La festividad de san Valentín estuvo durante muchos años incluida en el santoral oficial de la Iglesia católica. Concretamente desde que el Papa Gelasio I instauró la fiesta para erradicar las lupercales hasta que, durante el Concilio Vaticano II, se eliminó del calendario litúrgico.
Durante el papado de Gelasio I, entre los años 492 y 496, comenzó a celebrarse la festividad como símbolo del amor y sobre todo para eliminar la violencia de las lupercales: una fiesta pagana en la que se azotaban a las mujeres con pieles desolladas de perros y cabras para ayudar a su fertilidad. La estrategia funcionó y, con el paso de los años, las lupercales terminaron por desaparecer. Durante 1.000 años se celebró la vida del santo que casaba a los soldados desobedeciendo la prohibición del emperador romano Claudio II. Pero en 1965, con Pablo VI como sumo pontífice y durante el Concilio Vaticano II, eliminó a San Valentín del santoral en un intentó por dejar atrás aquellos santos cuya historia se apoyaba más en la leyenda que en la realidad.
A pesar de que san Valentín no figura en el calendario litúrgico es una fiesta que se celebra por todo el mundo, aunque con el tiempo ha perdido su sentido religioso y ha pasado a ser una fiesta más comercial. La Iglesia ortodoxa, la luterana y la anglicana también celebran san Valentín. En España, su celebración popular comenzó a mediados del siglo XX y se dice que fue introducida por los grandes almacenes Galerías Preciados.
En 2014, el Papa Francisco quiso celebrar por primera vez desde hacía años en el Vaticano la festividad de san Valentín con un curioso evento. Para ello, reunió a más de 20.000 parejas de novios procedentes de hasta 28 países del mundo. Aunque en un primer momento estaban previstos solamente 3.000 novios, la masiva inscripción terminó por desbordar los pronósticos del Vaticano.
El evento pasó de celebrarse en el aula Pablo VI – precisamente el Papa bajo el cual se eliminó la festividad del santoral– a la Plaza de San Pedro por petición expresa de Francisco I. Durante el evento, los novios congregados contaron sus historias y cantaron mientras esperaban al Sumo Pontífice. Cuando llegó, conversó con tres de las parejas reunidas sobre los temas fundamentales de la pastoral matrimonial. A su vez, el Papa recitó una oración escrita especialmente para la ocasión y bendijo a las parejas de cara a su futuro matrimonio.
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