sábado, 24 de julio de 2021

Los Animales en la Simbología Cristiana

 


La religión es eminentemente simbólica. Los ritos, los objetos, los gestos religiosos  expresan una realidad trascendente que no podemos observar con los sentidos.

En las religiones antiguas era frecuente la adoración de esos símbolos materiales -los  ídolos- como si fueran dioses.

En todas las religiones hay símbolos que nos acercan a lo sobrenatural.

En el cristianismo hay muchos signos. Cuando la alfabetización no estaba extendida, la transmisión de la Historia Sagrada y de los contenidos de la fe se hacía principalmente a través de pinturas, esculturas, etc.

Los sacramentos son “signos sensibles y eficaces de la Gracia”. Todos los ritos cristianos giran en torno a los sacramentos, por eso para la cristiandad tienen mucha importancia los signos y los símbolos.




A continuación nos detendremos en la simbología cristiana referente a los animales:

El buey y la mula:

Ninguno de los cuatro Evangelios menciona animal alguno en el establo de Belén. ¿Por qué entonces en todos los nacimientos, belenes o pinturas sobre el portal de Belén encontramos un buey y una mula? La explicación más probable es precisamente la simbólica. El buey es un toro castrado y la mula es un animal estéril fruto del cruce entre una yegua y un burro. Presentarlos junto a la Virgen María y a San José en el Belén hace referencia clara a la imposibilidad de engendrar vida. El buey representa en este caso a San José y la mula a la Virgen María, dando a entender que de donde no puede nacer una vida nueva Dios obra el milagro a través de la virginidad de María.



La Serpiente: 

Es un símbolo negativo. Representa la presencia del mal en el mundo, a Satanás o Lucifer. Es muy frecuente la iconografía en la que la Virgen María aplasta la cabeza de la serpiente, basada en las palabras de Dios a la serpiente tras el pecado original "Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: ella te pisará la cabeza mientras tú acechas su talón." (Gen 3, 15). 


El Gallo: 

En la Última Cena Jesús anuncia a San Pedro: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» (Mt. 26, 35). El gallo es el animal que anuncia el amanecer, el fin de la vigilia y el comienzo de un nuevo día. Es, por lo tanto, el "despertador" más antiguo que existe. Para los primeros cristianos, además de símbolo de las negaciones de Pedro, su imagen era como un recuerdo de la inminencia de la segunda venida de Cristo, y una llamada a la vigilancia, ya que en palabras del propio Cristo: "Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora." (Mt. 25, 13).


El Águila: 

San Juan siempre ha sido considerado el evangelio más "elevado" en cuanto a dificultad teológica y profundidad comprensiva. Por ello probablemente se asoció al águila, el que se encuentra más alto de los cuatro seres vivientes. 


El Toro: 

En este caso se asocia a San Lucas, posiblemente porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes, terneros y ovejas.



El León: 

Los tres siguientes animales se corresponden con la simbología de los Evangelistas en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis. Allí se habla de 4 seres vivientes: "El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo". Todos ellos son portadores de alas. La tradición ha asociado esos cuatro seres vivientes con los Evangelistas. El león se ha identificado con San Marcos, cuyo Evangelio comienza directamente con las tentaciones de Jesús en el desierto y con las palabras de Juan Bautista, el último profeta. El rugido del león fue asociado en la Biblia a la voz fuerte y poderosa de los profetas, razón por la cual probablemente se escogió a San Marcos portador de este icono.



El Ciervo:

Tradicionalmente el ciervo ha sido un animal relacionado con la bondad y la nobleza. El ciervo era considerado un avezado cazador de serpientes. Dado que la serpiente es en la cultura semita el símbolo del maligno era evidente que se utilizó al ciervo como imagen gráfica de la lucha espiritual contra el mal. En la época romana, Plinio el viejo afirmaba que el único remedio contra la picadura de una serpiente era la placenta de un ciervo, lo que aumentó la estima hacia este animal. Además, la cornamenta de los machos se renueva cada año, prestándose a la dinámica muerte-resurrección que se ha indicado con el plumaje del pavo real. En este tipo de imágenes, por lo tanto, el ciervo representa al propio Jesucristo combatiendo al mal. Otra utilización del ciervo como símbolo cristiano tiene una base bíblica tomada del Salmo 42, versículo 2: "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma, te busca a ti, mi Dios.". El ciervo representa en este otro caso el alma humana que se sacia de los dones de Dios. Al igual que con el pavo real, casi siempre se representa al animal en esta otra iconografía bebiendo de la fuente de la Salvación, el Cáliz de Cristo.



