lunes, 29 de julio de 2024

¿He descubierto el atractivo del Señor?



Domingo 17 (B) del tiempo ordinario


Hoy, podemos contemplar cómo se forja en nuestro interior tanto el amor humano como el amor sobrenatural, ya que tenemos un mismo corazón para amar a Dios y a los otros.


Generalmente, el amor va abriéndose paso en el corazón humano cuando se descubre el atractivo del otro: su simpatía, su bondad. Es el caso del «muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces» (Jn 6,9). Da a Jesús todo lo que lleva, los panes y los peces, porque se ha dejado conquistar por el atractivo de Jesús. ¿He descubierto el atractivo del Señor?


A continuación, el enamoramiento, fruto de sentirse correspondido. Dice que «mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos» (Jn 6,2). Jesús les escuchaba, les hacía caso, porque sabía lo que necesitaban.


Jesucristo siente un poderoso atractivo por mí y quiere mi realización humana y sobrenatural. Me ama tal como soy, con mis miserias, porque pido perdón y, con su ayuda, sigo esforzándome.


«Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo» (Jn 6,15). Les dirá al día siguiente: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Escribe san Agustín: «¡Cuántos hay que buscan a Jesús, guiados solamente por intereses temporales! (...) Apenas se busca a Jesús por Jesús».


La plenitud del amor es el amor de donación; cuando se busca el bien del amado, sin esperar nada a cambio, aunque sea al precio del sacrificio personal.


Hoy, yo le puedo decir: «Señor, que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te escondas, que vivas con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos, que queramos estar siempre a tu lado, que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos» (San Josemaría).


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Señor, saciados por tu Eucaristía, desarrolla en nosotros el deseo y la voluntad de seguirte para que seamos dignos de recibir de ti la sabiduría y la experiencia de tu alimento espiritual» (San Alberto Magno)


«Seguramente tenemos algún talento, alguna capacidad… ¿Quién de nosotros no tiene sus ‘cinco panes y dos peces’? Dios es capaz de multiplicar nuestros pequeños gestos de solidaridad y hacernos partícipes de su don» (Francisco)


«Numerosos judíos e incluso ciertos paganos (…) reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico ‘hijo de David’ prometido por Dios a Israel. Jesús aceptó el título de Mesías (…), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana, esencialmente política» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 439)

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