lunes, 27 de marzo de 2023

Sinodalidad: La teología inculturada

 



La teología inculturada


La cultura envuelve la globalidad de la vida de cada grupo humano en tres niveles diferentes: El imaginario, que comprende sueños, mitos, esperanzas; el simbólico se refiere a la representación material, social o cognitiva; y el nivel real alude a la producción y utilización de objetos materiales. Tanto los tres subsistemas culturales (lo material, lo social y lo interpretativo), como los tres registros (Imaginario, simbólico, real) interactúan constantemente. La cultura se define “como el conjunto de sentidos y significaciones que informan la vida de un pueblo” (Lonergan, 1988: 9).


La inculturación, por su parte, comprende el proceso de evangelización por el cual la vida y el mensaje cristiano son asimilados por una cultura, de modo que no solamente ellos se expresen con los elementos propios de la cultura en cuestión, sino que se constituyan en un principio de inspiración, al mismo tiempo, norma y fuerza de unificación, que transforma y recrea esa cultura (Azevedo, 1991: 56 ss.).


En otras palabras, la inculturación se da en doble vía. Por una parte, los evangelizadores y su mensaje pasan por la Kénosis y purificación, acogiendo, valorando y asumiendo elementos de una cultura; y por otra, el mensaje cristiano ilumina y transforma la cultura.


El cristianismo católico centro-europeo, con sus formulaciones teológicas correspondientes, acumuló patrimonio inmenso de datos, admirable contenido y sistematización. Constituye gran parte de lo que hoy se reconoce como tradición, memoria colectiva-selectiva de la Iglesia. Contribuye innegablemente para la creación de cualquier otra teología legítimamente cristiana, en cualquier lugar de la tierra. Como ya enfrentó muchas situaciones a lo largo de su historia, acumuló sabiduría.


La teología europea tiene otra contribución para ofrecer: Elabora su reflexión con el sustrato de la cultura occidental, hasta hoy hegemónica en gran parte del planeta, y con inmensa capacidad de penetración y fascinación. No se supera la teología europea sin pasar por ella y aprender lo mucho que tiene para ofrecer. Esto no significa que sea la teología por definición. Como toda reflexión sobre la fe, contextualizada culturalmente, la llamada teología occidental no está obligada a responder a todos los desafíos y preguntas centrales suscitadas por otras culturas. No puede tener esa pretensión.


Los enfoques pluriculturales atentos a esta situación incentivan la elaboración de teologías para contextos en los que determinados elementos culturales, aunque con una gama enorme de variaciones, muestran cierta configuración distintiva. Se puede así ensayar una teología amerindia, por ejemplo, que abarque distintos pueblos y naciones indígenas. Sin embargo, tomar en serio este enfoque teológico representa un gran esfuerzo. Supone estar atento a las grandes preguntas que surgen en cada matriz cultural y buscar las respuestas más adecuadas.


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