jueves, 31 de julio de 2025

Bibliotecología: ¿Quién es Antonia Heredia?



Antonia Heredia Herrera (Sevilla, 4 de noviembre de 1934 – 9 de octubre de 2024)


Archivera e historiadora reconocida.

Su carrera, excepcionalmente ilimitada y su impacto en el mundo de los Archivos, los documentos, y la Archivística, son testimonio de su dedicación incansable y su profundo compromiso con la profesión de archivera, la investigación y la docencia.


A lo largo de más de cinco décadas de actividad pública profesional, nunca ha dejado de trabajar y publicar, ha desempeñado importantes papeles en diversas instituciones y ha contribuido significativamente al desarrollo teórico y práctico de la Archivística, tanto en España como en el ámbito internacional.


Su formación académica comenzó en la Universidad de Sevilla, donde obtuvo su licenciatura en Historia con honores. Posteriormente, continuó su formación en la misma institución, completando un doctorado en Historia de América con una tesis innovadora sobre la renta del azogue en Nueva España durante el siglo XVIII. Esta investigación pionera, no solo le valió el reconocimiento de la comunidad académica, sino que también sentó las bases para su futura carrera como experta en documentos coloniales.


Una de las contribuciones más destacadas ha sido su papel en la organización y descripción de importantes fondos documentales, tanto en el Archivo General de Indias como en el Archivo de la Diputación Provincial de Sevilla. Durante sus treinta años en el Archivo General de Indias, fue responsable de la gestión de fondos documentales relacionados con la administración colonial española en América, incluyendo la Audiencia de Quito, la Audiencia de Filipinas, los Consulados, la Capitanía General de Cuba y la Dirección General de Correos Marítimos. Su meticuloso trabajo en la organización y descripción de estos fondos sentó las bases para futuras investigaciones y facilitó el acceso a una rica fuente de información para diversos estudios científicos.


Su gestión como directora del Archivo de la Diputación Provincial de Sevilla, desde 1972 hasta 1995, fue igualmente notable. Durante este período, diseñó y dirigió el «Plan de Organización de Archivos Municipales de la provincia de Sevilla», un proyecto ambicioso que dio como fruto la creación de la colección «Archivos municipales sevillanos«, compuesta por numerosos inventarios de los archivos municipales locales. Además, promovió la creación de la figura profesional de archiveros de zona, ampliando así la red de profesionales dedicados a la gestión de Archivos en la provincia de Sevilla.


Entre 1995 y 2004, ocupó la Dirección del Archivo General de Andalucía, donde continuó su labor de promoción y desarrollo de la Archivística. Su participación en la redacción del Reglamento de Archivos Andaluces del año 2000 y su papel como vocal de la Comisión Andaluza Calificadora de Documentos Administrativos fueron fundamentales para establecer estándares de calidad y buenas prácticas en la gestión documental.


Además de su destacada labor como archivera, ha sido una figura influyente en el ámbito académico. Su compromiso con la enseñanza y la formación de nuevos profesionales se refleja en su participación como docente en numerosos másteres de Archivística en universidades españolas, así como la codirección del Máster de Gestión Documental y Administración de Archivos de la Universidad Internacional de Andalucía. Su dedicación a la docencia ha trascendido fronteras, ya que ha impartido conferencias y cursos en diversos países de Iberoamérica, contribuyendo así a la formación de una nueva generación de archiveros.


Pero el legado de Antonia Heredia Herrera va más allá de sus logros profesionales. Su compromiso con la investigación y la difusión del conocimiento se refleja en su prolífica producción académica, que abarca una amplia gama de temas relacionados con la Archivística, la Diplomática indiana y la Historia de América. A lo largo de su carrera, ha publicado numerosos libros, artículos y monografías que han contribuido de manera significativa al avance del campo de la investigación, contribuciones que ahora son accesibles digitalmente a través de la Biblioteca Virtual Antonia Heredia (BVAH)


Entre sus obras más destacadas se encuentran «La renta del azogue en Nueva España (1709-1751)», que fue la base de su tesis doctoral y sigue siendo una referencia importante para los estudiosos de la Historia económica de la presencia española en América. En este trabajo, examina detalladamente el sistema de recaudación de impuestos sobre el mercurio en el Virreinato de Nueva España, y proporciona una comprensión profunda y detallada sobre la economía colonial y las relaciones comerciales entre España y sus colonias americanas.


Pero sin duda alguna su obra fundamental en el ámbito de la Archivística, lo ha sido «Archivística General: teoría y práctica«, que destaca como un hito en la disciplina y sigue siendo una referencia invaluable para profesionales y académicos por igual.


En «Archivística General: teoría y práctica», ofrece una visión exhaustiva de los principios, métodos y prácticas fundamentales de la Archivística. A lo largo de la obra, combina su sólido conocimiento teórico con su vasta experiencia práctica para brindar a los lectores una guía completa y actualizada sobre la gestión de documentos en los Archivos.


El libro aborda una amplia gama de temas, desde la organización, clasificación y ordenación, de documentos hasta la conservación, pasando indudablemente por los procesos de descripción de documentos,  destacando su habilidad para explicar conceptos complejos de manera clara y accesible, al presenta un marco teórico sólido  y repleto de estudios de caso, ejemplos prácticos y consejos útiles derivados de la experiencia personal. Esta combinación de teoría y práctica hace que el libro sea una herramienta indispensable para aquellos que trabajan en la gestión de archivos en una variedad de contextos, ya sea en instituciones gubernamentales, organizaciones sin fines de lucro o empresas privadas.


También ha publicado numerosos artículos y ensayos en revistas especializadas, contribuyendo así al avance del conocimiento en el campo de la Archivística y la Historia. Sus escritos han abordado una amplia variedad de temas, incluida la Historia de los archivos en España, la gestión de documentos en la era digital y los desafíos éticos y legales de la conservación del patrimonio documental.


Su compromiso con la gestión de Archivos ha sido reconocido con numerosos premios y distinciones a lo largo de su carrera en reconocimiento a su trayectoria profesional y su dedicación a los documentos, y Archivos: Socia de honor de la Asociación Venezolana de Archiveros, en 1985; Miembro de honor de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, en 1991; Personaje andaluz distinguido con motivo del Día de Andalucía, en 2004; Gran Cruz de Caballero de la Orden del Senado de Colombia, en 2007; Socia de honor de la Asociación Asturiana de Archiveros y Gestores de Documentos (AAPA), en 2007; Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla, en 2008; Medalla de Asociación Española de Archiveros, Bibliotecarios, Arqueólogos y Documentalistas (ANABAD), en 2008; Socia de honor de la Asociación Uruguaya de Archivólogos, en 2009; Medalla de Oro de la Provincia de Sevilla, en 2010; Distinguida con la Bandera de Andalucía, en 2015; Socia de honor de la Asociación de Archiveros de Andalucía (AAA); Premio de Honor de la Asociación de Archiveros de Castilla y León (ACAL). Salamanca, 2018


A pesar de su jubilación oficial en 2004, Antonia Heredia Herrera siguió siendo una figura activa en el ámbito de la Archivística y la historiografía. Continuó participando en congresos y seminarios, asesorando a instituciones y colaborando en proyectos de investigación. Su pasión por los Archivos y su compromiso con la gestión de documentos han sido un ejemplo inspirador para las generaciones futuras de archiveros y estudiosos.


Sin duda alguna que su legado perdurará como un ejemplo de excelencia profesional y un recordatorio de la importancia de proteger y valorar nuestro pasado para construir un futuro más justo y equitativo.

Bibliotecología: ¿Quién es Giulio Battelli?



Giulio Battelli (Roma, 11 de abril de 1904 – ibid., 10 de marzo de 2005) fue un archivero, paleógrafo, diplomatista y profesor italiano.

Era hijo de Alfonso Battelli y Maria Bartoli, hermana del arqueólogo Alfonso Bartoli que se casó con Pia Carini, última hija del palermitano garibaldino Giacinto y hermana de Isidoro, sacerdote, paleógrafo y primer maestro de la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivística. La familia Battelli vivía en la antigua Roma, en via del Governo Vecchio.

