El Bikini V
La calidez y suavidad
de su cuerpo se une al mío en un encuentro de brazos y ávidos labios mientras
siento la forma de sus senos estrecharse en mí.
Ha llegado tres minutos tardes según el tiempo concordado,
al sitio preestablecido, pero eso no importa mientras la tenga siempre así,
pues, ahogado en su cuerpo no existe para mí tiempo ni espacio.
Es inevitable cambiar las palabras por besos estando frente
a ella. Haciendo un esfuerzo sobrenatural
para dejar de morder sus labios me dispongo a explicarle el plan que he
establecido para escaparnos y romper las cadenas de opresión que frenan nuestro
amar. El plan es muy sencillo y la sonrisa dibujada en sus provocativos labios
expresa su conformidad.
Aprisionándola en mi cuerpo vuelvo a besarla... Saco de mi bolsillo un duplicado de la llave
de mi camarote y la coloco en sus delicadas manos. Subiendo mi boca por su
cuello le susurro: “Toma
esta llave, no es confiable seguir viéndonos en este sitio, te espero en mi
camarote a las 8:00PM, según lo hicimos ayer”. Ella como paloma
sin inocencia afirma con su cabeza. El reloj marca las 2:45PM.
-Es
mejor que te vallas, pues, ya no es prudente tu tardanza.-
-Tienes razón amado, pero antes de irme
deseo saber algo más de ti. Apenas sé que te amo muchísimo, que vienes de
costas causantes de un gran dolor y que tu nombre supuestamente es Drug.-
-Tuya
es mi vida y mi corazón, no es mi intención ocultarte nada. Mi nombre
efectivamente es Drug, Drug Cobain. Aparte del inmenso amor que siento por ti,
no tengo nada más, excepto, un hermano
sacerdote que vive cerca de las costas donde desembarcaremos mañana... Y donde
nos refugiaremos al escapar... Y una casa bastante amplia de la época románica
ubicada en una zona boscosa de Turquía donde los dos viviremos felices para
siempre, ya que esta me ha sido heredada por mis padres, que murieron en un
accidente, junto a su fortuna, de la que mi hermano ha dispuesto que sea yo
quien la administrase.-
-Siento mucho lo de tus padres.-
-Sí,
yo también lo siento mucho... Me a marcado profundamente su ausencia, pero he
podido superarlo.-
-¿Se debe a ello el dolor de aquellas
costas?-
-En
parte... El dolor de aquellas costas tiene su causa en una mujer a quien
aprecio con toda mi alma, su nombre es Elena. Crecimos juntos en el hogar de
mis padres, tras la muerte de ellos su presencia me ayudó mucho. Su atención
llenó el vacío que ellos habían dejado. Me hice dependiente de su afecto. Ella
hace un año partió a aquellas costas para continuar sus estudios. Con un amor
ciego he ido a buscarla... Pero... Ya estaba comprometida con otro. Preferí no
intervenir en su relación, pues, a pesar de su cariño profeso a mí, a quien
quería era a él. Así después de una noche de pasión junto a ella en la playa
tomé este barco donde pude conocer el verdadero amor. Me enamoré como nunca lo
había hecho antes, de la perla más hermosa y fina. Me enamoré de ti... Junto a
ti he sentido por vez primera el amor y no un capricho pueril-
-Gracias por confiar en mí y amarme tanto
como yo te amo a ti-.
-Siempre,
preciosa-.
-Me voy amado, se me ha hecho tarde-.
Nos besamos intensamente. Me dio la espalada y contemplando
sus caderas, se fue.
Ya sin poder tener su cuerpo ante mis ojos me dispongo a
disfrutar del colorido paisaje. A ver el cielo en el espejo del mar con su
caudal de nubes y reflejos de viva luz. Doy gracias a Dios que me ha dado la
oportunidad de amar.
Solo deseo ahora ver cada rincón del universo hasta donde
alcance la mirada. Verlo todo y mirarlo con el alma es el milagro de la luz
para la vida y para el amor que ahora habita en nosotros.
Mi cuerpo un poco agotado exige un descanso. Marcho al
camarote a disponer de un reposo. El reloj marca las 3:15PM, mi mente solo
piensa una cosa y es en ella. Tanto que el único sentido de descansar está en recuperar fuerzas para tomarla, besarla y
amarla con vigor esta noche.
