sábado, 30 de marzo de 2024

Novela: Miércoles. Capitulo: III

Jueves 9: 00 pm

Hoy estoy más animado, he podido levantarme, afeitarme, bañarme, y eso ya es un cambio considerable si tomamos en cuenta de que ayer no pude ni cambiarme de ropa,  ni comer, ni cepillarme los dientes...


Atribuyo mi cambio de ánimo a que ya estoy mejor de mis costillas rotas y que por lo tanto retomaré mis clases el próximo martes. Pero lo mejor no es eso, lo mejor es que ya puedo salir de tan hostigantes paredes y tomar una cerveza con amigos en algún centro nocturno.


Aún así reconozco que todavía siento cierto malestar, sobre todo un peso en mi cerebro. Y que por más que lo intente no puedo sacarme la imagen enigmática de Xiomara de mi cabeza. Además sigo pensando en mis abusos con las drogas, deseaba comentárselo a Emerson, pero ahora no sabría como explicárselo.


Durante el transcurso de la mañana mientras veía la televisión, me preguntaba mil veces como poder reponerme. La respuesta giraban en una sola solución: dejar de ver a ese ángel maléfico... Por lo que he decidido obligarle que se aleje de mi vida y averiguar cual es su pretensión en acosarme tanto...


¡Toc – Toc! Abro la puerta, al momento que tomo mi chaqueta.


-¿Qué tal Ron? ¿Cómo sigues?


-Mucho mejor Emerson...


- Aún así te ves muy demacrado, ¿estás seguro que puedas salir?


- Si, por supuesto... quizás me veas así por la falta de sueño.


- Me imagino que debe ser por eso... Bueno ya estamos listos, Ricardo, Aníbal y Javier nos esperan abajo. Además no tendrás que preocuparte en manejar, pues no estás todavía del todo bien. Aníbal ha estado aprendiendo a manejar y conseguimos prestada una chatarra andante.


- Me parece magnífico, siempre y cuando Aníbal no me haga perder otras tres costillas más... Les agradezco su atención.


- déjate de sentimientos y apúrate.


Es así como nos dirigimos a un centro nocturno muy singular. Aníbal a pesar de que no tenía mucha experiencia en el volante, manejaba bastante bien y la chatarra que teníamos por auto, no se compara en nada con el mío pero saca de apuros.


El pequeño antro al que vamos le dicen “El Hueco”. Llevaba meses que no iba a ese lugar. La singularidad del “Hueco” es que se encuentra dentro de un parque de atracciones abandonado, específicamente dentro de lo que fue anteriormente una “casa de susto”. Para llegar a este sitio hay que atravesar la ciudad hasta sus afueras... Mi emoción al estar con mis amigos y sentir su apoyo de siempre hizo que se disiparan mis problemas... Milagrosamente me daba igual pensar o no pensar en ella, cada vez me daba cuenta que sólo era una pesadilla disfrazada de un dulce sueño.


Mientras pasábamos las oscuras calles citadinas, podíamos ver los espacios que forman la noche: discotecas céntricas, calles y plazas de vinos y copas, portales, lugares de quedar como bocas de metro, paradas de autobús o lugares de consumo, bancas (muy buscadas por parejas y pequeños grupos), aparcamientos, colas para entrar algún concierto, farmacias abiertas las 24 horas, gasolineras, cabinas telefónicas, cervecerías, cines, teatros para minorías cultas, bus nocturno, taxi, video-club, cajeros...


En el transcurso del camino nos detuvimos para comprar unas hamburguesas en una tienda de comida rápida, ubicada en una vieja estación de servicio. Mientras decidíamos que íbamos a comprar, Javier intentaba instalar su discman  al  viejo carro, lográndolo colocó un  CD de Aerosmith.


Ya todos de regreso en el carro con nuestras comidas y bebidas continuamos nuestro camino hacia “El Hueco”, escuchando a todo volumen “Hole in my soul”. 


Era fácil voltear y ver jóvenes caminando por su ciudad recreada. Jóvenes  trasnochadores que poseen la ciudad, la toman suya, y la renombran a la luz de las farolas y los faros de los automóviles. Lo que por el día es un escaparate de lujo, por la noche es el albergue donde pernocta una  persona sin hogar entre mantas y cartones; lo que bajo el sol aparece como un quiosco de prensa, en la noche es el tálamo vertical de unos amantes; si en el día es un parque infantil, en la noche es el salón comunal de una pandilla. Una noche dominada por lugares públicos, como parques y estacionamientos, donde poder realizar actividad sexual genital con cierta privacidad.


Llegamos al “Hueco”. Un lugar que no deja de ser interesante. Estacionamos nuestro cacharro en algún lugar seguro, donde no sufra la embestida de alguna pareja enrollada, aquellas que abundan en la noche formando una sola unidad simbólica y anatómica besándose o dedicadas a otras actividades sexuales sin importar que carro escoger para hacerlo.


Se pueden observar más personas que lo acostumbrado, desde fuera del local resuena el fuerte sonido de guitarras, bajo y batería. Entre una de las cosas impresionantes del lugar está la variedad de grupos que se pueden aglomerar. Se forman así ciertos círculos de tolerancia, en fin todos vamos con la intención de divertirnos, sin problemas. Puedes encontrar en las esquinas o sobre el piso sentados en círculo grupos como son los Pijos (exhibidores o solícitos de un estatus social elevado e institucionalmente integrados). Los Punkies ( inconformistas libertarios, nihilistas y violentos ligados a la izquierda). Los Heavies (subcultura popular de fuerte hedonismo, gregariedad y carácter vividor de los placeres tradicionales). Los Rastas (fumadores de cánnabis y aficionados a la música que acompañe los estados que produce). Los Skinheads (clases populares ultraderechistas de imagen militarista)… en fin toda una variedad.


Como es ya costumbre, nos adueñamos de la barra, donde pedimos unas cervezas mientras conversábamos de tantas cosas, que aunque aparentemente tontas, solo por el hecho de hacernos unir como amigos, son las palabras más valiosas.


Durante las horas en “El Hueco”, mi mente y mis ánimos han vuelto a tomar fuerzas... Pudimos entablar conversación con un grupo de chicas que acababan de llegar , les destapamos sus cervezas, y en medio de términos filosóficos tratábamos de comprobar por que la vida no está llenos de estos momentos, en que sin ser victimas de vicios podemos gustar del existir...


Extrañamente una de estas chicas, la que menos hablaba, quizás la más desapercibida... desde que entró al “Hueco” me impactó... Su mirada me llenaba de una extraña fuerza, pero inmediatamente pensé que solo era imaginación mía y que solo buscaba un mecanismo de defensa que sublimara mis pensamientos en Xiomara...


El sitio al paso de las horas se transforma en un intercambio de objetos, propios de la noche: alcohol duro y cócteles mortales, pastillas, discos, celulares, lápiz de labio, condón, reloj, marihuana, cocaína, cigarros o tabacos, dinero. Un sin fin de actos y vicios que terminan en vómitos y botellas rotas. Sus ritos consisten en desplazarse por las calles a pies, autos o en motos, fuman, beben, cantan, saltan y corren... Es lamentable cuando a esto se les unen actitudes poco aceptadas en estos establecimientos como tirar botellas al suelo y destrozar algunas sillas.


Ya un poco cansados del “Hueco” junto a sus melosas chicas, decidimos regresar a nuestra realidad y a una faena que nos espera al salir el sol. Tomamos nuestro cacharro y partimos escuchando “full Circle” de Aerosmith, al volver adaptar el discman de Javier en esta chatarra andante.


Viernes 6:00 pm

Empieza a llover copiosamente, de repente una ráfaga de viento ha cerrado la ventana que da hacia el balcón, y la llama de la vela parpadea. Se ha ido la luz eléctrica y asomado en mi balcón se pueden ver como se extienden las sombras de una naciente noche, junto a siluetas imprecisas de montañas y forestas que se vislumbran en la lejanía como vagas apariciones.


A la luz de la vela, que difumina contornos dudosos en las paredes de mi cuarto, trato de ordenar mis pensamientos en un intento de encontrar sentido al motivo de esa llamada que me hiciera Xiomara diciéndome que necesitaba verme. He aceptado que venga a mi apartamento, pero con la firme intención de obligarla a decir que trama con su hostigamiento sexual.


¡Toc-Toc! Abro la puerta, y efectivamente era ella... Entra quitándose un impermeable amarillo, dejando visible su belleza pelirroja. Por alguna causa la veo más hermosa que nunca, sus ojos verdes y enigmáticos, su esbelta figura, su tez blanquísima y andares contoneantes, todo a la luz de las velas, crean un ambiente que me hechiza. Afuera la lluvia se hace cada vez más fuerte, el frío entra por la ventana cubriendo nuestros cuerpos de una brisa mojada... Ella frente de mi, no hay palabras, no hay tiempo... Ambos sabemos que hemos llegado a lo más lejos que hemos podido llegar, era el momento de decidir algo definitivo. Ella se me acerca y abraza, yo acepto sus brazos que rodean mi cintura, ella acepta los míos que sostienen su rostro y acaricia su piel. A pesar del frío, nuestra temperatura sube, creando ardientes ríos de penumbra y sed, sed del uno por el otro. Siento el pulso de su sangre, y mi nariz en su cuello descubre fragancias de frutas tropicales. Sus labios se abren y me dicen: he venido con la tormenta y temo irme con ella....


Entre sus brazos vuelo sujeto a un ave nocturna que clava sus garras en mi espalda haciéndome sangrar.


Acostados, reposo mi rostro sobre su palidez mientras sus cabellos arropan mi cuerpo desnudo... Unidos en el ejercicio anatómico y químico del amor, caminamos al balcón. Desnudos sentimos como la lluvia baña nuestros cuerpos... le tomo sus delicadas manos y al momento los dos miramos la luna, apenas visible ante el oscuro y nublado cielo. Las calles tendidas bajo nuestras miradas son apenas alumbradas por la escasa claridad de la luna, claridad que le da un matiz azulado al cuerpo de Xiomara que se levanta frente al mío.


-A llegado el momento... a llegado el momento de la verdad o la mentira, en eso solo tu decides.


-Xiomara, dime que deseas de mi, dime que te propones con tus besos y caricias.


-Deseo amado Ron, una sola cosa de ti... tu alma.


-Mi alma... No te entiendo... para que quieres mi alma.


-Por que para eso existo, para eso soy... Busco almas fuertes, viriles, nobles como la que te pertenece... Con una sola intención, darte descanso y poder, gozo y placer, muerte y mentira... No te ofrezco perfección, pero te ofrezco mi cuerpo, y una muerte que te haga olvidar de que alguna vez te hallaste en esta pesadilla existencial, que todos los estúpidos mortales viven, y que no muchos cuentan con la suerte que te presento hoy.


- ¿Quién eres? ¿De dónde vienes?


-Vengo de los alejados del bien. Soy Lilith, el mal...


-Vaya, Xiomara, que cosas tan absurdas dices... ¿Dónde tus cachos? ¿Dónde tu cola?, No hay una prueba más contundente que tu palabra.


-No existen ni cachos ni cola, lo que existe es simplemente una mujer con senos y fuego, con inteligencia e inmortalidad... Y sí hay algo contundente... pero necesito que me acompañes a dar un paseo a la luz de la luna, expuestos a la lluvia que ahora empapa nuestra desnudez.


