Este icónico grabado muestra a un viajero que atraviesa el velo del cielo para descubrir un mundo oculto más allá de la realidad.
La ilustración, publicada en 1888 por Camille Flammarion, simboliza la búsqueda del conocimiento, tanto espiritual como científico, y la valentía de romper la ilusión de Matrix para ver lo que existe detrás de lo visible.
Los soles giratorios del firmamento evocan fuerzas superiores y antiguas energías que guían el despertar interior del buscador.
“Siempre dudé de la existencia de Dios, pero ahora sé que existe: soy yo.” 😎✨
En la imagen vemos a Homero coronado por una luz celestial mientras los magios lo miran como si fuera el elegido. Un recordatorio cómico de que hasta el más distraído puede brillar… aunque sea por accidente.
Entre humor y símbolos, queda la reflexión: la verdadera grandeza no está en el título, sino en el trabajo interior y en construir algo mejor para los demás.
El Salvator Mundi, atribuido a Leonardo da Vinci, muestra a Jesús sosteniendo una esfera de cristal que simboliza el universo, la creación y el conocimiento oculto.
Su mano en gesto de bendición representa la luz que guía al iniciado hacia la verdad interior.
Esta obra revela un mensaje profundo: la unión entre lo material y lo espiritual como camino hacia la iluminación.
"Aquí están mis Placeres" es una pintura anónima del siglo XVIII que resguarda una profunda riqueza simbólica dentro del arte masónico.
En la escena se observan las dos columnas J y B, coronadas por granadas que evocan abundancia, unidad y el misterio del Templo.
Entre ellas brilla la letra G dentro de una estrella flamígera de cinco puntas, símbolo de la presencia divina, del conocimiento y de la geometría sagrada que ordena el cosmos.
En el centro, un altar con forma de arco real invita a contemplar el proceso iniciático, la elevación espiritual y el camino interior del buscador. Cada detalle es un signo, una clave y un mensaje velado para quien sabe mirar más allá de lo visible.
Esta obra anónima del siglo XVIII nos recuerda que el arte masónico no solo se observa: se interpreta.
Lucifer es arrojado desde los cielos, descendiendo entre nubes densas con las alas abiertas como un recuerdo de lo que fue.
La luz que lo rodea contrasta con la oscuridad que lo envuelve, revelando la tragedia del ángel que un día brilló y ahora se precipita hacia la sombra.
Doré sugiere que “no hay caída más profunda que la de quien alguna vez conoció la luz”, y en esta escena esa idea se vuelve palpable: su descenso no es solo físico, sino moral y espiritual. Es la ruptura entre la gracia y el orgullo, el precio inevitable de desafiar el orden divino.
Esta imagen se convierte así en un símbolo poderoso de la rebelión, la pérdida y el destino que persigue a aquellos que se apartan de su propia luz.
La Fuerza es el hilo invisible que conecta todo lo que vive. ⚡
No pertenece ni al día ni a la noche: fluye entre la vida, la muerte, el movimiento y el silencio. Quien aprende a sentirla descubre que la Fuerza no se controla… se equilibra.
Habita en la calma, en la claridad de la mente y en la voluntad que trasforma el miedo en sabiduría. La Fuerza revela lo que somos cuando dejamos de luchar contra nosotros mismos.
Como dijo Yoda: “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.” ✨
Porque quien actúa desde la Fuerza, actúa desde la verdad interior.
“La Fuerza no se ve: se siente.”
Pinocho es la historia del alma en su viaje iniciático✨
Geppetto, artesano carpintero, representa al principio creador que da forma a la materia, mientras el Hada Azul insufla el aliento espiritual. Pepe Grillo, la conciencia, es esa chispa interna que acompaña al recipiendario desde el primer paso de su búsqueda.
El camino de Pinocho refleja las pruebas del aprendiz. ⚔️
Cuando se deja llevar por las pasiones y los engaños del mundo profano, se convierte en burro: símbolo del embrutecimiento del alma dominada por los vicios.
Sus mentiras, que alargan su nariz, muestran cómo la falsedad deforma al ser y obstaculiza la construcción interior.
Y su descenso al interior de la ballena evoca la C:. de R:. ese espacio simbólico donde se confronta la propia sombra, se reconoce el error y se inicia la verdadera transformación.
La clave de su transmutación llega con el sacrificio por su padre.
