sábado, 30 de marzo de 2024

Novela: Miércoles. Capítulo I

 Miércoles 6: 00 pm

Aquí estoy, sentado después de la segunda ginebra en mi sofá nuevo, en mi nueva sala, en mi nuevo apartamento para estudiantes. El perfecto solitario en una ciudad llena de solitarios...

No hay duda que la ginebra otorga cualidades que mejoran la visión artística... después de un duro trabajo de mudanza noto ahora lo agradable que es este pequeño antro. No es muy grande pero cómodo, es sobrio pero lujosamente y artísticamente amoblado. Y las pinturas (hechas por mi)  que llenan sus paredes blancas le dan un sello personal... Posee una habitación con una cama suficiente para dos, una sala que se convierte en comedor en las horas de comida, un baño más grande que la cocina. Una cocina más pequeña que mi habitación y un curioso balcón con vista a las peligrosas calles urbanas llenas de contaminación y personas que corren para llegar a tiempo a algún lugar


Observando mi tercera lata de ginebra, pienso las ventajas de vivir solo con el único detalle que el silencio te hace más reflexionar de cosas que en otras circunstancias no harías nunca. Cosas que van desde preguntarse: si puede existir algo que sea capaz de llenar tus expectativas, hasta el hecho de leer la fecha de vencimiento de bebidas alcohólicas.


Terminando mi cuarta ginebra soy consiente de que a veces cargo mi tristeza como acostumbro cargar mis pantalones rotos pero amo desesperadamente la alegría, tanto que he decidido seriamente en buscar lo bueno a todo. Además con un apartamento propio, amigos y un auto ya son pocas las cosas necesarias para estar bien. A pesar de eso a veces pienso que mi vida acelera cada vez más por el camino equívoco, pero no ha llegado la hora de frenar. La velocidad me hace crear un millón de expectativas, un millón de experiencias, un millón de mundos, aunque todos imperfectos.


Por los momentos ante mi quinta lata de ginebra, afirmo que estoy lleno de alegría en una selva sin remedio donde he perdido varias veces, pero con la victoria bajo la manga. Ahora sólo necesito reformular mi leyenda, ante escasos días para empezar mis estudios de filosofía, en una Universidad rodeada de calles y personas que me han escogido y de las cuales yo a ellos sólo unos pocos.


Pienso mejor darme un baño, y guardar mi sexta lata de ginebra para el programa de TV de las 10:00 pm.


Jueves 7: 00 pm

Asomado en mi balcón puedo ver como se levanta la ciudad con sus edificios y monumentos, la cordillera montañosa que sirve de fondo a esta selva de cemento y personas, montañas erguidas como meras espectadoras ajenas de la historia de miles y miles de seres. El viento recorre las superficies alegradas por luces de neón apenas opacadas por el humo de cigarrillos.


¡Toc-Toc-Toc! ¡Toc-Toc-Toc! Debe ser Emerson... (Uno de mis amigos de la universidad, dentro del pequeño círculo de mala conducta estudiantil)


-¿Qué tal amigo? Oye, se ve mucho mejor tu apartamento que hace algunos días, claro exceptuando esas latas de ginebras regadas por todos lados; sino fuera por eso diría que tienes a tu mamá en el closet...  o alguna chica...


-No, para nada, solo he organizado un poco las cosas para por lo menos poder caminar sin tropezar con ellas. Y ¿Qué te trae por aquí?...


- Te vas hacer el desentendido, se supone que vine para lo que siempre vengo, para ir algún sitio nocturno, medir el grado alcohólico de algún veneno y hablar de cosas tontas y sin sentido, pero que no dejan de entretener.


- Siento no aceptar esta vez tu invitación, pero ya me comprometí a salir con aquella chica que conocí hace unos días en la lavandería.


- Si, si,  ya recuerdo... me parece que se llamaba Xiomara, según me dijiste ¿No?


-Así es... Y debo pasarla buscando a su apartamento a las 9:00 pm por lo que ya se me hace tarde...


- OK, tú ganas... ya me explico la compra de un apartamento de soltero con una cama matrimonial. Espero que me invites a la boda.


-Estás loco, no he pensado en casarme; es simplemente una cita que responde a la llamada instintiva y natural a los placeres citadinos.


-¡Qué poco romántico eres!


-Realmente no veo nada romántico en una declaración. Es muy romántico estar enamorado. Pero no hay nada romántico en una declaración definitiva. Te dicen que Si y se acabo todo acaloramiento. La verdadera esencia del romanticismo está en la incertidumbre, en el poder y no poder. Si alguna vez me caso haré todo lo posible por intentar desenamorarme todos los días para enamorarme constantemente.


- Pero no puedes negar que estás muy interesado en aquella chica, además ella no pierde la oportunidad de flirtear contigo.


- Allí la prueba que no deseamos un matrimonio


-¿Por qué dices eso?


-Pues, porque las mujeres no se casan con los hombre con quienes flirtean. No lo consideran provechoso...


-¡Oh, qué tontería!


-No lo es. Es una gran verdad. Eso explica el número extraordinario de solteros que se ven en todas partes. En segundo lugar, Xiomara es novia de Carlos, el dueño del bar que frecuentamos.


-Vaya, te gusta morder del pan ajeno.


-Mejor cállate y vete.


-OK, no te enojes, ya me voy... Suerte con tu... cita.


Viernes 3:00 am

-¡Ron!, ¡Ron! ¡Despierta!


- ¡Qué...! ¡Xiomara¡ ¡donde demonio estoy!


- Estás en mi cuarto, en mi cama, en mi apartamento...


- ¿Y cómo llegué aquí?


- Sencillo, pasaste por mi casa, fuimos a divertirnos, luego de tomar algunas copas te ofrecí una pastilla roja que había conseguido a través del barman, según para levantar los ánimos. Tú la tomaste y perdiste el conocimiento. Ante mi desesperación intenté todo para que reaccionarás, a tal punto que tomé un taxi y te traje al apartamento que comparto con mi novio Carlos, aprovechando que está de viaje... Te di un baño, pero nada que reaccionabas. Te acosté junto a mí, pero nada que reaccionabas. Te di respiración, pero nada que reaccionabas. Hicimos el amor, y vaya que si reaccionaste. Hasta ahora que te despierto, por que me pareció escuchar un ruido fuera del cuarto...


- Vaya, te agradezco todo ese esfuerzo... espero que lo del ruido haya sido solo tu imaginación... déjame asomarme.


De esa forma envolviéndome con la sábana abro la puerta de la habitación, pero no apareció nada. Dándome cuenta de que todo era imaginación de mujer, me contento con enviar sus ruidos al demonio y cerrar la puerta. Más el miedo no había aplacado mi ardor, y sin perder tiempo en preguntar el sentido de esa falsa alarma, salté a su cama a recuperar mi razón.


Pero no había pasado la media hora cuando se oyó susurros frente a la puerta de la cámara, y pasos que se acercaban.


- ¡Cielos! ¡Es la voz de Carlos! ¿No es que estaba de viaje?


-Eso me dijo, pero me temo que no fue del todo cierto.


-Créeme que más lo temo yo.


-Estamos perdidos. Nuestras vidas y mi honra corren peligro mortal. Carlos si te ve va a matarte. Ocúltate bajo la cama, por favor, pues así no te encontrarán, y yo tendré oportunidad de entretenerlo mientras salvas tu vida.


-Es que esta cama es muy baja y no quepo completo, además es una idea absurda...


- Entonces sal por la ventana.


-Estás loca, son como cuatro metros además estoy desnudo.


- Si no te lanzas te lanzó yo, o prefieres que nos maten. Date prisa que ya se escucha más cerca... puedes llevarte la sábana.


- Ok. Nos vemos, gracias por …


-Ya lánzate...


Así lo hice, envuelto de sábanas caí en dirección a la calle, sobre una cera. Al momento veo como cae mi ropa sobre mí desde la ventana en que había saltado. Recogiéndola rápidamente me oculto en un poste de luz cercano desde donde veo como Xiomara recibe a Carlos con gestos de sorpresa y se dirige al closet para sacar una nueva sábana.


De esa forma intento alejarme un poco de posibles miradas curiosas, aunque en general las calles están deshabitadas a excepción de uno que otro alcohólico recostado de la santamaría de algún negocio, acompañado por perros y un fuerte olor a orine.


Mi reloj marca la 5:15 am, vestido y más tranquilo me dirijo a mi pequeño apartamento que dista algunas cuadras.