-OK.- Deseo terminar de una vez con esto... Además, he perdido condiciones  como para continuar con este juego de caricias...

             

Seguidamente, nos secamos con las sábanas regadas por el piso... ya vestidos, tomo mi chaqueta, algo de dinero, mis jeans rotos junto a mi cartera vieja de cuero que contiene mis documentos personales. Ella se coloca su impermeable amarillo sobre una especie de bata ajustada a su cuerpo de color azul cielo que deja descubierto sus hombros. Tomo mis llaves y bajamos al estacionamiento en busca de mi auto.


Ella me pidió que le permitiera manejar, yo cedí... Coloqué un CD de Iron Maiden  a un alto volumen y empezó a sonar “Fear of the Dark”... Atravesamos la ciudad, la ruta era parecida como la que se toma para ir al “Hueco”. Las calles estaban vacías, ni siquiera algún alcohólico durmiendo bajo el toldo de una Santamaría, o alguna prostituta en las paradas de bus. Seguía lloviendo copiosamente, provocando poca visibilidad por lo que íbamos despacio. Llevábamos como 10 Kilómetros cuando ya a las afueras de la ciudad llegamos al Cementerio del Oeste, un cementerio privado y famoso por sus extravagantes mausoleos. Apago el reproductor de música y al momento apareció de la oscuridad un vigilante con un paraguas negro que sin medir palabras nos dio paso. Deseaba preguntarle a Xiomara porque estábamos allí, pero algo dentro de mí me daba una extraña seguridad de lo que pasaba, como si yo ya hubiera previsto lo que ocurre, o mejor dicho va a ocurrir.


Xiomara estaciona el auto frente a un panteón grande y bien cuidado, este poseía un ángel esculpido en mármol. El ángel sostenía una espada, y pisaba un dragón... Las rejas negras estaban abiertas, adentro se divisaba una pequeña capilla y una escalera en forma de caracol que bajaba a una cripta. Nos bajamos y cuando nos disponíamos a entrar al panteón, salen como entre las paredes seis personas de atuendos diversos pero todos negros. Eran dos mujeres y cuatro hombres. Saludan afectuosamente a Xiomara, luego me saludan a mí, pero sin presentación alguna... Bajamos a la cripta donde nos esperaban seis personas más, tres mujeres y tres hombres, con atuendos parecidos a los de los otros seis. La cripta no tenía nada de cripta, era un salón amoblado, con luz eléctrica, aire acondicionado, una mesa en forma de estrella de cinco puntas, pero con la punta superior volteada. Había una computadora portátil sobre la mesa, al lado de un cenicero aunque nadie de los presentes fumaban... Todos se dirigen a la mesa y se sientan, Xiomara toma el asiento principal y con voz calmada me pide que me siente a su lado. Me acerco a ella sin responderle nada, y me siento a su derecha.


Ella con su rostro sonriente empieza a decirme el nombre de los presentes, cada uno representaba el líder de una comunidad sectaria, cada comunidad distinta una de otra con característica particulares. Por ejemplo, Daniela era la representante de un grupo autodenominado “vampírico”.  Este grupo sigue las enseñanzas de un tal Dissaor, que es el autor de “La Quinta Puerta”, escrito que es denominado por ellos como “El Evangelio de los Vampiros”. Dissaor les ha dicho a sus adeptos que recopila escritos que tienen una antigüedad que dista del año 7000 a.C. Para 1996, Dissaor decide difundir “El Evangelio de los Vampiros” a personas que deseaban seguir su doctrina, y así forma una nueva generación de vampiros. Pero estos basamentos carecen de todo fundamento ya que el Evangelio de los Vampiros tiene una estructura casi idéntica a la Biblia Católica, por lo que no pudo haberse escrito antes que ella.


Este grupo de vampiros se refieren a una clasificación interna entre ellos. Como los Lamias: Vampiros hembras. O los Succubus: Vampiros europeos. Su manera de alimentarse es teniendo relaciones sexuales agotadoras con la víctima, alimentándose de su energía. La verdad es que descubrir la frontera entre lo real y fantasioso en estos grupos es más tarea de un psiquiatra que mía... También he notado que comúnmente se refieren  a la “Orden del vampiro”, una sección de la secta Templo de Seth de M. Aquino, goza de autonomía, hasta el punto de poderla considerar independiente. Toma el vampirismo no en su sentido vulgar, sino psicológico, o sea, como capacidad de manipular a los demás hasta dominarlos y ponerlos al servicio del “Vampiro” (Control mental, lavado de cerebro, etc.). Han contribuido a poner de moda lo vampírico y las “peregrinaciones” a los bellos parajes de los dominios del conde Vlad en Rumania.


Paola, quien estaba a mi izquierda y a la derecha de Daniela, era representante de un grupo llamado Wicca, un grupo moderno de brujas retomado por un tipo de nombre Gardner, que une una serie de ritos paganos. No obstante se deriva directamente de las enseñanzas de Crowley y de Dion fortune, y eso es ya decir bastante. Los miembros están organizados en Covens (grupos de personas) de 13 personas cada uno. A la cabeza de estos grupos hay una gran sacerdotisa, con una ayudante (doncella). La iniciación tiene lugar durante las cuatro fiestas principales del año: la Candelaria (2 de febrero), la fiesta de Beltane (principios de mayo), la fiesta de Lammas o de la cosecha (1 de agosto) y la víspera de Todos los Santos (31 de octubre). Cada una de estas fiestas marca una fase importante en el año de las brujas: la Candelaria representa el final del reinado de la oscuridad y la renovación de la naturaleza, la fiesta de Beltane representa el despertar, que alcanza su punto culminante a mediados de verano, la fiesta de Lammas representa el tiempo de la cosecha y el día de Todos los Santos es una tradicional festividad dedicada a los muertos. Cada Coven es una agrupación de brujas que venera a la Gran Diosa. En el culto de Wicca, el elemento sexual desempeña un papel fundamental. El sexo es una especie de acto de ordenación equivalente a la boda cristiana. Los ritos del culto de Wicca están escritos en el Libro de las sombras. Gerald Gardner publicó su libro sobre paganismo y brujería en 1950.


Al lado izquierdo de Daniela se encuentra sentado José Manuel, un joven que dice ser líder de una comuna de licántropos, pero estos igual que los que se dicen llamar vampiros, tienen un lenguaje más de fantasía que real. La mayoría son más bien portadores de una enfermedad llamada porfiria, que incita al consumo de sangre. Enfermedad dada en muy pocos, y que se atribuyen los seguidores de Vlad Tepes. 


El número de miembros de cada secta suele ser reducido por razones tácticas, prefieren dividirse y subdividirse antes de formar grupos numerosos. Las edades de sus miembros están comprendidas entre los 15 a 25 años, jóvenes que aspirando tener un ser más valorado por los demás se han quedado precisamente sin ser.


Sentado en la mesa mientras escuchaba la presentación de tan singulares invitados notaba como todo estaba marcado por algún signo. Empezando por la mesa en forma de estrella de cinco puntas, hasta el cenicero que observándolo bien tenía un trébol y una S en forma de rayo zigzagueante. Acabada la presentación Xiomara se dirige a mí y me presenta como un próximo converso.


- Ron, hemos esperado este momento ansiosamente. Nos hemos reunido para que tú hoy formalices la entrega de tu alma a mi. Como ya a quienes te he presentado lo han hecho.


- Xiomara... Esto me parece una gran estupidez.


- Temo que no lo es... vamos, piensa en todo lo que hemos disfrutado juntos, podemos seguirlo haciendo, pero con más fuerza y emoción. Sólo tienes que completar el rito...


Seguidamente sacó una daga que se encontraba en una gaveta anexa a la mesa, y se hirió el pulgar, brotando de él una pequeña gota de sangre. Tomó el mío, y haciéndome una pequeña incisión hizo brotar una pequeña gota de mi sangre.


-Ahora para entregarme tu alma, sólo une libremente tu pulgar con el mío.


Una fuerza que se unía a las miradas fijas de los presentes en mí, me empujaba a ceder, como si estuviera en un estado hipnótico... Pero mientras ella acercaba su dedo, inmediatamente aparte mi mirada de sus ojos verdes, y me levanté. Todos quedaron sorprendidos, lancé el cenicero contra el piso, todos se levantaron, pero Xiomara hizo un gesto para que se tranquilizaran y mirándome me dijo que no tenía otra oportunidad. Yo le pregunté que por que precisamente tenía que ser yo. Señalándome la computadora portátil que todavía yacía sobre la mesa me dijo: Acércate... Acercándome vi en ella una especie de ficha que contenía mis datos personales, incluyendo teléfono y la dirección de mis padres. Ella continua diciéndome que desde hace meses me estaban estudiando. Me vigilaban cuando iba a la lavandería los domingos a lavar, y evaluando mi forma de ser decidieron alistarme en sus “filas”. Y es cuando entonces ella apareció en mi vida, lavando en la misma lavandería, a la misma hora, en el mismo día, que yo. Ella ocupando la lavadora número cinco y yo la número tres. Le pregunté entonces que papel cumplía su relación con Carlos… Y dibujando una sonrisa maliciosa me respondió que Carlos era el candidato previo a mi, pero como sus cualidades no eran las que se esperaban, a pesar que se le tomo su alma, fue echado de la comunidad. El día que te dije que se había ido de viaje y me había dejado sola, era un plan de mutuo acuerdo para poder yo seducirte... Pero cuando lo echamos de la comunidad él pensó que era porque yo me había enamorado perdidamente de ti, y por eso fue que te amenazó y golpeó con un bate, cobardemente como lo que él es un cobarde... Pero ahora, Ron, que conoces la verdad, te invito a que te unas con nosotros y tendrás poder y fuerza. Por que en algo no se equivocó Carlos, yo realmente me he enamorado de ti, y quiero que junto a mí gobernemos y busquemos almas para mi.


Todo me pareció tan agobiante y cínico que de una patada a la mesa, la computadora fue a dar con el piso. Xiomara anulando toda sonrisa, subiendo el tono de su voz y esfumando su aparente tranquilidad anterior, me señala y dice:


-Lamento que hayas tomado esa decisión Ron...


- ¡Me niego a eso!,  ¿Cómo me vas ha obligar hacerlo?


- No te puedo obligar, no puedo tocar tu alma si tu no me lo permites, es más puedes irte si quieres, pero te advierto que no podrás resistir vivir sin mi, entonces volverás o te matarás... Ve como terminó Carlos: alcohólico y por si no lo sabías internado en un hospital por una sobre dosis de estupefacientes y está en latente peligro de muerte. Si no quieres su misma suerte aprovecha mi paciencia y el amor que te ofrezco.


-Yo de ti no quiero nada... ¿Cómo te atreviste a engañarme?... Sólo deseo una sola cosa y es que te desaparezcas de mi vida y no vuelvas aparecer más en ella.


- Si eso es lo que tú deseas eso tendrás... pero recuerda que con esas palabras, que tu estúpida boca ha dicho, has firmado tu locura, lástima y muerte. Y sólo por el amor que te tengo no te mato ahora mismo, aunque después habrás deseado que yo lo fuera hecho.


Terminando de escuchar las palabras de Xiomara, que como veneno salpicaban sobre mí... Siento un fuerte golpe en mi nuca que me hace caer de rodillas, un segundo golpe me hace desmayar... Un tronco cae a mi lado desde las manos de José Manuel...


Sábado 9:00 am

Abro con dificultad mis ojos... no recuerdo nada... no se donde demonios estoy... doy una vuelta y caigo... me levanto rápidamente y soy consciente de que estoy en mi cuarto. Me había caído de mi cama, aturdido corro a la sala, al balcón... No hay nadie. Todo permanece en un “aparente orden”... Intento recordar que ha pasado... Un fuerte dolor en mi cabeza me lleva a imaginar el momento en que un terrible golpe me había dejado inconsciente... pero, ¿Cómo llegué a mi apartamento?. Entro de nuevo a mi habitación y observo mis llaves a un lado de mi cama. Voy al teléfono y llamo a la extensión de la vigilancia del edificio, que se encuentra a la entrada del mismo y pregunto, aunque suene estúpido, a que hora llegué y quien me trajo. Luego de insistir que no bromeaba, me responden que llegué como a las 5:00 am, y que no me trajeron ya que entré al edificio en mi auto, eso sí... venía manejando una mujer... Al instante me di cuenta que Xiomara me había traído desmayado a mi apartamento, aunque me imagino que no estaría del todo inconsciente, pero no dudaría que bajo el influjo de algún estupefaciente... Decidí no esforzar más en recordar, pues sentía que me iba a explotar la cabeza. Al momento llaman del estacionamiento del edificio y me indican que mi auto está allí, sin daño aparente. Me preguntaron si me había pasado algo grave, si necesitaba ayuda, yo les respondí que no se preocuparan, me justifiqué diciendo que estaba algo pasado de copas anoche y eso era todo. Sabía que estaba en problemas, pero no eran precisamente ellos quienes me darían alguna solución...


Vuelve a sonar el teléfono, era Emerson sentí una gran alegría al escucharlo, necesitaba hablar con alguien de confianza, pero decidí no comentarle nada. Después de un normal saludo, me dice que va en dirección al cementerio... al escuchar esa palabra me da una fuerte puntada en mi cabeza, le pregunto exaltado ha que se debe, y me dice algo esperado... Carlos  había muerto en el hospital por exceso de estupefacientes... Esta noticia me deja frío, pues recordé instantáneamente la amenaza que me diera Xiomara. Emerson continúa: Te lo dije, todo lo que toca esa mujer lo destruye, pero ya no es necesario advertirte nada, pues no todas las noticias son malas, según lo que todos comentan, Xiomara al enterarse de la muerte de Carlos ha decidido irse definitivamente de la ciudad... Es decir no la volveremos a ver... lamento que haya acabado tu romance, pero tu apreciado enigma esta tarde parte.


Sin responder, cuelgo la llamada, y atónito me siento, queriendo colocar en orden  mis ideas, pero no consigo entender todo lo que ha pasado... ha sido todo tan rápido, tan espeluznante. Recuerdo el cementerio y ese maldito panteón como una pesadilla que no deja de atormentarme y lanzarme a un vacío existencial y afectivo. Pensar que Xiomara se va de mi vida es como si realmente le hubiera regalado mi alma, porque a pesar de todo el daño que me ha brindado, su olor y su cuerpo representan mi aire y mi alimento. Es imposible expresar la sensación ansiosa y desesperada de sentir que tu mayor satisfacción es arrancada de ti, de un segundo a otro segundo. Una fuerza instintiva y visceral me mueve a buscarla y darle lo que me pida, pero deseo ser fuerte y no dejar doblegar mi voluntad... Cada momento que pasa muero literalmente, palidezco y no encuentro razón de vivir.


Lucho en una división de propósitos y deseos, envuelto en un abismo de voces, caricias recordadas y gritos agudos que indican distintos caminos a tomar. A veces pienso lo estúpido que fui al no ceder, ¿Por qué esa negativa de seguir su juego y darle lo que esperaba, mi alma? Pero luego vienen voces que hacen ver que hice lo correcto, que debo ser fuerte y no doblegar a los caprichos de una mujer que ha causado división en mi vida, y me ha llevado a un precipicio al borde de la locura.


Decido tomar un baño, me quito la ropa, la misma que cargaba al ir al cementerio el día anterior. Un baño con agua caliente por lo menos tranquiliza mis nervios...


Después del baño, aún con el dolor desde lo más profundo de mis neuronas, me dirijo al refrigerador donde no faltan algunas latas de ginebra. Sin pensarlo mucho tomo una lata y caminando al balcón, envidio al sol con sus rayos de luz, pues siempre aparece con su ridícula alegría que pareciera no agotarse,  ofreciendo nuevos minutos de existir, a los que no corremos con la misma suerte entusiasta.


Dos, tres, cuatro, cinco, seis... infinitas latas de ginebra, solo ellas me hacen olvidar el trago amargo que existe en mi, y aún así las malditas latas no borran la figura desnuda de la muerte que se pasea en mi mente.


Doy vueltas en mi pequeño apartamento, único testigo de lo que soy y siento. Paredes que son el reflejo mudo de constantes momentos que ya no existen, pero sí sus consecuencias, que han permitido que yo sea yo y no otro. Salgo de nuevo a mi balcón, como queriendo buscar en el aire lo que no puedo encontrar en la televisión o el interior vacío de una lata de ginebra. No salgo de mi asombro al ser consiente que una mujer a velado toda una vida... Aún así la brisa recuerda que estoy vivo, la aspiro por acto inconsciente y la expulso, originando vida y pensamiento.


Sin poder soportar el peso del silencio asfixiante, decido caminar un poco en las calles citadinas, a ninguna parte, de todas formas cualquier sitio es mejor que estar entre paredes llenas de su olor y de sus huellas. Me coloco un jean, zapatos deportivos, una franela gris salpicada accidentalmente por mínimas gotas de cloro, mi reloj. Tomo mi cartera que coloco en el bolsillo trasero de mi jeans, las llaves y salgo antes de terminar lanzándome por el balcón.  


La ciudad continúa su constante movimiento, con sus calles congestionadas, a pesar de ser fin de semana. El sol sigue ridículamente brillando quitando todo rastro de la lluvia caída la noche anterior. Con mis manos en los bolsillos camino admirando a las personas que poseen motivos de reír, motivos casi extintos en mí... Digo casi extintos por que caminando distraído he tropezado con una preciosa chica... luego de mis disculpas, cuanto es mi sorpresa que se trataba de aquella muchacha que me había impactado sobremanera en el “Hueco”, a quien le había destapado su cerveza. Su mirada escrutante me había robado una sonrisa,  que respondía perfectamente a una dibujada por sus labios. Sin medir palabras, continúa su camino despertándome de un breve sueño...  Luego de seguirla con la mirada espero la señal del semáforo para cruzar la avenida...


Mientras cruzo por  el rallado, el forcejeo de una mujer con un tipo llaman mi atención. Al notar que el tipo la toma por los cabellos, entra en mi una gran indignación, corriendo hasta donde está él, lo tomo por la camisa y le doy un golpe en el rostro, sin pensar en las consecuencias. La mujer se agacha asustada mientras forcejeo con ese perro. Pero nos separan algunos transeúntes, ya separados el tipo me dice en voz fuerte: No sabes lo que haces, Ella es sólo una perra... Empujando para abrirse paso se aleja... El círculo de espectadores se marchan entre risas y murmuraciones. Pero aquella mujer queda allí, me acerco a ella tendiéndole mi mano. Ella aceptando mi ayuda se levanta y me da las gracias, con una voz baja y trémula. Ya cuando se marchaba algo me impulsó a llamarla, ella voltea y lo primero que se me viene a la mente es invitarla a almorzar. Sus ojos de sorpresa ante mi invitación terminan respondiendo afirmativamente. Caminamos juntos, como dos destrozados y burlados por la vida, nos dirigimos a un  bar-Restaurante  cercano, de ambiente muy juvenil y fresco. Estaba prácticamente vacío, tomamos una mesa donde degustamos un almuerzo mientras hablábamos de los infortunios de nuestras vidas y escuchábamos “Good Riddance (Time of Your Life)”  de Green Day. El nombre de mi acompañante era María Elena, una muchacha de 26 años que desde los 21 está en el mundo de la prostitución para buscar sustento en su vida. Ella pertenecía al grupo llamado Las Amazonas, jóvenes que operan a bordo de su carro y aprovechan los entorpecimientos de la circulación o las señales rojas de los semáforos para conquistar a los clientes: ya con el gesto, ya con la voz. La amazona puede pertenecer a la categoría de lujo: en este caso, “rastrea” los mejores sitios de la ciudad. Aún así prefieren los aledaños de las fábricas, a primeras horas de la mañana, o por la tarde a la salida. Estás se consideran dentro de la prostitución profesional. Dentro de este grupo también podemos encontrar Las Velas, llegan en principio a hora fija a los escasos metros cuadrados de asfalto donde explota su negocio. Sobre este exiguo terreno de caza, se dedica a atrapar a los transeúntes y, tanto en verano como invierno, permanece siempre en el mismo sitio. Provocante o discreta, guapa o fea, blanca o negra, amarilla o morena, rubia o pelirroja, el busto plano o generoso, de día o de noche, está allí, ofrecida a la mirada sagaz del eventual cliente. La trotera, constituye un escalón superior en la escala de la prostitución. Ésta renuncia al estacionamiento: recorre las calles y las avenidas y puede así seleccionar su clientela. Su horario es variado, y sus jornadas suelen ser más largas que las de la “vela” de las calles especializadas, la cual, respeta la norma de las ocho horas. La trotera hace jornadas de diez o doce horas. La bucólica, es una categoría aparte. Mitad vela, mitad trotera, que opera en los parques, bosques, bosquecillos y jardines públicos. En general se dirige a su clientela que no quiere ir a un hotel. La Carabela, constituye la categoría suprema, la vedette de la prostitución. Ésta no conquista, sino que se hace conquistar. Pertenecen a esa clase de mujeres que se pueden encontrar en los grandes hoteles, en ciertos bares americanos, en cines, en teatros, en aeropuertos... Sus principales armas de trabajo se reducen a un abrigo de visón y mucho encanto en el movimiento de las pestañas. La Rodante, Se designa así a una prostituta mitad trotera mitad carabela que sólo busca clientela en los cafés, cervecerías,... en establecimientos al margen de toda sospecha. Por último está La Zancuda, Se la pasa sentada en el taburete de un bar. No trabaja “fuera” y permanece pegada al mismo establecimiento.


Acabada la conversación con María Elena, la animo para que deje ese “trabajo” e intente otra forma de sustento lejos de los maltratos de algún insatisfecho cliente... Ella tomando mis manos, se levanta, me da un beso de agradecimiento, con dos lágrimas en sus mejillas suspira hondamente, y se va rápidamente sin decir nada. Llamo al mesonero, pago mi cuenta... Y salgo del bar-restaurante pensando que junto a mí hay muchas personas que necesitan comprensión y amor. 



Domingo 7:00 pm

Unos jirones de neblina hacen más oscura y densa la naciente noche, la luna apenas se asoma y el cielo carece de estrellas, afuera hace frío. En el asiento del copiloto hay una botella medio vacía de Whisky. La radio seleccionaba continuamente con el SEEK nuevas emisoras., por lo que decidí colocar un CD de The Vines. Yo, solo con mi auto me encuentro en la interestatal 15. En el exterior de mi auto no hay árboles, ni vallas publicitarias, plantas, animales o edificios, sólo una cordillera montañosa apenas visibles por la neblina. Mientras manejo, temblando y respirando frenéticamente, por mi mente pasan momentos de mi vida, y empiezo a repasar lo que hice durante el día...


