«Nuevos escenarios familiares» (DC 233-235)
El numeral 233 de la DC nos refiere a que debido a los cambios sociales y culturales que vivimos actualmente, la visión de "la familia" ha tenido diversas alteraciones en su noción y realidad.
Estos cambios tienen como contexto la crisis del matrimonio como un hecho real y cada vez más grave. La crisis matrimonial es el punto de partida a las nuevas concepciones de relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones o nuevas formas de matrimonio, generando situaciones familiares no sólo diversas sino muy complejas y problemáticas para la vida cristiana.
Toda crisis conlleva heridas y el vacío de trascendencia, y con respecto al matrimonio lo sumerge en una fragilidad extrema. Esto genera una nostalgia de la vida familiar, originando una búsqueda ansiosa de los valores tradicionales.
En el numeral 234 de la DC resalta la preocupación de la Iglesia como Madre, en el cuidado, respeto y acompañamiento pastoral. La crisis del valor de la familia marca a los hijos, encontrándose en medio de relaciones amorosas muy frágiles. La Iglesia como Madre devuelve a los hijos la confianza y la esperanza, ante un ambiente cada vez más opaco, difuso y extraño.
«Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan».
La comunidad cristiana tiene la tarea de ir de manera frontal hasta el lugar donde se encuentran las realidades familiares heterogéneas, con sus luces y sus sombras, con la finalidad de integrar a todos.
Para lograr una integración efectiva se debe encontrar la manera de que cada persona desde su realidad pueda participar en la comunidad eclesial, donde se sienta arropado de misericordia, inmerecida y gratuita.
La integración real en la comunidad eclesial se conforma por dos ideas claves: Todas las personas son merecedoras de respeto por su dignidad intrínseca (por ser personas). Y Dios es el que llama y da la gracia. Todas las personas tienen un proyecto ante la mirada amorosa de Dios. Esto exige de la Iglesia un espíritu comprensivo, amable, que invite a la cercanía y a una disposición de escucha.
Además del acompañamiento espiritual personal, en el numeral 235 de la DC nos señala, que los catequistas han de fomentar la participación de estos hermanos creando grupos específicos entre personas que comparten la misma experiencia conyugal o familiar. También pueden integrarse en grupos de pastoral familiar o de adultos que ya existan. Lo importante es evitar los aislamientos y la discriminación intra eclesial, que permitan un encuentro real y emotivo con el Amor de Dios, y el amor entre los hijos de Dios.
Los nuevos escenarios de familias según mi experiencia en la parroquia son los siguientes:
Niños sin padres: Al vivir en la Isla de Tenerife, en las parroquias existe la realidad de niños migrantes que llegan a la Isla como menores no acompañados.
Familia biparental: Es el modelo familiar de modo tradicional: Papá, mamá e hijos.
Familia homoparental: Es la familia conformada por parejas homosexuales (dos hombres o dos mujeres).
Familia reconstruida: Es la familia más frecuente, la unión de parejas con hijos de matrimonios anteriores o entre divorciados (o separados).
Familia monoparental: Es la familia donde sólo hay la presencia de uno de los padres (el papá o la mamá).
Familia temporal: Es la familia que se hace responsable de los niños hasta que encuentren un hogar adoptivo.
Familia adoptiva: Es la familia que adopta a sus hijos.
Familia extensiva: Es cuando en un mismo techo conviven varios núcleos familiares.
«Buenas Prácticas» para potenciar la relación entre catequesis y familia
Para potenciar la relación entre la catequesis y la familia en mi parroquia existe una "buena práctica" que está señalada en el numeral 232 de la DC, que es la catequesis intergeneracional, donde participan los padres de los niños, participan los niños próximos a recibir la primera comunión y a veces participan los que se están formando para el sacramento de la confirmación. La catequesis se realiza una vez al mes, un día domingo con la finalidad de terminar todos juntos en la celebración Eucarística. La catequesis intergeneracional tiene mucho de compartir las experiencias, y en el valor de la escucha. Hay una actividad en particular que me parece ideal para la cohesión del grupo y es lanzar un dado, pasándolo de uno a otro mientras suena una canción. Al terminar la canción se deja de lanzar el dado y se muestra el lado en que quedó. Cada lado tiene pegado una frase evangélica. Según la frase que salga, está el compromiso de meditar la frase y vivirla durante ese mes.
Café - Tesis
Me parece genial la idea de la Café-Tesis donde los niños están junto a sus padres y catequistas en distintas mesas o grupos. En cada grupo hay en el centro de la mesa la disposición de café y galletas para picar, mientras se desarrollan temas de Vida Cristiana o temas de formación.
Imagino que la metodología del Café-Tesis pudiera tener como centro el proceso de conversación humana, cálida y significativa que permite a un grupo de niños y padres sobre preguntas poderosas, para generar ideas, acuerdos y caminos de acción creativos e innovadores, en un ambiente acogedor y amigable, semejante al de una cafetería. Es una actividad muy potente y evangelizadora. Además que rescata la idea de la reunión de la familia en torno a la mesa.
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