El pasado 22 de enero participé de la Celebración Ecuménica organizada por la Arquidiócesis de Santiago de Compostela, y en medio de ella pensaba en lo significativo que ha sido el ecumenismo en mi actividad teológica y en el crecimiento de mi vida espiritual. Ha sido una riqueza el de contar a lo largo de mi vida con sólidas amistades de verdaderos testigos del Amor de Jesús en medio de sus comunidades anglicanas o luteranas. De allí el énfasis de hacer de Temas Teológicos un espacio de debate con carácter ecuménico e inter religioso.
Este año el lema elegido para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, por la comunidad de Grandchamp en Suiza es: "Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia"
Es el gran deseo de Dios, expresado por Jesús: que retornemos a Él y permanezcamos en Él. Él nos espera incansablemente, con la esperanza de que, unidos a Él en el amor, daremos frutos de vida para todos. No le demos la espalda "al otro" por miedo a la diferencia, y veamos solo lo nos separa. Escuchemos cómo Cristo nos llama a permanecer en su amor y dar fruto en abundancia.
El camino de la Unidad comienza en la intimidad de nuestra relación con Dios. Permanecer en su amor fortalece nuestra búsqueda de unidad y reconciliación con los demás. Dios abre nuestros corazones hacia aquellos que son distintos a nosotros. Este es un fruto importante, el regalo de curar las divisiones que existen dentro de nosotros, entre nosotros y el mundo.
Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia (Cf. Juan 15, 5-9)
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