“Al despertar hoy, haciendo un esfuerzo descomunal, me dirigí a Misa con mis padres. Estaba abrumado y agotado, tanto física como anímicamente, pero aún así intente mantener mi sonrisa para no preocupar a mis padres, a quienes amo con gran fuerza. No niego que el ambiente Sacral del templo y los concejos de mis padres han producido en mi una metamorfosis favorable... Acompañé a mis padres a su casa, es decir, al  hogar de mi infancia. Almorcé con ellos, y luego subí a mi antigua habitación, volcando a mí un sin número de imágenes y recuerdos... Mi madre permanecía en la cocina, preparando algunos sándwiches con crema de queso y jamón, para llevármelos a mi apartamento. Papá se hallaba sentado a la mesa de la cocina leyendo el periódico local, mientras fumaba. Por supuesto que sabían que algo en mí no andaba bien y por eso andaban algo tenso a mi alrededor. Eso me hizo sentir como un bicho raro observado al microscopio. En la ventana de mi cuarto me puse a contemplar una bandada de garzas que graznaban y volaban, formando una V, hacia el sur. Era tranquilizador ver tantísimas aves volando. Desde mi cuarto se escuchaba la televisión encendida, al parecer la CNN... Cuando pasaron las garzas, me quedé sentado, mirando el humo de unas hojas quemadas amontonadas en el jardín. Al cabo de un rato volví al piso de abajo. Papá y yo permanecimos sentados en la cocina junto a la puerta corredera de cristal. Mamá también se unió a la conversación... Pero, en cualquier caso, empecé a encontrarme decaído otra vez y notaba que estaba consiguiendo que mamá y papá se sintieran incómodos, porque les preocupaba que fuera a desmoronarme en cualquier momento. Vi el alivio de sus caras cuando me reí con un arrendajo que acababa de chocar con la puerta de cristal, como si ya estuviera curado, y ello me deprimió más, me sentí como desubicado. Pasado algunos minutos, tomé mis sandwiches para volver a mi apartamento...  Llegué a mi hábitat hogareña, crucé la puerta y penetré en el desorden del interior; me tumbé en el sofá, me dormí y soñé cuando era niño y jugaba con los demás niños de la cuadra...”


Nada quizás hubiera ocurrido sino fuera conseguido en la maleta de mi auto algunas jeringas en una caja de cartón, eran 40 ampollas de 50 cc. de anfetaminas, colocadas allí de seguro por Xiomara, unas horas antes de desaparecer de mi vida, cuando me llevaba de regreso a mi apartamento. Ante mi mal estado he decidido acabar mi vida por completo y me he intoxicado con ellas... Ahora solo manejo sin un rumbo fijo, solo hay una sola intención en mi mente, desaparecer. Había empezado a preocuparme ante el hecho de que mis sentimientos fueran desvaneciéndose de forma progresiva, notaba que cada vez sentía menos, simplemente. Centré la atención en estas preocupaciones, que se agudizaron mientras conducía. Lo único agradable que sentía en el momento era la velocidad y el acto físico de manejar que ocupa una buena porción de las células cerebrales que, en caso contrario, provocarían  una preocupante sobrecarga del pensamiento. Los paisajes nuevos borran continuamente los anteriores; se pierde el recuerdo, se extravía, se confunde y se olvida. Masco chicle; pulso botones; subo y bajo los cristales de la ventanilla. Un auto que se desplaza velozmente es el único lugar donde tenemos el derecho legal de ocuparnos de nuestros problemas. Es una meditación forzada y eso está bien. Me puse a pensar en que habrá estado yo creyendo exactamente hasta entonces para haber alcanzado la situación emocional presente. No es cosa fácil. Articular adecuadamente lo que uno cree es complicado.


El recorrido en auto me había cansado. Notaba mi camisa sudada y sucia. También me sentía irritable, o mejor dicho, me hubiera sentido irritable si hubiera tenido gente a mi alrededor. A veces uno no se da cuenta de que está mal humor hasta que otra persona penetra en su órbita. La carretera que elegí estaba llena de curvas, con las cunetas llenas de botellas de cerveza rotas. Conducir a más de ciento veinte kilómetros por hora y sobre tierra de verdad, no solo cemento y alquitrán, me sentaba bien, de modo que lo hacía más deprisa de lo recomendable. Cuando llegué al final de la carretera que había elegido, detuve mi auto y bajé estirar las piernas. Inspeccioné el lugar: espantoso, de difícil acceso y alejado de la vista de todos. Abrí el maletero y saqué la caja de jeringas, use una más, luego dispersé el contenido en el suelo, junto al vehículo. Arranqué la tapa de cartón e hice una espátula, para echar arena encima de los papeles blancos que envolvían las jeringas, contemplando la última de las ampollas de anfetaminas que brillaba bajo la luna espectral. Mis movimientos eran espasmódicos y notaba que el flujo sanguíneo tenía una importante carencia de azúcar. Tengo hambre, pero sabía que no estaba en condiciones de precipitarme a la próxima estación de servicio.