Sábado 9: 00 pm

Durante el transcurso del día he pasado reflexionando lo peligroso que puede resultar invitar a una chica a salir. La experiencia de esta madrugada aparte de un buen susto me ha dejado un pésimo dolor de cabeza... Pero eso no es obstáculo para salir esta noche, es más no deben tardar en aparecer algunos vagos problemáticos que llamo mis amigos para salir a dominar las calles.


¡Toc - Toc - Toc! Abro la puerta y entra Emerson,  Ricardo, Aníbal y Javier...


- ¿Qué tal? ¿Listo para salir, después de lo de ayer?


- Por supuesto Ricardo, son los fines de semanas una salida obligatoria, y esta noche nos toca ir a “Petróleo Bar”.


- Tremendo lo que te ocurrió ayer ¿No crees?, imagínate que Carlos se entere... Además yo te advertí que no me daba buena espina que salieras con Xiomara.


- Temo que en eso tienes razón Emerson, y por lo de Carlos ni se les ocurra hacer algún comentario, por que hasta allí llegan mis días... Aunque no niego que fue emocionante haber compartido con Xiomara, pero creo que es mejor no verla por los momentos.


-Veo que no cambias, no deberías verla ni por el momento ni más, no por ella sino por Carlos.


- Tomaré tu concejo Javier... pero mejor vamos a disfrutar del buen ambiente que nos espera y dejemos los problemas para después.


De esa forma luego de sacar a Aníbal de mi refrigerador quien buscaba algunas latas de ginebra, nos pusimos rumbo a “Petróleo Bar”; un antro poco cómodo pero muy singular. Es un sitio pequeño ubicado en el estacionamiento de unos de los tantos centro comerciales, de unas de las avenidas más populosas de la ciudad. Este antro es un sitio tan pequeño que sólo está reservado para cincuenta personas, por lo que es poco conocido e intenta mantener su inadvertencia.. Por dentro posee una barra con pocas sillas, una tarima de presentación donde siempre hay algún toque de grunge, un televisor que proyecta videos de distintos grupos conocidos de rock, dos baños, y un sitio con algunos bancos para sentarse, entre ellos algunos barriles que también se usan como asientos. El sitio es atendido por: un barman, un portero (de fuerte complexión y carácter arrogante) que se ubica frente a la única puerta del sitio decidiendo quien debe entrar, una muchacha que escoge los videos a proyectarse en la TV, y un gallego ya mayor (anónimo y poderoso), dueño del sitio, y que se encarga de tomar fotos de los eventos para publicarlas en una página web (www.petroleobar.com). De los que asisten al evento, a veces son más muchachas que muchachos, pero todos tienen algo en común, todos son el dolor de cabeza de sus familias. Es innecesario decir que todos fuman, pero el humo se disipa en el ambiente gracias al aire acondicionado y de los pulmones que no dejan de respirar. De la ropa que usan, pues, lo que da una impresión de extravagante e inusual en cualquier sitio público, en “Petróleo Bar” es lo más normal.


Luego de estar sentados en la barra, como es costumbre, y escuchar algunas bandas de grunge como “Halógeno” o “Antena Mantis”, me canso del sitio y junto a Emerson y Ricardo salimos del estacionamiento para recorrer las calles oscuras y tomar un poco de aire nocturno antes de partir en mi auto a mi apartamento. Sin intercambiar palabras, caminábamos y nos entendíamos, juntos solamente contemplábamos el gran espectáculo que puede ofrecer una de las avenidas con más vida durante las horas de la noche... Mi reloj marca las 2:45 am.


La noche es sin duda el momento de la confidencia, de los amantes, de los conspiradores. Es un tiempo en el que los espíritus logran su manumisión temporal en espera de la libertad total. La noche acoge a los liberados; la noche protege con su sombra a los fugitivos. La noche es una gran asamblea expresiva donde el yo encuentra una vía de fuga para mostrarse tal como es, para excederse con el fin de sentirse a sí mismo.


En este territorio nocturno, los adultos y su sistema normativo son extraños. Todo cae bajo el imperio de las leyes de la juventud. La noche es un espacio de autonomía controlada pero que hace posible la ilusión de un mundo diferente, donde cualquiera puede hacer lo que quiera, ser quien quiera, circular sin prescripciones. Es inevitable no escapar de empatías encontradas, tras el consumo de sustancias o el sometimiento a prácticas (danza) que produce un nuevo estado de conciencia que desarrolla nuevas posibilidades. La noche es la creación de una erotopía por una erofanía subconsciente. 