Giulio Battelli se licenció en 1928 en Literatura en la Universidad de Roma La Sapienza con Pietro Fedele, quien le transmitió su interés por el estudio de las fuentes y la paleografía. Luego asistió, al mismo tiempo, a la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivística y se graduó en 1925. El 21 de diciembre de 1931 fallecieron el franciscano y paleógrafo Bruno Katterbach y Angelo Mercati. El entonces prefecto del Archivo Secreto Vaticano, de acuerdo con el cardenal Franz Ehrle, llamó a Giulio Battelli, quien desde 1927 había sido scrittore del Archivo, para reemplazar a Katterbach en disciplinas que el franciscano había enseñado en la Escuela Vaticana de Paleografía y Diplomática, posibilitando así completar el curso escolar. Giulio Battelli recordó esta encrucijada fundamental de su vida en una autobiografí. A partir de 1932, Giulio Battelli enseñó en esta escuela, hasta 1978, con una interrupción en los años de la guerra, cuando se suspendieron los cursos. A la muerte de Angelo Mercati también estuvo a cargo de la Escuela.

Fue profesor -en las mismas disciplinas de archivística, paleografía y diplomática- en la Universidad Lateranense, de 1933 a 1967; en la Universidad de Roma La Sapienza, de 1965 a 1968; en la Universidad de Macerata, de 1970 a 1975. En el año 1965-1966 se le encomendó la tarea de enseñar Codicología en la Escuela Especial de Archiveros y Bibliotecarios de la Universidad de Roma.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue uno de los enviados del Vaticano, para salvar el patrimonio archivístico, bibliográfico y artístico que estaba en peligro, en particular el de la Abadía de Montecassino, que fue trasladado y salvado al Castillo de Sant'Angelo. En 1946 Giulio Battelli participó en la redacción del Informe final sobre los Archivos, por la Comisión aliada Apo 394, Subcomité de Monumentos, Bellas Artes y Archivos.

Entre sus publicaciones, las Lecciones de paleografía reimpresas varias veces, los Escritos elegidos: códigos, documentos, archivos (Escuela Vaticana de paleografía y diplomática, 1975), las redacciones de Lacio (Biblioteca Apostólica Vaticana, 1946), de Umbrae codicum westernum sub auspiciis societatis codicum Mediaevalium studiis promovendis (9 vol., Ámsterdam, 1960-1966), del índice Baumgarten (4 vol. Archivo Secreto Vaticano, 1965-1986). También enseñó en el Pontificio Institutum utriusque iuris.

De 1976 a 1984 fue presidente de la Sociedad Romana de Historia Patria. Ha sido miembro de academias e institutos, incluido el Instituto Nacional de Estudios Romanos, el Centro Italiano de Estudios sobre la Alta Edad Media, el Instituto Histórico Italiano de la Edad Media, la Diputación Nacional de Historia de Umbría, el Diputación de Historia Nacional para las Marcas, Pontificia Academia Romana de Arqueología, Asociación Eclesiástica de Archivos, Comisión Diplomática Internacional, Comité International de Paléographie latine, Grupo de Romanistas, Asociación Nacional de Archivos de Italia, Amigos de los Museos de Roma.

Fue miembro correspondiente de instituciones extranjeras, incluida la British School de Roma, la Monumenta Germaniae Historica de Munich, los Instituts für Österreichische Geschichtsforschung y la École française de Rome. Ha colaborado, en la redacción de entradas, de la Enciclopedia cattolica y del Diccionario Biográfico de Italianos.

Después de la guerra, una grave enfermedad ocular lo dejó con discapacidad visual. En 1996 recibió el premio "Cultori di Roma" del alcalde de Roma, Francesco Rutelli.

Bibliotecología: ¿Quién es Aurelio Tanodi?



Hijo de un ferroviario, nació en el pueblo de Hum, cercano a la ciudad de Varaždin. Su madre era hija de un Escribano público y su padre, aunque hijo de campesinos era un “campesino noble”. Este título fue otorgado por nobles húngaros que durante el siglo XII sufrían los continuos ataques de los turcos, lo cual provocó la huída de ellos hacia Croacia donde fueron recibidos por los campesinos de la región de Varaždin. Cuando Hungría volvió a ser un lugar seguro, retornaron, no sin antes premiar a sus anfitriones con un título de nobleza.

Para completar sus estudios secundarios, el Prof. Tanodi, se traslada a la capital, Zagreb, donde también cursó sus estudios universitarios. Aquí se recibió de Doctor en Historia, aunque en Croacia se denominaba “Doctor Philosophiae (Filosofía) , especialidad en Historia”.

Discípulo del Profesor Dr. Miho Barada, desarrolló su tesis doctoral en torno a la ciudad de Zagreb. Ésta había obtenido el título de “Regia Ciudad” cuando alojó y salvó al por entonces rey de Hungría y Croacia, Bela IV en el año de 1242. Este título constaba en un diploma que para muchos tenía errores que un documento real no debe tener. El Dr. Barada lo proclama como falso. Por lo tanto Zagreb no había sido elevada a “Regia Ciudad”.

El profesor Tanodi no estaba de acuerdo con esta afirmación y fundamentó su posición en que los ciudadanos de aquel entonces vivían en una ciudad pequeña y gran parte de ellos eran analfabetos. Además, era muy difícil y caro poder realizar un pergamino de tal tamaño, como también preparar y redactar correctamente su texto. Para el Prof. Tanodi el diploma era imposible de falsificar, ya que, para él, este documento debió haber sido elaborado en una cancillería y por lo tanto el diploma era verdadero.

De esta manera, comenzó a trabajar para refutar a su maestro.

Durante dos años no solo revisó los archivos de Zagreb, sino que se trasladó hasta Budapest, capital de Hungría. Aquí tuvo que aprender el húngaro para poder comunicarse y leer los documentos. Al fin, luego de un tiempo de estudio y de haber comprobado que el sello, también llamado “Bula de oro” (Zlatna Bula), que rubricaba el documento, era original, redacta un manuscrito en el cual dictamina que el documento es verdadero.

Así fue como el alumno de 22 años de edad le presentó todo su trabajo a quien era su maestro; temía, sin embargo, que a Barada de 60 años, le disgustaría el hecho que se desaprobara su opinión y, en consecuencia, el viejo maestro no reconocería la exposición del trabajo.

Barada estudió cuidadosamente el escrito y finalmente le manifestó a Tanodi: “Mire joven, yo apruebo esto y se lo tomo como tesis doctoral”. Este caso fue inédito, ya que un alumno logra el título de “Doctor en Filosofía, especialidad en Historia” refutando a su maestro y con su consentimiento.

Como a muchos de su generación, la guerra lo tomó en lo mejor de su juventud. Fue movilizado, pero luego trasladado al Archivo Histórico de Zagreb, allí cataloga y traduce documentos medievales en latín.

Al finalizar la guerra tuvo que emigrar como miles de sus compatriotas, dejando no sólo su patria, sino también a su mujer y a su hija. Primero llegó a la zona inglesa de Graz, Austria.

Allí se inscribió en la Universidad de Graz donde prosiguió con sus estudios. Pero los partisanos comenzaron a recorrer el lugar buscando a croatas para devolverlos a Yugoslavia.

Cruzando las montañas logró llegar a un convento del lado italiano. Luego se trasladó a otro convento en Roma donde trabajó como bibliotecario de la Universidad Pontificia Antoniana hasta 1948.

Como en Italia los croatas tampoco estaban a salvo, el Prof. Tanodi decide emigrar hacia nuevos horizontes. Gracias a la Cruz Roja pudo llegar a la Argentina, que por ese entonces, buscaba a europeos instruidos que se encontraban desplazados por toda Europa.

Arriba a Buenos Aires en 1948 y de allí se traslada a Comodoro Rivadavia donde vivió hasta 1953. En este año publica un artículo con la interpretación paleográfica de un documento de 1582, que trataba sobre la repartición de tierras a los indios por Juan de Garay y luego lo entrega a los fundadores de Buenos Aires. Merced a este trabajo es invitado, para radicarse en Córdoba, por el Dr. Carlos Luque Colombres, quien era por entonces Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. El Dr. Luque Colombres había introducido en la carrera de Historia la asignatura de Paleografía y Diplomática, y por esto lo invitaba al Prof. Tanodi a que concurse dicha cátedra.