El Pavo Real: 

Símbolo paleocristiano bastante menos extendido en su uso, pero a pesar de ello se encuentran muchos mosaicos y pinturas con el pavo real. En la mentalidad europea el pavo real representa la vanidad y la ostentación, pero no es ese su significado religioso. De hecho, el pavo real cristiano casi nunca tiene su cola desplegada para evitar esta asociación. Su origen como símbolo parece estar en el hecho de que los antiguos griegos creían que la carne de los pavos reales no se descomponía después de su muerte, y así fue como los pavos reales se convirtieron en un símbolo de inmortalidad. Los primeros cristianos lo adoptaron como símbolo para representar su fe en la vida eterna en el cielo con Dios, por eso es usualmente representado junto al árbol de la vida del Edén. Otras opiniones afirman que se utilizaba como símbolo de la resurrección de Cristo porque en primavera, tiempo de Pascua, el ave cambia totalmente de plumaje, con una dinámica parecida a la muerte-resurrección. En muchas ocasiones se representa bebiendo de la copa de la Salvación que es el Cáliz de Cristo.



El Pelícano: 

La simbología del siguiente animal es aplicada directamente a Jesucristo, especialmente entre los siglos XVII al XIX. En la antigüedad se creía que el pelícano era un animal que en caso de necesidad se autolesionaba abriéndose el pecho para dar de comer a sus crías antes de que perecieran de hambre. Esta creencia hizo que se asociara con el Salvador, que derrama su Sangre por todos los hombres en la cruz, muriendo para que la humanidad recobre la Vida perdida en el Jardín del Edén. Hoy en día se sabe que esta acción realizada por el pelícano no es de autolesión, pero no está exenta de un sentido muy bonito y materno: el ave se golpea repetidamente el pico contra el pecho para vaciar completamente el alimento que ha ingerido y que entrega por completo a sus crías, no reservando nada para sí.




El Pez. (Ichthus)

Comenzamos con los símbolos ideados por los primeros cristianos. Uno de los principales símbolos cristianos desde sus comienzos es el pez. No en vano, gran parte de los apóstoles -entre ellos San Pedro- eran pescadores de profesión, a quienes el Maestro transformó en "pescadores de hombres" (Mt. 4, 19). Durante la persecución a los cristianos en el Imperio Romano se convirtió en el símbolo más usado por encima incluso de la cruz, ya que en una simple imagen se escondía un significado oculto que pasaba desapercibido para los perseguidores. La palabra pez se escribe en griego ΙΧΘΥΣ, anagrama de Ἰησοῦς Χριστός Θεοῦ Υἱός Σωτήρ. Por no enrevesar mucho con el griego, baste con decir que su traducción es Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador. 




La Paloma: 

En este caso tampoco tuvo que ser la imaginación de los primeros cristianos la que buscara similitudes, analogías o comparaciones entre la paloma y el Espíritu Santo, sino que los 4 evangelistas dejaron constancia de ello tras el Bautismo de Jesús en el río Jordán:  "y en ese momento los cielos se abrieron, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y se posaba sobre él." (Mt. 3, 16). ¿Fue el posarse la paloma una acción histórica o hay alguna simbología detrás de estos relatos?. Bien pueden ser ciertas las dos cosas, ya que es indudable que la paloma para el pueblo judío era símbolo de la paz entre Dios y los hombres (La paloma que soltó Noé tras el diluvio (Gen 8, 8-12), y que volvió con una rama de olivo en el pico aún hoy es símbolo de la paz).



El Cordero:

Los dos primeros símbolos los aporta directamente la Biblia. En este caso, Juan Bautista presenta a Jesucristo como "El cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn. 1,29). ¿Por qué compara a Cristo con un cordero y no con un pato o una ardilla?... Para comprender esta comparación tenemos que adentrarnos en la mentalidad judía de la época. La religión judía se basaba en el sacrificio cruento de todo tipo de animales para agradar a Dios y obtener el perdón de los pecados del oferente. Dichos animales no podían tener ningún defecto o mancha. Isaías anunciaba que el futuro Mesías sufriría y tendría un final semejante al de los corderos sacrificados: "no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero" (Is. 53,7), haciendo referencia al silencio con que un cordero afronta el final de su vida, incluso aunque la muerte se produzca de manera violenta. Este tema fue recogido de manera profana en uno de los libros-películas más exitosos de la narrativa-cine contemporáneos, "El silencio de los corderos". La tradición cristiana inmediatamente asoció la mansedumbre de Cristo en su sacrificio en la cruz y el no tener "mancha" (pecado) como elementos identificadores entre el cordero y Jesucristo.



2 comentarios:

  1. Que hermoso y enriquecedor el simbolismo en nuestra religión, también la biblia entraña muchas circunstancias en su contenido simbólico, me fascino el significado de la mula y el buey en el nacimiento del redentor, realmente ,muy enriquecedor. Gracias por compartirlo.
    Nerva del Carmen Ramirez

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