La noche dormida tiene mucho de cámara uterina en la que se da una ceguera parcial y un retorno a la existencia inconsciente, al arropamiento en el nido. La noche en vigilia tiene mucho de salir del huevo doméstico, de ruptura umbilical, de declaración de independencia emigrando (a veces exiliándose) a otra región diferente, paralela a la ciudad diurna, intransitable para los padres. Es tan importante la noche que no llegamos hacer jóvenes hasta que no empezamos a salir por la noche.


Ya acercándonos a mi auto con gran cansancio arrancamos a mi pequeño apartamento...


Domingo 4:00 pm

Esta mañana, a pesar del sueño que me dominaba, me alisté temprano para asistir, como de costumbre, a misa con mis padres. Es una oportunidad de compartir con ellos y escuchar sus repetidos concejos, con la particularidad que esta vez sus comentarios estuvieron salpicados de asombro, al notar que no he tenido un accidente grave desde que vivo solo en mi apartamento... Luego de almorzar con ellos, regresé a mi pequeño hogar con la intención de dormir un largo rato.


Ya despierto y notando que el reloj ya marca las cuatro, tomo un baño para dirigirme a la lavandería, siendo consiente de que más que el aseo de mi ropa, me mueve el deseo de verla a ella...


Esta lavandería queda a poca distancia de mi apartamento, es sencillamente un pequeño local, de unas 20 lavadoras de segunda mano,  que pertenecen a una familia conocida de portugueses.


Entro y mientras tomo mi lavadora, que suele ser el Número 3, miro impacientemente a la lavadora número 5, que es la que suele usar ella... Pasado unos escasos  minutos por fin aparece. Entra dejando de tras de sí miradas estúpidas de estúpidos espectadores que no disimulan sus tormentosos pensamientos que en fracciones de segundo produce la presencia maligna de esta mujer.


Camina de forma maliciosa y provocadora, y como un fantasma entra en forma fría y cortante por mis huesos... Se que no es lo más prudente acercarme a tal círculo de pecado pero mientras miro sus ojos, subo a un tobogán maldito que me deja frente a frente de ella.


-¡Qué gusto me da verte Ron! Ya te extrañaba mucho...


- Para mí también es un placer, Xiomara,  poder encontrarte...


- ¿Te he dicho lo interesante que te ves junto a una lavadora?


-La verdad, no que yo recuerde...


- ¿Cuándo me vuelves a invitar a salir?


- Después lo que paso en tu apartamento no he pensado mucho en esa posibilidad. No me gustaría morir por las grasientas manos de tu novio. Espero no se haya dado cuenta de lo ocurrido...


- No, para nada... Además, llegó medio ebrio para variar... Es más, Ron, te confieso de que ya no tengo nada que ver con él, ya desde algún tiempo lo que hacemos únicamente es discutir... De hecho ya no se queda en mi apartamento.


- Eso no me da seguridad todavía de que sus puños se alejen de mí...


- Ron, acércate un momento...


Yo confiando en su palabra, me acerco más a su presencia, cuando en cuestión de segundos se abalanzó sobre mí, sujetando mis brazos silencia mis palabras con sus labios dejando mi cuerpo ingrávido, leve. De esa forma estrecha su cuerpo cada vez más con el mío haciéndome perder todo equilibrio y estabilidad mental. Sin remedio caigo sentado en mi lavadora número 3, a la que ella también sube con aparente facilidad sobre mí... los movimientos agónicos de la lavadora en pleno funcionamiento no me permitían recobrar compostura, hasta que  pude desenchufar el maldito artefacto. Sólo fue necesario levantar un poco mi cabeza para darme cuenta de que estaba rodeado de miradas atónitas, entre ellas la de Fátima (La portuguesa dueña de la lavandería) quien se hacia la señal de la cruz reiteradamente.


Levantándonos, ella intenta arreglar su desacomodada blusa. Yo enderezo la hebilla de mi correa tomando gran cantidad de aire que boto por mi boca. Seguidamente sin mediar más palabras saco mi ropa de mi lavadora número 3, ya lavada. Ella hace lo mismo, sin dejar de quitar su amenazante mirada de mí.


