sábado, 4 de mayo de 2024

¿Qué es el ministerio del lector?



 ¿Qué es el ministerio? ¿Cómo es que empezó?


Hasta los cambios del Concilio Vaticano II en la década de 1960, el sacerdote leía las Escrituras en latín en el altar dándole la espalda a la congregación, y luego en el idioma local desde el pulpito. Las lecturas eran pasajes de las Epístolas y de los Evangelios organizados como un conjunto de lecturas que se repetían año tras año. En los domingos le seguía usualmente una homilía, pero raramente la homilía tenía algo que ver con los pasajes de las Escrituras que acababan de escuchar.


Por medio de nuestro Leccionario actual, la comunidad católica conoce la Biblia de una manera profunda y con una amplitud que no se conoció por cientos de años. Ahora, sobre el transcurso de tres años, se proclama y se predica la mayoría del Nuevo Testamento y algunas selecciones que son escogidas cuidadosamente del Antiguo Testamento, incluyendo las palabras poéticas de los Salmos.


Esta herramienta para rendir culto ha sido tan ponderosa que muchas otras comunidades cristianas en nuestro país y en otros países usan una versión ecuménica de nuestro leccionario (llamado el Leccionario Común) para sus servicios dominicales: los Luteranos, los Metodistas Unidos, los Anglicanos, los Presbiterianos, y la Iglesia de Cristo Unida usan este Leccionario Común. ¿Quién hubiera pensado que esto fuera posible, aún hace unos cuantos años?


 


¿Por qué es esto importante?


El ministerio del lector es fundamental para nuestras celebraciones litúrgicas. Como lo declaró el Concilio Vaticano Segundo


la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. ( Dei Verbum , n.21)


En otras palabras, hay dos mesas en la misa: la mesa de la palabra y la mesa del cuerpo y sangre del Señor. De cada una de estas mesas somos nutridos y recibimos el pan de vida.


Como una ayuda hacia la celebración del memorial del Señor con ferviente devoción, los fieles deben de estar muy conscientes de la presencia única de Cristo en ambas, la palabra de Dios (es el mismo quien habla cuando las Sagradas escrituras son leídas en la iglesia) y sobre todo bajo las especies de la Eucaristía. (No. 4)


La proclamación efectiva de la palabra es una parte esencial de toda la celebración.


Los lectores son ministros, no solamente lectores. Ellos, al igual que el sacerdote y otros ministros, funcionan como canales a través de los cuales Dios encuentra a su pueblo, especialmente en la Palabra proclamada. Ellos son personas de fe que también han desarrollado la habilidad para proclamar efectivamente la Palabra de Dios. Los lectores son ministros de la palabra y servidores del pueblo de Dios, no son actores.


¿Quién puede servir y ser servido?


Los lectores son gente que siguen una vida cristiana de servicio a los demás, que han recibido los sacramentos de Bautismo, Eucaristía, y Confirmación y son testigos alegres y agradecidos que dan gracias por las bendiciones de la vida y que llevan la presencia de Dios a los demás.


Se requiere entrenamiento para que los lectores comprendan y lleven a cabo sus responsabilidades de manera apropiada.


¿Dónde se lleva a cabo este ministerio?


En la Iglesia, específicamente en el ambón (el atril que está en el altar) para la proclamación de las Escrituras y en el atril del cantor (que se encuentra cerca al coro) para la lectura de las peticiones y los anuncios.


¿Cómo se lleva a cabo este ministerio?


En el hogar:

La preparación es esencial.


Estudie los textos cuando menos una vez o sobre varios días (si es posible). Las escrituras para cada domingo (con comentarios útiles) se pueden encontrar en http://liturgie.slu.edu . Le quedará claro a la congregación lo profundo de su entendimiento.

 


Lea todas las lecturas del leccionario – aun el salmo y el Evangelio para que pueda usted ver que ideas o temas conectan a las escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos.

Piense acerca del tipo de pasaje que va a leer: ¿Es una historia? ¿Un diálogo entre la gente? ¿Una carta? ¿Una parábola?

Hágase preguntas: ¿Por qué se ha escrito esto? ¿Dónde culminar? ¿Cómo es el tono—consolador? ¿regañando? ¿anunciando? ¿informativo? ¿íntimo?

Seleccione la frase u oración más importante. Trate de comunicar esta frase por encima de los demás. Aprenda a hacerle énfasis a esta frase/palabra de diferentes maneras; a veces, una voz suave es más efectiva que una voz alta.

Busque el significado de todas las palabras (especialmente los nombres propios) para asegurarse de su significado. Haga clic aquí Este sitio para escuchar una guía de la pronunciación. Si no dice bien una palabra cuando este proclamando, siga leyendo. Su trabajo es el de comunicar el significado de todo el párrafo.

Practique leer el pasaje de la escritura en voz alta varias veces, especialmente aquellos con oraciones largas (como las cartas de San Pablo).

Considere usted como un “proclamador de la palabra de Dios”. Estará usted aprendiendo a refinar las habilidades de un proclamador de la palabra, no las de un actor, anunciador de radio, o maestro de ceremonias.

Lea las Escrituras diariamente. Ore por ser iluminado acerca de lo que ha leído. 

Deje que las Escrituras influyan en su vida diaria. Esta es la mejor parte de servir como lector; las Escrituras empiezan a formarse.

Examine y lea en voz alta las peticiones y cualquier anuncio que se encuentren en el sitio web de la parroquia. 

