La misa es el conjunto de oraciones y ceremonias que conforman el ritual de la Eucaristía en los ritos latinos. Como es el caso en toda la terminología litúrgica, el nombre es menos antiguo que la cosa nombrada. Desde los albores de la primera predicación de la fe cristiana en Occidente, lo mismo que en otros lugares, la Santa Eucaristía ha sido celebrada tal como fue instituida por Cristo en la Última Cena, de acuerdo a su mandato, en memoria suya. Y no pasó mucho tiempo antes de que la palabra latina missa, usada en un sentido muy vago, se conviertiera en el nombre técnico y casi exclusivo de ese ritual.
En la primera época, cuando el griego aún era la lengua de los cristianos en Roma, encontramos los nombres comúnes griegos que estaban en uso allí, al igual que en Oriente, para referirse al ritual de la Cena. El más ordinario era Eucharistia, usado tanto para refererirse al pan consagrado como a todo el ritual. Clemente de Roma (+ alrededor de 101 d.C.) usa en ocasiones la forma verbal, que aún conservaba su significado de “dar gracias”, pero también en relación con la liturgia (I Clem., Ad Cor., XXXVIII, 4: kata panta eucharistein auto). Entre otros testigos principales de la primitiva liturgia romana, Justino Mártir (+ circa 167), habla reiterativamente de eucharistia en ambos sentidos (Apol., I, LXV, 3, 5; LXVI, 1; LXVII, 5). La palabra comenzó a ser usada siempre desde entonces, y pasó sin modificaciones al latín (eucharistia) desde los inicios de la literatura cristiana latina [Tertuliano (+ c. 220), "De pr scr.", XXXVI, en P.L., II, 50; San Cipriano (+. 258), Ep., liv, etc.]. Y continúa siendo el nombre normal para el sacramento a lo largo del desarrollo la teología católica, pero poco a poco fue superado por Missa para todo el ritual. Clemente llama leitourgia a todo el ceremonial (I Cor 40, 2, 5; 41, 1) y prosphora (ibid. 2, 4), con cierta diferencia de matiz (“rito”, “oblación”). Esos y otros nombres griegos ordinarios (klasis artou en las catacumbas; koinonia, synaxis, syneleusis en Justino, “I Apol., 67, 3), cuya connotación aún no era tan estrictamente restringida en lo técnico, fueron usados durante los dos primeros siglos en Oriente y Occidente. Con el inicio del uso del latín en el siglo III aparecieron las primeras traducciones de términos griegos. Aunque eucharistia es muy común, también encontramos gratiarum actio (Tertuliano, “Adversus Marcionem, I, XXIII, en P.L. II, 274). Benedictio (=eulogia) aparece también (Ibid., III, XXII; “De idolol.”, XXII). Sacrificium, generalmente acompañado de un adjetivo (divina sacrificia, novum sacrificium, sacrificia Dei), es una de la expresiones favoritas de San Cipriano (Ep. LIV, 3; “De Oratione dominica”, IV; “Test. Adv. Iud.”, I, XVI; Ep. XXXIV, 3; LXIII, 15, et.). También encontramos solemnia (Cipriano, “De lapsis”, XXV), “dominica solemnia” (Tertuliano, “De fuga”, XIV), prex, oblatio, coena Domini (Tertuliano, “Ad uxor.”, II, IV, en P.L. I, 1294), Spirituale ac coeleste sacramentum (Cypr., Ep., lxiii, 13), Dominicum (Cypr., "De opere et eleem.", XV; Ep. LXIII, 16), Officium (Tert., De orat.", XIV), incluso Passio (Cypr., Ep. XLII), y otras expresiones que más que nombres técnicos constituyen descripciones.
Todas las anteriores palabras estaban destinadas a ser substituidas en el Occidente por el nombre clásico Missa. El primer uso cierto de esa palabra se encuentra en San Ambrosio (+397). Él escribe a su hermana Marcelina para describirle los problemas con los arrianos en los años 385 y 386, cuando los soldados fueron enviados a su iglesia para desbaratar una ceremonia: “El día siguiente (un domingo), después de las lecturas y el tracto, habiendo despedido a los catecúmenos, expliqué el credo (symbolum tradebam) a algunos de los competentes [personas aceptadas para recibir el bautismo] en el bautisterio de la basílica. Ahí fui inesperadamente informado que ellos habían enviado soldados a la basílica Porciana...pero permanecí en mi sitio y comencé a decir la misa [missam facere coepi]. Mientras ofrezco [dum offero], escucho que un tal Cástulo ha sido aprendido por la gente” (Ep. I, XX, 4-5). Debe notarse que aquí missa significa la ceremonia eucarística propiamente dicha, la liturgia de los fieles exclusivamente, sin incluir la de los catecúmenos. Ambrosio usa la palabra sabiendo que es usual y bien conocida. Hay una mención anterior de la palabra, en una carta del Papa Pio I (entre los años 142 y 157), pero quizás no puede considerarse auténtica: “Euprepia ha cedido el uso de su casa a los pobres, donde... celebramos misas con nuestros pobres (cum pauperibus nostris...missas agimus”, Pio I, Ep. I en Galland, “Bibliotheca veterum Patrum”, Venecia, 1765, I, 672). La razón por la que la autenticidad de la carta ha sido puesta en duda es que si Missa realmente hubiese sido usada en el sentido que tiene actualmente en el siglo II, resulta extraño que nunca aparece en el siglo III. Podemos considerar, por tanto, que San Ambrosio es la primera autoridad certificada que la utiliza.
A partir del siglo IV el término se hace cada vez más común. Durante un tiempo casi siempre aparece con el sentido de despedida. San Agustín (+430) dice: “Luego del sermón tiene lugar la despedida de los catecúmenos” (post sermonem fit missa catechumenorum -- Serm., xlix, 8, in P.L., XXXVIII, 324). El Sínodo de Lérida, en España (524), declara que las personas culpables de incesto pueden ser admitidas a la iglesia “usque ad missam cathecumenorum”, o sea, hasta que los catecúmenos sean despedidos (Can., IV, Hefele-Leclercq, "Hist. des Conciles", II, 1064). La misma expresión aparece en el Sínodo de Valencia, por el mismo tiempo (Can I, ibid, 1067=, en Hincmar de Reims (+ 882) (“Opusc. LV capitul.”, XXIV, en P.L. CXXVI, 380), etc. Etheria (siglo IV) se refiere continuamente a todo el ritual, a la Liturgia de los Fieles, como missa ("Peregr. Silviæ", e.g., xxiv, 11, Benedicit fideles et fit missa, etc.). Igualmente Inocencio I (401-417) en Ep., XVII, 5, P.L., XX, 535, y León I (440-461), en Ep., IX, 2, P.L., LIV, 627. Si bien desde el comienzo la palabra Missa usualmente describe el rito eucarístico, o alguna parte de él, también la encontramos utilizada en ocasiones refiriéndose a otros ritos eclesiásticos. En la Regla de san Benito (+ 543), fiant missae indica la despedida al final de la recitación de las horas canónicas (capítulo XVII, passim). A lo largo de todo el Sacramentario Leoniano (siglo VI. Cfr. LIBROS LITÚRGICOS), se presupone el sentido actual de la palabra. El título “Item alia”, al inicio de cada misa, significa “Item alia missa”. El Libro Gelasiano (siglos VI o VII. Cf. Ibid) propone las palabras “Item alia missa”, “Missa Chrismatis”, “Orationes ad missa [sic] in natale sanctorum”, etc. Desde ese entonces dicha palabra se convirtió en el nombre más usual, prácticamente exclusivo, de la santa liturgia en los rituales romano y gálico.
Aunque durante algún tiempo fue objeto de muchas discusiones, ahora no hay duda sobre el origen y significado original de la palabra. Podemos rechazar, de entrada, algunas explicaciones fantasiosas tales como que missa es la latinización de la palabra hebrea missah (oblación, según Reuchlin y Lutero), o del griego myesis (iniciación), o del alemán Mess (asamblea, mercado). Tampoco es el participio femenino de mittere (enviar), con un sustantivo sobreentendido (“oblatio missa ad Deum”, “congregatio missa, i.e. dimissa- como explican Diez, “Etymol. Wörterbuch der Roman Sprachen”, 212, y otros). Es un sustantivo correspondiente a una forma tardía de missio (envío). Existen muchos paralelos en el latín medieval: collecta, ingressa, confessa, accessa, ascensa. Todas son formas en “io”. No significa un ofrecimiento (mittere, en el sentido de entregar a Dios), sino la despedida de la gente, como en la frase “Ite, missa est” (“Marchaos, es la despedida”). Parece raro que un detalle tan aparentemente insignificante haya dado su nombre a todo el ritual. Pero hay varios casos semejantes en el lenguaje litúrgico. Las palabras comunión, confesión, breviario, por ejemplo, no significan el carácter esencial de lo que ellas denotan. En el caso de la palabra missa podemos rastrear paso a paso el desarrollo de su significado. La hemos visto utilizada por san Agustín, sínodos del siglo VI e Hincmar de Reims para significar “despedida”. Missa cathecumenorum significa la despedida de los catecúmenos. Parece ser que missa fit o missa est era la forma normal de despedir a las personas al final de un proceso legal o un juicio. Avito de Viena (+ 523) dice: “En los templos y en los palacios o tribunales la despedida se proclama [missa pronuntiantur] para despedir a la gente que participa” (Ep. I). Cosa parecida comenta san Isidoro de Sevilla: “La despedida al momento del sacrifico [missa tempore sacrificii est] se lleva a cabo cuando los catecúmenos son enviados fuera, con las palabras del diácono: “Si queda dentro algún catecúmeno, salga por favor”. Y esa es la despedida [et inde missa]” (Etymol.” VI, XIX, en P.L. LXXXII, 252). Del mismo modo como se despedía a los catecúmenos al final de la primera parte del ritual, también había una despedida de los fieles bautizados después de la comunión. Había, pues, una missa cathecumenorum y una missa fidelium, ambas entendidas como despedidas. Por ello Floro Diácono (+ 860): “Missa se entiende exclusivamente como dimissio, o sea, absolutio, que el diácono pronuncia al despedir a la gente de la ceremonia solemne. El diácono pronunciaba las palabras y los fieles eran enviados [mittebantur], eran despedidos fuera [o sea, dimittebantur foras]. La missa cathecumenorum se realizaba antes de la acción sacramental (i.e. antes del canon actionis), la missa fidelium se realiza- adviertase la diferencia del tiempo verbal; en la época de Floro ya no se usaba la despedida de los catecúmenos- después de la consagración y de la comunión” [post confectionem et participationem] (P.L. CXIX, 72). No es difícil entender cómo cambió la palabra su significado original de “despedida” para indicar el ritual completo, incluyendo la despedida misma. Ya se puede notar el fundamento de tal cambio en los textos que hemos citado. Permanecer en la iglesia hasta la missa cathecumenorum sencillamente se transformó en permanecer durante, la missa cathecumenorum. Vemos que estas dos missae se referían a las dos mitades de la liturgia. Ivo de Chartres (+ 1116) olvida el significado original y escribe: “Quienes oyen la missa cathecumenorum evitan la missa sacramentorum” (Ep. CCXIX, en P.L: CLXII, 224). Las dos partes comienzan a conocerse con esos dos nombres. A medida que la disciplina de los catecúmenos paulatinamente era olvidada, y sólo quedaba un único ritual continuado, a éste se le comenzó a llamar con el nombre que ya se había hecho familiar, missa, sin ningún calificativo. Sin embargo, a través de la Edad Media se pueden encontrar las formas de plural missarum solemnia, missae sacramentum, y otras parecidas. En ocasiones la palabra se traslada a la fiesta del día. La fiesta de san Martín, por ejemplo, se llama Missa Sancti Martini. De esta costumbre nacen las formas germánicas Mess, Messtag y sus derivaciones. La fecha y el lugar de la fiesta local era un momento ideal para el mercado (sobre esto Cfr. Rottmanner, op. Cit. En la bibliografía abajo). Kirmess (flamenco, Kermis; francés, kermesse) viene de Kirch-mess, el aniversario de la dedicación de una iglesia, la ocasión de una feria. La palabra latina missa se adaptó a todos los idiomas occidentales (italiano: messa; español: misa; francés: messe; alemán: Messe, etc.). La forma inglesa anterior a la conquista era maesse; en inglés medio: messe, masse. “It nedith not to speke of the masse ne the seruise that thei hadde that day" (No hace falta hablar de la misa y de la ceremonia que ellos tuvieron ese día. "Merlin" in the Early Engl. Text Soc., II, 375) --"And whan our parish masse was done" (Y cuando terminó la misa de nuestra parroquia. "Sir Cauline", Child's Ballads, III, 175). También existía en forma verbal: “to mass” significaba “decir misa”; “massing-priest” (literalmente: sacerdote dice-misas; en la expresión castiza: cura de misa y olla) era una expresión peyorativa en tiempos de la Reforma.
Debe ponerse atención al hecho de que la palabra misa (missa) se refiere a la celebración eucarística de los ritos latinos solamente. Nunca ha sido aplicada a los ritos orientales en griego o latín. En éstos, la palabra correspondiente es “liturgia”. Referirse a la liturgia oriental con la palabra “misa” es un error que causa confusión, o por lo menos inexactitud científica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario