunidad judeocristiana en Nazaret, de Jesús como un simple profeta, como está prometido en el AT, y en realidad sin unidad con el Padre, como la segunda persona de la Trinidad, Dios verdadero y Hombre verdadero, se conoció como la herejía ebionita por parte de la ortodoxia que prevaleció, no porque lo considera profeta, ni porque lo considera humano, sino porque solamente lo considera un hombre común y corriente pecador y no Hijo de Dios como también está prometido en la Tanaj (que incluye la Torah). Las inclusiones de las genealogías de Jesucristo en Mateo 1,1-17 y en Lucas 3,23-28 se usaron para explicar la creencia de que Jesús es el Cristo en la línea de David. Una explicación alternativa es que las naturalezas de Cristo estaban en oposición una con la otra, que Jesucristo solamente tenía la ilusión de un cuerpo humano y que, por lo tanto, no tendría ancestros humanos. Esta doctrina parece ser que perteneció a los cristianos gnósticos, llamados «docetas», o Docetismo, que fueron calificados de herejes por las autoridades ortodoxas de la Iglesia.
Una postura que tienen muchos que creen en el Binitarianismo es que Jesús era el Verbo, y por lo tanto Dios (Juan 1) antes de su nacimiento, pero que no era completamente Dios mientras estuvo en la Tierra, en el sentido de que no haría nada sobre esa naturaleza (Juan 5,19.30;8,28), y que Jesús se hizo completamente Dios luego de la resurrección con toda autoridad (Mateo 28,18) y poder de Dios como lo tenía antes de su Encarnación. Hoy en día esto se considera por la mayoría de la ortodoxia cristiana como una herejía moderna.
En el credo Niceno-Constantinopolitano ya está contenida la definición ecuménica del Concilio de Calcedonia. Este punto de vista indica que Cristo "posee dos naturalezas", divina y humana, que están unidas en una misma persona, Jesucristo, sin que ninguna de las naturalezas pierda sus propiedades ni su individualidad pero sin estar separadas. Es el dogma de las iglesias Católica y Ortodoxas, y también es el punto de vista de la Comunión Anglicana (que no obliga dogmas), y de la gran mayoría de las iglesias Protestantes. Una de las doctrinas relacionadas en profundidad con la naturaleza de Jesús en la tierra es la de la kenosis.
Controversias respecto a los que niegan la naturaleza humana de Cristo
En cambio, otras posturas proclaman que Jesús fue completamente divino pero no plenamente humano. La postura estrictamente monofisita establece que la naturaleza humana de Cristo se "disolvía" o era "consumida" por la divina, mientras que la postura miafisista establece que Cristo existe con una naturaleza híbrida, simultáneamente humana y divina, única en el universo. La postura docetista establece que Cristo no era realmente humano, sino solo aparentemente humano. El semi-docetismo niega parcialmente la humanidad, usualmente afirmando que Cristo no fue sujeto a tentación ni a ninguna debilidad humana de hambre, fatiga o miedo a la muerte.
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