Ya en nuestra ciudad arriba su familia de Croacia, puesto que solo él había emigrado en un primer momento y cuando contó con la posibilidad, pudo traer a su mujer y su hija a la Argentina. Aquí desarrolló toda su fructífera carrera. Desde 1953 hasta 1980 fue el primer profesor en la Argentina que dictó la cátedra de Paleografía y Diplomática. Luego, desde 1980 y hasta su jubilación en 1988 fue profesor emérito de la Universidad.

Su pasión por los archivos lo llevó a crear la primera Escuela de Archiveros en la Argentina en la cual ejerció durante 27 años (1959-1986) el cargo de Director. Ocuoó también el cargo de Director del Centro Interamericano de Desarrollos de Archivos (1972-1988), auspiciado por la Organización de Estados Americanos (O.E.A).

Sería imposible enumerar la gran cantidad de trabajos sobre archivística publicados. Figuran también entre sus publicaciones artículos sobre otra de sus pasiones: la Virgen de Medjugorje.

Reconocido y apreciado por toda Córdoba, es un notable embajador de la cultura croata. Cuando sus actividades académicas se lo permitían, siempre colaboró con el Hogar Croata y, ya jubilado, no falta a ninguna de sus actividades. El Prof. Tanodi, quien hizo de la humildad su bandera, no desdeñó esfuerzos para conservar, reparar e interpretar los documentos históricos de Córdoba, Argentina y Latinoamérica que anteriormente muchos nativos no habían sabido apreciar. Todo este trabajo fue agradecido con varios premios y reconocimientos, siendo los más importante los el que le otorgó la Universidad de Colonia, Alemania, en 1984 bajo el título de “Doctor Philosophiae Honoris Causa”, y la condecoració “Pleter” en 1998, recibida de manos del Presidente croata Franjo Tuđman.


PUBLICACIONES

EN: Fac. de Filosofía y Humanidades - Biblioteca "Elma Kohlmeyer de Estrabou

SITE: http://www.bibliotecas.unc.edu.ar/cgi-bin/Libreo-Filo?



Tanodi, Aurelio Z.. Los archivos al servicio de las investigaciones / Aurelio Z. Tanodi — Córdoba : Universidad Nacional. Dirección General de Publicaciones, 1966 . — p. 929-954


Tanodi, Aurelio Z.. Comienzos de la función notarial en Córdoba : reseña histórica y notas sobre diplomacia, paleografía y cronología — Córdoba : Univ. Nac. de Córdoba. Fac. de Filosofía y Humanidades. Inst. de Estudios Americanistas, 1956 . — 91 p. ; 26 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. El concepto de archivología — Santa Fé : Universidad Nacional del Litoral, Departamento de Pedagogía Universitaria, 1960 . — 30 p. ; 23 cm.


Documentos de la Real Hacienda de Puerto Rico / Transcriptos y compilados por Aurelio Tanodi — Puerto Rico : Universidad. Centro de Investigaciones Históricas, 1971 . — v. ; 23 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Ediciones de documentos históricos — Córdoba : Univ. Nac. de Córdoba, Fac. de Filosofía y Humanidades, Ins. de Estudios Americanistas, 1954 . — 43 p. ; 26 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Función de los archivos y de la paleografía en las investigaciones indigenistas, antropológicas, económicas y sociales — Córdoba : Univ. Nac. de Córdoba, Fac. de Filosofía y Humanidades, Esc. de Archiveros, 1967 . — 105 p. ; 29 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. En torno a la publicación de documentos históricos — Sevilla : [s.n.], 1970 . — 41 p. ; 23 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Guía de los archivos de Córdoba / Aurelio Z. Tanodi — Córdoba : Universidad Nacional de Córdoba, Dirección General de Publicaciones, 1968 . — 168 p. ; 23 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Libro de mercedes de tierras de Córdoba, de 1573 a 1600 / Edición preparada por Aurelio Tanodi, María Elsa Fajardo y Marina Esther Dávila — Córdoba : Imprenta de la Universidad, 1958 . — 200 p. ; lám. ; 23 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Manual de archivología / Aurelio Tanodi — Córdoba : Centro Interamericano de Formación de Archiveros, 1975 . — 128 p. ; 21 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Publicación de auxiliares archivísticos de las investigaciones / Escuela de Archiveros — Córdoba : Univ. Nac. de Córdoba. Fac. de Filosofía y Humanidades. Esc. de Archiveros, 1966 . — 49 p. ; 29 cm.


Congreso Internacional de Americanistas [37 : 1967 : Córdoba]. Simposio sobre la Función de los Archivos y de la Paleografía en las Investigaciones Indigenistas, Antropológicas, Económicas y Sociales / Escuela de Archiveros. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba ; coordinador Aurelio — Córdoba : La Universidad, 1967 . — 105 h. ; 29 cm.


Homenaje al Doctor Ceferino Garzón Maceda / Universidad Nacional de Córdoba ; introducción de Carlos Luque Colombres — Córdoba : Universidad Nacional. Facultad de Filosofía y Humanidades. Instituto de Estudios Americanistas, 1973 . — 440 p. ; 24 cm.


Libro de Mercedes de Tierras de Córdoba de 1573 a 1600 / Ediciòn preparada por Aurelio Z. Tanodi, Marìa Elsa Fajardo y Marìa Esther Davila — Córdoba : Universidad Nacional de CórdobaFacultad de Filosofía y HumanidadesInstituto de Estudios Americanistas, 1958 . — 200 p. ; 23 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Guía de los archivos de Córdoba / Aurelio Z. Tanodi — Córdoba : Universidad Nacional, 1968 . — 168 p. ; 26 cm.


Teorías y principios / Aurelio Z. Tanodi — Córdoba : Universidad Nacional. Dirección General de Publicaciones, 1961 . — 285 p. ; 23 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Los archivos de la Patagonia y de la Pampa / Aurelio Tanodi — Córdoba : Universidad Nacional. Facultad de Filosofía y Humanidades. Escuela de Archiveros, 1969 . — 39 p. ; 30 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Guía de los archivos de Córdoba / Aurelio Tanodi — Córdoba : Universidad Nacional. Facultad de Filosofía y Humanidades, 1978 . — 127 p. ; 21 cm.

Tanodi, Aurelio Z.. El oficio notarial y su implantación en Córdoba / Aurelio Tanodi — Córdoba : Colegio de Escribanos de la Provincia, 1974 . — 103 p. ; 27 cm.


Tanodi, Aurelio Z.. Algunas nociones de archivología / Aurelio Tanodi — Lima : Fondo Pro Archivo, 2004 . — 53 p. ; 21 cm.

¿Quién es San Ignacio de Loyola?

 


Ignacio de Loyola era el pequeño de un familia de trece hermanos. Hijo de Beltrán Ibáñez de Oñaz y Marina Sánchez de Licona y Balda, nació en el castillo de Loyola, en Azpeitia (Guipúzcoa). Llegaba al mundo casi al mismo tiempo que Colón descubría América y el papa Borja se establecía en la Sede de Pedro. Pocos años antes había nacido Martín Lutero (1483). Ignacio sería contemporáneo de Calvino, Rabelais, Erasmo, Maquiavelo, Cervantes y Tomás Moro. Todavía era pequeño cuando fue a Arévalo a servir a Juan Velázquez de Cuéllar, tesorero general de Castilla. Más tarde servirá al duque de Nájera, virrey de Navarra.

En el sitio de Pamplona, en mayo de 1521, un disparo de cañón le rompe la pierna derecha. Ignacio es un miembro de la nobleza y sueña con hazañas de caballeros, pero en su convalecencia lee la vida de Jesús y vidas de santos y se convierte. Peregrina a Montserrat y quiere llegar a Barcelona para embarcarse hacia Tierra Santa, pero la epidemia de peste que azota la ciudad le obliga a quedarse en Manresa donde vive una profunda experiencia espiritual. Se entrega totalmente a la oración y a la pobreza y escribe las líneas fundamentales de sus "Ejercicios Espirituales".

En febrero de 1523 va finalmente a Tierra Santa y desea quedarse, pero a la vuelta de Jerusalén, entiende que debe hacer algo diferente a lo que había previsto. Decide estudiar y lo hace en Barcelona, Alcalá, Salamanca y París. En esta última ciudad reúne sus primeros compañeros y el año 1540 nace la Compañía de Jesús. Con sus compañeros marcha a Roma para ponerse al servicio del Santo Padre. Algunos miembros del grupo (Laínez, Salmerón, Favre ...) tienen un papel muy importante en el Concilio de Trento. ¿Su preocupación? La extensión y defensa de la fe, su empuje misionero y la educación de la juventud.

La Compañía crece por todo el mundo. Surgen colegios en Roma, España, Alemania, Francia y los Países Bajos. Aparecen las primeras universidades. Después de la muerte de Ignacio, se redacta la Ratio Studiorum (1599), una guía o plan de estudios que recoge la teoría y práctica docente de los jesuitas. Con el tiempo, la actividad de la Compañía se fue diversificando hacia diferentes campos según los retos y problemas de cada generación. Ignacio de Loyola murió en Roma en julio de 1556, pero su labor perduraría. Su espíritu e ideal de acción quedaban asegurados.


San Ignacio en Cataluña

Después de la herida en Pamplona y de la recuperación en Loyola, Ignacio decide ponerse en camino y peregrina de Loyola a Manresa, recorrido que ha dado lugar al Camino Ignaciano. Llega a Montserrat el 21 de marzo de 1522, donde deja su espada a los pies de la Virgen de Montserrat y sustituye el vestido de caballero por una tela de saco, símbolo del peregrino. 

El 25 de marzo llega a Manresa donde tendrá que quedarse cerca de un año, ya que no puede emprender el viaje a Tierra Santa que tenía previsto. La estancia de San Ignacio en Manresa -mucho más larga de lo que estaba previsto- tiene un gran relieve en la biografía y obra del santo. En Manresa, tal y como él mismo escribe en su Autobiografía, vive una profunda experiencia espiritual que lo transforma para siempre y que sería el origen de una serie de indicaciones metodológicas para guiar experiencias similares: el Libro de los Ejercicios Espirituales, una ayuda para orientar según Dios la propia vida. Por este motivo, la ciudad de Manresa, donde hoy la Compañía de Jesús cuenta con el Centro Internacional de Espiritualidad Cueva de San Ignacio, es uno de los lugares fundantes de la espiritualidad ignaciana.

San Ignacio hizo varias estancias en la ciudad de Barcelona. En la Basílica de Santa María del Mar, la Capilla de San Ignacio recuerda el lugar donde Ignacio pedía limosna entre 1524 y 1526. Está representado con una escultura de bronce del artista Lau Feliu, que presenta Ignacio como un mendigo, con la mano extendida y los pies descalzos. La ruta por la Barcelona Ignaciana recorre los principales lugares de interés vinculados al paso de Ignacio por la ciudad. 

miércoles, 30 de julio de 2025

¿Se dice Archivística o Archivología?

 


El término

La palabra Archivística, en castellano, es relativamente reciente, empieza en la década de 1955-65. En España es Anotino Matilla Tascón, en su cartilla de organización de archivos (1960) el introductor del término. Aunque es en Hispanoamérica donde comienza a cobrar entidad, gracias a la Escuela de Archiveros de Córdoba (Argentina) y a su director, Aurelio Tanodi, quienes lo difunden, a través de la colección, Collectánea Archivística, donde se publica en 1961 su Manual de Archivología Hispanoamericana hasta ese momento se imponían los nombres de Archivología, Archivonomía, o Archiveconomía, tomada de los italianos, para hacer alusión a edificios, instalaciones y administración. Actualmente el término está universalmente aceptado, aunque en Hispanoamérica se sigue usan con frecuencia Archivología.

domingo, 27 de julio de 2025

Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar



Domingo 17 (C) del tiempo ordinario


Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto.


¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.


Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama»?


Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios».


Es significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial.


La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las siete peticiones que comporta y el orden en el que están formuladas nos dan una idea de la conducta que hemos de mantener cuando recibamos la Comunión Eucarística.



Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Él quiere que yo le ame porque me ha perdonado, no mucho, sino todo. No ha esperado a que yo le ame mucho, sino que ha querido que yo sepa hasta qué punto Él me ha amado, para que yo le ame a Él ¡con locura…!» (Santa Teresa de Lisieux)


«El Señor nos dice cómo hemos de orar. Lucas pone el “Padrenuestro” en relación con la oración personal de Jesús mismo. Él nos hace partícipes de su propia oración, nos introduce en el diálogo interior del Amor trinitario» (Benedicto XVI)


«Esta oración que nos viene de Jesús es verdaderamente única: ella es “del Señor”. Por una parte, en efecto, por las palabras de esta oración el Hijo único nos da las palabras que el Padre le ha dado: Él es el Maestro de nuestra oración. Por otra parte, como Verbo encarnado, conoce en su corazón de hombre las necesidades de sus hermanos y hermanas los hombres, y nos las revela: es el Modelo de nuestra oración» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.765)

viernes, 25 de julio de 2025

Las lecciones de vida de Ozzy Osbourne

 


Ha fallecido Ozzy Osbourne, una de las leyendas del rock, conocido por sus excesos, su actitud provocadora… pero también por ser un pionero y muy genuino.


Ozzy no destacaba por ser el más técnico, ni el más virtuoso, ni el más correcto. Pero sí fue uno de los más auténticos. Y eso marca la diferencia sin duda.


Desde sus inicios como cantante de los Black Sabbath, ayudó a construir los cimientos de un nuevo lenguaje musical: EL HEAVY METAL. Un género que nació entre las fábricas de Birmingham, de ahí su nombre.


¿Qué puedo decir de Ozzy en contexto de "Liderazgo"? 


🔹 Innovar también es arriesgarse a hacer el ridículo.


Ozzy rompió esquemas. Aunque se burlaran de él y lo vieran un "bicho raro", el siguió con sus maneras. Y creó escuela.


🔹 No hay impacto sin autenticidad.


Tu trayectoria profesional no necesita ser impecable. Necesita ser tuya. Honesta. Con tus tropiezos y tus aciertos. Con tus excesos y tus genialidades. Ozzy la lió parda en muchas ocasiones, pero siempre se volvió a levantar y ser valorado por el resto.


🔹 Las ideas disruptivas no se entienden al principio. La constancia es la clave.


Black Sabbath fue criticado al inicio. No gustaban. Después, el tiempo los colocó donde se merecían, convirtiéndose en una de las bandas más influyentes del rock. 


¿Se puede encontrar en Ozzy un sentido del bienestar común?

De entre todas sus grandes canciones, hoy toca destacar “Hole in the Sky”. Una canción que ya en 1975 hablaba de los problemas del planeta, de un mundo que comenzaba a mostrar signos de deterioro.


“I’m looking through a hole in the sky...”


La longevidad artística como característica del legado vital

Ozzy Osbourne no ha sido solo una figura central en la historia del rock y el heavy metal, sino también un caso de estudio en longevidad artística, branding personal y adaptabilidad en la industria del entretenimiento.

Más de 100 millones de discos vendidos (entre Black Sabbath y su carrera en solitario). 3 premios Grammy. Rock and Roll Hall of Fame (2006).

13 álbumes como solista y 9 con Black Sabbath. 4 discos multiplatino y varios discos de oro/plata en distintos países.

Protagonista del primer reality familiar musical: The Osbournes, que redefinió el formato en MTV.

Récord Guinness (2010): el concierto de heavy metal con más decibelios registrado.

Más de 300 canciones grabadas en estudio, con colaboraciones legendarias con Randy Rhoads, Tony Iommi y Slash, entre otros.

A pesar de ser conocido como el príncipe de las tinieblas, sus canciones están llenas de letras llamando al amor, a la paz y dejar el odio, como con "Crazy Train": Una canción emblemática que aborda la salud mental y la lucha interna, con frases como "Maybe it's not too late to learn how to love and forget how to hate", o "Dreamer": Una canción que expresa la esperanza y los sueños de un mundo mejor, con la frase "I'm just a dreamer who dreams of better days". 

 

Hace apenas 18 días ofreció junto a las bandas más importantes e influyentes del mundo del rock como Guns n' Roses, Metallica, Aerosmith, Billy Idol, etc. un concierto despedida pues sabía que le quedaba poco tiempo de vida. Su último legado, donar más de $190 millones que se distribuirán equitativamente entre el Birmingham Children’s Hospital, el Acorn Children’s Hospice y Cure Parkinson’s.


10 mensajes de Ozzy para ti:

1. No viniste a encajar. Viniste a vibrar.

Deja de intentar sonar como los demás. Lo único que conecta es lo que sale de dentro.


2. Tu caos es oro en bruto.

No lo escondas. Domínalo. Dirige desde ahí. El mundo necesita líderes que hayan estado en el infierno y hayan vuelto con historias.


3. Elige bien tu banda.

No lideres solo. Rodéate de locos que crean en ti incluso cuando tú no puedas.


4. La autenticidad no se aprende. Se sostiene.

No te vendas por likes. Lo real no siempre brilla… pero nunca se apaga.


5. El dolor también es materia prima.

No todo se lidera desde el éxito. Hay riffs que solo salen cuando el alma sangra.


6. El backstage importa más que el escenario.

Cuida de los tuyos. No hay éxito que valga si llegas solo al final del tour.


7. Si no hay sitio para ti, crea tu propio escenario.

Ozzfest nació porque me dijeron “no”. ¿Y sabes qué? Funcionó.


8. La autoridad real no grita. Se siente.

Puedes ser raro, salvaje, vulnerable… y aún así ser el líder que todos siguen.


9. La locura tiene ideas que la cordura nunca se atreve a pensar.

No te cures de lo que te hace ver el mundo distinto.


10. Vive de tal forma que cuando te vayas, el silencio no te alcance.

No dejes solo currículums. Deja cicatrices hermosas en la memoria de los demás.


¿Qué más podemos decir?

Fue el rey involuntario del reality show.


En 2002, Ozzy protagonizó The Osbournes, un reality familiar en MTV que marcó un antes y un después en la televisión.


Si Gran Hermano fue el primer experimento social con desconocidos encerrados bajo cámaras, The Osbournes fue su versión famosa y caótica en casa, con cámaras siguiendo a una familia real (y muy disfuncional) sin filtros.


Ozzy pasó de ser el “Príncipe de las tinieblas” a un padre desorientado que perdía el mando de la tele entre gritos y maldiciones. Gracias a ese formato, luego nacieron Keeping Up with the Kardashians, The Real Housewives y todo un género de "realities caseros" que hoy dominan la cultura pop.


La familia Osbourne: caos organizado


Sharon Osbourne, su mujer, fue clave: mánager, productora y figura televisiva por derecho propio.


Lanzaron Ozzfest, un festival que recaudó más de 100 millones de dólares y consolidó el metal como industria en EE. UU. Sus hijos, Jack y Kelly, también ganaron fama por el show (aunque Aimee, la mayor, decidió mantenerse al margen).


Una familia mediática, excéntrica y sorprendentemente funcional en medio del caos.


Ozzy Osbourne es un ejemplo de reinvención profesional.


Pasó de icono oscuro a figura televisiva querida. De estrella del rock a emprendedor del entretenimiento. De “monstruo” del escenario a padre desorientado y entrañable. Esto le hizo conectar con las nuevas generaciones sin perder su personalidad.


Que en paz descanse.




jueves, 24 de julio de 2025

Gabriel Marcel y el Personalismo



Filósofo, músico y compositor francés (Parí­s, 1889-1973), de origen judí­o, existencialista cristiano. Profesor en La ícole Normal Superieure de Paris y en otros paí­ses. En su filosofí­a es clave la actitud de participación personal ante la realidad frente a la actitud del hombre contemporáneo de «tener-posesión», como un medio de instalarnos en el ámbito del misterio del ser de los seres personales.


Gabriel Marcel es un pensador fascinante para la Humanidad de hoy a cuya biografí­a í­ntima me acerqué hace una década bajo el ambicioso tí­tulo de «filósofo-dramaturgo-y-compositor», en unas páginas muy queridas a las que remito de nuevo al lector.

Lo más valioso de Gabriel Marcel fue el descubrimiento de un modo nuevo de filosofar, un método filosófico, que consiste sencillamente en adoptar ante la realidad una actitud de partici­pación personal a través de las experiencias básicas más humanas como el amor, la fidelidad, la esperanza, y otras similares. Actitud catárti­ca, sin duda, que requiere abandonar el punto de vista objetivista del problema del «tener-posesión», para instalarnos comprometidos en el ámbito existencial del misterio del «ser» de los seres personales. Y por aquí­ descubrimos lo más original de las aportaciones de este filósofo al torrente de la filosofí­a del siglo XX: el valor trascendente de esas experiencias concretas porque revelan el reducto personal del ser humano, es decir nos ponen en presencia de la persona sin más.


La hermenéutica marceliana sobre el ser personal hemos de situarla en el nivel de realidad que su autor denominó trascendente, o dicho de otra forma en la trascendencia asociada al ser personal. De la filosofí­a de Gabriel Marcel en general se han hecho muchas lecturas, algunas de ellas ciertamente originales. Nosotros sostenemos que, desde el punto de vista metodológico, para entenderla fielmente es necesario distinguir en ella con claridad dos niveles de conocimiento: el nivel de las cosas y el nivel de las personas, el nivel «objetivista» y el nivel «trascendente». El mismo Marcel dijo, a propósito de algunos buenos trabajos de sus crí­ticos, que las expresiones «metodologí­a de lo inverifi­cable» de Pietro Prini, «los niveles de la experiencia» de Jeanne Parain-Vial, y «de la existencia al ser» de Rogers Troisfontaines, le parecieron las más afortunadas.


Partimos de la convicción de que la mayorí­a de los errores de interpretación de su obra proceden de la falta de un análisis cabal de las categorí­as y esquemas que estructuran esta peculiar hermenéutica personalista, y de los dos niveles entitativos de realidad radicales (cosas y personas) a que responde el uso de tales esquemas y categorí­as. Es decir, errores de método. Metodológicamente, pues, necesitamos distinguir en Marcel dos niveles de realidad: el nivel de la existencia personal o de las personas y el nivel de la objetividad o de las cosas objetivables. Confundir estos dos niveles de realidad, ampliamente distintos uno del otro, es cometer un error metodológico de inicio que va a condicionar el desarrollo filosófico posterior de consecuencias prácticas nefastas, porque al final ello siempre equivale a reducir a las personas al nivel de los objetos, o dicho de otra forma marceliana a degradar el misterio en problema. De ahí­ que el trasfondo de nuestra interpretación, igual que el de Marcel, también esté encaminado a deslindar estos dos ámbitos de realidad ampliamente distintos.


La persona no es el más maravilloso objeto del mundo, un objeto al que conocerí­amos desde fuera, como espectado­res, entre otras cosas porque «yo no soy un mero espectador», repite Marcel una y otra vez en sus obras: yo no quiero ser un espectador incomprometido con las personas y con el mundo (la circunstancia) que las rodea. La diferencia principal entre las cosas y las personas por tanto es radicalmente una diferencia de modo de realidad. Dicho de otro modo: la persona es un modo propio de ser real que no se confunde con nada. Por eso podemos decir incluso, apropiándonos de la conocida tesis de Vico «verum et factum reciprocantur», que la persona es la única realidad que podemos conocer, porque la «hacemos» nosotros, cada uno de nosotros la hace, desde dentro de su propio ser.


Si nos fijamos ahora en el contexto histórico filosófico de comienzos del siglo XX, vemos que en aquellos años de formación universitaria de Gabriel Marcel la Filosofí­a viví­a en extrema indigencia. El pensamiento aparecí­a dividido: de una parte, en una negación de la metafí­sica, en una preocu­pación exagerada por la objetividad (objetivismo) que llevaba a la Filosofí­a a relacionar las conductas humanas, los hechos personales, con la sensación empí­rica; y de otra parte, en un espiritualismo empobrecido que, basándose en la «interioridad», se agotaba al afirmar la irreductibilidad de la conciencia y de la libertad humanas. Más en concreto: los caracteres de la filosofí­a francesa antes de la guerra de 1914, cuando Gabriel Marcel comenzó a escribir, eran de indiferencia con respecto a los movimientos filosóficos extranjeros y desconocimiento casi total de la fenomenologí­a husserliana, y del incipiente movimiento existencial que, sin embar­go, iba penetrando tí­midamente a través de algunas traduc­ciones de Kierkegaard, de Chestov, o de Berdiaev. En definitiva, en la época de sus estudios filosóficos sobre todo predominaba en Francia el idealis­mo postkantiano de Leon Brunschvicg, el neo-hegelianismo, el positivismo y el sociologismo.


