El Papa Francisco ha recibido en audiencia privada a los participantes de la actividad organizada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral que tiene como finalidad emprender un proyecto que ha dado sus primeros pasos en los últimos seis años con reflexiones, diálogos e investigaciones.
Entre los participantes figuran la Organización Internacional del Trabajo, Conferencias Episcopales, congregaciones religiosas, organizaciones católicas y de otras confesiones, sindicatos y otros grupos de base de la sociedad civil que participan en el proyecto «El futuro del trabajo: el trabajo después de Laudato si».
El Papa como profeta de nuestro tiempo nos advierte que «las exportaciones de algunas materias primas con el único fin de satisfacer los mercados del Norte industrializado no han estado exentas incluso de graves consecuencias, como la contaminación por mercurio o dióxido de azufre en las minas».
Es por ello que el Pontífice pide prestar especial atención «a los posibles efectos en términos de salud física y mental de los implicados, así como de seguridad».
La preocupación del cambio climático sigue siendo una tarea pendiente por parte de todos, por lo que nos recuerda el Santo Padre que «Las catástrofes naturales y las condiciones meteorológicas extremas, ahora intensificadas por el cambio climático, además de las crisis económicas, son otros motores importantes de la inseguridad alimentaria, ligados a su vez a vulnerabilidades estructurales como la pobreza, la elevada dependencia de las importaciones de alimentos y la precariedad de las infraestructuras».
Un factor social de gran relevancia es la inmigración. El Papa critica los «prejuicios» y la «información inexacta o ideológica» respecto a la cuestión migratoria ya que los inmigrantes «a menudo son vistos como un problema y una carga para una nación».
Ante el problema de la baja natalidad, el Papa nos invita a reflexionar que la migración viene a ayudar a la crisis que provoca la desnatalidad. La falta de promoción a la familia y a la procreación hace que la poca natalidad sea un problema grave. Sin embargo, muchos migrantes y trabajadores vulnerables aún no están plenamente integrados con plenos derechos, son ciudadanos «de segunda», excluidos del acceso a los servicios sanitarios, a la asistencia, a los planes de protección financiera y a los servicios psicosociales». De igual modo, el Santo Padre criticó a los países ricos que no tienen hijos pero que prefieren tener perros y gatos.
Por último, el Santo Padre lanzó un mensaje de atención a la economía liberal porque no acepta la justicia social.
La lucha por una migración humana y respetuosa a todos los derechos es una tarea en la que todos debemos colocar nuestro mayor esfuerzo.
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