Ese acto de amor desinteresado es la “muerte mística” del Yo inferior. La marioneta muere y nace el niño verdadero, recordando que la Iniciación no es un título, sino un renacimiento interior.
Pinocho nos enseña que nadie se convierte en “hombre verdadero” sin esfuerzo, sin verdad y sin amor. Es la eterna labor de convertir la madera bruta en obra viva.
Salomón, hijo del rey David, es recordado por su discernimiento, su temple y su capacidad de ver más allá de lo evidente.
Su imagen nos recuerda que la verdadera grandeza no nace del poder, sino del sabio equilibrio entre justicia, prudencia y verdad.
“El sabio tiene ojos en la cabeza; el necio camina en tinieblas.”
Una lección eterna que aún nos alcanza.
Adán, el primer trabajador. Lo vemos tallando la piedra bruta con mazo y cincel, símbolo eterno del esfuerzo consciente y la construcción interior.
Así como en el Génesis se nos recuerda que el ser humano fue puesto en el mundo “para labrar y guardar”, también nosotros somos llamados a transformar nuestra propia naturaleza a través del trabajo constante.
“Quien pule su piedra, pule su espíritu.”
El mandil que porta Adán representa pureza, disciplina y dedicación, recordándonos que la verdadera obra se realiza dentro, golpe a golpe, hasta revelar la mejor versión de nosotros mismos.
Lilith, es reconocida en antiguas tradiciones como la primera mujer antes de Eva, creada del mismo barro que Adán.
Su imagen simboliza la rebeldía femenina, la libertad absoluta y la fuerza secreta que surge al enfrentar nuestra propia sombra. Representa autonomía, deseo, transformación espiritual y la valentía de romper con lo establecido.
La “Escalera de Jacob” de William Blake se inspira en el pasaje bíblico donde Jacob, hijo de Isaac, tiene un sueño en el que ve una escalera que conecta la tierra con el cielo.
Ángeles suben y bajan por ella, revelándole que existe un puente entre lo humano y lo divino. Blake interpreta esta visión como el camino de elevación espiritual, el ascenso del alma hacia una mayor luz, conocimiento y perfección.
En la tradición esotérica y simbólica, esta escalera representa el progreso interior del iniciado y la búsqueda constante de sabiduría.
'El Ojo que Todo lo Ve' dentro de un triángulo, colocado sobre la pirámide, representa la Providencia Divina, es decir, la idea de que una fuerza superior guía y protege la búsqueda humana de sabiduría y equilibrio.
El triángulo representa sabiduría, fuerza y belleza, mientras que su posición sobre la pirámide señala la idea de una conciencia superior que guía el camino hacia la verdad.
La frase en latín “Novus Ordo Seclorum” significa “El Nuevo Orden de los Siglos”, una expresión que alude al inicio de una etapa de renovación, conocimiento y evolución espiritual. Es un mensaje de transformación y de búsqueda constante de la perfección moral e intelectual.
En el Hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci, el círculo representa lo divino y eterno, mientras que el cuadrado simboliza lo terrenal y humano.
Juntos muestran al ser como un puente entre el cielo y la tierra, recordándonos la búsqueda de equilibrio y armonía.
La Sacerdotisa representa intuición, conocimiento secreto y conexión con lo espiritual.
Se sienta entre dos columnas, que simbolizan fuerza y estabilidad, un umbral entre lo visible y lo invisible, similar a los símbolos de entrada en los templos masónicos.
Invita a escuchar tu voz interior y a explorar lo que está más allá de la superficie. ✨
Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, de la R:.L:.S:. Búfalos Mojados, muestran que incluso en Piedradura la masonería se mezcla con humor y humanidad 😄.
La serie Los Picapiedra refleja valores de familia y trabajo. Aquí nuestros amigos prehistóricos encarnan la fraternidad con un toque divertido 🦕✨.
El Juicio de Salomón (1649) es una de las obras maestras de Nicolas Poussin.
La escena representa el famoso pasaje bíblico donde el rey Salomón, con gran sabiduría, propone dividir al niño para descubrir a la verdadera madre.
El Anciano de los Días (1794) es una de las obras más enigmáticas de William Blake. En ella aparece el dios creador, trazando el universo con un compás, símbolo de la razón, representa la luz en la oscuridad y sabiduría.
Blake aseguraba haber visto esta escena en una visión, donde lo fantástico y lo divino se unen para revelar no solo cómo percibía el mundo, sino cómo anhelaba transformarlo.