Pasadas las horas y encontrándome en mi habitación
durmiendo, apenas con un short como de costumbre, he tenido un gran sobresalto
e impresión al tropezar en mi cama con
otro cuerpo. De pies tras un salto frente a la cama, sorprendido y sin creerlo,
veo el cuerpo de mi amada Asha extendida desnuda en mi lecho. Me pellizco y
estrujo los ojos para ver si es un sueño o espejismo lo que estoy viendo pero
compruebo la realidad al escuchar su voz tras algunas risas de ella, diciéndome
que me tranquilice y agradeciéndome la ocurrencia de entregarle la llave de mi
cuarto.
-Es que no puedo vivir sin ti-.
-Yo
tampoco, pero es una locura, vamos a salir muertos de este barco.-
-No te preocupes por mi esposo, se puso a
tomar con Yasata y está tan ebrio que dudo se levante antes del amanecer.-
-Creo
que vale la pena arriesgarse.-
-Sí, ya lo creo... -
Es imposible negarle mi ser cuando insistentemente ella me
lo pide. Mirando sus ojos me interno en sus pensamientos hasta embriagarme con
los néctares de su presencia en mí. Deseo vivir siempre entre sus labios
bebiéndome sus besos. Deseo morder sus senos y tocar su vientre con mi cuerpo
hasta hundirme en el remolino femenino de sus encantos. Ven amor, ven conmigo,
quiero mirarte con la luz de mis ojos ahora que puedo verte. Quiero sentirte en
mis brazos ahora que puedo amarte.
Tu mirada como arquero lanza flechas doradas desde tus
brillantes ojos verdes que hacen vibrar mi corazón y mis sentidos con entereza.
Preciosa, estoy herido por tu cuerpo que golpea mi pecho, indefenso y sin
aliento entre tanta euforia y avidez. Más soy valiente y aguerrido y tengo el
corcel más veloz de la tierra. Concédeme tu mano, tu alma y tu vida para
llevarte cabalgando por los mejores caminos hasta el éxtasis.
Espero en la otra vida recibir tus manos y tu cuerpo, manos
que ahora me acarician, cuerpo que ahora vibra con el mío en nuestro lecho.
Palpo tus pechos como rosas blancas, que quieren salirse del
seno como dos palomas. Tomas mi cuerpo como arcilla para moldearlo y saciar en
él los instintos naturales de la carne, tú sexto sentido de mujer.
No hay palabras, solo lenguas desarticuladas. Hablan en
cambio los sueños, de los que apenas se les logra oír: “Por favor no te
vayas nunca amor mientras yo viva”.
Los dos desnudos, después de tan maravilloso acto, no nos
habíamos dado cuenta que, en medio de tanta movedera, habíamos tirado la ropa
al piso. Iblis que siempre se metía debajo de mi cama, como perro al fin, le
dio por comerse su bikini blanco de
lunares negros. A mí me mató la risa, ella se disgustó, gritó y maldijo al
pobre animal. Su cara de enojo le daba una belleza particular. Su bikini en mis manos dejaba ver
con tales destrozos que ya no tenía ninguna utilidad. Intentando ofrecer alguna
solución al problema, no encontraba ninguna, fuera de darle ropa interior mía y
eso es bastante absurdo y riesgoso.
Ella al respecto decidió vestirse sin su apreciada prenda,
hecho que se dejaba entrever desde afuera de su falda creando cierta preocupación
en mí al pensar que pueda ser vista. A pesar de ello, Asha, después de un suave
beso en mi boca me dice que no hay que temer ya que ha anochecido y es bastante
oscuro, y su esposo debe estar pasando su embriaguez.
Tranquilizándome entre sus brazos o por lo menos
intentándolo la acompaño a la puerta. Salgo para asegurarme que no hay nadie
cerca, al ver todo en orden ella sale y más atrás Iblis, causante de tales
angustias.
Cierro mi puerta, intento ver la hora pero con tal desorden
de sábanas e imaginar que entre ellas está mi reloj de mano desisto de la idea.
Vuelvo acostarme sobre sábanas desordenadas, donde retozó el amor y mi cuerpo,
con la extraña sensación de una noche intranquila y temores como de muerte.
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