sábado, 6 de octubre de 2012

Novela: El Viaje Capítulo V. Autor: Ronald Rivera


El Bikini V

  La calidez y suavidad de su cuerpo se une al mío en un encuentro de brazos y ávidos labios mientras siento la forma de sus senos estrecharse en mí.

Ha llegado tres minutos tardes según el tiempo concordado, al sitio preestablecido, pero eso no importa mientras la tenga siempre así, pues, ahogado en su cuerpo no existe para mí tiempo ni espacio.

Es inevitable cambiar las palabras por besos estando frente a ella. Haciendo un esfuerzo sobrenatural  para dejar de morder sus labios me dispongo a explicarle el plan que he establecido para escaparnos y romper las cadenas de opresión que frenan nuestro amar. El plan es muy sencillo y la sonrisa dibujada en sus provocativos labios expresa su conformidad.

Aprisionándola en mi cuerpo vuelvo a besarla...  Saco de mi bolsillo un duplicado de la llave de mi camarote y la coloco en sus delicadas manos. Subiendo mi boca por su cuello le susurro: “Toma esta llave, no es confiable seguir viéndonos en este sitio, te espero en mi camarote a las 8:00PM, según lo hicimos ayer”. Ella como paloma sin inocencia afirma con su cabeza. El reloj marca las 2:45PM.

-Es mejor que te vallas, pues, ya no es prudente tu tardanza.-
-Tienes razón amado, pero antes de irme deseo saber algo más de ti. Apenas sé que te amo muchísimo, que vienes de costas causantes de un gran dolor y que tu nombre supuestamente es Drug.-

-Tuya es mi vida y mi corazón, no es mi intención ocultarte nada. Mi nombre efectivamente es Drug, Drug Cobain. Aparte del inmenso amor que siento por ti, no tengo nada más, excepto,  un hermano sacerdote que vive cerca de las costas donde desembarcaremos mañana... Y donde nos refugiaremos al escapar... Y una casa bastante amplia de la época románica ubicada en una zona boscosa de Turquía donde los dos viviremos felices para siempre, ya que esta me ha sido heredada por mis padres, que murieron en un accidente, junto a su fortuna, de la que mi hermano ha dispuesto que sea yo quien la administrase.-

-Siento mucho lo de tus padres.-

-Sí, yo también lo siento mucho... Me a marcado profundamente su ausencia, pero he podido superarlo.-

-¿Se debe a ello el dolor de aquellas costas?-

-En parte... El dolor de aquellas costas tiene su causa en una mujer a quien aprecio con toda mi alma, su nombre es Elena. Crecimos juntos en el hogar de mis padres, tras la muerte de ellos su presencia me ayudó mucho. Su atención llenó el vacío que ellos habían dejado. Me hice dependiente de su afecto. Ella hace un año partió a aquellas costas para continuar sus estudios. Con un amor ciego he ido a buscarla... Pero... Ya estaba comprometida con otro. Preferí no intervenir en su relación, pues, a pesar de su cariño profeso a mí, a quien quería era a él. Así después de una noche de pasión junto a ella en la playa tomé este barco donde pude conocer el verdadero amor. Me enamoré como nunca lo había hecho antes, de la perla más hermosa y fina. Me enamoré de ti... Junto a ti he sentido por vez primera el amor y no un capricho pueril-

-Gracias por confiar en mí y amarme tanto como yo te amo a ti-.

-Siempre, preciosa-.

-Me voy amado, se me ha hecho tarde-.

Nos besamos intensamente. Me dio la espalada y contemplando sus caderas, se fue.

Ya sin poder tener su cuerpo ante mis ojos me dispongo a disfrutar del colorido paisaje. A ver el cielo en el espejo del mar con su caudal de nubes y reflejos de viva luz. Doy gracias a Dios que me ha dado la oportunidad de amar.

Solo deseo ahora ver cada rincón del universo hasta donde alcance la mirada. Verlo todo y mirarlo con el alma es el milagro de la luz para la vida y para el amor que ahora habita en nosotros.
Mi cuerpo un poco agotado exige un descanso. Marcho al camarote a disponer de un reposo. El reloj marca las 3:15PM, mi mente solo piensa una cosa y es en ella. Tanto que el único sentido de descansar está  en recuperar fuerzas para tomarla, besarla y amarla con vigor esta noche. 

Pasadas las horas y encontrándome en mi habitación durmiendo, apenas con un short como de costumbre, he tenido un gran sobresalto e impresión al tropezar  en mi cama con otro cuerpo. De pies tras un salto frente a la cama, sorprendido y sin creerlo, veo el cuerpo de mi amada Asha extendida desnuda en mi lecho. Me pellizco y estrujo los ojos para ver si es un sueño o espejismo lo que estoy viendo pero compruebo la realidad al escuchar su voz tras algunas risas de ella, diciéndome que me tranquilice y agradeciéndome la ocurrencia de entregarle la llave de mi cuarto.

-Es que no puedo vivir sin ti-.

-Yo tampoco, pero es una locura, vamos a salir muertos de este barco.-

-No te preocupes por mi esposo, se puso a tomar con Yasata y está tan ebrio que dudo se levante antes del amanecer.-

-Creo que vale la pena arriesgarse.-

-Sí, ya lo creo... -
Es imposible negarle mi ser cuando insistentemente ella me lo pide. Mirando sus ojos me interno en sus pensamientos hasta embriagarme con los néctares de su presencia en mí. Deseo vivir siempre entre sus labios bebiéndome sus besos. Deseo morder sus senos y tocar su vientre con mi cuerpo hasta hundirme en el remolino femenino de sus encantos. Ven amor, ven conmigo, quiero mirarte con la luz de mis ojos ahora que puedo verte. Quiero sentirte en mis brazos ahora que puedo amarte.

Tu mirada como arquero lanza flechas doradas desde tus brillantes ojos verdes que hacen vibrar mi corazón y mis sentidos con entereza. Preciosa, estoy herido por tu cuerpo que golpea mi pecho, indefenso y sin aliento entre tanta euforia y avidez. Más soy valiente y aguerrido y tengo el corcel más veloz de la tierra. Concédeme tu mano, tu alma y tu vida para llevarte cabalgando por los mejores caminos hasta el éxtasis.

Espero en la otra vida recibir tus manos y tu cuerpo, manos que ahora me acarician, cuerpo que ahora vibra con el mío en nuestro lecho.

Palpo tus pechos como rosas blancas, que quieren salirse del seno como dos palomas. Tomas mi cuerpo como arcilla para moldearlo y saciar en él los instintos naturales de la carne, tú sexto sentido de mujer.

No hay palabras, solo lenguas desarticuladas. Hablan en cambio los sueños, de los que apenas se les logra oír: “Por favor no te vayas nunca amor mientras yo viva”.

Los dos desnudos, después de tan maravilloso acto, no nos habíamos dado cuenta que, en medio de tanta movedera, habíamos tirado la ropa al piso. Iblis que siempre se metía debajo de mi cama, como perro al fin, le dio por comerse su bikini  blanco de lunares negros. A mí me mató la risa, ella se disgustó, gritó y maldijo al pobre animal. Su cara de enojo le daba una belleza  particular. Su bikini en mis manos dejaba ver con tales destrozos que ya no tenía ninguna utilidad. Intentando ofrecer alguna solución al problema, no encontraba ninguna, fuera de darle ropa interior mía y eso es bastante absurdo y riesgoso.

Ella al respecto decidió vestirse sin su apreciada prenda, hecho que se dejaba entrever desde afuera de su falda creando cierta preocupación en mí al pensar que pueda ser vista. A pesar de ello, Asha, después de un suave beso en mi boca me dice que no hay que temer ya que ha anochecido y es bastante oscuro, y su esposo debe estar pasando su embriaguez.

Tranquilizándome entre sus brazos o por lo menos intentándolo la acompaño a la puerta. Salgo para asegurarme que no hay nadie cerca, al ver todo en orden ella sale y más atrás Iblis, causante de tales angustias.

Cierro mi puerta, intento ver la hora pero con tal desorden de sábanas e imaginar que entre ellas está mi reloj de mano desisto de la idea. Vuelvo acostarme sobre sábanas desordenadas, donde retozó el amor y mi cuerpo, con la extraña sensación de una noche intranquila y temores como de muerte.

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