domingo, 14 de enero de 2024

Catequesis: La Encarnación del Señor como dignificación de la familia



Catequesis: La Encarnación del Señor como dignificación de la familia 


Podemos situar la Encarnación y el misterio de la Natividad como la primera relación entre la familia y la misión de la catequesis. La familia de Nazaret nos ayuda a centrar la mirada en la persona de Jesucristo que ha deseado tener un hogar, y ha tenido la experiencia de tener a María como su madre y a José como su papá. No puede pensarse la Encarnación sin el valor de la familia asumido por el mismo Dios. La familia de Nazaret nos afirma que todas las familias conforman un lugar privilegiado de la Revelación, además de un lugar de salvación y un lugar teológico. La familia es una extensión de la Fe. 

La Encarnación es la mejor manera de Jesús enseñarnos qué es la familia y qué significa tener un hogar. El misterio de la Natividad reivindica la importancia de la casa, como espacio físico donde la familia hace vida. El portal de Belén es una invitación de pasar de un hogar vacío de sentido a un hogar para la fe y desde la fe. 

La Natividad es Dios haciéndose Carne en el seno de la Virgen María, y el paso histórico de acampar humanamente en medio del mundo, en una sociedad, en una cultura, en un ambiente y por lo tanto también en una familia. Jesús también acampa en las casas, en los hogares de nuestras familias, convirtiendo nuestro hogar en un portal de Belén. 

La familia no solo la conforman padres e hijos, sino que la figura de los abuelos como testigos vivos de la fe y de la tradición cristiana es muy importante. Podemos recordar a san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen María, como los abuelos de Jesús. Además, tenemos la familia extensiva representada en las personas que, aunque no comparten la consanguineidad, forman parte importante en el crecimiento de los más jóvenes. Así fueron el viejo Simeón y la anciana Ana que en el templo fueron testigos antes y después de la Encarnación del Señor. Por tanto, el significado de la familia es más amplio que solamente la unidad entre el marido, la esposa y los hijos. Y es la Iglesia un reflejo de lo que es la familia. Una vez que el Verbo se hace carne acampa entre nosotros, y una vez desposados María y José junto con el niño Jesús, surge la primera Iglesia y se apertura la familia de Nazaret. 

Nuestro Señor Jesús necesitó de la construcción de una casa y del calor humano de un hogar, donde el Verbo pudiese tomar carne e ir creciendo en tamaño y sabiduría. Es en la humilde casa de Nazaret donde el Verbo va desarrollando sus facultades adultas y proféticas. Este desarrollo encuentra un estadio importante el día del Bautismo del Señor donde comienza el ministerio público de Jesús, y se establece un servicio siempre en presente hasta el momento que el Resucitado asciende a los Cielos. 

En los primeros siglos del cristianismo a los lugares de culto se les llamaban: Domus Ecclesiae. Es decir, una serie de casas, de hogares, de construcciones... Hoy conservamos la más antigua, es una casa romana que se encuentra en Siria y por eso se llama Dura Europos.  

Podemos afirmar que los primeros lugares donde Jesús se hacía presente en medio de una liturgia propia eran las casas y hogares de los mismos creyentes. En la fe primitiva, la Iglesia nace desde el hogar, desde la familia. Por tal motivo, la catequesis toma la estructura de la familia para poder explicar la fe a los nuevos creyentes.  San Pablo en sus cartas menciona las casas de Priscila o la de Aquila, donde se reunían la comunidad de creyentes. 

Más tarde, San Justino, uno de los santos padres apologistas de la Iglesia del siglo segundo, nos habla también en numerosas ocasiones y en varios escritos, de que la Iglesia se reunía en las casas a ejemplo de la casa de Nazaret. 

Las parroquias son en la actualidad las casas de los creyentes, donde se reúnen a vivir el misterio de la Eucaristía. Y así como lo hacía san Pablo, los catequistas imparten la explicación de la doctrina de la fe. Recordemos el pasaje cuando san Pablo se extiende en su charla hasta el punto de que el joven Eutiquio, sentado en la ventana de un tercer piso de la casa, donde se encontraban, se queda dormido, cae y muere. Después, san Pablo le devuelve a la vida (Cfr. Hechos 20, 9-11). Luego san Pablo continua con su explicación. 

Es importantísimo de cómo la catequesis y la familia en este caso bajo la forma de casa materializan lo que conocemos como Iglesia. 

El hogar cristiano es el lugar en el que los hijos de Dios reciben el primer anuncio de la fe por eso la casa familiar es llamada justamente Iglesia doméstica, comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes, escuela de Caridad cristiana. 

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