lunes, 27 de marzo de 2023

Sinodalidad con una visión integral de la realidad

 


Sinodalidad con una visión integral de la realidad


Nuestro pensamiento se mueve generalmente dentro de categorías dualistas. Nuestra cultura, nuestra formación religiosa, nuestras ideas, tienden a dividir la realidad como si estuviera compuesta por dos elementos totalmente diferenciados: el espiritual y el material.


Esto ha llevado a los cristianos a vincular exclusivamente la redención y la salvación que se nos da en Cristo con el elemento espiritual. La teología y la mayoría de los cristianos han tendido a subestimar, y hasta relegar al olvido, los aspectos humanos y materiales de la salvación. Han pretendido reducir la Salvación a la “salvación del alma”, de un modo inhumanamente desencarnado e individualista.


Se ha pensado que la Redención actúa sólo en la intimidad de la conciencia individual, sin comprender que la economía, la política, la historia… son lugares de revelación y de salvación divina.


Si la evangelización no alcanza a la creación entera, entonces dios es el gran ausente de la historia. El Reino de Dios debe brotar, no sólo en la conciencia individual de las personas, sino, y sobre todo, en nuestras instituciones familiares, sociales, económicas, políticas. Debe brotar en las relaciones con nuestros hermanos, sobre todo con los más pobres, ya que el juicio de Dios se ejercerá sobre “el hambre” y “la sed” que nosotros no supimos saciar o mitigar.


Este dualismo por el que pretendemos establecer en las cosas una división que sólo se da en nuestra mente, permanece profundamente arraigado en la mentalidad de los creyentes. Según esto, se quiere ver como realidades totalmente seccionadas y hasta contrapuestas, el alma y el cuerpo; el cielo y la tierra; la Iglesia y el mundo; el espíritu y la materia; la oración y la acción; el amor de Dios y el amor humano...


Esta falsa visión dualista quiere ser totalmente superada en el proceso sinodal que el pontificado del Papa Francisco nos invita a vivir.


Sinodalidad como fermento de la sociedad


El proceso sinodal busca ser una síntesis entre la fe que se profesa y la vida; quiere hacer realidad la imagen del fermento que se mezcla con la masa para transformarla o la de la sal que se diluye dentro de la comida para sazonarla.


Las instancias sindicales, políticas, económicas, culturales, son lugares importantes donde significativamente se hacen historia la gracia y el pecado, la opresión y la liberación.


Puebla nos lo dice claramente: “La Iglesia siente como un deber y derecho el estar presente en el campo de la realidad: porque el cristianismo debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensión política. Crítica por esto a quienes tienden a reducir el espacio de la fe a la vida personal o familiar, excluyendo el orden profesional, económico, político, social, como si el pecado, el amor, la oración y el perdón no tuvieran allí relevancia” (Puebla nº 515).


El proceso sinodal quiere hacer realidad la visión evangélica y luminosa que nos da el Concilio Vaticano II de lo que es la Iglesia. Dice así: La Iglesia “avanzar con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo y su razón de ser es actuar como fermento y alma de la sociedad” (GS. nº 40).


El Concilio busca superar todos los dualismos y dicotomías. La Iglesia es distinta, pero no separada del mundo. Participa en los procesos históricos desde adentro de la sociedad, aunque con una dimensión distinta, que le es propia.


Dicen los Obispos en el Documento de Medellín: “Nuestro aporte no pretende competir con los intentos de solución de otros organismos… Nuestro propósito es alentar esfuerzos, acelerar realizaciones, ahondar el contenido de ellas, penetrar todo el proceso de cambio con los valores evangélicos”. (Mensaje a los Pueblos de América Latina).


La acción de la Iglesia no debe ser orientada solamente hacia el pueblo, sino también y principalmente desde el pueblo mismo. (Decl. del Episcopado Argentino. Abril 1969)


La “Iglesia en salida” debe evangelizar la totalidad de la existencia:


La vida personal

La vida familiar

Las relaciones económicas

Los proceso sociales

La cultura y las costumbres

La política…


No hay más que una historia en la que el proyecto de Dios se hace historia de salvación:


La Iglesia es un sacramento e instrumento de salvación universal.

Es distinta del mundo pero no separada de él.

La Iglesia no pretende ofrecer soluciones técnicas a los problemas.

Su misión es servir al hombre y animar todos los procesos humanos con los valores del Evangelio.


Cuestionamientos a la sinodalidad como historia:


Muchos cristianos formados en un falso espiritualismo y en una concepción del mundo como algo absolutamente malo, dicen:


Hay que huir del mundo porque en él todo es tentación.

Lo espiritual es lo importante. Todo lo material es transitorio y deleznable.

Al fin, lo que se salva es nuestra alma…


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