Al salir de la lavandería y despedirme de la señora Fátima, quien quedo muda tras el incidente, Xiomara se interpone en mi camino pidiéndome que la ayude con su ropa. Aceptando como todo buen caballero, tomo su ropa y la coloco en mi auto para aprovechar de llevarla a su apartamento. Cuando abro la puerta de mi auto para que ella entre me doy cuenta que todas las miradas curiosas de la lavandería siguen observándonos por lo que entro rápidamente al auto.


-Xiomara, ¿te parece si vamos directamente a tu apartamento?


-La verdad me gustaría que antes tomáramos unas copas en un centro nocturno que conozco y no dista mucho de aquí...


Pensé dentro de mí que no debía ceder a su propuesta, pero su mano en mi pierna no me dejo otra salida que ir a tomar un trago con ella, eso sí sólo una cerveza.


Miro la hora, son las 8:45 pm. Llegamos a un centro nocturno, que no conocía, a la entrada tenía un aviso con luces de neón que decía: “El Gato Tuerto”, al lado del aviso había la figura de una bailarina, con luces de neón azules y rojas, que levantaba cada cinco segundos una de sus piernas. El sitio no daba mala impresión y acababa de abrirse por lo que estaba relativamente vacío. La única cerveza que iba a tomar se convirtieron ya en cinco. Ya teníamos una hora tomando y hablando de nuestros próximos proyectos universitarios, es decir intercambiando puras estupideces.


Luego de quedarnos sin palabras iba a proponer a irnos cuando de un beso traicionero volvió a sentarme y me dijo que subiéramos al segundo piso donde a pesar que había más ruido (ya el sitio se había llenado), se encontraba una especie de balcón en que podíamos ver la ciudad y tomar algo de aire. Como todavía contaba con ánimo, acepté. Subimos por una escalera ruidosa de madera, adornada ridículamente por una alfombra de piel tigresa. Efectivamente hacia el lado izquierdo estaba una terraza con varios matorrales. Parados admirando la noche que  caía sobre nosotros, sin intercambiar palabras, solamente estando cerca uno del otro empezamos a observar la ciudad que duerme bajo nuestra vigilancia y a criticar los tantos jóvenes que inundaban el piso con sus extraños cortes de cabello y formas de vestir.


Observando tan singular ambiente, pienso del resaltante papel que desarrollan los personajes de la noche: Tenemos a las gogós, modelos jóvenes, atléticas, exuberantes e inalcanzables bailando sobre una plataforma desde donde exhiben estilos coreográficos. Estás se unen a los impertinentes camareros que pueden hacer favores a sus conocidos como servir con prontitud, invitar o transmitir una información privilegiada. No dejan de faltar los llamados camellos, vendedores de drogas ilegales. A estos últimos los podemos clasificar en: el joven comercial que vende drogas de bajo impacto dramático, como los que suelen darles pastillas rojas a mi acompañante; los traficantes de cánnabis que son los que más surten, y por último a aquellos que venden drogas percibidas como peligrosas, que son odiados aquí y en todos los ambientes. A los personajes de la noche le podemos añadir: los alcohólicos, muy rechazados por su peligrosidad y lástima que despiertan; los libertinos, que acceden a realizar actividad sexual, como los seductores salidos, que son agentes de excesivo acoso a todo aquel con el que prevean la más mínima posibilidad...


Dejando atrás mi análisis y luego de contemplar la hermosa claridad azulada de la luna llena que reposa sobre la calle y sobre nuestros cuerpos, decidimos irnos del Gato Tuerto.


Mi reloj marca las 11:00 pm, tomados de manos nos dirigimos a mi pequeño auto, no sin antes abrirnos paso por el medio de vendedores callejeros de bocadillos y de rosas.


-Ron, cómprame una rosa, me parece un detalle perfecto para terminar nuestra pequeña cita.


-¿Una rosa? Vaya que tienes caprichos extraños


-Así es, y tú eres el más extraño de todos ellos


Sin responder, y tomando sus palabras como un detalle positivo, compro una rosa y se la doy. Ella lo toma muy contenta y entra al auto... Pasado unos minutos la dejo en su apartamento, le ayudo a bajar su ropa ya lavada, y antes que me atara a su cama o algo parecido me despedí rápida y fríamente.


Ya de regreso a mi pequeño hábitat que es mi apartamento, sólo pienso en lo explosivo que es esa mujer y lo fuerte que es su táctica de convencimiento.


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