miércoles, 8 de febrero de 2017

Problemas en la Familia: Mala economía en el hogar / Ronald Rivera



Abrazar la cruz de la
Mala economía en el hogar

            “¿Qué dices? ¿Qué no puedes darme 500 Bs para casa? ¡Pero eso es increíble! ¡Qué mezquino eres!”

            El problema económico se presenta como un verdadero calvario en muchas familias. La economía es la columna vertebral para el dinamismo matrimonial, cuando una vértebra falla, todo se paraliza y eso ocasiona en la mayoría de los casos un divorcio.

            Podemos enumerar muchas situaciones: El marido que se siente un burro servil por la familia; la esposa que siente que su marido aporta sólo migajas al hogar; el marido que exige más austeridad; la esposa que se queja de no poder permitirse algo para ella; la discusión por los gastos del colegio y la alimentación de los niños; la mala economía del país…

            Ante esta problemática, que es una verdadera cruz de santificación si se lleva de mano de  la oración, debemos decir que no se puede aprender en el matrimonio a administrar el dinero, así como tampoco se puede conseguir hacer economías en el matrimonio si no se sabe que toda la problemática psicológica del dar y del recibir repercute en el factor dinero. Los litigios  que conciernen al dinero en el matrimonio (y ocupan el primer lugar en los matrimonios infelices) no son fáciles de eliminar, aun haciendo uso de un libro de cuentas y llevándolo con precisión. Esto no sirve para nada mientras que el balance preventivo de las salidas, un cónyuge se aproveche del otro o pretenda demasiado de él, o mientras un cónyuge se deje explotar económicamente. Precisamente, respecto al balance económico, tiene una importancia particular lo que ha subrayado al principio: desde el comienzo del matrimonio ninguno de los cónyuges debe dejarse arrastrar a una conducta de víctima, aun cuando al inicio parezca una demostración de amor auténtico. ¡Esto  no es verdad! ¡Sacrificarse a sí mismos de esta manera no tiene nada que ver con el amor! Este principio sirve para todos los problemas de la vida matrimonial, incluido el de la política financiera. Por tanto, cuando surgen las primeras dificultades en la economía familiar, ténganlo en cuenta. Apresúrense antes de que sea demasiado tarde. Así evitarán que se acumule el rencor y se multipliquen las escenas.

            Se pueden enumerar infinitos caso en que se presentan estos problemas matrimoniales cada día. Pero de nada les serviría un registro lleno de cifras y de datos, puesto que lo fundamental se puede explicar con los ejemplos aducidos y deben encontrar por cuenta  nuestra cada vez lo que más les conviene, interpretándolo en conformidad con sus condiciones financieras personales.

            Me parece esencial precisar una vez más que la conducta que un cónyuge manifiesta en la vida comunitaria matrimonial tiene una relación muy estrecha con esos modelos de comportamiento que ha “absorbido” durante la infancia y la juventud en su casa paterna. Cuando aparecen las primeras desavenencias en el matrimonio ambos cónyuges deberían hacerse tres preguntas:

            Primera: ¿Atribuyo a mi pareja algún prejuicio o reproche muy ligeramente? ¿Influyen en mi matrimonio esperanzas y experiencias pasadas de mi infancia pero que referidas a mi pareja ya no sirven?
            Segunda: ¿La incomodidad que mi pareja me presenta de deberá únicamente a mala voluntad? ¿Mi pareja no actuará sólo por capricho sino que viene de una situación familiar que modifica lo que esperamos de él?
            Tercero: ¿Qué es lo que debo hacer para que mi matrimonio no se vuelva víctima de relaciones neuróticas?
            La respuesta a la primera pregunta significa conocimiento de sí mismos.
            La respuesta a la segunda pregunta significa comprensión.
            La respuesta a la tercera pregunta significa examen general.
            La “comprensión” de su pareja no puede llegar hasta el punto de dejarles remolcar por su capricho o por su comportamiento extravagante. En ningún caso en su matrimonio esas situaciones que han formado en la infancia a su pareja. Esto significa que no pueden renunciar nunca a sí mismos “por amor de su pareja”.

            En caso necesario esto significa que deben mantener siempre un poco de distancia para no perder la visión del conjunto. Además significa que tienen que evaluar no sólo los problemas con la pareja a lo que refiere el momento erótico, sino que se debe aplicar la lente de la relación sexual y afectiva a su vida matrimonial de cada día y en cada cosa y buscar en las mismas esas causas posibles de malestar.


            Los problemas de la vida matrimonial de cada día, que he descrito hasta este punto, están presentes en cualquier matrimonio. No hay una sola pareja de cónyuges que pueda saltar tranquilamente los problemas mencionados, pensando que estas cosas no suceden entre ellos. Sería una autosugestión, Estos problemas diarios se presentan en todos los matrimonios. No existe ninguna excepción. De lo contrario, sería unos matrimonios entre ángeles que viven en el cielo, por ende, en condiciones existenciales ideales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario