La relación entre Étienne Gilson y Henri de Lubac fue principalmente de diálogo e interlocución, aunque con puntos de desacuerdo, especialmente en el tema de la naturaleza de lo sobrenatural. Gilson, un reconocido neoescolástico, inicialmente consideró que la postura de De Lubac sobre la naturaleza de lo sobrenatural era correcta y se ajustaba al pensamiento de Santo Tomás de Aquino, pero más adelante se produjo una tensión en sus enfoques.
Contexto y Principales Discrepancias
Diálogo Teológico:
Ambos pensadores establecieron un importante diálogo, particularmente en la confrontación con el positivismo científico de la época.
La Naturaleza de lo Sobrenatural:
La principal divergencia se dio en el análisis de la naturaleza de lo sobrenatural. Gilson defendió la postura de que lo sobrenatural es un "don" o "gracia" sin la cual no puede existir una relación con lo divino, mientras que De Lubac desarrolló la idea de que el hombre tiene una "inclinación hacia lo sobrenatural" o "deseo natural de Dios", un anhelo que no es un simple don, sino una apertura inherente del ser humano.
Evolución de los Pensamientos:
Con el tiempo, el pensamiento de De Lubac se impuso y fue reconocido como más profundo y consecuente con la teología y la filosofía, especialmente en la víspera del Concilio Vaticano II, donde él mismo participó como perito.
En resumen:
Gilson apoyó inicialmente el pensamiento de De Lubac sobre la naturaleza de lo sobrenatural.
Se generó un diálogo y una confrontación intelectual, especialmente entre el neoescolasticismo de Gilson y la teología de De Lubac.
Finalmente, la postura de De Lubac sobre el "deseo natural de Dios" se consolidó y prevaleció en la discusión teológica.
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