jueves, 17 de febrero de 2022

Laudato Si y Sinodalidad




Encíclica Laudato Si

El 24 de mayo de 2015 se publicaba la encíclica del papa Francisco "Laudato Si" en la que afrontaba el tema de la degradación que sufre nuestra tierra. Sólo han pasado poco más de siete años y el problema ecológico se ha agravado hasta niveles de tal magnitud que hay voces que hablan de que estamos llegando a una situación que puede ser irreversible e incluso que peligra, entre otras muchas, la misma especie humana.


El Papa Francisco, en su mensaje a la cumbre COP26 en Glasgow (año 2021), ha dicho que no hay más margen de tiempo y que, ante este «cambio de época», tenemos un compromiso con los más vulnerables y con las jóvenes generaciones .


En esta cumbre en Glasgow se llegó a una serie de compromisos, pero la insuficiencia de las medidas, la poca concreción de muchas de ellas, las dudas sobre su efectividad, la dificultad de su implementación y la abstención de algunos países importantes a la hora de comprometerse con los acuerdos hace dudar de los resultados.


El desconcierto ante la magnitud de la tragedia está llevando a mucha gente al desencanto y al pesimismo. Se esperaba de los políticos que nos solucionaran el problema, pero ellos no pueden aportar la solución, al menos toda la solución, como tampoco pueden hacerlo los economistas. Seguimos pensando en soluciones parciales para un tema que es global, por tanto, de todos; seguimos pensando que la responsabilidad es de los demás cuando es de todos; seguimos pensando que debe tener una solución rápida y sencilla una cuestión que viene de lejos, y que será necesario tiempo, acciones variadas y complejas y el compromiso de todos, al menos de una gran mayoría.


El Patriarca Bartolomé, citado por Francisco en la encíclica Laudato si, dice: «Un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios» (LS 8). El Papa apunta que «no pensamos tan sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de crisis sociales, para que la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerse- sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca» (LS 204). La cuestión ecológica no es sólo un tema climatológico, sino una cuestión global que incide en todo.


Las migraciones actuales son nada en comparación con las que se producirán con el progresivo calentamiento. Conflictos de todo tipo y el instinto de conservación nos pueden llevar a encerrarnos en nosotros, en nuestro grupo y ver al «otro» como el enemigo. La pandemia del COVID-19 nos ha mostrado cómo somos dependientes unos de otros y que a pesar de todos estamos conectados. Por eso el Papa Francisco nos habla de una «ecología integral», basada en los principios de la Doctrina social de la Iglesia, especialmente en el reconocimiento práctico de la dignidad de toda persona humana y de sus derechos, y en la búsqueda del bien común que consiste en el bien de toda la persona en sus diversas dimensiones y de todos.


Habrá que hablar de sacrificio

Sacrificio es una palabra que prácticamente hemos desterrado de nuestro vocabulario, incluso del vocabulario cristiano. Quizás también nosotros, los cristianos, nos hemos dejado llevar por la corriente, olvidando que lo que nos es propio es el de ir contra corriente; hemos primado el «yo», arrinconando a los nosotros, y también que sólo se da vida dando la vida.


El Papa Francisco, en Laudato si nos habla de austeridad. Los bienes de la tierra son limitados y hay que administrarlos de modo que los haya para todos. La humanidad no deja de crecer y la distancia entre la parte del mundo más desarrollada y la que lo está menos es muy grande y se agrava. ¿Estamos dispuestos a aceptar un modelo de decrecimiento? Es más, ¿estamos dispuestos a aceptar un modelo de decrecimiento asimétrico, que quiere decir que quienes tienen más decrezcan más? ¿Estamos dispuestos a sacrificarnos por los demás, para que tengan una vida equiparable a la nuestra?


Sinodalidad: Caminamos juntos

Estamos inmersos en un proceso sinodal. El tema es precisamente el de la Sinodalidad. Ya hemos aprendido que esto significa «caminar juntos» pero todavía no acabamos de saber en qué consiste y cómo hacerlo. El lema del Sínodo (que en este momento vivimos) es «Comunión, participación, misión.» El reto ecológico es un buen campo para la práctica de la Sinodalidad.