Pero, bajo la influencia de Henri Bergson, Marcel decidió entonces orientar su pensamiento hacia lo existencial concreto, es decir hacia el ser personal. En la atmósfera bergsoniana será donde su hermenéutica se ejercitó con brillantez en la oposición al idealismo reinante, una filosofí­a que observa aséptica «los juegos anónimos del mecanismo universal» sin mezclarse en ellos, y al empirismo «cuyo error consiste en desconocer aquello que una experiencia auténtica conlle­va de invención y de iniciativa creadora». Marcel, en suma, se opuso al idea­lismo crí­tico postkantiano representado en su momento por Brunschvicg, su profesor en la Sorbona, a quien juzgó incapaz de dar cuenta del ser humano concreto e individual, es decir personal, y por eso siempre se negó a aceptar la identificación de lo verdadero con lo demostra­ble.


A lo largo de su vida varias veces hizo alusión Marcel a su itinerario filosófico, caracterizado dentro de la más absoluta y pretendida asistematicidad, a base de cimentar y ahondar (ahondamientos) en el sentido de búsqueda de los fundamentos, y no tanto a base de levantar un edificio conceptual. La clave metodológica está en la realidad del ser personal, un ser profundo y complejo por definición, perspectiva que adoptó de modo intencionado a lo largo de su obra una permanente suspicacia respecto a todo razonamiento sistemático. Por eso Marcel prefirió hablar de «desarro­llo», mejor que de evolución, de su pensamiento. Porque el aspecto de sucesión que sugiere la palabra desarrollo designa mejor las irradiaciones emanadas de un ser que es personal, y por tanto del que no se puede tener un conocimiento inmediato y directo del mismo.


Ya en 1914 habí­a anotado en su Journal Métaphysique que «los problemas que me preocupan en este momento son, a fin de cuentas, problemas de método», es decir problemas que después se concretarán en el acceso al ser personal; y más adelante propuso una metáfora según la cual comparaba esa necesidad metodológica suya personalista a una isla envuel­ta en la bruma que se tratara de unir con la tierra firme de las certidumbres racionales. Desde esta perspectiva, se podrí­a decir que para él el problema filosófico fundamental consistió exactamente en abrir una ví­a de acceso que condujera desde una hasta la otra.


Al final de su vida, cuando se preguntó por la orientación de su pensamiento filosófico en su movimiento inicial, llegará a la conclusión de que lo que más le animaba ya desde sus inicios fue no tanto una voluntad de superación de la metodologí­a anterior como una necesidad de trascendencia. Esta necesidad vital, existencial, la calificó de «esen­cia religiosa». Y paradójicamente no se debió esta búsqueda a su ámbito educativo familiar, un tanto agnóstico, sino a la trágica prueba que señalará toda su existencia: la muerte de su madre, cuando contaba tan sólo cuatro años de edad. La respuesta dada entonces a este interrogante de la muerte no satisfizo a su razón de niño; se impuso, pues, la tarea posterior de una investiga­ción metafí­sica.


«Desde el momento en que hay creación, sea del grado que sea, estamos en el ser», escribió Marcel en su segundo Diario Metafí­sico, el 13-X-1933, y en 1966 completó: «pero es igualmente cierto lo contrario: es decir, no tiene sentido usar la palabra «será» sino cuando nos encontramos ante una creación, en una u otra forma»[4]. Con estas palabras estamos en presencia de un filósofo cuya obra en su conjunto es un ejemplo claro de búsqueda creativa orientada hacia la comprensión de la tras­cendencia de los seres personales. Un pensador existencial que hizo metafí­sica precisamente sin perder contacto con las realidades personales concretas (fideli­dad, amor, esperanza…), dando así­ testimonio creí­ble de su propia vivencia personal. Un filósofo, en suma, que comprendió que estaba inmerso en una realidad original que le impulsaba a buscar a las personas y, cuando las encontró, dio testimonio de ellas: la respuesta a una llamada personal se constituyó en su propio método de pensar. Y como resultado descubrió su hermenéutica de la situación existencial concreta, que más que una especu­lación teórica fue el «hábito» cotidiano de su singular creatividad filosófica. Es decir, el descubrimiento de la trascendencia del ser personal se convirtió para él en una forma vitae, una forma de vida que, como tal, rebasó la esfera de lo puramente teórico poniéndola al servicio de los demás.


Lo que impulsó su hermenéutica filosófica es una tensión interior que Marcel caracterizará como de exigencia de trascendencia, donde trascender significa abrirse a la intersubjetividad, participar con el otro, encontrarse con el otro, es decir transponer los lí­mites ilusorios de la individualidad. Donde trascender signifi­caba crear, porque la intersubjetividad no es un hecho sino más bien el fondo en el que se destacan los hechos, el lugar donde el yo emerge como una isla de lí­mites imprecisos. Por eso la experiencia marceliana esencial será la del «somos» y no la evidencia intelectualista del «yo pienso».


Esta hermenéutica personalista no permite ser simplemente «leí­da». Reclama una inmersión total. Requiere por nuestra parte hacer la experiencia de participación. Nuestra existencia, justamente por ser ante todo una experiencia personal, sólo la percibimos en una experiencia concreta. Toda la obra teatral de Marcel, quizá mejor que la filosófica, testimonia esta sed de «concreción-metafí­sica». Con esta vigorosa fórmula se expresa la pretensión marceliana de explicar lo universal encarnado en lo singular. El ser en tanto que ser marceliano (el ontos on clásico) permanece ahora encarnado no tanto en ideas filosóficas, sino más bien en los personajes de su obra dramática. Con ello Marcel restituí­a a la experiencia personal su peso ontológico.


Nos encontramos, en definitiva, ante una obra personalista muy atractiva y sugerente para el momento histórico actual. Su falta de sistematicidad, que a veces provoca en el intérprete desasosiego, es casi siempre un gran placer intelectual porque nos proporciona los elementos vitales más atractivos para la construcción de una filosofí­a humana. Por eso nuestras pretensiones filosó­ficas, igual que las de Marcel, ya no son de totali­dad sino de humanidad.


Por todo ello podemos calificar ya la investigación marceliana de hermenéutica personalista y, consecuentemente, inscribir a su autor en la larga nómina de ilustres personalistas del siglo XX. Y al actualizar ahora la obra de Marcel desde una óptica abiertamente personalista nuestro intento ha provocado el sorprendente descubrimiento de una metafí­sica del existente, es decir del ser personal, con vocación filosófica de futuro. En todo caso albergamos la secreta esperanza de que la lectura marceliana en clave personalista sirva para elevarnos a los conceptos metafí­sicos de la tradición clásica, de los que nunca debió de bajarse, pero con ojos nuevos, renovados. Agotado ya el discurso antropológico nihilista y pesimista de la postmodernidad, Academias y escuelas filosóficas actuales, como la Asociación Española de Personalismo, piden la palabra. La filosofí­a personalista actual es una corriente con fuerza suficiente para arrastrar, ojalá, a la Humanidad venidera ávida de razones de sentido.


Cfr. J. L. Cañas, Gabriel Marcel: filósofo, dramaturgo y compositor, Palabra, Madrid 1998, 285 pp.


Sobre la magnitud de la crí­tica marceliana ya en el año 1977 apareció un repertorio bibliográfico internacional, recopilado y clasificado por Franí§ois Lapointe y su esposa, titulado Gabriel Marcel and his Critics: An International Bibliography, 1928-1976 (Garland Publishing, Inc. Ref. Library of the Humanities, Vol. 57, New York/Lon­don 1977, 287 pp.), que recogí­a más de 3.000 tí­tulos entre libros, artí­culos, piezas de teatro, crí­ticas literarias y musicales, tesis, prólogos y textos de conferencias, de y sobre Gabriel Marcel. A partir del año 1991 l’Association Présence Gabriel Marcel actualiza las novedades marcelianas mundiales (nouvelles du monde) en su Bulletin (18 números–), y en su página web (www.gabriel-marcel.com) figura el último inventario de obras sobre Gabriel Marcel (libros, artí­culos, tesis, traducciones, etc.) entre 2002-2007. Teniendo en cuenta, además, que la mayor parte de sus obras están editadas en inglés, alemán, español, italiano, holandés, japonés, ruso, búlgaro, etc.