 

Antes de la Misa:

Rece para que Dios le ayude en su ministerio:


Oración de un Lector


Señor, vísteme con Tu poder ahora que me preparo para proclamar Tu mensaje. Preparó mi lectura; he tratado de llevar dentro de mí el mensaje de lo que voy a proclamar. Ayúdame a proclamar, no solamente con mis labios, sino con todo mi corazón y mi alma. Hazme como una boquilla vacía para que sea Tu voz la que escuchen todos los que me oyen.


Líbrame de una preocupación excesiva sobre cómo voy a actuar. Convierte cualquier sentimiento de nerviosismo en energía para proclamar Tu palabra con poder y autoridad. Que Tu Espíritu viva en mí y que llene las palabras santas que proclamo. Amén


Vístase apropiadamente y modestamente.

Llegue cuando menos 15 minutos antes de que comience la misa.

Apúntese con el Coordinador de la Misa.

Vaya a la sacristía para ver una vez más el Leccionario, las peticiones y los anuncios para asegurarse de que no ha habido cambios o que le han añadido algo. Antes de que comience la misa, asegúrese de que el Leccionario fue puesto en el ambón (ya sea por el lector o por el sacristán) y la carpeta con las peticiones y los anuncios fue puesta en el ambón del cantor (ya sea por el lector). o por el sacristán).

De vez en cuando, el Leccionario tiene dos opciones para una lectura. La que se debe de leer es la que esta como primera opción en la lista. 


Durante la misa

 

Lector #1

Al menos de que haya un diacono presente (el coordinador de la misa sabrá si hay un diacono o no), este lector es parte de la procesión de entrada, se lleva el Evangeliario un poco elevado, y camina entre los monaguillos y el sacerdote. A diferencia de los monaguillos y el sacerdote, usted no hace reverencia frente al altar. En lugar de eso, usted camina sobre la rampa hasta llegar al frente del altar, con reverencia ponga el Evangeliario cerrado boca abajo en el altar, y haga una reverencia ahí en el altar antes de regresar a su banca.


Aviso: El lector no va en procesión al final de la misa.


El Lector #1 proclama la primera lectura del Antiguo Testamento. Este lector sube al ambón después de que el sacerdote dice la Oración Colecta y la congregación se sienta. Si hay una Liturgia de la Palabra para los niños, espérese a que sean mandados a la capilla antes de subirse al altar. Acérquese al ambón con la misma reverencia con que se acerca al altar y haga una reverencia hacia el altar. Cristo está presente en la palabra de Dios y en la Eucaristía, las “dos mesas” de la liturgia. Mire hacia la congregación antes de proclamar la palabra; deles unos cuantos segundos para que se acomoden en sus bancas. Lea directamente del Leccionario; no añada ni cambie ninguna palabra. Haga una pausa al final de la lectura antes de cantar “Palabra de Dios”. Aprenda como cantar escuchando este ejemplo haciendo clic aquí en este sitio . Espera a que la congregación cante “Te alabamos, Señor” antes de regresar a su banca.


Lector #1 lee las peticiones/oraciones de los fieles. Se acerca al ambón del cantor al final del Credo, algunas veces cuando escuche “Confieso que hay un solo bautismo…” para que usted este ya en el ambón del cantor, viendo al sacerdote, cuando el sacerdote comienza la oración. Lea las peticiones como están escritas, no haga ningún cambio. Espera a que la congregación responda, quizás “Te rogamos, óyenos”. Una vez más, asegúrese de que pueda pronunciar los nombres propios. Quédese en el ambón del cantor y voltee a ver al sacerdote mientras que el proclama la oración final. Luego regresa a su banca.


Lector #2

El Lector #2 proclama la segunda lectura. Este lector sube al ambón después de que el cantor ha cantado el salmo; Espere 5 segundos o más antes de subir al altar para que haya tiempo para reflexión y meditación. Acérquese al ambón con la misma reverencia con que se acerca al altar y haga una reverencia hacia el altar. Cristo está presente en la palabra de Dios y en la Eucaristía, las “dos mesas” de la liturgia. Mire hacia la congregación antes de proclamar la palabra. Lea directamente del Leccionario; no añada ni cambie ninguna palabra. Haga una pausa al final de la lectura antes de cantar “Palabra de Dios”. Espera a que la congregación cante “Te alabamos, Señor”. Luego cierre el Leccionario, y déselo a un monaguillo, antes de regresar a su banca.


Lector #2 hace los anuncios. Los anuncios se hacen desde el ambón del cantor y se encuentran en la carpeta de las peticiones. Usted debe de venir al ambón del cantor cuando el sacerdote le pide a la congregación que tome asiento para escuchar los anuncios. Espere unos cuantos segundos para que la congregación se acomode en las bancas. Haga una pausa por favor después de cada anuncio, y no agregue o cambie ningún anuncio. Regrese a su banca después de que haya leído los anuncios.


Uso del micrófono

Por favor no cambie la posición del micrófono. Puede pararse más cerca o más lejos del micrófono si le preocupa que su voz esté muy alta.


Si el micrófono no funciona bien, espere unos segundos para ver si el técnico de Audio Video puede corregir la situación. Luego proceda a hablar, proyectando su voz lo más posible si el micrófono no está operando como se debe.


Después de Misa


Recoja el Leccionario y la carpeta y regréselos a la sacristía.

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