El término resurrección (del latín resurrectĭo, -ōnis -3.ª declinación-; derivado del verbo resurgo: 'levantarse, alzarse, resurgir, renacer') hace referencia a la acción de resucitar, es decir, de dar nuevo ser o nueva vida. Es la creencia que sostiene que un ser puede recobrar la vida después de la muerte. La resurrección constituye un símbolo de la trascendencia.
El judaísmo y el islam aceptan la existencia de la resurrección.2 Para el cristianismo es el pilar de su fe: «Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (I Corintios 15, 14).
Historia
Estatua de Asclepio, encontrada en un santuario dedicado a él en Epidauro (Grecia). Esculpida en mármol, datada de 160 d. C., es copia de un original del siglo iv a. C. En las proximidades de la pierna izquierda, los restos de una serpiente, símbolo de la medicina y de las «ciencias ocultas», ligada a las fuentes de la vida. Museo Nacional Arqueológico en Atenas.
Desde la antigüedad, la resurrección se consideró el símbolo más indiscutible de la manifestación divina, ya que se suponía que el secreto de la vida no puede pertenecer más que a la divinidad. El propio «sol inmortal», que cada noche descendía al «reino de los muertos», podía llevar consigo a los hombres y, al ponerse, matarlos. Pero también podía guiar a las almas a través de las regiones infernales, «resucitando» a la luz al día siguiente, con la mañana.
Cuando Asclepio, hijo de Apolo y de la mortal Corónide, semidiós de la medicina (al que los romanos llamaron Esculapio), instruido por el centauro Quirón en el arte de curar las enfermedades, alcanzó tales progresos que consiguió ser capaz de resucitar a los muertos, su ciencia llegó al punto de provocar las quejas de Hades. Zeus, temiendo que el arte de Asclepio trastornase el orden del mundo, fulminó al médico con un rayo. La «ciencia de la resurrección» era, pues, una ciencia prohibida. También se atribuye la resurrección de una mujer, que llevaría treinta días sin respirar, al filósofo griego Empédocles de Agrigento (siglo v a. C.), asimismo divinizado por sus seguidores.
Las «religiones del misterio», en particular los misterios de Eleusis, así como las ceremonias funerarias egipcias, testimoniaron una expectativa humana vivaz por la resurrección. Los ritos de iniciación a los grandes misterios eran símbolos de la resurrección esperada por los iniciados.
La creencia en Osiris atrajo muchos seguidores y se convirtió en la más importante de la religión del Antiguo Egipto: aquella que, con su resurrección, venció la muerte garantizando la vida eterna. Dicha fe perduró por más de veinte siglos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario