La hora de la Familia: El Concilio Vaticano II
Cuando
hablamos de la atención que tomó el Concilio Vaticano II al tema de la familia,
vale recordar el papel importante que realizó el obispo Pietro Fiordelli,
Italia, quien en los debates de la constitución dogmática sobre la Iglesia,
promovió intensamente retomar la concepción de familia enseñada por los Santos
Padres.
El
obispo Fiordelli sostenía que la Iglesia universal está formada por un enorme
número de Iglesias particulares o diócesis, pero que la diócesis no es la
última subdivisión de la misma. Las familias cristianas, decía, deben
concebirse como "Iglesias en miniatura". En prueba de la antiguedad
de esta enseñanza, citaba los textos de San Juan Crisóstomo y San Agustín que
ya conocemos. Y concluía: "Por tanto, siguiendo el ejemplo de los Padres,
podemos llamar a la familia cristiana una Iglesia minúscula que expresa el
misterio de la unidad de Cristo con la Iglesia" (cf. Ef 5, 32).
Es
interesante señalar que el mismo obispo Fiordelli posteriormente prefirió la
expresión pequeña Iglesia más que la de Iglesia doméstica; alegaba: "La
idea es buena, pero la expresión, aparentemente paulina, aunque no se cita en
Pablo, tenía su peculiar contexto histórico que es completamente diferente del
tratamiento del matrimonio que se discute aquí. Por tanto, en lugar de Iglesia
doméstica deberíamos decir pequeña Iglesia, como hacen los Padres". Esta
preferencia del obispo Fiordelli por el término pequeña Iglesia se basaba
también en San Juan Crisóstomo, quien en varios lugares asocia la casa familiar
(oikia) con la pequeña Iglesia (ekklesia mikra). Sin embargo, el Concilio acabó
decidiéndose por Iglesia doméstica.
El
Concilio Vaticano II hace tal apreciación tras haber estudiado la familia en
íntima vinculación con el matrimonio "que es imagen y participción de la
alianza de amor entre Cristo y la Iglesia" (Ef 5, 32). Y recordando que la
familia cristiana "manifiesta a todos la presencia viva del Salvador en el
mundo y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor, la generosa
fecundidad, la unidad y fidelidad de los esposos, ya por la cooperación amorosa
de todos sus miembros". Como conclusión de todo el número dedicado a la
santidad de la familia y el matrimonio, la Constitución Gaudium et Spes (GS)
presenta a la familia como "testimonio viviente de Cristo y de la Iglesia,
el amor de Cristo hacia los hombres y de la verdadera naturaleza de la Iglesia,
que es comunidad de caridad de todos los hijos de Dios".
La
idea de que la familia es una Iglesia doméstica es afirmada por el Concilio
también en el decreto sobre el laicado: "La familia ha recibido directamente
de Dios la misión de ser célula primera y vital de la sociedad. Cumplirá esta
misión si,`por la mutua piedad de sus miembros y la oración en común dirigida a
Dios, se ofrece como santuario doméstico de la Iglesia". La palabra
"santuario" connota aquí un lugar dedicado a la oración y el amor.
Está claro que el Concilio se inspira en el magisterio ordinario de papas
recientes (para el momento del Concilio), especialmente en la Casti Connubii
(CC) y en numerosas alocuciones de Pío XII y en la encíclica Mater et
Magistra, de San Juan XXIII.
Esta
eclesialidad da a la familia una naturaleza llena de esperanza. La esperanza
aunque corresponde a la familia como algo intrínsico ontológico, al mismo
tiempo que dinámico y existencial, debe entenderse en un sentido análogo
respecto a la Iglesia universal y local, que a su vez junto a todos los
bautizados, forman el cuerpo Místico de Jesucristo.
Profundizando
en el contenido de las afirmaciones del Génesis acerca de la creación del
hombre, la constitución Gaudium et Spes llega a nuevas conclusiones
sobre lo que significa la familia dentro del designio creador de Dios. El
Concilio deduce del hecho de la creación del hombre la paternidad divina,
extendida a todos los hombres considerados como una gran familia, la familia de
Dios. Consiguientemente, la estructura familiar es esencial en la sociedad y se
encuentra en ella desde los orígenes. La fraternidad de todos los hombres, como
miembros de una sola y verdadera familia, no es una consideración utópica sino
una realidad fundamental del ser humano. Toda familia humana posee siempre un
carácter prototípico, ejemplar, que le confiere su grandeza y dignidad. Se
podría decir que las familias humanas, concretas y singulares, son como un
"sacramento natural" a través del cual Dios sigue revelando y
realizando su designio creador.
Podemos
sintetizar la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre la familia en estos
puntos:
- El fundamento eclesial
de la familia son los sacramentos del bautismo y del matrimonio;
- La familia entera es
sacramental, en cuanto se convierte en signo y participación
manifestativos del amor de Cristo a su Iglesia, y de las notas propias de
este amor: unidad, fidelidad, fecundidad, esperanza...;
- La Iglesia doméstica es
porción fundamental y "sacramento" de la Iglesia universal, en
cuanto participa de su misterio y su misión;
- Esta eclesialidad de la
familia se manifiesta privilegiadamente en la oración familiar (santuario
doméstico), la caridad, la hospitalidad, la fecundidad, la educación
cristiana de los hijos, el ser portadora de esperanza y el apostolado.
El
mismo año (1962) en que el obispo Fiordelli hablaba por primera vez de la
familia como Iglesia doméstica, el teólogo ortodoxo, establecido en París, Paul
Evdokimov contiene referencias patrísticas adicionales y se concentra en la
relación entre marido y mujer más concretamente en la familia y en la
interacción de los padre con sus hijos. Las dos aportaciones se complementan
mutuamente de forma eficaz y muestran una feliz simbiosis de la teología oriental
y occidental.
Después
el Concilio, la expresión Iglesia doméstica continúa usándose con frecuencia en
fidelidad a la enseñanza conciliar. Cabe subrayar aquí la exhortación
apostólica post-sinodal Familiaris Consortio (FC), del Papa San Juan
Pablo II, que recoge el trabajo del Sínodo de 1980 sobre la vida familiar y se
inspira en lo dicho por el Concilio Vaticano II.
Fabuloso artículo en el que se reflexiona y profundiza en continuidad con el anterior, la familia en los Padres de la Iglesia
ResponderEliminarUn santuario porque familia que reza unida permanece en gracia de Dios
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