lunes, 27 de marzo de 2023

Habilidades de Juicio en el diseño Sinodal




El pensamiento crítico conlleva proponer diversas hipótesis, observar un problema desde interpretaciones alternativas, plantear nuevas preguntas, ofrecer posibles soluciones, y diseñar un plan que contenga estrategias para la investigación. Todas estas afirmaciones encuentran un espacio en el reto eclesial que nos invita a transformar todo en clave sinodal.


Las habilidades de juicio que deben estar presentes en el diseño eclesial sinodal son: 


 El análisis de los argumentos recibidos por los líderes de la comunidad eclesial.

 El juzgar la credibilidad de las fuentes (basado en el depósito de la fe) de lo que se enseña.

 El identificar el foco del asunto.

 El preguntar dudas y responderlas.

 El poner en entredicho las cuestiones que se alejan del espíritu evangélico.


Las actitudes de juicio que deben estar presentes en el diseño eclesial sinodal son:


 Mostrar interés por plantear preguntas y por llegar a conclusiones.

 Detentar un conocimiento global del contexto.

 Tener disposición de buscar y dar razones ante los problemas.

 Estar siempre bien informado, buscando fuentes veraces y alternativas (depósito de la fe).

 Tender a juzgar si las evidencias y razones aportadas son insuficientes.


Las habilidades de juicio y las actitudes de juicio en el proceso de construcción sinodal nos ayudan a la comprensión de la complejidad eclesial que debe asumir la comunidad. Los bautizados asumen la tarea de una estructura eclesial más evangélica y fraterna no desde la rigidez fáctica, autoritaria y normativa, sino con una mirada personal y en su contexto social, cultural, espiritual, fraterno y económico. El método teológico desde la sinodalidad facilita al bautizado poder analizar la información que le da sus pastores y el conocimiento que aporta la reflexión de la Palabra de Dios desde su perspectiva histórica, lo discute y propone alternativas, con la seguridad de que será escuchado. Para la elaboración de una interpretación objetiva, el bautizado realiza inferencias pragmáticas o proyectivas, desde los lineamientos diocesanos o parroquiales.

Podemos definir inferencia como el proceso por el cual se derivan conclusiones a partir de premisas. En la lectura bíblica crítica las inferencias deben ser parte de la acción cognitiva del bautizado y deben estar asociadas a la lógica doctrinal enseñada por la Iglesia. Estas deben ser conscientes y deben surgir de forma natural en el proceso de oración y no forzosamente.


¿Cómo enseñar a leer la Palabra de Dios críticamente?


Para poder leer críticamente la Palabra de Dios se necesita una profunda actitud orante y una integración de las habilidades y actitudes del pensamiento crítico de la comunidad eclesial, que vinculan en la memoria los distintos conocimientos que la Iglesia a través de su Magisterio y Tradición nos ha enseñado. Dentro de un texto bíblico encontramos un mapa de situaciones y distintos caminos en el cual debemos seguir las líneas y señalizaciones correctas para lograr alcanzar nuestro “tesoro”, que es una interpretación objetiva en consonancia con la Revelación aprobada por la Iglesia.


Este proceso de despertar lógico va acompañado de señales claras que conocemos como las inferencias evangélicas, estas nos permiten evaluar y aprender, desde el espíritu del Evangelio, estableciendo una relación entre lo que conocemos, lo que nos invita a vivir la Palabra de Dios y las nuevas ideas que surgen en seno de la comunidad. Sin el pensamiento crítico, personal y comunitario, nos colocamos frente a dos peligros. El de vaciar la lectura bíblica de sentido; y que el sentido que le dé el lector al texto bíblico no posibilita una conexión real con el epíritu del Evangelio.


La pedagogía eclesiológica debe deslizarse en un aprendizaje crítico desde el contexto sinodal como lugar de saberes bien articulados y priorizados. Es un error limitar la lectura bíblica a la memorización de conocimientos aislados y peor aún confusos. La pedagogía eclesiástica debe enseñar a leer la Palabra de Dios desde una dimensión mística en un proceso interactivo con la realidad de la comunidad y constructivista en función de la salvación de las almas. El programa pedagógico eclesial inspirado desde la Sinodalidad, destaca el pensamiento crítico como un proceso consciente de la acción del Espíritu Santo a través de la lectura y en medio de la comunidad. Para hacerlo posible debemos construir desde la invitación de “caminar juntos” un método que sostenga el sentir de la comunidad eclesial desde en el contexto de la lectura bíblica orada y leída, en otras palabras,  ser “luz y sal del mundo” en medio de las situaciones o problemas de la vida cotidiana. Los hechos del presente, del día a día, son para el proceso de la vida de fe para el cristiano, motivaciones al aprendizaje, sin ellos no puede promoverse la comunidad eclesial, ni el pensamiento crítico personal, ni el camino sinodal.


