lunes, 27 de marzo de 2023

Sinodalidad: Tradición y Renovación

 



Sinodalidad: Tradición y Renovación


La Sinodalidad es una actitud evangélica que se encuentra presente desde los inicios del cristianismo. Para desarrollar esta segunda parte, tomaremos como base el estudio realizado por Gregorio Iriarte para el VII encuentro de redes cristiana (Cfr. Iriarte, 2021) y lo adaptaremos al reto sinodal. El “caminar juntos” se traduce en la “fraternidad” que se hacía presente en las primeras comunidades apostólicas. Las primeras comunidades eran grupos de bautizados en el cual sus integrantes se conocen, comparten su vida, celebran su fe y se ayudan mutuamente a vivir plenamente su compromiso con la ley suprema del Amor, enseñada por Jesucristo.


La Iglesia es el Pueblo de Dios desde la primera experiencia comunitaria entre los bautizados. Los primeros cristianos mantienen su cultura y tradiciones, propias del contexto histórico. Es sólo  a la medida que sus corazones se amoldaban a la inspiración del Espíritu Santo que van descubriendo e implementando nuevas formas de organización que ayuden a interiorizar los valores evangélicos, ofreciendo una respuesta a los signos de los tiempos.


La Sinodalidad es un paso reflexivo que, a la luz del Evangelio, transforma a la comunidad cristiana a la imagen de su Salvador.


La invitación a una fraternidad más abierta en la eclesiología actual, responde a la necesidad de una  estrategia pastoral de regresar a los orígenes. Las comunidades eclesiales de base, en Latinoamérica, han sido un ejemplo del esfuerzo del querer ser Pueblo de Dios. La Iglesia de hoy desea ardientemente ser la expresión actualizada más parecida a las primeras comunidades cristianas, descritas en los Hechos de los Apóstoles:


“Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a la oración… Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba” (Hch. 2, 42-46).


“La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como suyo lo que poseía, sino que todo lo tenían en común. Dios confirmaba con su poder el testimonio de los apóstoles respecto de la resurrección del Señor Jesús, y todos ellos vivían algo maravilloso. No había entre ellos ningún necesitado, porque todo lo que tenían, campos o casas los vendían y ponían el dinero a los pies de los apóstoles, quienes repartían a cada uno según sus necesidades”. (Hch. 4, 32-36).


Las C.E.Bs.: Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla


La experiencia latinoamericana de las Comunidades Eclesiales de Base brota de la renovada eclesiología del Concilio Vaticano II. Dice el Concilio:


“La Iglesia avanza con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo y su razón de ser es actuar como fermento y alma de la sociedad” (GS nº 40).


Las Comunidades de base “surgen y se desarrollan en el interior de la Iglesia, permaneciendo solidarias con su vida, alimentadas con sus enseñanzas, unidas a sus pastores. Nacen de la necesidad de vivir todavía con más intensidad la vida de la Iglesia o del deseo de una dimensión más humana que difícilmente pueden ofrecer la comunidad eclesial, sobre todo en las grandes ciudades contemporáneas que favorecen el anonimato y la masificación… Se quieren reunir para escuchar la Palabra de Dios, para los sacramentos, el ágape fraternal de las personas que la vida misma encuentra ya unidas en la lucha por la justicia, la ayuda fraterna a los pobres, la promoción humana”… (EN nº 58).


La doctrina de Puebla sobre las CEBs. es muy rica y abundante: Extractamos algunas ideas al respecto:


Las CEBs. son “puntos de partida en la construcción de una nueva sociedad”.

“Focos de evangelización y motor de liberación y desarrollo”.

“Expresión del amor preferente de la Iglesia por el pueblo sencillo”.

Las CEBs. “explicitan la vocación de comunión con Dios y con sus hermanos”.

“Ofrecen posibilidad concreta de participación en la tarea eclesial y en el compromiso transformador del mundo”.

En las CEBs. “se expresa, valora y purifica la religiosidad popular”

“Esas pequeñas comunidades son esperanza de la Iglesia” y “ambiente propicio para el surgimiento de nuevos servicios laicales”.

“Ellas promueven un compromiso mayor con la justicia en la realidad social de sus ambientes”

La CEB es una comunidad de fe, esperanza y caridad, celebra la Palabra de Dios en la vida, a través de la solidaridad y el compromiso con el mandamiento del Señor y hace presente y actuante la misión de la Iglesia”. (Puebla nº 641, 642, 643 y 629).


Conclusiones:


Las CEBs. tratan de reactualizar las características y el dinamismo de las primeras comunidades cristianas, tratando de adaptarlas a los tiempos actuales. Ellas nacen inspiradas por la teología renovada del Concilio Vaticano II y por  los documentos de Medellín y Puebla. Las CEBs forman un ambiente propicio para el surgimiento de nuevos ministerios laicales, y una herramienta para evitar la autoreferencia clerical para todas las decisiones.


Cuestionamientos: 


Muchos, por distintas razones, miran con desconfianza a las CEBs.


En algunos lugares las CEBs. han llegado a perder su sentido eclesial.

Existe siempre el peligro de que sean manipuladas por los políticos, o se encasillen en ideologías.


¿Qué es una Comunidad Eclesial de Base?


La CEB es un nuevo modelo eclesial que surge por la fuerza del Espíritu. Es la Iglesia misma a su nivel más humilde, más pequeño y más vital. Esta vitalidad de las CEBs. es real en la medida en que son:


Comunidad: Comunión del pequeño grupo y comunión de muchas comunidades. Cuanto más comunidad, mayor fuerza. Pero es comunidad.


Eclesial: Cuanto más fuerte y nítida es la identidad eclesial de la CEB, mayor es su dinamismo. Pero esta comunidad eclesial es también.


De Base: Cuando hablamos de “la base” nos referimos a la base humana, social, étnica, política y religiosa. Es el pueblo creyente y humilde que se organiza desde la fe. Las CEBs. es la Iglesia que nace de la fe de los pobres.


Hay CEB cuando hay identidad Eclesial de tipo Comunitario inserto en la Base de la sociedad. Si uno de los tres elementos se debilita o desaparece también la CEB tiende a decaer o desaparecer.


Nos detenemos unos momentos para profundizar un poco en estos tres elementos básicos de las CEBs.


Comunidad


Se denomina “Comunidad” porque está formada por grupos homogéneos y fraternos. Entre ellos se da ayuda mutua y solidaridad. La convivencia es profunda y estable. Hay participación plena de todos en la reflexión y en el compromiso.


Existe sentido de pertenencia al grupo, corresponsabilidad y crecimiento personal.


Viven todos profundamente encarnados en su propia realidad, haciendo un frente común ante los problemas y asumiendo solidariamente las tareas que el grupo selecciona.


Se sienten estrechamente unidos, ya que todos sufren parecidos problemas, usan el mismo lenguaje, alientan idénticos ideales y asumen los mismos compromisos.


En las CEBs. se da el mínimo de estructuras con el máximo de interrelación personal; el mínimo de verticalidad y de dirección con el máximo de participación igualitaria.


Diferencias entre “comunidad” y “grupo”:


El “grupo” es transitorio, excesivamente homogéneo, cerrado y muy uniforme; en cambio, la “comunidad” es más permanente; buscando dar una respuesta global a los desafíos de la vida, integrando a diversidad de personas (hombres, mujeres, jóvenes, ancianos…). La “comunidad” es pluralista. La homogeneidad viene dada en cuanto a todos tienen metas e intereses comunes.


El Grupo hace referencia a algo especializado. Responde a problemas concretos. Uniforma en la edad, cultura, ideas, lenguaje. Es transitorio; se disuelve cuando acaba su función. Es cerrado; sólo los iniciados pueden pertenecer.


La Comunidad es global. Se busca respuesta a todos los problemas de la vida. Es Pluralista en la edad, sexo, raza, nivel de concientización. Es Permanente, ya que los problemas de la vida nunca se superan totalmente. Es Abierta a todas las personas, buscando siempre expansionarse.