De la obra de Prini dijo Marcel, en el prólogo que escribió al efecto, que «en el futuro los crí­ticos tendrán que referirse a esta obra» (Prini, 1984: 1); y de Troisfontaines afirmó sin ambages: «esta es la obra que hubiese querido escribir yo».

domingo, 20 de julio de 2025

¿Quién es Jacques Maritain?



Jacques Maritain nace en París el 18 de noviembre de 1882 en una familia protestante; el padre Paul es abogado, la madre Genevieve Favre es hija del diputado republicano Jules Favre, tenaz opositor de Luis Napoleón.


Jacques frecuenta el liceo Henry IV, donde hace amistad con Ernest Psichari, nieto de Ernest Renan, y donde demuestra enseguida una vivaz vocación intelectual.


Terminado el liceo se inscribe en la Sorbona, titulándose en filosofía y después en ciencias naturales; en esos años manifiesta simpatías por el socialismo humanitario, y es justamente en ocasión de una manifestación a favor de los estudiantes socialistas rusos perseguidos por el Zar, que encuentra a Raissa Oumançoff, nacida en 1885 en Rostov, sobre el Don, en una familia de hebreos ortodoxos.


Los dos jóvenes están insatisfechos del clima cientista, escéptico y relativista de la Sorbona, y desesperados -como desesperada estaba su entera generación- mientras meditan en el suicidio encuentran en el College de France a Bergson, el cual, explicando Plotino, les abre la esperanza de otros horizontes y caminos de la verdad. La amistad con Charles Peguy y León Bloy, testigos de fe y libertad intelectual, acerca a los esposos Maritain al cristianismo, y en la Iglesia Católica recibirán el bautismo en 1906.


Los primeros años de enseñanza (1909 -1926)


Después de una estadía de dos años en Heidelberg para estudiar biología con Hans Driesch, los Maritain vuelven a París donde Jacques inicia su actividad didáctica y cultural enseñando filosofía en el Colegio Estanislao y en el Instituto Católico, colaborando con diversas revistas, entre las cuales “La revue universelle”, cercana al movimiento de la Action Francaise.


Fue el Padre dominicano H. Clérissac que dio a conocer a los Maritain la filosofía de Santo Tomás, que constituirá, como metodología de búsqueda, el punto de referencia de toda la obra maritainiana en metafísica, política, estética, pedagogía, filosofía del derecho, a partir de “La filosofía bergsoniana” que marca el alejamiento de su Aprimer maestro. La adhesión al tomismo no significa para Maritain un rechazo de la filosofía moderna, sino una revisión crítica de las contribuciones que “Los tres reformadores, Lutero, Cartesio, Rosseau” (1915), no obstante sus unilateralidades, han dado al desarrollo de la cultura y de la modernidad.


Maritain se proclama a sí mismo en aquellos años “Antimoderno” (1922), pero reivindica una perspectiva “ultra moderna” afirmando la libertad de conciencia y la autonomía de la razón; y a una búsqueda esquemáticamente organizada alrededor de los cánones de la deducción lógica, opone la atención a la experiencia, frente a los principios de la razón. Así, cuando con Raissa escribe “Arte y escolástica” (1920), estudia directamente la obra de los pintores, escritores, músicos con los cuales estrecha amistad.


Crítico de autores, corrientes y sistemas de pensamiento, vive al interior de éstos y quiere en alguna manera captar en vivo su principio espiritual y hallar su justificación -a veces también en manera polémica- esforzándose siempre por solidarizar con la inteligencia y su sed de verdad.


Pero aquellos años son para él cruciales, como para toda una generación de intelectuales – Pío XI en 1926 condena a la Action Francaise e invita a los católicos a abandonar el movimiento nacionalista. Maritain abandona a Maurras y en la “Primacía de lo espiritual” (1927) aclara -no sin sufrimiento- su posición, distinguiendo los diversos niveles de la acción social, política y eclesial. Estaba en la vigilia de su compromiso político que debía hacer de él uno de los autores más leídos de su tiempo.


El período de Meudon (1927-1939)


Los Maritain habían hecho de su casa en la periferia de París, a Meudon, un cenáculo de encuentros y debates; era frecuentada por filósofos, teólogos, y escritores como Cocteau, Mauriac, J. Green, Claudel; pintores como Rouault, Severini, Chagall; músicos como Satie, Lourié, Strawinsky, para recordar solamente los nombres más significativos. Una Europa culta y que pensaba, en un tiempoA en el cual la cultura de la crisis difundía reflejos de rendición y la angustia de citas siniestras que rondaban por los aires, se reunía alrededor de los Maritain en la esperanza y preparando trozos de futuro.


En los primeros años ’30, en el fervor del debate abierto en la Societe Francaise de Philosophie, al cual participan E. Wilson, L. Brunschwiegg, M. Blondel, E. Bréhier, Maritain define el estado y la naturaleza de la filosofía cristiana: la pone a fundamento de la política, del derecho, de la pedagogía.


En “Los grados del saber, distinguir para unir”, analiza los distintos niveles del conocimiento, desde la física de Einstein a la mística de San Juan de la Cruz. El “proyecto filosófico” de Maritain emerge así a la luz.


Las viejas disciplinas tomísticas asumen un atractivo nuevo e innovador. Pensamientos antiguos entran con fuerza renovadora en el debate, y la inteligencia puede esperar entonces de no perder nada de su lucidez, haciéndose discípula de una tradición. “Nova et vetera” -un golpe de ala inesperado llega a los debates y a los horizontes culturales de los cristianos de la época, que se miden con los desafíos de las crisis de las democracias y con el avanzar de los totalitarismos.


En el período de Meudon, Maritain no sólo define su posición filosófica, sino que orienta claramente su compromiso político. En 1932 hace amistad con E. Mounier; colabora en la fundación de la revista “Esprit”, promueve y suscribe numerosos manifiestos políticos contra la guerra en España (no considera al General Franco un “libertador”) y contra la invasión italiana de Etiopía; pero no se inscribe en ningún grupo, movimiento, partido político, porque quiere conservar su independencia de filósofo, comprometido en la lucha política en nombre de los principios morales y no de los intereses particulares de un grupo.


Hombre de gran pasión civil, Maritain -intelectual ni de derecha ni de izquierda como el mismo se auto define en la “Carta sobre la independencia” (1935) – es espíritu sin partido. En 1936, sobre la base de una serie de conferencias en Poznan en Polonia, en Santander en España, en Montreal en Canadá, publica “Humanismo integral”, que fue objeto en América y en Europa de violentas polémicas, pero que contribuye en la formación cultural de numerosos movimientos políticos de inspiración cristiana y orienta el “ideal histórico concreto” de enteras generaciones.


Superando al concepto marxista de “clase” y al fascista de “nación”, Maritain recupera el concepto de “pueblo” (“cuerpo político”) como sujeto y protagonista de la vida política. El sostiene que para gobernar no es suficiente actuar “iluminísticamente” “para el pueblo”, sino que precisa “existir con el pueblo”, compartir su vida, sus esperanzas y sentimientos profundos: hasta el punto, a veces, de resistir al aspecto más inmediato y emotivo de la sicología de masas, para llegar al corazón de lo vivido y de los valores de la gente.


Comunitario contra el individualismo, Maritain es personalista en contra de la ideología de la sociedad de masas. En la tragedia que la humanidad europea vive a fines de los años ’30, él sueña con un rescate, una resurrección espiritual de las fuerzas libres y que piensan: un futuro moral que renueve la cara de la democracia y haga de ella una cosa del hombre, es decir una cosa de personas. En los años de la guerra, con al centro aquella sugestiva proclamación del renacimiento de la conciencia democrática que es “Cristianismo y Democracia”, Maritain combatió una batalla justa, la cual, durante la estadía americana, encontrará también las ocasiones y los encuentros para ser re programada.


