viernes, 7 de junio de 2013

Mi mirada a los gestos proféticos del Papa Francisco






En este año 2013 la Iglesia católica ha vivido dos acontecimientos históricos de particular relevancia: La renuncia de Benedicto XVI y la elección de su sucesor, Francisco, un Papa no europeo. El primer caso no sucedía desde la renuncia de Celestino V en 1294. El segundo no había ocurrido desde Gregorio III, de origen sirio, que fue Papa del 731 al 741. Ambos son signos de una Iglesia viva en un momento histórico singular.

La elección del Papa Francisco tiene varias lecturas. El hecho de que sea un Papa no europeo está claramente expresando la catolicidad y la universalidad de la Iglesia. Al mismo tiempo, indica como el catolicismo se ha deslizado hacia el Nuevo Mundo. Todos estos aires de renovación hacen dirigir las miradas sobre la  madurez teológica de Latinoamérica, nos hace fijar la mirada en su testimonio martyrial, nos hace detenernos en sus fuentes  de renovación a partir del Concilio Vaticano II, de especial mención los documentos del CELAM de Medellín y Puebla... Dos documentos que han servido de rieles a la teología latinoamericana.

El Papa Francisco, su origen americano, hijo de emigrantes, es una valoración definitiva de las nuevas cristiandades de América, después de 500 años desde que comenzara la evangelización del Continente. Al mismo tiempo que habla de mestizaje del encuentro entre pueblos y culturas.

La elección de un jesuita como sucesor de Pedro expresa que la vida religiosa está en el centro de la Iglesia y que los religiosos no son sacerdotes de segunda, sino que, al igual que el clero diocesano, sirven a la causa del Reino de Dios en primera línea.

El Papa Francisco es un ejemplo de la Nueva Evangelización y de la Nueva Pastoral, sólo basta con ver como en medio de una Iglesia con tantos retos internos y externos, ha logrado revivir la Esperanza, la Fe y la Caridad, en un escenario que daba toques de monotonía y desactaualización... La fórmula del Papa Francisco, muy simple y predecible, es el Evangelio, no sólo en palabras sino y sobretodo en gestos. Una pastoral menos deductiva y más inductiva. Menos signo más símbolo... El símbolo da que pensar, el signo sólo indica algo y ya.

El nombre de Francisco - en memoria de S. Francisco de Asís, es signo evidente de su predilección por la pobreza, la sencillez y los valores que representa el santo de Asís. Es también, recordando a S. Francisco Javier, una invitación a la misión.

Los gestos del Papa Francisco nos recuerdan la lectura meditada del Evangelio y es muy significativo tres hechos vividos intensamente en España: El levantamiento de veto de los libros del teólogo José Antonio Pagola, la apertura del proceso de beatificación de Monseñor Oscar Romero (este último hecho no tocado por los anteriores Pontífices), y las recientes elecciones episcopales en España; Obispos con un perfil de Pastor (Es de resaltar que la Iglesia española espera íntimamente un cambio y ante el término del tiempo de gobierno episcopal de las sedes de Madrid y Barcelona, este cambio puede llegar pronto). Destaco personalmente un cuarto gesto, su cercanía a las mujeres, se deja abrazar y besar, rescatando un factor humano que se había perdido desde hace mucho en la figura Pontifical, y paso obligante para un rumbo más fraternal de la Barca de Pedro.

Esta Iglesia que se renueva - comenzando por el Papa-, es, para todos los cristianos, una exigencia de cambio, buscando una mayor fidelidad al mensaje de Jesucristo.

Ronald Rivera

Teólogo

Universidad Pontificia de Salamanca

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