sábado, 30 de marzo de 2024

Novela: Miércoles. Capitulo VI

Lunes 10:00 Am

La claridad del día inunda la sala de mi apartamento, entrando copiosamente por las ventanas que dan al balcón. A su vez el ruido de una ciudad convulsa se deja sentir... me desperezo un poco estirando mis brazos mientras me levanto del sofá-cama. Cuando abro un poco más mis ojos noto que ya Aníbal está en la cocina lidiando con la cafetera. Le grito -¡Buenos días!- al momento que camino al baño. -¡Buenos días Ron!- me responde Aníbal desde la cocina.

 

Apenas salgo del baño, tomo una franela del closet y me siento en la mesa donde ya Aníbal estaba sentado, con dos tazas de café humeantes. De primera apariencia notaba a Aníbal más sereno, tanto que se me es difícil conciliar el aspecto que mostraba ayer con el que hoy presenta. Me siento, a la vez que tomo mi taza y sorbo el café.

 

-¿Cómo dormiste Aníbal?

 

- Muy bien, tienes una cama bastante cómoda, espero también lo haya sido el sofá-cama para ti...

 

-Sí... la verdad que también el sofá-cama es muy cómodo, y logré descansar.

-Disculpa toda la molestia que te has tomado por mí... de hecho ni siquiera pudiste ir a clases...

 

- No es para mí ninguna molestia poder ayudarte, y por lo de las clases no te preocupes, hoy en la universidad no era día lectivo por reajuste de horario... además tú me eres mucho más importante ahora...

 

En ese momento Aníbal volvió a palidecer y bajar su rostro...

 

-Aníbal, puedes confiar en mí... recuerda que somos amigos. Dime cual es la causa de tu problema, déjame ayudarte...-

 

En ese momento Aníbal me empezó a comentar que sus problemas con el juego tenían su origen desde que por haber pasado su primer examen universitario con éxito extraordinario, un tío suyo para celebrar ese día lo llevó a las carreras de caballos. El tío que era afortunado al juego ganó tres veces seguidas y con el dinero ganado fueron a comer a un restaurante costoso. Al día siguiente por el éxito de su examen su padre le envió un cheque para la paga de sus mensualidades y algo de más para su disfrute. Dos días antes esa suma le hubiera parecido elevada; pero ahora que la obtuvo con facilidad, se dirigió de nuevo a las carreras de caballos, jugó anheloso y apasionado, y quiso la suerte, o quizá la mala suerte, que ganara el triple de la vez anterior. A partir de entonces, la locura del juego se apoderó de él; jugaba en las carreras, en los cafés, en el club, descuidándole sus estudios y consumiéndole tiempo, nervios y, sobre todo, dinero. No podía ni dormir tranquilamente, ni siquiera dominarse a sí mismo; una vez, por la noche, al regresar del club a su residencia, creyendo haberlo perdido todo, encontró todavía mientras se desnudaba, un billete olvidado en uno de los bolsillos del pantalón. No se pudo contener; volvió a vestirse y vagó por los cafés hasta que en uno de ellos encontró algunos jugadores, y allí estuvo jugando hasta la madrugada. Su familia en ocasiones le ayudaba a pagar sus deudas, pero actualmente ya lo había dejado de hacer... Empezó a jugar su reloj y sus trajes. Finalmente, sobrevino lo inevitable, quitó por préstamo dos valiosos boutons. Uno de ellos lo empeñó por una suma considerable, la cual logró cuadruplicar aquella noche en el juego. Pero, en vez de reponer la joya, continuó jugando y lo perdió todo. Inmediatamente le tome sus manos y le dije que yo lo ayudaría a pagar esas joyas, pero que debía asegurarme que no volvería a jugar... y que no regresaría al Casino “Montecarlo” . Aníbal levantando su rostro me agradece la confianza que le he brindado y si bien no me prometió sí me dijo que hará todo lo posible. Entonces le puse una condición para ayudarle a salir de sus deudas, primero que debía acompañarme al centro de rehabilitación los sábados... cosa que no tomó con agrado pero que terminó aceptando. Y segundo que debía retomar sus estudios en la universidad, que había descuidado, condición que aceptó rápidamente. Luego espontáneamente surgió un abrazo entre los dos.

 

Levantándonos de la mesa, Aníbal lleva las tazas a la cocina mientras yo me dirijo a recoger las sábanas que yacen regadas sobre el sofá-cama. Coloco un CD de Pearl Jam, y al momento empieza a sonar “Once”. Me siento en el sofá y Aníbal con unas cuantas ginebras, que había tomado del refrigerador, se sienta a mi lado. Tomando el control del reproductor de sonido, adelanto el CD a la canción número dos: “Even Flow” y empezamos como dos idiotas a cantar en voz alta: “He don’t know so he them away…

 

Aníbal dirigiendo su mirada al cuadro donde había plasmado el cuerpo desnudo de Gaby me dice:

 

-Bonito cuadro, no lo había visto anteriormente, debistes de haberlo pintado recientemente... me parece haber visto a esa mujer antes....

 

­-El cuadro como tú dices lo realicé recientemente, y mi modelo claro que la conoces, es Gaby, ella me pidió que la pintara desnuda...

 

-¡Claro! Es a ella a quien buscaba en mi mente... aunque sólo la he podido ver un par de veces... Me parece muy agradable... ¿Tienes algo serio con ella?

 

- No, no es lo que tú piensas... Sí es muy especial para mí, pero es  como si viniera del Cielo... Ya sabes como su presencia me ha ayudado, prácticamente me sacó de las garras de la muerte.

 

-¿La ves con frecuencia?

 

-Podemos decir que sí... pero tengo ya varios días que no la veo, pues, se marchó de viaje y no sé cuando regrese. Pero te confieso que la extraño mucho.

 

-Y ¿Qué pasó con Xiomara, no has sabido nada de ella?

 

Apenas escuché ese maldito nombre y me entró un escalofrío en los huesos, y un sabor desagradable que venía desde mi estómago.

 

-No, no he sabido nada de ella... y la verdad no quisiera verla nunca más... Todos mis problemas han tenido su origen en esa mujer. Las drogas, mi desesperación, mis depresiones, son todos productos de sus besos, de su mirada maléfica, de sus uñas largas y afiladas, de su voluptuosidad y desenfreno lascivo. Ella es en definitivo mi peor pasado. Gaby ha venido como una especie de mano salvadora, a rescatar lo que estaba perdido, a salvar mi alma del infierno... Pero a veces tengo miedo que Xiomara aparezca en mi vida de nuevo, y esos pensamientos se convierten en pesadillas, pero me tranquilizo al recordar las palabras de Gaby, ella me dijo que cuidaría que no se me acercara, hasta que por lo menos pueda fácilmente enfrentarla por mí mismo. Además me aseguró que la única forma que aparezca de nuevo en mi vida sería si yo libremente decidiera que fuera así.

 

Guardamos unos minutos en silencio, mientras terminamos nuestra primera lata de ginebra... al estirar mi brazo para tomar una segunda lata, me digo a mí mismo: “Como había llegado a amar Xiomara, y ya no la amaba. Estaba empezando a amar mucho más a Gaby, y Xiomara, presentía, seguía interesada por mí. El Cielo y el Infierno, dos cosas que suenan tan fuera de nuestro alcance próximo, disputaban algo en común, mi Alma, con la diferencia que uno para mi felicidad y otro para mi maldición. Se trata de un historia chocante, donde mi libertad da el fin de mi propia vida”

 

Martes 6: 00 pm

“Come Undone” de Robbie Wiliams, sonaba casi con estrépito, mientras Aníbal, Emerson y Ricardo saltaban desde mi sofá al piso y viceversa, buscando una posición más cómoda. Javier yacía casi acostado en el piso a unos pocos pasos donde yo me encontraba... Al salir de la Universidad nos pusimos de acuerdo para reunirnos y todos coincidieron que sería en mi apartamento... Teníamos tiempo que no estábamos todos juntos y francamente ya me hacía falta. Las latas de ginebras llenaban el pequeño comedor. Javier y Ricardo fumaban, mientras no dejaban de mirar el cuadro que pendía en una pared central. Sus miradas se unían a las de Emerson y Aníbal, todas dirigidas al cuadro que plasmaba la figura angelical de Gaby...

 

-Créeme que conjugas muy bien, Ron, dos placeres exquisitos, la mujer y el arte... más creo que el arte es más inofensivo... ja- Dice Javier.

 

-Tú lo dices Javier. Claro, el arte jamás deja de ser una mentira; cuando es verdad, ya no es arte y aburre, porque la realidad es sólo un irremediable, absurdo hastío. Por eso todo se me convierte en un callejón sin salida. La estricta realidad me aburre, y el arte me parece hábil, pero nunca eficaz, nunca legítimo. Tan sólo un ingenuo recurso que ciertos tipos melancólicos usan para mentirse o, lo que es peor aún, para mentirme...- Opina Aníbal.

 

Emerson responde, -No pienso igual que tú Aníbal, deberías ser menos fatalista... El Arte no te parece real, no por que esté ausente sino por que es más sublime que cualquier cosa visible o palpable, y por lo tanto no te engaña te abstrae a una realidad más... agradable.

 

Ricardo interviene, -Sabes, ahora que los escucho veo que eso ha repercutido en mi relación con Susana, una preciosa muchacha con la que he estado saliendo, lo digo porque a la vez que me siento enamorado de ella, todo cambia cuando sitúo mi concepto de las personas y de las cosas, pues... me explico... Siento que atrás de ella y de las otras cosas hay algo o alguien que me ofrece mayor plenitud... Tanto Susana como por ejemplo este momento, me ocasiona gran placer y vitalidad, pero temo que aún así no llena mi completa expectativa. Mis fines están marcados a alcanzar mucho más allá del límite alcanzable. Y ello si no se ve con esperanzas a un hecho posible se convierte en una suerte de maldición, una oscura, asfixiante condena. Y esto lo digo con referencia al Arte, pues quizás este se presente como puerta de aquello a lo que todos buscamos.-

 

Habiendo terminado de hablar Ricardo, noto que todas las miradas se vuelven a mí, como en espera de mi opinión... Empiezo a decirles: –La verdad, temo que todos en algo tienen razón... Más con respecto a tu caso Ricardo, creo entenderte muy bien, pues, cuando yo estaba con Xiomara tuve la oportunidad de experimentar que en ella creía tener todo lo que un hombre podía desear... pero su voluptuosidad llegó un momento que no podía ofrecer más que su cuerpo, y me pareció la vida tan finita y agotable, encontrándome con un muro, una barrera que me invitaba a nuevas experiencias pero todas sin resultados... de allí las drogas, de allí todos mis problemas. Pero, sabes Ricardo no todo está perdido. Porque en Susana que es una estupenda mujer, puedes lograr trascender y encontrar en su amor y amistad lo que realmente hace feliz al hombre. Una felicidad que sobrepasa palabras y que en cambio en una pequeña caricia puede estar. Una felicidad que está en lo que somos y no en una vagina como muchos de nosotros a veces pensamos.-

 

-¿Es eso lo que sientes con Gaby?

 

-Pienso que así es Ricardo. Gaby, como es evidente, ha sido muy especial para mí. Y aunque hemos tenido una intimidad única, siempre ha existido el respeto y sinceridad entre los dos. Hemos pasado momentos muy felices juntos, y no precisamente porque hayamos pasado una noche, sino por que en el compartir, en las largas caminatas, en sus palabras y afecto, en el comer un helado juntos, incluso hasta en el orar, ella ha estado allí y eso es suficiente. Por que ambos no nos quedamos en el simple instinto ni afecto, o sentimentalismos, sino que tanto ella como yo nos aferramos a una evocación, es decir, esa especie de esencia, la única capaz de asegurarnos que más allá de nuestra vida vulgar hay otra región, otro país, al que se puede entrar ansioso (con el ansia curiosa del turista) y cuyo acceso es bueno saber que no se halla vedado.

 

-Casi me convences- Responde Aníbal.

 

Terminado el CD “Escapology” de Robbie Wiliams, cada uno se fue despidiendo y abandonando mi apartamento... Ya solo en medio de tal desorden, doy gracias a Dios por los amigos, incluso aún cuando se marchan dejando un impregnado olor a cigarrillos y latas por todos lados.

 

Pasada una media hora, desperdiciada en programas estúpidos de televisión, me animo a dar una vuelta solo... no tengo muchas ganas de acostarme con el negro aburrimiento de otras noches y podía muy bien aceptar  una noche de insomnio. Me coloco una chaqueta y bajo al estacionamiento en busca de mi auto. Tenía la extraña sensación de querer estar solo y a la medida que manejaba y dejaba atrás el edificio sentía que alguien muy importante me esperaba en algún sitio de la ciudad. Habiendo manejado por más de media hora me encamino a “Petróleo Bar”, es un sitio donde siempre me he sentido a gusto... Ya enfrente del centro comercial, bajo al estacionamiento, donde precisamente está la entrada de “Petróleo”. Le cedo un billete al portero que sin inmutarse me entrega un boleto y abre la puerta que se encuentra atrás de él. Ya dentro del lugar noto que el sitio está concurrido a pesar de no ser fin de semana, me siento frente a la barra, uniéndome a un grupo aglomerado de personas que dirigían sus miradas, manos (sosteniendo bebidas alcohólicas) y voces al televisor que pendía a mi derecha y proyectaba un video de Rammstein, “Du Hast”... El barman, un poco atareado, se apresura en darme una “bitter” bastante fría y oportuna, que venía incluida con el precio de la entrada. A medida que bebía mi mente se mantenía en suspenso, como a la espera de algo... Mi mirada expectante se dirigía a las personas que estaban sentadas a mi lado, con sus codos apoyados en la barra y una que otra mano sosteniendo algún cigarrillo. Me complacía observar la fluctuación inquieta de la alegría de los demás, mientras en mi interior brillaba la seguridad de una alegría mayor, solo tenía que esperar un poco más... Ya terminando mi “bitter” y sin levantar mi mirada paseo por las manos de quienes están sentados a mi lado. Manos de jóvenes con su particular forma de moverse... la mayoría sostenían bebidas alcohólicas, algún “India pale ale”  o cervezas tipo “Lager”. También se podían ver algunas manos nerviosas y siempre en actitud de espera apoyadas en la barra, aguardando la atención del barman. Algunas manos estaban desnudas, otras adornadas con anillos y pulseras tintineantes, y otras con algún tatuaje.

 

Al levantarse una pareja que estaba sentada a mi lado, dejan dos asientos libres, y uno de estos asientos, el más cercano a mí, enseguida es ocupado por una muchacha. Mantenía mi mirada todavía baja, apenas moví un poco mi asiento para que ella pudiera entrar cómodamente a tomar el suyo, pero sin darle mucha importancia al asunto. Rápidamente el barman le trae un “mild ale”, bebida que ella toma  y coloca fuertemente sobre la barra... a raíz del sonido seco que produjo este choque de su bebida con el mostrador, fijo mi mirada en sus manos, delicadas y tiernas, de belleza singular. Eran extraordinariamente largas y estrechas, con uñas perfectamente talladas y sin color cosmético alguno... Yo las hubiese contemplado toda la noche, me sentía maravillado de aquellas manos extraordinarias, únicas... pero lo que especialmente me impresionaba era la expresión segura y sensual con que se movían... metiendo su  dedo índice en su bebida empezó a dar giros al líquido ocasionando un tintineo,  producto del hielo golpeado con el cristal. Sin aguantar más, en fracción de segundos levanto mis ojos paseando por su cuerpo esculpido bajo una camiseta blanca, deteniéndome en su cuello y llegando por fin a su faz... era evidente... solo ella podía contener tanta hermosura... Sus ojos claros, sus labios rojos y sonrientes confirmaban mi impresión... al momento, exaltado, exclamo: -¡Gaby! ¡Preciosa...! ¡Eres Tú!... ¡Has regresado!.-

 

Su cuerpo, que en un primer momento se mantenía distante y desconocido, se vuelve hacia a mí apresando mi espalda, mi cuello y mi pecho con sus brazos...  –Sí amado Ron, he vuelto y conozco bien tu entusiasmo pues sólo es comparable con la inmensa alegría que tengo yo ahora al poder abrazarte- me responde ella con voz baja en el oído. Mientras repone su postura anterior, ella enreda mis manos entre sus dedos, nada puede escaparse, todo queda atrapado con piel y sudor... Por unos segundos quedo sin palabras, sumergido en su perfume. Tomo un suspiro reteniendo el recuerdo de su voz sensual, ya no ausente sino actual. Mis manos perciben un leve temblor sin deducir si es de ella o mío. Toco sus uñas reconociendo el borde de ellas. Aprieto fuertemente sus manos sólo para asegurarme de su presencia... –Tenía tantas ganas de verte, es por ello que apenas llegué a mi apartamento pensé en buscarte- me dice ella. -¿Cómo supistes que estaba aquí?- le pregunto. ­–Tengo una fina intuición por ser Espíritu Puro- me respondió.

 

-Me alegro mucho que tu intuición sea tan eficaz... ¿Cómo te fue en el Cielo?-

 

-Fuimos citados todos los ángeles para presentar un informe acerca de nuestro trabajo en la tierra... y créeme que todos quedaron muy a gusto con tu progreso-

 

-Intentas decir que me estaban evaluando...-

 

-Uhmmm... Algo así... Pero ya te contaré con más detalles... que te parece si vamos a un sitio más cómodo para conversar-

-Me parece muy bien, Gaby.-

 

Terminamos nuestras bebidas y nos levantamos de nuestros asientos... Al momento que caminábamos hacia la salida volvía a ser conciente del bullicio del establecimiento  y de las personas aglomeradas en la barra, ahora viendo un video de Nirvana.

 

Ya en el estacionamiento entramos en mi auto y decidimos en común acuerdo ir a mi apartamento. Durante el trayecto Gaby me contó como fue la dinámica de la reunión, algunas anécdotas cómicas de hechos ocurridos en la eternidad, y de uno que otro caso interesante presentado por sus compañeros. Le referí que me pareció mucho tiempo su ausencia, a lo que respondió que ella no podía decir lo mismo por estar fuera del tiempo... Luego empecé a contarle las cosas más singulares que me habían ocurrido durante su ausencia, hechos que ya en su mayoría ella tenía conocimiento, pero que de igual forma estaba interesada en escuchar.

 

El trayecto se realizaba agradablemente, al momento que respiraba su mismo aire e intercambiábamos palabras y risas... La brisa de la noche era suave y golpeaba cada vez con más fuerza nuestros rostros a medida que aumentaba de velocidad. Unos breves minutos sin palabras ni risas dieron lugar a un prolongado suspiro de satisfacción y felicidad. A nuestro paso iban quedando atrás las luces de neón de los avisos alegres de la avenida... Instantes en que nos percatamos que tenemos existencia. Al llegar a mi apartamento tomo a Gaby por sus hombros y mirando sus rostro cálido le digo que me acompañe un momento... –¿Dónde?- me pregunta con voz pícara. –No hables, sólo acompáñame- le respondo.

 

Tomamos el ascensor al último piso, subimos unos escalones y al abrir una pequeña puerta metálica (por medio de un viejo truco), nos encontramos en la terraza. La noche se expande sobre nosotros como una enorme cúpula. Nos encontrábamos en una especie de Edén lleno de tanques de agua y cabillas sobresalientes. Tomo la mano de Gaby y nos sentamos en un sitio estratégico para ver la iluminada ciudad, que yace dormida bajo nuestros pies. El búho de días anteriores levanta vuelo al percatarse de nuestra presencia ocasionando un pequeño sobresalto en Gaby; evento que me permitió sentir su calor al abrazar ella fuertemente mi brazo... Las densas neblinas que juegan sobre nosotros nos llevan a otro mundo, fantasmagórico e irreal. Le muestro a Gaby el lecho que le he preparado sobre el rústico suelo y nos acostamos sobre una parte pavimentada de la azotea. En cada parte de la inusitada cama está reflejado el insomnio y la angustia contenida entre los dedos. Angustia que termina liberada al convocar un intercambio de suspiros. Unidos hombro con hombro en una posición horizontal y supina observamos aquellas estrellas que se hacen cada vez más pensativas cuando los hombres duermen y tienen tiempo de pensar en lo que han hecho o harán, cuando se oyen  en las calles los cantos de mochuelos y el vuelo de los murciélagos, y la mano temblorosa de la libertad intenta señalar el itinerario de nuestra vida...

 

La luna por su parte se muestra un poco opaca, como avergonzada de su brillo. La fría brisa mueve sus cabellos y nos hace valorar más el calor de nuestros cuerpos. Acostados, uno al lado del otro, somos conscientes de querer decirnos muchas cosas, pero el cansancio y sueño nos domina. Es por ello que nos entregamos uno al otro en espera de nuestra dormitación. Gaby acerca más su cuerpo al mío hasta el punto de poder sentir latir su corazón sobre mi pecho. Ella acostada dibuja hermosamente un cuatro con sus piernas, dejando su rodilla reposar sobre mi abdomen... coloco mi mano sobre sus hombros para que pueda recostar su cabeza ante mi calor y cercanía...

 

Miércoles 4:00 pm

 

Durante la mañana tuve sólo una clase, pero que no pude terminarla debido a que el profesor al notar mi rostro demacrado, había dormido apenas cuatro horas, me invitó a salir de su clase para ir a la enfermería de la facultad, creyendo que estaba enfermo...  Haciendo caso omiso a la observación del profesor me volví a mi apartamento donde aproveché de descansar hasta entrada la tarde... Luego de haber tomado una ducha pasé por el apartamento de Gaby, para dirigirnos a una hermosa colina, en las afueras de la ciudad, a la que generalmente asistía cuando quería estar sólo.

 

Gaby llevaba un short beige tipo safari y una pequeña blusa blanca que se ajustaba muy bien a su cuerpo. El short hacía resaltar la blancura de sus piernas,  largas y perfectas... Sentada a mi lado, en el puesto del copiloto, podía notar como ondulaba su rubia cabellera  por efecto de la brisa alentada por la velocidad... El recorrido estaba lleno de un precioso paisaje formado por altos pinos y cipreses. El cielo estaba lleno de un azul claro reluciente, escaso de nubes... Por la orilla de la carretera abundaban flores silvestres de diversos matices y tamaños... Las frecuentes curvas dejaban a la vista escarpados precipicios, llenos de una vegetación exuberante y verde. Durante el camino nuestra conversación se basó en cosas triviales y ociosas que refrescaban nuestra mente y espíritu. Las palabras eran intercaladas por risas a la vez que escuchábamos “The Unforgiven” de Metallica.

 

Apenas llegamos a la colina nos bajamos del auto para correr como dos niños a la parte más alta... La cima de la colina estaba cubierta de un tierno pasto corto sobre el que nos sentamos. Absortos por el encantador paisaje, dejábamos correr un sin números de pensamientos hacia un hermoso lago que se extendía en todo el horizonte y reflejaba el brillo del sol... Tomados de las manos bajamos la escarpada colina con mucho cuidado. Llegamos a un camino formado por altos cipreses,  colocados uno al lado del otro como soldados en formación. Respirábamos ansiosamente el perfume de rosas abiertas y de pequeños jazmines, abundantes en este sitio. La sombra de los cipreses cubría nuestro cuerpo, formando diversas figuras a la medida que avanzaban nuestros pasos y crujían las hojas secas a causa de nuestras pisadas. Nos detuvimos para sentarnos sobre un tronco seco aunque un poco húmedo y mohoso. Ya sentados nos vimos rodeados de distintas rocas que me daban la apariencia de mujeres esculpidas y que poéticamente bauticé como vírgenes apócrifas... mudos y expectantes tomo su mano al momento que dirijo mi mirada a su rostro iluminado por los escasos rayos de sol que se vierten entre el follaje de pinos y cipreses. Intento acercarme un poco más a su cuerpo cuando de pronto ¡Crash!... un crujido seguido de un golpe seco revela que mi amada cae en el verde césped al resquebrajarse parte del tronco. Verla ante tal situación no pude disimular algunas risas, pero al notar que su rostro no revelaba precisamente un buen humor me acerco a ella tendiéndole mi mano... ella cerrando sus dedos entre los míos acepta mi ayuda y se levanta quedando muy cerca de mí... nunca había tenido su mirada tan cerca de la mía; pasado leves segundos soy consiente de sus pechos estrechados a mi cuerpo originando una sensación en mí instintiva pero agradable. Tomo sus brazos, quise pronunciar palabras como: -¿Te encuentras bien? ¿Te lastimaste?- pero carecía de toda gesticulación. Solo pude responder con un acto reflejo de acercarla vehemente a mí para besarla... Al momento que sus labios están a punto de ceder ante los míos voltea su mejilla, dándome solamente la oportunidad de sentir un leve roce que me indicaba que sus labios temblaban. Quedando un poco confundido, suspiro, y escucho una voz que surge  con dificultad debido a la sequedad de su boca:

 

-Ron... disculpa, pero no es esto precisamente por lo que quise estar contigo hoy en este hermoso sitio.

 

-No tengo nada que disculparte, pero no entiendo... ¿Qué deseas decirme?

 

-Si he regresado a verte, es para decirte que ya mi misión contigo está finalizando... He podido notar tu convicción y disposición al bien durante mi ausencia, por lo que estoy muy contenta contigo...

 

-Eso es todo lo que sientes por mí, una mera alegría... ¡Todo esto acaso ha sido solo una prueba!... No creo que haya avanzado en nada... además si aparece de nuevo esa maldita mujer en busca de mi alma... ¿Por qué razón te tienes que ir?...

 

-cálmate Ron, es muy injusto de tu parte tus reproches y estúpidas dudas... Desde un primer momento expuse claramente que venía con la sola intención de ayudarte y darte fuerza ante las insidias femeninas del enemigo que ponía en grave peligro tu alma... Y si ves bien dentro de ti y repasas tus acciones y cambio, no con tu libido sino con tu razón, podrás notar las cosas buenas que has hecho, como por ejemplo ayudar a María Elena a salir del mundo de la prostitución o cuando evitaste un trágico final para Aníbal en su vicio al juego, ¿No crees que son muchas las razones?.

 

-Y que me dices de Xiomara, he presentido últimamente que regresará-

 

-Ya eso lo hemos hablado anteriormente... Ella no podrá acercarte a ti si tú no se lo permites. No dudo que buscará la forma para que caigas de nuevo, pero solo ten presente algo, nunca dialogues con el mal. Al mal no se le escucha, pues de él solo puede venir mentira y confusión... Rechaza todo lo que venga de ella y ten presente la oración... Allí estará Dios, a quien nada se compara... Allí estaré yo que te amo como nunca había amado algún mortal. Es por ello Ron que no es una mera alegría, no es una tarea lúdica lo que siento por ti. Créeme que te quiero y he experimentado la felicidad contigo... Pero somos distintos, no nos podemos reducir en la finitud de un espacio, de un momento, de un sentir... Solo podemos ver y tomar lo eterno entre nosotros, el amor, la amistad... pero solo eso... en el Cielo entenderás mejor lo que te digo ahora...  nunca me imaginé que también me sería tan doloroso separarme de ti...

 

-Preciosa Gaby, me duele dejar que te vayas, pero aunque no entienda se que hay algo en mí que me dice que debe ser así y no de otra forma...

 

Ella abrazándome nos arrodillamos sobre el césped, uniendo nuestros rostros, uniendo nuestras lágrimas tontas y escurridizas en un solo afluente, en un solo líquido salado... Separando un poco mi rostro de su mejilla, ella deja descansar su cabeza en mi pecho cediendo a un suspiro largo y profundo mientras mi mirada perdida en el follaje busca una razón del porque sufrir cuando hay amor.

 

Viernes 7:00 am

 

Desde ayer disfruto de diez días de vacaciones debido a que la Universidad cumple 74 años de fundación dando lugar a una serie de actividades culturales y académicas a las que no pienso asistir... Es por ello que he intentado invertir el tiempo en distraerme y compartir con mis amigos y por supuesto con Gaby quien desde aquel día de la Colina ha estado quedándose en mi apartamento...

 

Gaby dormía en mi cama mientras que yo usaba el sofá-cama que tenía en mi pequeña sala. Pero durante la noche nos pusimos a ver un programa televisivo, en la habitación, a la vez que intercambiábamos algunos cuentos y muchas ginebras, por lo que nos quedamos dormidos... Juntos pasamos la noche en mi cama.

 

Despertando repentinamente, asustado, como si hubiese tenido una pesadilla soy consiente de que Gaby aún yace a mi lado. Después de breves instantes recuerdo que debo pasar por la Universidad a la dirección de estudios para reclamar el corte de notas. Miro el reloj y noto que aún es temprano. Repaso mentalmente lo que pienso hacer en el día presintiendo que se producirá algo triunfante. Esa extraña sensación que en anteriores momentos había padecido... De repente me siento un poco tenso.

 

Vuelvo mi cabeza para mirarla, moviéndome con cuidado para no despertarla. Mi corazón, como ocurría siempre que la miraba, empezó a latir aceleradamente. Estaba tendida de espaldas, con su pequeña nariz hermosamente tallada apuntando hacia el techo y sus cabellos rubios se extendían sobre la almohada como las alas desplegadas de un pájaro dorado. Miro su boca generosa, esos abultados labios que más de una vez me han hecho tocar el cielo. Los primeros rayos del sol le brindaban una claridad sorprendente. Era un deleite verla así, en reposo, con el rostro relajado y carente de expresión. Por lo general siempre había notado su rostro de joven animada. Su expresión más habitual era una sonrisa malévola, como la del niño travieso que acaba de realizar una broma pesada. Sólo cuando está dormida o concentrada en sus pensamientos se le veía como en ese momento; y, sin embargo era así cuando le amaba más, porque entonces, cuando no estaba en guardia ni consciente de sí misma, su apariencia reflejaba la extenuada sensualidad que se mantenía en su interior, como un fuego lento y abrasador. Cuando la veía así, apenas podía contener el deseo de acariciar su cabello. Me di la vuelta para estar frente a ella y, tal como suponía, el movimiento la despertó. Durante la fracción de un segundo fijó sus enormes ojos azules  en el techo y después me miró, sonrió y se acurrucó en mis brazos.

 

-Hola- susurró, y la besé.

 

Inmediatamente se apoderó de mí un gran amor. Permanecimos acostados juntos durante un rato, medio dormidos, besándonos cada instante, pues, teníamos la sospecha de que llegaba el momento en que ya no íbamos a tener una nueva oportunidad para hacerlo.  Ella cruzó una pierna sobre mis caderas y lánguidamente reposo sobre mí, sin hablar. Suponía dentro de mí que esta pasión desmesurada no podría durar más. Gaby colocada sobre mí dejaba caer todo su peso, podía sentir su piel húmeda pegada a la mía mientras la envolvía con mis brazos. De inmediato quedamos atrapados en un placer prolongado digno de una mañana. Gaby no daba muestra de dejar su posición. Permaneciendo encima de mí, todavía media dormida, empiezo a acariciar su pelo. Después de un rato ella se movió.

 

-¿Sabes que día es hoy?- preguntó en un murmullo.

-Viernes.-

 

-Hoy te toca preparar el desayuno y el almuerzo-  Habíamos quedado que cada uno cocinaría un día sí y un día no.

 

-No lo había olvidado-

 

- Me alegro- Hizo una pausa. -¿Qué me vas a dar?-

 

-Para el desayuno sándwich con crema de leche, café y jugo de naranja natural. Y para el almuerzo filetes con papas y guisantes, queso y un pastel que quedó de ayer.-

 

Ella alzando la cabeza se hecha a reír.

 

-¡Eso es lo que preparas siempre!-

 

-No es cierto la última vez comimos sopa-

 

-No será porque la última vez te habías olvidado y almorzamos fuera. ¿No te parece que variaras un poco?-

 

-Oye, espera un momento. El trato fue que cada uno de nosotros prepararía el almuerzo en días alternos. Nadie dijo nada sobre la obligación de prepara un menú distinto cada vez.-

 

Ella vuelve caer sobre mi pecho, simulando haber sido derrotada

 

-Preciosa, hay algo que me vas a disculpar...-

 

-¿Qué?-

 

- ¡Preparar el almuerzo! ¡No! ¡No! Era broma. Solo que tendré que dejarte sola en el desayuno ya que tengo que pasar por la Universidad y antes pasar recogiendo a Emerson-

 

-Está bien, por hoy te lo pasaré...- Se sentó muy erguida, cruzando las piernas. Sus pechos eran cubiertos por su cabellera, aunque dejaban ver su redondez y firmeza.

 

-aunque sabes Ron... Deseaba hablar contigo. Temo que es urgente.- Enseguida entró en mí un malestar y recordé ese maldito presentimiento con que me había levantado... Le respondí que por los momentos no deseaba conversar. Gaby se levantó y cruzó la habitación hacia la ducha. Abrió la puerta y en seguida el grifo. Su estado de ánimo había cambiado. Ya no se sonreía.

 

-¿Por qué estás enojada?- pregunto. –No estoy enojada- Contestó ella. – Pero a veces no deseas enfrentar la realidad, es necesario aprender a sincerarnos y para ello debemos conversar-

 

Al escuchar sus palabras nació  un suspiro en mí. –Sabes que a veces me cuesta hablar sobre eso. ¿Qué es lo que me quieres decir?-

 

Gaby pensó un momento, desnuda y de pie junto a la ducha; estaba tan hermosa que de pronto se me olvidó el motivo de la discusión.

 

­-Supongo que debemos de hablar de nuestra situación... temo que el tiempo límite se acerca-

 

-Creo que estás exagerando-

 

­-Es lo que siempre me contestas, evades esta situación-

 

Se metió bajo la ducha y dio un portazo. Mientras saco los útiles de afeitar que tenía en un cajón fuera del baño y empiezo afeitarme en el fregadero de la pequeña cocina. Ya habíamos discutido eso antes, más extensamente, y reconozco que me cuesta aceptar esta situación de separación. En una parte de mí se que eso era lo mejor para los dos, por supuesto que comprendo que su naturaleza es distinta a la mía. Pero era difícil aceptar este escenario. No me quedaba más remedio que recurrir a frases como: “Todavía no estoy listo”, “Lo único que necesito es tiempo”, y esas vagas evasivas la enfurecían.

 

Terminado de afeitarme, envuelvo mi afeitadora en una toalla y la meto en su cajón. Hago el café y preparo el desayuno. Gaby sale de la ducha y ocupo su lugar. No nos hablamos... pensé: hasta cuando duraremos en este plan.

 

Mientras me duchaba Gaby servía el café y terminaba de preparar los sándwich. Me vestí rápidamente con unos jeans desteñidos y una franela unicolor negra, me senté a la mesa de caoba frente a ella. Gaby me sirve el café a la vez que me dice: -Necesito que hablemos -Muy bien...- contesté sin vacilar. Te propongo que lo hagamos a la hora del almuerzo.

 

-¿Y por qué no ahora?-

 

-Porque ya se me es tarde y Emerson me está esperando-

 

-¿Esa diligencia es más importante que nuestra relación?-

 

-¡Por supuesto que no!- Respondí.  Percibí un dejo de irritación en su tono y una voz interior me advirtió: “No seas tan tosco con ella”. –Preciosa, lo que pasa es que me comprometí a ir a la Universidad hoy y le dije a Emerson que pasaba por su casa buscándolo, es importante que cumpla con mis promesas; no me parece mucha la diferencia si conversamos ahora o un poco más tarde-

 

-Para mí es importante que hablemos ahora-

 

Estaba tentado en quedarme, pero tenía la cabeza en otra cosa,  la verdad no me siento preparado. Sería mucho mejor hablar después, cuando los dos estuviéramos relajados.

 

-Te pido por favor que hablemos más tarde. Ahora, tengo que irme-

 

Me puse de pie. Cuando me acercaba a la puerta escucho la voz de Gaby:

 

-Recibí una carta de Kurt, en ella me dice que debo regresar pronto al Cielo-

 

Sus palabras fueron tan inesperadas para mí, aunque sabía de antemano ese era el motivo de su conversación. Me detuve un momento para poder comprender el alcance de sus palabras.

 

-¿En serio?- Pregunto como con incredulidad.

 

-Completamente en serio-

 

Yo sabía que tarde o temprano esto iba ocurrir. Sin embargo no esperaba que fuera tan pronto. Empecé poco a poco a recobrar compostura.

 

-¡No puedes irte al Cielo ahora!-

 

-¿Por qué no?-

 

-Porque me amas-

 

-Eso no significa que debamos seguir cerrando nuestros ojos ante lo evidente-

 

Veo mi reloj y le digo: -No podemos tratar a la ligera este tema, hablaremos en cuanto vuelva-

 

-no esperaré indefinidamente una posición clara de parte de ti-  aseguró.

 

-No estoy pidiendo que me esperes indefinidamente, te pido que esperes unas horas-. Me acerco y le acaricio la mejilla. -¡No discutamos por unas horas!-

 

Ella se puso de pie y me besó con fuerza.

 

-Te pido que no te vayas antes del almuerzo- Gaby sonrió y asintió.

 

-No, antes del almuerzo, no-

 

La miré por un instante y después salí del apartamento.

 

Mientras bajaba por el ascensor me preguntaba si podría encontrar en mí suficientes fuerzas para aceptar la realidad... Estaba convencido de que cual fuera la decisión lo importante era el bienestar de los dos, aún cuando esto signifique la renuncia a las cosas que amamos... Tenía que convencerme de que inevitablemente  nuestra separación es algo que tenía que pasar.

 

Al llegar a mi auto y tomar la avenida principal, en dirección a la casa de Emerson, noto el claro azul del cielo, atravesado por escasas nubes. El sol muestra una impetuosa claridad destacando distintas sombras de personas, árboles y postes de luz.

No tardé en llegar a la casa de Emerson, quien me esperaba ya en la puerta. La visita a la Universidad fue rápida, se encontraba prácticamente vacía y no nos detuvimos mucho tiempo allí. Cuando volvimos a montarnos en mi auto Emerson se da cuenta que mis pensamientos andan divagando y antes de encender mi auto me pregunta atónito: -¿Qué te ocurre?-

 

-Nada, no te preocupes- le respondo, disimulando un poco mi malestar toma un aire más tranquilo.

 

Continuamos nuestro camino en silencio hasta que llegamos a la casa de Emerson. Bajé de mi auto y sentados en la pequeña sala de su casa, tomé una Coca Cola. No había ninguna persona en la casa a excepto de nosotros dos. Empezamos una pequeña conversación entre bromas y demás cosas triviales hasta que un comentario  de Emerson me deja frío, me confiesa que ha estado saliendo con María Elena, y que ha quedado atrapado en una especie de adicción a su presencia... Lo vi tan feliz que intenté  disimular mi sorpresa y compartir su dicha con una sonrisa. Dentro de mí pensé que ese era el motivo de su insistencia para que le cediera su número telefónico.

 

Me pareció irónico ver en Emerson un rostro de tonto enamorado, tan inusual en él,  pero me preguntaba cuantas veces yo mismo no había adoptado esa misma cara... me parecía algo tan patético.

 

Terminado mi segundo vaso de Coca Cola me despedí rápidamente al recordar que tenía que llegar temprano a mi apartamento para almorzar con Gaby, además que precisamente hoy me tocaba cocinar a mí... Me despido de Emerson deseándole suerte con su nuevo romance, con cierto tono bromista... Apenas saliendo Emerson me dice: -Ron, ¿Seguro que todo está bien?- Volteándome hacia él le respondo: -Claro, todo bien, no te preocupes... Saludos a María Elena cuando la veas- -Seguro, apenas la vea le daré tus saludos-

 

Marché en dirección a mi auto. Sintonizo la radio y me dirijo a mi apartamento.

 

El sol visiblemente majestuoso en el cielo indicaba que ya era mediodía, el tráfico empezaba a ponerse un poco pesado pero había fluidez. Esperaba estar pronto ya en mi cocina, preparando algo de comer junto a Gaby. Un pequeño pesar me sobrecoge al recordar que teníamos una conversación pendiente y que el final de nuestra relación puede estar próxima a llegar.

 

Ya en frente del ascensor mantengo mi mirada fija en los números que indican, con su luz naranja, los pisos en descenso. En ese momento un perfume de fragancia suave y femenina delata la presencia de una preciosa joven que acercándose a mí se une a mi espera. Empezaba a degustar el sensual perfume cuando de pronto las puertas grises del ascensor se abren, los dos entramos sin vernos.  Ya adentro del la cabina contemplo a mi acompañante quedando admirado por su belleza. Al momento en que dirijo mi mano para presionar el botón de mi piso ella también lo hace, causando un leve roce que provoca en ella una sonrisa malvada. Mirando sus ojos noté su gran parecido a Xiomara, llegando casi afirmar que era ella, pero me contuve en conversar, pues he aprendido que con el demonio nunca se habla.  Sorprendentemente su presencia no causaba en mí turbación alguna... Entraron miles de pensamientos a mi cabeza provocando una terrible lucha interior, tenía la tentación de echar todo por tierra y entregarme a las pasiones desordenadas siempre servidas en la mesa de esa mujer. Aunque la tentación era fuerte intentaba no mostrar intranquilidad a mi acompañante, pues Gaby siempre me decía que Xiomara a pesar de tener una fina intuición diabólica nunca podía saber que era lo que yo pensaba o sentía. Mis manos sudaban, mi boca se secaba rápidamente y la respiración cada vez se me hacía más dificultosa. Levantando mi mirada hacia ella podía notar su estúpida sonrisa y sus ojos de gata. Tenía una blusa corta que se ajustaba estrechamente a sus pechos desbordados impúdicamente. Mostraba su ombligo, perfectamente tallado, atravesado por un pequeño piercing en forma de aro. Tenía unos vaqueros que dejaban ver su cadera y parte de su ropa interior, sus botas eran de un cuero negro y lustroso. Cada momento que la veía sentía como mis nervios se apoderaban de mí, la presencia de esta extraña mujer era una sugerencia de dejar a un lado a Gaby y sus problemas celestiales para sencillamente abalanzarme sobre esa mujer... Los números de cada piso pasaban con exagerada lentitud, mi acompañante da unos tres pasos quedando muy cerca de mí; se detiene frente a frente de mi rostro cuando de sus manos caen unas llaves a la que yo hice el intento de recoger, pero ella se me adelantó; al levantarse noto que tres botones de su blusa se habían abierto al ella agacharse y solo un botón quedaba en pies. Intento disimular mi mirada pero ella no hace el mínimo intento de reponer su blusa. De esa forma se me es inevitable notar la redondez de sus senos y su rostro que no mostraba ni una pizca de vergüenza. Ya faltaba solo un piso para llegar a mi apartamento, ella debía bajarse en este próximo. Pero inexplicablemente suena una extraña alarma, se encienden las luces de seguridad y se detiene la cabina del ascensor causando la pérdida de equilibrio de ella quien fue a dar a mis brazos. La sujeto fuertemente sintiendo sus desbalanceados pechos presionados sobre mí. La luz es casi opaca y ella en un gesto desesperado me pide que no la suelte. De forma ágil sus piernas se introducen entre las mías. Mi sudor cae a chorros, cierro los ojos y no se que hacer... Es inevitable sentir una erección y se me era casi imposible contener ya esta lucha interna en que Gaby cada vez se desvanecía y la imagen de Xiomara reclamaba su soberanía. Sin poder más, cedo... Sin pensarlo la beso quedando atrapado en sus labios desenfrenados y ávidos. Sus uñas se clavan en mis espalda pasando rápidamente a mi rostro. Escucho levemente el ruido de personas afuera intentando abrir el maléfico ascensor y me imagino al maldito conserje llamando a los bomberos para interrumpir este acto lascivo. Mis fuerzas poco a poco van cediendo a las de ella, sintiendo en mi alma un extraño fuego. No surgían sentimientos, ni amor, ni respeto, como antes había sentido incluso con Xiomara. Lo que manaba de nuestros cuerpos era un placer primitivo, instintivo y meramente genital. Entonces mientras ella seguía besándome, pienso por un momento en Gaby causando sorpresivamente que ella se detuviera un momento, como si intuyera lo que pienso. Al ver su rostro intento recordar los momentos tan agradables que había tenido con Gaby y todo lo que había aprendido, lo comparé con lo que estaba haciendo en este momento y una gran tristeza llenó mi corazón. Mi acompañante al instante se separó de mí mostrando en su rostro un aspecto como de asco. Sin decir nada bajo mi cabeza y acomodo mi ropa, al momento que ella recoge la blusa del piso y hace lo mismo. En eso las voces de afuera se hacen más fuertes y nítidas, efectivamente intentaban abrir las puertas del ascensor. Subo mi rostro dirigiendo mi mirada al rostro de la hermosa joven, que poco a poco tomaba un aspecto maléfico y repulsivo. Intenté mediar palabras pero antes de poder pronunciar alguna me dio una bofetada, al instante se abrieron las puertas del ascensor y ella salió presurosamente. Todavía tenía mi mano en la mejilla cuando entraron algunas personas que conocía del edificio y entre ellas el pobre conserje que había maldecido en mis pensamientos. Les dije que estaba bien y sin dar más explicaciones corrí por las escaleras para llegar a mi apartamento y ver a Gaby.

 

Busco mis llaves para abrir la puerta de mi apartamento, sin dejar de preguntarme si aquella muchacha era realmente Xiomara, la verdad no dudaba que así fuera. Ella había regresado en el momento preciso: cuando mi relación con Gaby estaba a punto de terminar...

 

La canción “Estraged” de Guns N’ Roses silencia mi llegada al apartamento. Dejo mis cosas sobre la mesa y apresuro mis pasos a la cocina donde Gaby se encontraba de espalda sacando algunas verduras de la nevera. Al verla soy consiente de lo tonto que he sido al ceder a la seducción del mal, y sin poder evitarlo dos lágrimas se dibujan en mis ojos. Gaby vestía una bata y un pequeño delantal, ella al darse cuenta de mi presencia voltea y sin mediar palabras corre a mis brazos saltando sobre mí viéndome forzado sujetar sus piernas con mis manos mientras ella acomodaba sus brazos en mi cuello y mi rostro descansaba sobre sus hombros. La idea de comentarle a Gaby lo que había ocurrido en el ascensor la deseché de inmediato, pues no valía la pena agregar más problemas a nuestra situación. Todavía con su cuerpo sujeto al mío sostengo su peso con mis manos bajo sus muslos al momento que sus piernas se cierran alrededor de mi cintura, salimos de la cocina y dirigiéndonos a la pequeña sala me acerco a la mesa donde Gaby se sienta mientras yo me mantengo parado de frente a ella. Las cosas que se encontraban sobre la mesa caen al piso estrepitosamente creando una nube de papeles universitarios que quedan esparcidos por todo el apartamento, Gaby y yo inmutables nos mantenemos uno frente al otro intentado descubrir la palabra conveniente. Pero no hay palabras convenientes solo un inmenso amor casi idílico y tonto.

 

-¿Cómo te fue en la Universidad?-

 

-Muy bien, preciosa, estaba prácticamente vacía... Tomé los papeles que necesitaba y entré unos minutos a la casa de Emerson...

 

-¿Cómo está Emerson?-

 

-Aparentemente bien, aunque me dijo algo que me dejó atónito, y es que está manteniendo un noviazgo con María Elena, y parece que desde hace algún tiempo...

 

-Vaya... Eso si que es una sorpresa... Espero tengan suerte en su relación.-

 

-Sí, también yo espero lo mismo... Pero más espero que tú y yo podamos definir la nuestra-

 

El rostro de Gaby toma una expresión más seria y suspira... Tomo una silla y me siento frente a ella, que todavía está sentada sobre la mesa... pone sus manos en mis hombros y me dice: -Definámoslo entonces...-

 

Dirigiendo mi mirada a su hermoso rostro me quedo sin palabras y sin pensamientos...

 

Pasado algunos segundos le pregunto: -¿Qué dice la carta que recibiste?-

 

-En el cielo no están muy contentos por la relación que hemos mantenido... es algo parecido a una amonestación por mi conducta, y solicitan que me presente mañana antes del mediodía... en pocas palabras que te deje definitivamente...-

 

Escucho sus palabras que de algún modo ya esperaba escuchar. Un dolor profundo e hiriente va surgiendo desde mi pecho dificultándome la voz y respiración, al momento que hago consciente lo duro que es alejarme de ella. Una neblina se va esparciendo en mi mente dejando una sensación de desequilibrio.

 

No puedo mantener mi mirada en su rostro, inclinando mi cabeza y con voz queda le pregunto: - ¿No hay ninguna posibilidad que te quedes conmigo?-

 

Ella levantando mi rostro y acariciando mi mejilla dibuja una sonrisa apenas visible:

-Puedo no presentarme mañana al cielo y quedarme junto a ti... pero... eso traería como consecuencia que perdería mi visión beatífica y por lo tanto perdería mi inmortalidad... Tendría que padecer y morir como cualquier mortal. Y por amor a ti estoy dispuesta a renunciar a mi naturaleza pura-

 

Tales palabras me dejan atónito, la acompaño con su sonrisa y la abrazo fuertemente. Pero inmediatamente pienso que no es justo que por mi ella llegue a renunciarse hasta tal punto de dejar su propia condición angelical.

 

-Amada mía, me alegra mucho saber que tanto me amas, pero no quiero darte más problemas... Deseo con todas mis fuerzas que estés conmigo, pero no quiero que sufras más-.

 

-Todo aquel que ama debe estar dispuesto a sufrir mucho, Ron... Y yo estoy dispuesta a sufrir por ti-

 

-No lo se preciosa, temo por los dos...-

 

Mi corazón acelera y siento como un vacío se va anidando entre mi garganta y mi pecho, manteniéndose como un cuchillo atravesado en mi tórax... Busco su mirada. Me rodea con sus brazos y siento como mi espalda se humedece con sus lágrimas.

 

Tomando con mis manos su rostro y poniendo su frente junto a la mía, le digo lentamente con voz apenas audible y quebradiza: -Preciosa... Deseo que me dejes... Deseo que regreses al cielo... Es lo mejor para los dos... No llores más, es muy fuerte también para mí, pero no es justo que nos hagamos más daño... Sonríe amada, me gustaría recordarte así con la sonrisa enamorada, como si el sol hubiese salido aquí dentro de tu mirada. Me gustaría recordarte como una historia importante y sincera, aunque se bien que el sentimiento ahora es como una brisa ligera que nos hiere el espíritu.-

 

-¿Estás seguro de lo que me pides?... ¿Es tu decisión?...

 

-...Sí, es lo que decido... No podemos vernos más...-

 

-Soy conciente que me muestras la verdad, pero sufro... Estoy pensando en palabras de adiós que dan un dolor intenso...

 

-Pero de seguro llegaremos a encontrar agua en el desierto...-

 

-Nuestro amor nos da una emoción para siempre, momentos que quedarán grabados en la mente. Palabras que quedarán muy adentro... Me gustaría poder dar mucho más, mucho más tiempo que el que puedo darte, pero a tu mundo no pertenezco... Me toca cruzar mares y montes, que extraño también en ver de nuevo, en el cielo me esperan para inventar juntos otros juegos... Pero siempre estaré contigo.-

 

-Lo sé-

 

-Me voy ahora mismo... Después será más difícil-


No hay comentarios:

Publicar un comentario