ALFOMBRA PERSA
IX
El
cielo se presenta con apacible tonalidad azul acompañando de dispersas nubes
blancas que juegan con el viento y rozan las montañas como manos trémulas sobre
piernas amadas.
Hermosas praderas se disponen ha
ofrecer flores de pistilos fecundos arropando jardines con azucenas, jazmines y
lirios que rebosan pureza. Se ofrece el jugo del níspero, las abejas se drogan
de miel, mientras que nuestros cuerpos desnudos corriendo entre flores y
colores disfrutan del juego ilusivo del amor.
Es común las risas y el delirio ante
su presencia; entre los dos solo cabe un momento, el hoy, y solo un acto, el amar. Corriendo en los
jardines caemos, rodamos, ella me besa, ambos no soportamos tanto amor... Es allí
cuando creo que existe el cielo pues esta vida no es suficiente para amar.
Desearla es mi alimento, tenerla mi felicidad.
Parece tan irreal este sueño, que he
compartido junto a mi amada Asha. Ya hace tres meses que disfruto de su cuerpo
en esta zona boscosa y cálida de la histórica Turquía. Tres meses en que he
bebido de ella embriagándome de dulce sabor; ahora procurándome una nueva
alegría al enterarme de su embarazo. Dichosa matriz bañada por mis genes,
bendita la noche en que su vientre empezó a cantar para recibir un nuevo
miembro. Nunca imaginé que mis espermatozoides y sus óvulos pudieran dar tanta
felicidad.
Tomando juntos un poco de café, el
reloj de pared indica las 5:40PM. Es tan grato vernos los rostros y contemplar
no solo nuestros cuerpos sino el desorden de la casa tras frecuentes ataques de
pasión. Solo basta mirar el sofá de donde solo hace algunas horas pasadas ella
había saltado, habiéndome llevado de por medio hasta hacerme rodar al cuarto,
habiendo dejado a su paso un rastro formado por un pequeño short pijama rosa,
una sandalia, un brassiere, otra sandalia y por último su ropa interior
enredada en sus tobillos, viéndome obligado a liberarla.
Habiendo ya tomado el café junto a
ella, empezamos a resolver algunos problemas importantes como el de retomar,
desde la próxima semana, los negocios dejados por mi padre, la atención que
debe tener ella ante el cuidado de su
embarazo y sobre los sirvientes que han de regresar al trabajo de la casa
después de haberle dado unos días libres por razones obvias.
Después
de concretar las decisiones laborales empezamos a recordar los gratos momentos
que hemos vivido en esta cálida casa, y como paso a paso vamos formando un
hogar, especialmente tras la alegría de esperar el nacimiento de un hijo. Luego
de abrazarla y sentir su cuerpo junto al mío, nos reímos jocosamente al
compartir las anécdotas de nuestra llegada a esta nueva morada. Anécdotas como
la de aquella vez que sin esperar entrar en la casa ya nos habíamos quitado la ropa para empezar amarnos sobre la mesa del comedor y
terminar debajo de ella. O aquella otra cuando durante la noche admirando la
luna y las estrellas amanecimos abrazados en la terraza... Momentos
inolvidables que se unen a muchos que vendrán y que ya hemos vivido.
Mi reloj ya marca la 6:30PM. Ella en un descuido mío sale
corriendo de mis brazos y llega al pequeño estar. El crujir de la falda de su
vestido es el toque de gloria de mis sentidos: Vista, gusto y olfato, tacto y
oído. Yo dándole alcance la abrazo por su espalda cayendo los dos sobre una
alfombra persa tan suave como su piel. Pensativo veo sus ojos y mirándola a
ella me miro a mí y me digo a mí mismo: “Que gran dicha es la de conocer el
amor y hacerse esclavo de tal virtud” Tras un suspiro siento la serenidad del alma
y le digo a mi amada: “ Te asemejas, preciosa, a un cigarrillo pues eres
humo, ceniza y candela” Es humo que me ciega, como ceniza me deja y como
candela quema. Yo, por lo mismo, deseo saborearla lentamente en cada aspirar,
en cada expirar de mi vida.
Acostados en medio del estar y sin
mucho ánimo en levantarme tomo sus besos como rosas, labios de capullos
entreabiertos. Mi temperatura sube al percibir su aliento sobre mi rostro y su
presencia se me es arrebatante. Su olor supera a un jardín de azucenas y sus
hombros al paladar son crema con fresas salpicadas de canela, que hacen las
veces de lunares. Momento indescriptible
donde todo se consume y solo queda la alegría de vivir.
Después de sentir sus tórridos
labios en un prolongado beso me levanto de la alfombra persa o mejor dicho de
su cuerpo y traigo de la habitación una hoja arrugada escrita.
-Amada musa, este papel lo había escrito en aquel
barco un día antes de conocerte donde plasmaba lo que sentía en el momento. Se
trata de un poema inconcluso, pero al encontrarte le he podido dar conclusión,
pues tú eras la respuesta que mi corazón estaba buscando.-
El papel decía:
¿Dónde
estás mi chica? ¿Dónde estás hoy?
No te escondas que la noche es fría,
ya es hora de dormir.
¿Dónde estás mi chica? ¿Dónde estás
hoy?
No me dejes. Espérame, algún día he
de llegar.
¿Dónde estás mi chica? ¿Dónde estás
hoy?
No llores, allí estaré. Siempre ha
tu lado he de estar.
¿Dónde estás mi chica? ¿Dónde estás
hoy?
Gracias a ti he sido
respondido:
En la belleza,
en la cercanía tú has de estar.
En las risas, en
el andar.
En la noche, en
las estrellas, la luna, el dolor,
En una suave
brisa, el amanecer, las nubes, en una flor.
En mis logros, en
mis fracasos, en un cuarto solo, en una sala con mucha gente.
En mi vida, en
mis sentimientos, en mis lágrimas y sonrisas, en mi corazón.
Al terminar de recitar mi poema me siento al lado de ella sobre la
alfombra persa, y confieso en voz alta:
Detrás de la
vida, una mujer.
Detrás de los
logros, una mujer.
Detrás de la
belleza, una mujer.
Detrás del dolor,
una mujer.
Detrás de las
risas, una mujer.
Detrás del
pecado, una mujer.
Detrás de la
salvación, una mujer.
Detrás de los
problemas, una mujer.
Entre los amigos,
una mujer.
Detrás de las
alegrías, una mujer.
Detrás del
esfuerzo, una mujer.
Detrás de un gran
hombre, una mujer.
Detrás de un
santo, una mujer.
Los momentos, amada Asha, más hermosos de mi vida han
sido junto a Dios, junto a mis padres, hermano y amigos pero en especial con
las mujeres que permiten que estos sean posibles.
Es por ello que “El hombre completo es el que ha conocido
a Dios y un afecto femenino”.
“El hombre sabio es quien siempre busca a Dios y mantiene
una sana relación con las damas”.
“El hombre feliz es quien ama a Dios sobre todas las
cosas, ama a los amigos y ama una mujer”.
“El hombre santo es el que conoce, busca y ama a Dios
sobre todas las cosas. El que ama a sus amigos tomando en cuenta que para él
todos los son. Y establece una buena relación con las mujeres sabiendo tomar el
afecto de ellas y entre ellas el de una y en una el de Dios”.
Habiendo
reflexionado sobre la filosofía del amor solo queda una cosa por hacer sobre
esta alfombra persa. Cierro los ojos, beso a mi esposa palpando nuestro hijo en
su vientre y rodeándola con mis brazos y labios tiro un zapato al interruptor
de la luz quedando a oscuras...
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