CUARTOS SEPARADOS
VII
Cuando
cayó la noche y las luces deslumbraban en la gran casa, permanecían de pie los
sirvientes junto a la imponente puerta esperando la llegada de los invitados.
Los magníficos autos penetraban en el parque de la mansión y con ellos nobles
de la marina mercante luciendo despampanantes uniformes. Los instrumentos
colmaban el aire de agradables melodías mientras los jefes musulmanes bailaban
con la apacible música en honor a Alá. A medianoche los más refinados y
exquisitos platos fueron servidos en una mesa embellecida con flores de las más
raras especies. Los concurrentes comieron y bebieron a discreción, hasta que se
hizo sentir el efecto del vino. Los esposos tomaron las principales ubicaciones
y los celebrantes se sentaron en cojines de seda y terciopelo, hasta que el
sitio se colmó de una multitudinaria concurrencia deseosa para felicitar a los
festejados nupciales. Los invitados comenzaron a brindar por Asha y el capitán, mientras los músicos
continuaban apaciguando el espíritu con sus instrumentos de cuerda. Podía oírse
el tintineo de las copas de cristal al entrechocarse al unísono con el
repiqueteo de los tambores. Las doncellas comenzaron a danzar grácilmente
contorsionando sus flexibles cuerpos al compás de la música, mientras el resto
de los invitados las observaban extasiados y bebían más y más vino.
En unas pocas horas la escena de una
alegre y agradable ceremonia de renovación nupcial se convirtió en una tosca y
profana orgía. Mientras todo esto ocurría mi Amada observaba a los presentes
con ojos tristes. Se sentía como una desdichada prisionera tras los barrotes de
una celda, y frecuentemente me buscaba con la mirada. Yo podía verla al
acercarme a una ventanal que se hallaba
en un extremo del salón. Deseaba llamarla pero debía esperar el momento
oportuno. La exaltación de la multitud creció hasta lo insospechable, hasta que
tuvo el aspecto de una locura despiadada, porque la mente estaba en libertad y
la lengua había perdido el control.
El capitán ya en estado de ebriedad,
dejó a Asha librada a su suerte y comenzó a pasearse entre los invitados,
bebiendo con ellos y agregando combustible a las llamas de la embriaguez. Esta
era mi oportunidad para actuar. A una seña he llamado a Yasata, saliendo este
de la casa da conmigo en el jardín. Le digo con voz emocionada “Te ruego
amigo mío, que le digas a Asha que me espere en el jardín, dile que acceda pues
sin ella prefiero morir, la esperaré debajo del sauce”. Yasata remitió el
mensaje con exactitud. Ella salió de la casa, escurriéndose entre los
embriagados invitados. Al llegar al jardín miró
hacia atrás como una gacela que huye del lobo, y luego se dirigió hacia
el sauce donde yo la aguardaba. Estando junto a ella la rodeo con mis brazos y
me dice entre sollozos: “Escúchame amado, te amo a ti y a ningún otro;
seguiré amándote hasta el fin de mis días”. Yo igualmente emocionado le
respondo: “Siempre estaremos juntos, siempre...”
Mi
hermano sacerdote, cuya parroquia dista a pocos kilómetros de aquí, me esperaba
en la entrada del patio frontal de la casa en un auto. Cuando estamos apunto de
irnos Se escucha la voz de Yasata. Volteamos y él nos indica que nos
acerquemos... No quería dar paso atrás, pues, podía ser muy evidente. Pero su
insistencia me hizo acercarme, ya estando solo un metro de él, interfiere a mi
paso el capitán; se trataba de una trampa. Yasata con mirada baja me pide
disculpa, estaba amenazado de muerte.
El capitán, ebrio y rabioso, saca un
revolver de su uniforme de marina y sin medir palabras se dirige a Yasata y le
dispara... Antes de dispararme, instintivamente he saltado sobre él,
forcejeando el arma esta se dispara... Entran segundos de silencio, me separo
del cuerpo del capitán que yacía ensangrentado, lentamente se arrodilla y cae
al césped. Corro hacia donde está Yasata, todavía respirando me indica que está
bien y que no me detenga por él. Dándole un beso le doy las gracias por su
amistad y al ver varios invitados acercarse tomo de la mano a mi amada y salgo
corriendo al patio frontal.
Visualizando el auto de mi hermano
este se acerca a nosotros, nos montamos, y acelerando nos alejamos de la casa
infernal dejando en ellas todas nuestras desgracias.
-Asha, te presento a mi hermano Khail, después de
ti a quien más amo.-
-Es un placer, gracias por ayudarnos... -
-El placer es mío, y no es ninguna molestia, ya estoy
acostumbrado en sacar de apuros a mi hermano. Llegó a mi despacho casi desnudo
y empapado dándome la única explicación que lo querían matar por amar. Aparte
de que lo llevara a una casa cercana para pasar recogiendo a una amiga que se
encontraba en una fiesta de cumpleaños. Pero viendo su camisa llena de sangre y
lo junto que están creo que la fiesta no era de niños precisamente y que son
algo más que amigos.-
-Deduces rápido hermano, con razón mamá
decía que siempre eras el más inteligente... Asha en efecto es mi novia, y
acabo de liberarla de un ogro anticristiano que la privaba del amor.-
-Espero no lo tomes a mal y no te traiga problemas... -
-Mi hermano vive dándome problemas pero
no lo tomo a mal, al contrario les prestaré algunos días un puesto en mi casa,
con cuartos separados, mientras esclarecemos algunas cosas.-
-Agradezco tu gesto hermano,
pero ¿Tiene que ser en cuartos separados?, pues debe estar necesitada de
compañía tras este trauma.-
-Sí, tienen que ser separados, y creo
que ella está de acuerdo.-
-sí, por mí no hay inconveniente.-
-Bueno, ya llegamos... Ahora comeremos
algo ligero y descansaremos. Mañana discutiremos con más calma. Que Dios nos
conceda el descanso necesario y una muerte santa.-
-Para mí, de la oración solo el descanso... -
No hay comentarios:
Publicar un comentario