Sábado 10:00 Am
Me despertó un rayo de sol oblicuo y caliente, que inundó mi sofá y puso fin a la confusión y a la rareza de los sueños que me envolvían. Adormecido aún, traté de apartar de mi rostro, con la mano, el calor insistente del sol, hasta que renuncié. Eran las diez. Me levanto en dirección al baño tropezando la mesa todavía llena de malditos papeles universitarios. Mientras abro la puerta del baño hago consciente su desaparición en mi vida, como un sueño inexistente, antes contenido en estas mismas paredes y en este mismo baño. Un vacío infinito y voraz regurgita desde mi estómago. Un dolor no físico sino desde el alma se hace indecible... Me siento en una silla llevando mis manos al rostro y reposando mis codos sobre la mesa, ya algo desperezado sorbo una taza de café y una naranja, me di a saborear algo que ya no daba delicia a mi paladar. Mordí la naranja y el jugo dulce me llenó la boca; en seguida un sorbo de café negro y caliente, y otra vez el fruto. El sol de la mañana me calentaba los cabellos y deshacía las huellas del cojín que todavía tenía en el rostro...
Dando una mirada por mi pequeño balcón no puedo arrancar ni olvidar el gran malestar que me ha dejado su partida y repito en mi mente las palabras escritas por P. Eluard: “Buenos días tristeza, inscrita estás en las rayas del techo, inscrita estás en los ojos amados. No eres la miseria exactamente pues los labios más tristes te anuncian con una sonrisa. Buenos días tristeza, amor de los cuerpos amables. Poder del amor, de donde surge la amabilidad. Como un monstruo sin cuerpo, cabeza decepcionada, tristeza rostro bello”.
He pasado una de mis peores noches, tener que renunciar a algo que ni siquiera se si fue verdaderamente mío. Cuanto fuera deseado poder tomarla en mis brazos y decirle efusivamente que permaneciéramos juntos para siempre... Pero eso no fuera sido lo mejor, y las consecuencias de seguro fueran sido peor que el dolor que ahora siento... A pesar que estoy seguro de haber tomado la decisión correcta no puedo sentir algo distinto a un gran malestar e impotencia... No puedo retener el agua entre mis dedos. No he dormido prácticamente nada, una angustia existencial a arropado todos mis huesos y la misma muerte se ha alojado en mi garganta. Me siento estúpido por sentir y actuar de esta manera. Pero es una estupidez más fuerte que mi sano juicio... Reconozco que ahora estoy enfermo y destrozado. Mi epidermis pide su roce, mis oídos su voz, mis ojos su imagen, mis manos las suyas, mis besos los suyos. Mi paladar el sabor de sus labios y mi olfato su olor... cada rincón de mi apartamento está saturado de sus recuerdos, y al mirar por mi balcón pienso verla a la espalada de cada chica que pasa. Nada tiene la misma importancia que antes pudo haber tenido, es como si la esencia de cada cosa fuera desaparecido, olvidándose de aniquilarme. Todo queda relativizado y me doy cuenta de que di mucho más de lo que podía ofrecer...
Es una fuerte adicción la que sufren mis manos de tocarla... Pero ya no está, y lo peor es que ya no estará más. Dicen que el tiempo cura todo, quizás por eso ella sufra más mi ausencia en la eternidad. A mi me queda la esperanza y la fe, de esperar y creer en un mundo mejor, con Dios y sus ángeles.
Lunes 6:00 pm
Cada paso resquebraja bajo mis pies hojas amarillentas de distintos cipreses. Caminando en la vieja Colina me adentro a un mundo extraño y místico buscando una nueva orientación a mi vida, y ver que más falta sacrificar en mí, en el gran esfuerzo de ser mejor. He rezado muchas veces, por lo que me toca ahora escuchar... Durante el día no he tenido ningunas ganas de ver personas que me miran y disimulan no hacerlo. Mi apartamento se ha convertido en un sitio de paredes con una puerta cerrada. Hoy digo que no a quienes ante su curiosidad me engañan, cuentan la verdad a medias. Estando en la Colina por lo menos me siento más reconfortable, y cada respirar es una plegaria al cielo. A veces creo que estoy volviéndome loco, aunque durante la mañana un amigo psicólogo me dijo que era normal lo que sentía ahora... Los grandes cipreses me dan la sensación de mantener el peligro distante... deseo sencillamente llenar un poco mis pulmones de aire antes que el cielo caiga en un instante de nuevo.
Miércoles 6:00 pm
Ya van tres días en que a la misma hora, al caer la tarde recorro la Colina. Mi alma cada día siente que va descifrando una respuesta al sentido de mi vida entre el follaje abundante del ciprés... Hoy al levantarme e ir al baño, subir mi bragueta y dar un corto suspiro he tenido una agradable noticia. Cuando ya me disponía salir del baño encuentro sujetado, con una cinta adhesiva, una hoja escrita en mi espejo. Exaltado por la inusitada sorpresa, la tomo y leo con dificultad ante la aceleración de mis latidos y los movimientos espasmódicos de mi mano. Era una carta de Gaby, en que me decía:
“Amado Ron, disculpa que te escriba ante un momento todavía muy fuerte para los dos... Pero pensé que aliviaría un poco nuestra pena el decirte que hemos optado por la mejor decisión, en la cual te has comportado muy valiente y fuerte. Te digo esto porque hemos recibido noticias en el cielo del gran debilitamiento que ha tenido el mal sobre el mundo. El hecho de habernos separado ha dado lugar a un sacrificio de amor tal que hemos vencido los planes maléficos de Xiomara, que sin duda esperaba que no regresara al cielo para estar a tu lado y por lo tanto viéndonos desprovistos de la verdad atacar más fuerte. Pero nuestro amor ha sido tan fuerte y sincero que pensando en lo mejor para el otro, hemos sido capaces de sacrificarnos a nosotros mismos y así regresar a la verdad. En cuanto yo, te digo que estoy bien, cuidándote desde el cielo como tu ángel guardián, y aunque no escapé de regaños, el hecho de que el mal esté tan debilitado por nuestra relación, ha ocasionado que a más de uno se les escape alguna mirada de admiración. Con amor Gaby.”
Cada vez que recuerdo esas palabras escritas por Gaby me dan gran tranquilidad... Ante el rumor producido por el viento entre los follajes quiero respirar solo un segundo de paz, masticando el aire puro que hay aquí. La ciudad para mí es ahora vista como un gran laberinto en busca de sentido en medio de todas esas luces, pero se que esto un juego no es. Muchos se cansan de buscar o se dejan llevar por falsas expectativas y aterrizan de sus sueños cerrando sus alas pensando que el tiempo de volar ya no es para hoy. Ahora me siento entre el grupo de locos que danzan entre la gente. Una locura donde se saborea cada segundo una paz sin guerra y ves a todos con un cariño no usual. Creo que sí estoy loco, pero un momento así ya no sé si volverá, y yo quisiera aprovecharlo ilusionándome que fuese siempre la normalidad.
Viernes 9:00 pm
Hoy coloqué en el espejo de mi baño una carta para Gaby, sostenida con una cinta adhesiva. En ella decía:
“Todavía siento el mismo escalofrío al recordarte que sentía tiempo atrás. Todo es diferente desde que partiste. Tú no me creerás, pero a cuatro semanas todavía no he podido olvidarte. Ya me he hecho la idea que nunca lo haré. Siento todavía que todavía me falta un poco de equilibrio para vivir, ese que tu decías siempre haber buscado y encontrado al fin aquí, conmigo... Quien sabe, no sé como habría sido esta vida junto a ti, no he dejado nunca de pensar, no lo dejo aún de preguntar.
Recuerdo bien cuando estabas solo tú dentro en mi corazón y te confieso que esa luz dentro de tu mirada todavía la conservo hoy. No se porque todavía me sigo haciendo daño imaginándome revivir, revivirte otra vez, solo por otro momento más. Revivir y revivirte la primera vez entre tú y yo. También me he preguntado si seguirás todavía tan bella en el cielo... Entonces imagino morir y escucharte. Mientras me hablaras yo tocara tu pelo y tus dedos resbalaran lentos y dulces, como acariciando una idea que no confesarías ya, jamás.
Quien sabe como habría sido esta vida para ti, todo esto ¿Quién lo sabe ya?, todo el resto es pasado ya. Recuerdo bien cada momento y de todo lo que yo viví, al dibujar tu mirada en mi mente, te observo y me veo dentro. Los recuerdos vuelan hacia mi. Revivir, revivirte otra vez.
Queda evidenciado que he pensado en ti intensamente, que he pensado en ti continuamente. He intentado así de retenerte conmigo, aquí. Incluso a cualquier medio y a cualquier precio. Mi corazón ha dejado encendida luces blancas en la niebla para no perderte de vista... Todo ha sido inútil, he luchado duro y sin ceder.
He aprendido a ver tus ojos en la noche... Hace tiempo que no se ya que es dormir. Bellos como el cielo son tus ojos, increíblemente azules, aunque sin serenidad. Te he vivido amando. Te he vivido exagerando, creyendo que me nutría de ti, sin medida alguna, respirándote como bebida... ¿Cómo no mirar la noche y el cielo sin ver tus ojos? ¿Cómo podré yo no mirarlos ya?
Algún día terminaré de comprender...
Sábado 4:00 pm
Hoy me levanté y fui apresuradamente al baño, la nota ya no estaba en mi espejo...
Sentado en la mesa de un costoso Café, percibo el viento generoso y la hermosa vista que me ofrece la terraza... Pienso en lo bien que me siento después de haber escrito todo eso ayer. He aprendido a reconocer que es dulce el sabor de mi nueva vida en libertad ante el mundo, aunque todavía en el fondo encuentro algo de amargura. He analizado tanto que hacer con mi vida que me siento agotado mentalmente. Todo es ya distinto, hasta estar con mis amigos.
Se me ha metido en la cabeza el hecho de quedarme solo... Me es imposible atravesar el océano de la noche hoy, leer un libro o ir a pasear. Cada día viene con sus mismos quehaceres y cuando acaba de nuevo encuentro el vacío...
Una hermosa mujer se acerca a mi mesa, flexiona sus rodillas y toma con sus manos algunas servilletas que en mi descuido habían caído al suelo... al intercambiar un disculpa y algunas sonrisas culpables noto que observa detenidamente mis ojos...
–Disculpe... Pasa algo...-
-No, nada... es que vi en sus ojos algo profundo, como de quien vive soñando otro mundo. No me va a creer pero sus ojos me hacen sentir cerca del cielo y subir a él sin alas.-
Sonreí, le tendí mi mano y la invité a que me acompañara tomar el café. A la cual ella accedió... Luego de presentarnos y aprisionar las servilletas con un cenicero, le empiezo a contar todo lo que me ha ocurrido, sin tomar en consideración que pudiera tomarme como un demente. Pasado ya algunas horas, ella con su rostro sostenido en sus manos, suspira profundamente y me hace saber lo mucho que le ha impresionado mi historia. Mientras todavía hablaba, miró su reloj de brillantes, y levantándose me dice que se le ha hecho ya tarde... También me levanto y estrecho mi mano a su delicada muñeca agradeciéndole su paciencia y escucha. Ella entre risas acerca sus labios a mis oídos, y me dice con firmeza: Tu misión ya la conoces, dar a conocer al mundo todo lo que aprendiste de tu gran amor. Acabada estas palabras dio media vuelta y se marchó junto al viento frío. Un viento que era generoso en aquella concurrida terraza del costoso Café.
Domingo 6:00 pm
Mi rostro se humedece ante la fría brisa escandinava, que se cuela en los barrotes de mi ventana. La lluvia gélida ha sido durante el día algo constante, dejando el cielo tan deslucido como mis pensamientos. Rebosado de estúpidos insectos, atraídos por la lluvia inoportuna, aspiro la humedad natural que llena mis pulmones, en un acto de difícil respiración. Cada menuda gota adormece mis párpados, mas no mi mente y mi corazón.
Los relámpagos me dan el único resplandor luminoso posible en este cuarto. Y cada trueno se vuelve a mí como un eco que reclama existencia. El viento toma mayor velocidad, hasta el punto de cegar mis ojos vidriosos heridos por el frío... Es tan inverosímil que hayan pasado ya tres años desde la última vez que la vi...
Es sin embargo agradable notar que durante este tiempo no todo ha sido tan invernal. Emerson y María Elena forman un hermoso hogar. Aníbal dejó definitivamente su adicción al juego y terminó sus estudios universitarios. Y mis demás compañeros han mantenido pasos admirables...
Hago memoria cuando aquella noche tan lejana en que salí del Café costoso decidí seguir las nubes que observaba al pasar y empezar a pregonar mi historia. A gritar al mundo de lo peligroso que resulta conocer ángeles buenos y no tan buenos. En especial cuando llegas a amar... Empecé a anunciar mi vida primero por las calles, luego en la universidad, después en bares e Iglesias... Todos se reían, y me decían que había perdido el control. No faltaron los que atribuyeron a mi conducta condicionamientos psicotrópicos. Poco a poco fui quedando solo con mis ideas y convencimientos... Mis amigos sin embargo siempre se mantuvieron fieles, siempre me apoyaron, pero muy dentro de sí también creían que había enloquecido. Emerson empezó a cuidar de mí por petición de mis padres. Fui expulsado de la universidad por propagar ideas incoherentes y pronto fui ya verdaderamente loco hasta para mis amados padres.
Un día una nube rara vi pasar y decidí seguirla. Le encomendé el cuidado de mis amados padres a Emerson y a María Elena, dejé que ellos mismos le explicaran mi decisión. Desde ese momento inspirado por un gran espíritu de amor he recorrido el mundo entero predicando mi vida. He caminado interminablemente. He agotado todo mi esfuerzo y dinero para esta nueva misión. En algunos sitios he sido expulsado, apedreado por niños en las plazas, o llevado a la cárcel. En otras ciudades he sido aplaudido y admirado, editan mis libros y he ofrecido conferencias. Lo importante es que en un sitio u otro todos me han escuchado y han quedado consternados ante mi historia.
Desde hace seis meses recorro la ribera del Danubio. He pasado por Praga, Viena, Rumania, Hungría... Hasta que llegué a Bratislava donde me han recluido en un manicomio. La vida en este sanatorio mental para mí ha sido providencial, comprendí que era sobre el cielo de este viejo y desdeñado edificio de Bratislava donde llegaban las nubes raras después de su largo viaje. Dentro del manicomio también empecé a predicar mi vida pero dejé de hacerlo porque descubrí que todos ellos ya conocían mi historia. Soy tan feliz ahora en medio de ellos, es aquí donde he encontrado la libertad y sencillez que un día Gaby me señaló en una humilde margarita. Cuando vives en un manicomio te das cuenta de que allí no hay nada convencional, simplemente somos lo que somos y deseamos ser. Leemos, discutimos temas de actualidad, cuidamos los jardines llenos de flores sencillas, rezamos, damos nuestra caminata y baño de sol aconsejado por los médicos, y sobre todo esperamos día a día encontrarnos cara a cara con nuestro más anhelado Amor.
La lluvia no cesa, y mis ojos están rojos, fijos a un horizonte lleno de montañas grises y heladas... Ante la oscuridad de mi habitación mi pulso se acelera cada vez más porque se que he llegado a Bratislava no por casualidad y ella está pronto a llegar... Siempre creí que terminaría mis días en un seminario diocesano, pero me queda el consuelo de haber escuchado en oración que no dista mucha diferencia entre un seminario y un manicomio. Que inclusive en este último se vive con más paz... El tiempo se ha cumplido, las nubes no viajarán ya más. Mis ojos no se cerrarán hasta que la vea venir.
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