De entrada, hay que sentir que somos una misma familia, corresponsables unos de otros, y que todos vivimos en una misma casa, la tierra, la casa común. Sin amarnos, sin amar a la tierra, será imposible «caminar juntos», será imposible la comunión entre los hombres, con la tierra y con Dios. El «Cántico de las Creaturas» de san Francisco de Asís es rebosante de ternura y admiración, de amor a la obra creadora de Dios, esa obra de la que el mismo Dios proclama que «es buena.»


La segunda palabra que nos propone el Sínodo es participación. Quizás hemos quedado sorprendidos por la invitación del Santo Padre a que todos los cristianos e, incluso otros que no lo son, digan la suya. En Laudato Si, el capítulo quinto, que lleva por título: «Algunas líneas de orientación y acción», en todos y cada uno de sus apartados nos habla de diálogo; y, precisamente en las orientaciones sinodales, se nos invita, en primer lugar, a escuchar y después hablar, en una palabra, a dialogar; llegar a consensos para poder pasar a la acción.


Y, por último, la misión. El Papa habla de la «conversión ecológica» de cada uno de nosotros, de la toma de conciencia y de la creación de hábitos ecológicos. Pero no es suficiente; dirá: «a problemas sociales se le responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales. […] La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria.» 


Es recomendable que todas las diócesis tengan un Secretariado de Ecología y justicia social. En una estructura en forma de red con todas las parroquias del mundo. Este Secretariado está llamado a realizar propuestas e impulsar acciones en la Iglesia Universal, tanto a nivel personal como comunitario.


Encíclica Spe Salvi

Quizá alguien se pregunte si hay motivos para la esperanza. El Papa emérito  Benedicto XVI, en su encíclica Spe salvi dice: «El presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva a una meta, si podemos estar seguros de esa meta y si esa meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino» (SS1). Podemos estar seguros de la meta, de su dificultad y grandeza, y del esfuerzo que supondrá por todos nosotros. Lo que no sabemos es el camino. Sólo lo descubriremos juntos, caminando juntos, escuchándonos y escuchando a Dios. Y creemos en la promesa, y trabajamos para que se haga realidad, esa promesa que expresa Pedro en su segunda carta: «Nosotros, tal y como él nos ha prometido, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, donde reinará la justicia» (2Pe 3,13).


@RonaldMRivera

4 comentarios:

  1. ¡Buenos días! La Sinodalidad es aplicable en todos los ámbitos de nuestra existencia y en nuestra realidad eclesial es de vital importancia para contribuir con el cuidado y mantenimiento de nuestra casa común. Y leyendo al papa emérito Benedicto XVI, debemos de mantener la esperanza tal como nos lo enseña Habacuc en su capítulo 3, versículos 17 al 19

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  2. Un mundo nuevo será posible. El papel educativo de las Iglesia Católica es fundamental. Allí tenemos un reservorio doctrinario capaz de cambiar las conciencias poseídas por el consumismo egoísta y banal. Ese cuerpo doctrinal solo podrá esparcirse si somos abnegados educadores en todos los ámbitos y si estamos influidos por la espiritualidad y sacrificio que demandan un gran proyecto de cambio.

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  3. Tenemos la responsabilidad de cuidar nuestra planeta, es responsabilidad de todos , comenzando por el cuidado de la familia de todos los miembros con consciencia para poder llegar al cuidado de la casa común, caminar juntos , amarnos sin amar a la tierra será imposible " caminar juntos" sera imposible la comunión imposible la comunión entre los hombres con la tierra y con Dios. Tenemos que amar y amarnos con justicia y amor y evangelizando

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  4. La sintonía de la Sinodalidad , estudiado con los documentos de Aparecida a ser discípulo misionero continental . La Sinodalidad es caminar juntos. El reto ecológico un buen campo para caminar junto por el cuidado de la casa común.
    Sin amarnos , sin amar a la tierra será imposible " caminar juntos" sera imposible la comunión entre los hombres con la tierra y con Dios.

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