lunes, 5 de febrero de 2024

El catequista es un experto en el arte de acompañar

 



El acompañamiento:

El Directorio General de la Catequesis en su numeral 113 nos ayuda a profundizar sobre los aspectos que el ministerio de catequista debe tener del desarrollo de sus carismas. El DC nos recuerda que el catequista en su proceso de acompañamiento para el crecimiento de la fe, es colaborador del Magisterio y servidor del Espíritu Santo. 


Desde su naturaleza carismática el catequista es:

- Testigo de la fe y custodio de la memoria de Dios.

- Maestro y Mistagogo.

- Acompañante y educador.

- Experto en el "arte del acompañamiento".


El catequista desde el arte del acompañamiento debe pretender los siguientes aspectos en su perfil como agente pastoral:

- Competencias educativas.

- Sabe escuchar y guiar en el dinamismo de la maduración humana.

- Se hace compañero de viaje con paciencia y sentido de la gradualidad. 

- Dócil a la acción del Espíritu Santo.

- En un proceso de formación. 

- Ayuda a sus hermanos a madurar en la vida cristiana y a caminar hacia Dios.

- Es experto en humanidad.

- Conoce los gozos y esperanzas del hombre.

- Conoce las tristezas y angustias del hombre.

- Sabe como relacionar los gozos, las esperanzas, las tristezas y las angustias del hombre con el Evangelio de Jesús (Cfr. GS n. 1).


Desde mi experiencia catequética en la comunidad eclesial, el aspecto más prioritario de mi realidad local es el de relacionar los gozos y las tristezas del hombre con el Evangelio de Jesús. Pienso de esta manera debido a que son muchas las personas que no toman la decisión de participar en la catequesis, porque no sienten que las personas comprometidas dentro de la dinámica eclesial, en la comunidad, comprenden o empatizan con sus realidades más profundas. Es notorio que vivimos un problema agudo de comunicación, entre los intereses de las personas, que son ajenas a la vida de fe, y los fieles bautizados comprometidos. Una solución es crecer en la coherencia de vida, es decir, vivir según lo que predicamos y exigimos a los neófitos. En una palabra vivir el Evangelio de Jesús y no otro.


Los procesos que se pueden realizar en mi realidad local para potenciar el arte del acompañamiento del catequista, es promover un ciclo de formación permanente que sea interdisciplinar que se vea apoyado no sólo por la teología sino por ciencias como la psicología, la sociología, la pedagogía y las nuevas tecnologías. Propongo una formación catequética que sea cristocéntrica, en cuánto presente a Jesús y no ideologías. Propongo una formación catequética que tenga a la mano una profundidad cristológica, pastoral y eclesiológica. Propongo una formación que tenga raíces en las propuestas del Concilio Vaticano II y que tenga una interpretación desde la realidad histórica de España. Es necesario para crear un clima de acompañamiento que la fe católica no sea asociada a ningún sector político ni a un reduccionismo meramente histórico del país.


Los elementos que me resultan más inspiradores en la formación para el acompañamiento en la catequesis son aquellos que direccionan la mirada a la humanidad. Comprender la catequesis desde la mirada al hombre, y desde las necesidades humanas no es otra cosa que visualizar el rostro de Jesús. Sin duda, es el paso esencial del ministerio catequético. Me resulta inspirador que el arte de acompañar se centre en la maduración humana, en el recorrido que todo ser humano tiene desde su nacimiento hasta su muerte. Un proceso que va más allá de los detalles biológicos, ya que integra su psicología y su capacidad de trascendencia. 

La inspiración que denota todo catequista es su capacidad de escucha y guía del ser humano, durante todas las etapas de su crecimiento. Convirtiéndose se esta forma en faros que irradian la luz de la fa, la luz de la salvación.


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