Eclesial


La CEB es una comunidad sociológica (“de Base”), psicológica (“Comunidad”) y teológica (“Eclesial”). El principio y la motivación básica de la C.E.B. es la fe en Cristo y el deseo de vivir plenamente su Mandamiento Nuevo.


En su viaje a Brasil, el Papa Juan Pablo II hacía estas puntualizaciones, mientras reafirmaba su confianza en las C.E.Bs.: “Entre las dimensiones de las Comunidades Eclesiales de Base creo conveniente llamar la atención en aquellos que más profundamente las define, y sin lo cual se perdería su identidad: la eclesialidad. Ser eclesiales es su marca original y su modo particular de existir y de actuar. La “base” a la que se refieren es nítidamente eclesial y no meramente sociológica u otra. Esa eclesialidad se concretiza en una sincera y leal vinculación a sus legítimos Pastores, y en una fiel adhesión a los objetivos de la Iglesia Universal. Esta apertura evitará toda tentación de sectarismo” (Mensaje a los líderes de las C.E.Bs. Nº 3 y 5).


Fieles a las condiciones esenciales que las definen como Iglesia, las C.E.Bs. demuestran en toda América Latina gran riqueza y creatividad en su manera de ser y vivir la vocación de Iglesia presente en el mundo. Ellas reconocen ser convocadas y alimentadas por la Palabra de Dios, sobre la cual reflexionan, bajo la acción del Espíritu, en vistas a la conversión personal y social. A su luz, analizan la realidad, actúan dentro de ella y buscan transformarla cuando la situación la exige. En la base de esta acción sobre la realidad está la convicción de que Dios nos habla también por medio de los acontecimientos y nos llama a todos a construir una sociedad conforme a sus designios.


La C.E.B. es la Iglesia misma bajo la expresión más popular y celular, donde se da un máximo de vivencia de la fe, donde, por un lado, se reproduce y actualiza la estrategia pastoral de la Iglesia primitiva, y por otro, se da una respuesta a los problemas socio-económicos de nuestro mundo, de acuerdo con “los signos de los tiempos”, que indican el “paso liberador de Dios” en los acontecimientos de cada día.


La C.E.B. es, por lo tanto, una micro-estructura eclesial. Es la Iglesia misma en su mejor expresión de “fermento profético”.


Su característica de “eclesial” dimensiona tanto sus posibilidades como sus limitaciones.

Las C.E.Bs. son el núcleo fundamental de la Iglesia inmerso en la misma base, respondiendo evangélicamente a los problemas, denunciando la injusticia, desarrollando una labor concientizadora, anunciando y proclamando nuevos valores, criticando la mentalidad consumista de nuestro tiempo y construyendo un hombre nuevo dentro de una nueva sociedad.


De Base


Porque las C.E.Bs. mayoritariamente están constituidas por “las bases” socio-económicas de nuestra sociedad (los pobres, los marginados, los desocupados, los sin-instrucción, los sencillos, los humildes…).


También ellos son “las bases” de la Iglesia.


Por eso las comunidades “de base” son un signo y una expresión de protesta frente al autoritarismo y al monopolio clerical, al verticalismo, al elitismo y a la excesiva institucionalización de la Iglesia. Son igualmente una protesta viviente en contra de la función legitimadora de la Iglesia para con un “orden” social y económicamente injusto.


La “base” es la parte de la sociedad que no tiene acceso al “poder” (político), al “tener” (económico) y al “saber” (científico) porque es continuamente privada de esas posibilidades a través de la dominación político-cultural y de la explotación económica.


Lo que caracteriza globalmente a “la base” es el hecho de haber sido históricamente despojada de un futuro propio, manteniéndola en condición de objeto para que otros puedan autorrealizarse en su propia historia.


Pero Cristo se encarnó “en la base” y anuncia su Buena Noticia preferentemente para “la base”.


Toda auténtica transformación viene desde “la base” y no desde arriba.


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