Abrazar
la cruz de la
Mala
economía en el hogar
“¿Qué
dices? ¿Qué no puedes darme 500 Bs para casa? ¡Pero eso es increíble! ¡Qué
mezquino eres!”
El
problema económico se presenta como un verdadero calvario en muchas familias.
La economía es la columna vertebral para el dinamismo matrimonial, cuando una
vértebra falla, todo se paraliza y eso ocasiona en la mayoría de los casos un
divorcio.
Podemos
enumerar muchas situaciones: El marido que se siente un burro servil por la
familia; la esposa que siente que su marido aporta sólo migajas al hogar; el
marido que exige más austeridad; la esposa que se queja de no poder permitirse
algo para ella; la discusión por los gastos del colegio y la alimentación de
los niños; la mala economía del país…
Ante
esta problemática, que es una verdadera cruz de santificación si se lleva de
mano de la oración, debemos decir que no
se puede aprender en el matrimonio a administrar el dinero, así como tampoco se
puede conseguir hacer economías en el matrimonio si no se sabe que toda la
problemática psicológica del dar y del recibir repercute en el factor dinero.
Los litigios que conciernen al dinero en
el matrimonio (y ocupan el primer lugar en los matrimonios infelices) no son
fáciles de eliminar, aun haciendo uso de un libro de cuentas y llevándolo con precisión.
Esto no sirve para nada mientras que el balance preventivo de las salidas, un
cónyuge se aproveche del otro o pretenda demasiado de él, o mientras un cónyuge
se deje explotar económicamente. Precisamente, respecto al balance económico,
tiene una importancia particular lo que ha subrayado al principio: desde el
comienzo del matrimonio ninguno de los cónyuges debe dejarse arrastrar a una
conducta de víctima, aun cuando al inicio parezca una demostración de amor
auténtico. ¡Esto no es verdad! ¡Sacrificarse
a sí mismos de esta manera no tiene nada que ver con el amor! Este principio
sirve para todos los problemas de la vida matrimonial, incluido el de la
política financiera. Por tanto, cuando surgen las primeras dificultades en la
economía familiar, ténganlo en cuenta. Apresúrense antes de que sea demasiado
tarde. Así evitarán que se acumule el rencor y se multipliquen las escenas.
Se
pueden enumerar infinitos caso en que se presentan estos problemas
matrimoniales cada día. Pero de nada les serviría un registro lleno de cifras y
de datos, puesto que lo fundamental se puede explicar con los ejemplos aducidos
y deben encontrar por cuenta nuestra
cada vez lo que más les conviene, interpretándolo en conformidad con sus
condiciones financieras personales.
Me
parece esencial precisar una vez más que la conducta que un cónyuge manifiesta
en la vida comunitaria matrimonial tiene una relación muy estrecha con esos
modelos de comportamiento que ha “absorbido” durante la infancia y la juventud
en su casa paterna. Cuando aparecen las primeras desavenencias en el matrimonio
ambos cónyuges deberían hacerse tres preguntas:
Primera: ¿Atribuyo
a mi pareja algún prejuicio o reproche muy ligeramente? ¿Influyen en mi matrimonio esperanzas y experiencias pasadas de mi
infancia pero que referidas a mi pareja ya no sirven?
Segunda: ¿La
incomodidad que mi pareja me presenta de deberá únicamente a mala voluntad? ¿Mi
pareja no actuará sólo por capricho sino que viene de una situación familiar
que modifica lo que esperamos de él?
Tercero: ¿Qué
es lo que debo hacer para que mi matrimonio no se vuelva víctima de relaciones
neuróticas?
La
respuesta a la primera pregunta significa conocimiento de sí mismos.
La
respuesta a la segunda pregunta significa comprensión.
La
respuesta a la tercera pregunta significa examen general.
La
“comprensión” de su pareja no puede llegar hasta el punto de dejarles remolcar
por su capricho o por su comportamiento extravagante. En ningún caso en su
matrimonio esas situaciones que han formado en la infancia a su pareja. Esto
significa que no pueden renunciar nunca a sí mismos “por amor de su pareja”.
En
caso necesario esto significa que deben mantener siempre un poco de distancia
para no perder la visión del conjunto. Además significa que tienen que evaluar
no sólo los problemas con la pareja a lo que refiere el momento erótico, sino
que se debe aplicar la lente de la relación sexual y afectiva a su vida
matrimonial de cada día y en cada cosa y buscar en las mismas esas causas
posibles de malestar.
Los
problemas de la vida matrimonial de cada día, que he descrito hasta este punto,
están presentes en cualquier matrimonio. No hay una sola pareja de cónyuges que
pueda saltar tranquilamente los problemas mencionados, pensando que estas cosas
no suceden entre ellos. Sería una autosugestión, Estos problemas diarios se
presentan en todos los matrimonios. No existe ninguna excepción. De lo
contrario, sería unos matrimonios entre ángeles que viven en el cielo, por
ende, en condiciones existenciales ideales.
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