Un factor importante en la enseñanza de la lectura crítica de la Biblia es la unidad mística del creyente al Cuerpo de Cristo como Pueblo de Dios. Dentro del camino sinodal la meditación de la Palabra de Dios no debe perderse en ideologías, ramas, discíplinas o ciencias, sino debe estar en consonancia con el Magisterio y la Tradición. Sólo desde la unidad con la enseñanza de la santa Iglesia católica caminaremos en un suelo seguro para la vida de fe. La interdisciplinariedad es un valor del pensamiento crítico, pero debe estar sujeta al Magisterio y no a una o varias opiniones personales. La Sinodalidad valora la interdisciplinariedad porque sin ella es difícil poder pensar de forma crítica, pero es más fácil no perderse en el camino si usamos la brújula de la Revelación.


Al enseñar sobre la lectura bíblica crítica hay que resaltar que no es suficiente leer y comprender el texto, sino  que es necesario tener la habilidad de inferir el sentir del Pueblo de Dios y el discernimiento que sólo puede provenir del Espíritu Santo. Desde esta idea, el ejercicio de leer la Palabra de Dios supone reconocer que el texto es un instrumento místico que Dios a confiado a su Iglesia. La Sagrada Escritura es ante todo un don del Espíritu Santo que ha sido otorgado al Cuerpo místico de Cristo, y sus valores son de naturaleza espiritual situados en un tiempo y un espacio (con dimensión histórica). Esto implica que el autor absoluto de la Biblia es Dios uno y trino y no una persona neutra o ente metafísico despersonificado. El Cuerpo místico de Cristo no es un sofismo sino que es un cuerpo vivo, y tiene sus propios conocimientos, y propias intenciones que se plasman en la historia y de forma gráfica en la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios es una realidad epifánica que el lector tiene que llegar a vivir. Para ello el lector bíblico debe tener la astucia de escapar de las trampas ideológicas, del razonamiento positivista científico, afirmaciones arbitrarias, hipótesis privadas, especulaciones separadas de la Revelación, predicciones proféticas o alarmistas... El método teológico en el contexto sinodal propone tener presente los criterios del Magisterio y se apoya en el aprendizaje cooperativo dentro de la comunidad eclesial.


El párroco debe crear un ambiente de oración en base a las necesidades de la comunidad, invitando a que los fieles conversen de sus ideas y puntos de vista, estimulando al debate entre ellos, la vida de oración, sin desconectarlos de los problemas de su cotidianidad y escuchando sus posibles soluciones. El párroco debe invitar a sus fieles a que planteen tareas para que construyan sus ideas y den forma a sus interpretaciones en beneficio a la comunidad eclesial. A su vez, el párroco  debe dar especial atención a los conocimientos que los fieles manejan previamente y a las emociones que despiertan en ellos el hecho de leer la Palabra de Dios. Pues, los valores, los sentimientos y las emociones forman parte de la experiencia de la lectura y también han de ser objeto de análisis y reflexión.


El lector de la Palabra de Dios debe comprender que leer reflexivamente es el resultado de una actividad en comunidad compartida. La experiencia afirma que los fieles entienden mejor un texto bíblico y acceden mejor a la información cuando éste se ha analizado en seno de la comunidad eclesial que cuando el texto se ha interpretado únicamente desde una lectura individual. Es por ello que el método teológico en el contexto sinodal plantea como estrategia la lectura en comunidad, como herramienta útil para estimular el ejercicio espiritual de la meditación de la Palabra de Dios. Y formar en ellos al mismo tiempo la capacidad de hacerlo de forma crítica.


La estrategia de la lectura bíblica en comunidad, promueve la reflexión metacognitiva, que consiste en crear consciencia en los fieles de sus procesos de formación, de forma tal que sea el bautizado el más interesado en obtener de manera eficaz el conocimiento de la fe y su vivencia comunitaria. La reflexión bíblica facilita a los fieles activar los procesos de aprendizaje a través de pensamientos no sólo cognitivos sino espirituales. Estos pensamientos auto-generados a través de la experiencia del encuentro con el Jesús bíblico van acompañados de emociones y acciones que están planificadas y adaptadas pastoralmente para lograr la obtención de los dones espirituales propios del Pueblo de Dios. Dones espirituales que se alcanzan a través de la oración activa de la comunidad eclesial al lograr la madurez de la vida espiritual de los fieles. La participación de aprendizaje bíblico, vincula al bautizado con la propia comunidad y con sus prácticas sociales. La participación en el aprendizaje bíblico es una estrategia clave asociada al pensamiento crítico y a la invitación sinodal que la Iglesia nos invita hoy.  El método teológico debe ofrecer los medios para que los bautizados puedan comprender la dimensión sinodal que necesita el Pueblo de Dios y puedan vivirla y generarlas, así como reflexionar sobre ellas. 


Atendiendo a estas estrategias podemos afirmar que el método teológico debe ser una herramienta no tanto académica como pastoral, de naturaleza crítica y dinámica. Es el método teológico el que nos permite avanzar en la relación comunidad eclesial- bautizado- texto bíblico. El texto bíblico se  comprende desde la comunidad y el amor de su autor. Si se ignora la Palabra de Dios se ignora la Sinodalidad del Pueblo de Dios. Para lograr una interpretación objetiva del contexto de escucha de la Palabra de Dios, esta debe ser comprendida y escogida por la comunidad eclesial, unida a su Obispo,  para que de forma natural surjan las tomas de decisiones y las muestras de responsabilidad.


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