El Período Americano (1940 – 1960)


Maritain había dictado cursos de filosofía en América desde 1932, ya sea en Canadá y en Estados Unidos, como en algunos países de América Latina; se encontraba en Toronto, en el Instituto de Estudios Medievales, cuando la policía nazi fue a buscarlo a Meudon en 1940. Tuvo que quedarse con Raissa en Nueva York, donde su casa, en el Greenwich Village, se volvió en un punto de encuenAtro de los intelectuales y artistas franceses y belgas en exilio. Con ellos Maritain organizó una fundación universitaria, l’Ecole libre des Hautes Etudes, en el cual enseñaron hombres famosos como el físico Jean Perrin y el historiador del arte Henry Focillon, y siguió las actividades editoriales de las Editions de la Maison Francaise, con las que publicó algunas de sus obras como “Los derechos del hombre y la ley natural” y “Cristianismo y Democracia”.


Maritain apoyó a la resistencia en Europa y sus “Messages”, transmitidos por la radio Voz de América, fueron presencia y acción en la Europa en guerra. En una pequeña obra, “A través del desastre” (1941), que tuvo también una edición clandestina en Francia, sugería la colaboración entre católicos e izquierdas democráticas, la conciliación entre cristianismo y democracia.


En América, Maritain se interesó en los problemas pedagógicos, con R. Hutchins y Mortimer Adler, y difundió los estudios “liberales” en contra del activismo radical de los pragmáticos. Sus lecciones en la Universidad de Yale, “La Educación al bivio” (1943), se volvieron, no sólo en América, un clásico en la historia de la pedagogía.


En 1945, al término de la segunda guerra mundial, el General De Gaulle quiso nombrar a Maritain Embajador francés ante la Santa Sede, cargo que el filósofo aceptó de mala gana, porque lo habría distraído de sus estudios, comprometiéndolo en la actividad diplomática; pero él lo ejerció con grande compromiso y autoridad. En Roma organizó el Centro Cultural S. Luis de los Franceses, invitando a los más significativos representantes de la cultura francesa a asistir a lecciones y conferencias.


Jefe de la delegación francesa en 1947 en la Asamblea de la UNESCO en Ciudad de México, tuvo un rol decisivo en la elaboración de la “filosofía” de la UNESCO y de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas. Se quedó en los Estados Unidos hasta 1960, enseñando en algunas prestigiosas universidades (Notre Dame, Princeton, etc.).


El conocimiento de la realidad política americana y su amistad con Ives R. Simon, filósofo de la democracia, llevó a Maritain a definir su propuesta política en una serie de lecciones en la Universidad de Chicago, que constituyeron el fundamento del volumen “El Hombre y el Estado” (1949), clásico del pensamiento político contemporáneo. Raissa, que había publicado un libro sobre Chagall, continuó junto a Jacques también en América a cultivar sus intereses en el campo del arte y de la estética, participando en los ambientes literarios y artísticos. Las conferencias en la National Gallery of Art de Washington fueron recogidas e ilustradas en el volumen “La intuición creadora en el arte y en la poesía” (1953).


El período de Tolosa (1961 -1973)


Durante su estadía americana, después del breve período romano, Maritain hace frecuentes viajes a Francia para dar conferencias, participar en debates, cuidar las ediciones francesas de sus obras. Y en Francia, Maritain y sus amigos publicaron una declaración programática, “Sagesse”, en la cual son recuperadas y profundizadas las motivaciones culturales que habían animado las reuniones del período de Meudon. En 1960 muere Raissa, durante una estadía en París; Jacques, destruido y sin defensas, habiendo perdido la compañera con la cual había compartido tantas batallas culturales, como anota en su “Diario” (1967), decide quedarse en Francia y retirarse con los Pequeños Hermanos de Jesús en Tolosa.


Quería quedarse fuera del debate cultural, pero el Concilio Vaticano II, cuyas muchas páginas él había preparado, lo compromete; y al final del histórico evento se expresará con “El campesino de la Garona”, cuya aparición abre un debate muy vivaz. Puede ser que el viejo ermitaño había urdido su palabra en las viejas llagas, en los antiguos maniqueísmos de muchos cristianos (“conservadores”, “progresistas”, etc.); puede ser que una vez más estaba fuera de tiempo por haber anticipado los tiempos; a lo mejor ciertas asperezas eran la característica de un amor que no renunciabaA a la lucidez.


Retirado del mundo, los últimos años del octogenario filósofo conocen, a través de una incansable actividad, una segunda juventud intelectual. Ciertas páginas de “Approches sans entraves” llevan el mensaje de una libertad e independencia de la inteligencia y del corazón que pueden ofrecer la clave de lectura de una entera bibliografía, la que, más allá de un cierto pesimismo al término de la carrera del protagonista, ha incidido sobre nuestra época más profundamente de cuanto el mismo Maritain no sospechase.


En realidad sus escritos, con aquella incansable vigilancia y con el inquieto presagio de “otra cosa” que los hacen vibrar, no han todavía ultimado aquel potencial de libertad y de pasión por el hombre, que los han hecho compañeros de tantos caminos de búsqueda por enteras generaciones.


Aún gimiendo por esta pasión, el 28 de abril de 1973, el viejo combatiente entra en el sueño eterno: cierra sus ojos sobre el proyecto de un estudio sobre “Las dos grandes patrias” (publicado después de su muerte por “Le Monde”), testamento espiritual y utopía al mismo tiempo, que nos restituye la figura de un hombre que vivió entre los hombres con la mirada hacia el futuro, hilo rojo de una vida y de una inteligencia inquieta.

María, «sentada a los pies del Señor»



Domingo 16 (C) del tiempo ordinario


Hoy vemos a un Jesús tan divino como humano: está cansado del viaje y se deja acoger por esta familia que tanto ama, en Betania. Aprovechará la ocasión para hacernos saber qué es “lo más importante”.


En la actitud de estas dos hermanas se acostumbra a ver reflejadas dos maneras de vivir la vocación cristiana: la vida activa y la vida contemplativa. María, «sentada a los pies del Señor»; Marta, atareada por muchas cosas y ocupaciones, siempre sirviendo y contenta, pero cansada (cf. Lc 10,39-40.42). —«Calma», le dice Jesús, «es importante lo que haces, pero es necesario que descanses, y más importante aun, que descanses estando conmigo, mirándome y escuchándome». Dos modelos de vida cristiana que hemos de coordinar y de integrar: vivir tanto la vida de Marta como la de María. Hemos de estar atentos a la Palabra del Señor, y vigilantes, ya que el ruido y el tráfico del día a día —frecuentemente— esconde la presencia de Dios. Porque la vida y la fuerza de un cristiano solamente se mantienen firmes y crecen si él permanece unido a la verdadera vid, de donde le viene la vida, el amor, las ganas de continuar adelante... y de no mirar atrás.


A la mayoría, Dios nos ha llamado a ser como “Marta”. Pero no hemos de olvidar que el Señor quiere que seamos cada vez más como “María”: Jesucristo también nos ha llamado a “escoger la mejor parte” y a no dejar que nadie nos la quite.


Él nos recuerda que lo más importante no es lo que podamos hacer, sino la Palabra de Dios que ilumina nuestras vidas, y, así por el Espíritu Santo nuestras obras quedan impregnadas de su amor.


Descansar en el Señor solamente es posible si gozamos de su presencia real ante la Eucaristía. ¡Oración ante el sagrario!: es el tesoro más grande que tenemos los cristianos. Recordemos el título de la última encíclica de san Juan Pablo II: La Iglesia vive de la Eucaristía. El Señor tiene muchas cosas que decirnos, más de las que nos pensamos. Busquemos, pues, momentos de silencio y de paz para encontrar a Jesús y, en Él, reencontrarnos a nosotros mismos. Jesucristo nos invita hoy a hacer una opción: escoger «la parte buena» (Lc 10,42).



Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Marta, bendita seas por tus buenos servicios; cuando llegues a la patria celestial todo esto allí ya no existirá: allí sólo habrá lo que María ha elegido» (San Agustín)


«La palabra de Cristo es clarísima: ningún desprecio por la vida activa, mucho menos por la generosa hospitalidad; sino una llamada clara al hecho de que lo único verdaderamente necesario es escuchar la Palabra del Señor, que es eterna y da sentido a nuestra actividad cotidiana» (Benedicto XVI)


«Meditar lo que se lee conduce a apropiárselo confrontándolo consigo mismo. Aquí, se abre otro libro: el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad (…). Se trata de hacer la verdad para llegar a la Luz: ‘Señor, ¿qué quieres que haga?’ (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.706)