viernes, 22 de julio de 2011

¿Para qué sirven entonces los teólogos? Parte II




6. Conocimiento de Jesucristo


La teología es una cristología. Su objeto propio y único es Jesucristo. En Jesucristo, Dios y el hombre se encuentran y establecen unas relaciones en la verdad. Por ello cuando hablamos del estado de la teología estamos hablando del estado actual de la cristología.


Si la teología no trasmite de una forma clara la persona de Jesucristo es prácticamente ciega, sorda y muda, por lo tanto sin eficacia para la fe. Por ello la actualización de las fórmulas dogmáticas es imprescindible para su supervivencia ya que de lo contrario pueden perder su sentido original. Muchas veces la rigidez para no deformarlas puede llevarla a ser incomprensible hasta para los más doctos.


7. El Espíritu


La teología debe verse inserta en el Espíritu Santo pues ¿Cómo invocar al Espíritu, si el Espíritu está ausente? El cristianismo es una fe en el Espíritu, en la conciencia del hombre, en su libertad, en esas cosas que son impalpables y que tanto la experiencia cotidiana como la ciencia parecen desmentir sin cesar. La Iglesia existe en el Espíritu de sus fieles. Sólo a la medida que nos presentemos fortalecidos por el Espíritu y no por el poder seremos distintos al mundo (aún estando dentro de él). Nos hace falta desarrollar una teología del Espíritu.


8. El hombre


El hombre debe ser entendido desde la persona de Jesús, quien es el hombre perfecto. El hombre se desenvuelve bajo una tensión escatológica, vaga buscando a Dios aunque a veces sin brújula, pero aún en esos casos dentro de una realidad oculta en su corazón, como una esperanza y una promesa: Una promesa siempre renovada. Cuando el hombre se aleja de Dios su ser se va llenando de escamas que recubren su verdadera esencia, por ello se endurece hasta tal punto de no ser más hombre. ¿Cómo hacer pasar a esos hombres a la condición de hombre? La conciencia, el espíritu, la libertad, son principios que deben despertarse, pero el espíritu no se despierta por sí solo, se despierta en contacto con el espíritu de los demás. La vuelta a la casa del Padre se empieza en el seno de la comunidad. Del mismo modo, la libertad tampoco se forma en la soledad. Está llamada por otras libertades. Todo esta conversión se resume en una expresión: La acción cristiana.


La teología no tiene la misión de inventar la acción cristiana, pero puede despejar el terreno y facilitar la tarea de aquellos que hayan recibido este carisma.


En realidad la acción humana, la acción moral, obedece siempre a unos modelos colectivos, es allí donde está el reto de la teología, no plegarse a un modelo predispuesto (sea social o económico).



El papel de la teología es intentar acercarse a un método de reflexión que sea propiamente cristiano, no para imponerse a otros modelos sino para saber interpretarlos. Una tarea que no tiene fin.


¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? No es la teología la que dará la respuesta, pero si la que brindará el silencio y el resguardo al reconocerse en la acción coherente de los hombres. La teología no es quien hace la “luz” pero si quien la saca de abajo de la cama y la coloca en un sitio visible para todos.




Ronald Rivera

No hay comentarios:

Publicar un comentario