Pero no me podía ir peor, es difícil imaginar lo mal que reaccioné cuando el coche no arrancó al girar la llave de contacto. Miré bajo el capó, pero no entendía nada del maldito motor. El descubrimiento me dejo fuera de lugar, no tenía otra opción que regresar andando a la carretera principal, y desde allí caminar hasta el próximo teléfono, o morir intoxicado en medio de la avenida. Nadie atiende a un hombre que camina solo por la carretera. De modo que me puse a andar. La cosa no empezó bien y pronto fue peor, ya que la neblina cada vez era más densa y la oscuridad absoluta. Venteaba, hacía frío y todavía iba hacer más. Tenía sed, estaba muerto de hambre y pronto pasé del enfado a la confusión y a una especie de mareo. Tenía los brazos cruzados, soltaba improperios por lo bajo y al cabo de un rato me limité a cerrar la boca, intentando caminar con la mente en blanco, fingiendo que ya no existía. Y esta falsa técnica zen continuó hasta que me di cuenta al cabo de una hora que no iba a ningún sitio, que había tomado un desvío equivocado; había caminado quién sabe cuánto por el lugar equivocado, pues no veía por ningún sitio la carretera principal. Era el tipo más acabado del mundo. Ni siquiera podía volverme loco. Gemí de desesperación, sin saber siquiera si me serviría de algo desandar el camino, porque no estaba seguro de dónde estaba el desvío correcto. Me senté en una piedra para pensar mejor, además de acurrucarme y mantener el calor. Luego di la vuelta y anduve en la dirección por la que había venido, impulsándome mecánicamente, sin tener otra opción, sin la más mínima idea de qué carretera seguía, sintiéndome cada vez más fatalista respecto a lo que me podría suceder.


Me sentía cada vez más agotado aunque más que por el esfuerzo físico era por la sensación de angustia. Presento una agitación física y mental, irritabilidad y una intolerable exageración sensorial... Siento que no puedo continuar más... tengo una extraña ansiedad, junto a temblores y agitación, espasmos, trastornos en la respiración y sequedad en mi boca. Ha pasado unas horas, y durante este tiempo el cielo ha permanecido oscuro y frío. Además de la incomodidad que me causaban las picadas de insectos y de lo aburrida e interminable que se me había hecho la caminata. La oscuridad de la noche me asustaba. Imaginé todas las situaciones con que uno puede toparse en una carretera desolada de noche: moteros drogados que lo destrozan todo; serpientes de cascabel deslizándose sobre el frío asfalto. Pensé en lo poco atractivo que resultaba el final de mi vida aquí en el vacío.


Seguía pensando, arrodillado en el suelo, cuando ocurrió algo que me dejó sin respiración: Tomé conciencia de que otra persona caminaba detrás de mí. Al principio pensé que tal vez se tratara de mi imaginación, pero luego el subconsciente se percató de que los pasos que oía eran ciertos. Empecé a caminar con dificultad, pero el sonido de mis pisadas se había vuelto menos audible y un observador agudo habría advertido que algo había cambiado en mi comportamiento, que mi lenguaje corporal revelaba que yo era consiente de algún tipo de peligro.


Calculé que los pasos que oía estaban a un tiro de piedra, y crujían levemente como cuando alguien muerde un caramelo. Y como eran más rápido que los míos, advertí que el caminante me estaba ganando terreno. Yo estaba desarmado. Ni siquiera sabía quién podría ser el posible enemigo. Noté que un riachuelo de sudor ardiente me bajaba por el costado, bajo la camisa. Intenté decidir si debía pararme y darme vuelta, o dejar la carretera y... bueno... no había donde esconderse. Ni piedras. Con mis pocas fuerzas, me entrego voluntariamente a la muerte.


Me detuve. El único sonido era el de los pasos de la muerte que se acercaban. Tenía la espalda tensa. Me di la vuelta. Vi la silueta negra que se acercaba destacándose ante el cielo nocturno y azul cobalto. Divisé una estrella fugaz; un avión. Pero la verdad era que no tenía otra elección que decirle a la sombra: Hola.


No hubo respuesta. La silueta era la de una mujer, aparentemente con su cabello suelto, agitado por la fría brisa. En un momento pensé que sería Ella, la causa de todas mis desgracias, que viene por mi alma. Cierro mis ojos... Continúo escuchando los pasos hacia mi, a la misma velocidad. Repetí con más énfasis:¡Hola! La sombra se aproximó y sintiendo cada vez más mi muerte, me desplomo inconsciente...


Pasado unos minutos, abro mis ojos llenos de lágrimas. Estoy acostado en el frío suelo, pero apoyado de unas cálidas manos, suaves y perfumadas. Mi rostro reposa en sus pechos, y el cabello de esta dama de la noche cubre mi cuerpo. Misteriosamente siento como mi cuerpo poco a poco vuelve a retomar fuerzas. Me siento amado, como nunca lo había sentido. Un calor inunda todo mi cuerpo, haciendo hervir mi sangre y quemar mis huesos. Algo me impulsa a abrazarla y llorar en su hombro... Simplemente llorar. Habiendo agotado mis lágrimas distingo el precioso rostro de esta mujer... Sorpresivamente era conocido. Le pertenecía a aquella joven que conocí en el “Hueco”, y luego volví a tropezar ayer en la calle antes de cruzar la avenida, y defender a María Elena. Claro era Ella sin dudas, pero ¿Qué hacía allí?...


Me repuse levantándome del piso tomando sus manos y le pregunto que hacía aquí. Me responde: Siempre he estado a tu lado, especialmente cuando más necesitas de mí... No entendí sus palabras, y sin pensarlo le pegunto ¿Quién eres?. Ella me responde: Soy algo así como tu ángel guardián.. Me llamo Gaby. Con sentido escéptico, me pregunto con que loca he caído yo. Pero todavía no termino de ordenar mis ideas, cuando de repente pasa por mi mente algo que da veracidad a las palabras escuchadas. Pues casualmente las veces que me he topado con Gaby, han sido en situaciones en que mi ánimo ha estado por el piso, y ella sin ni siquiera mediar palabras, sólo con sus ojos, me ha brindado una sensación de nuevos ánimos, en correspondencia al bien. Es por eso que la vi en el “Hueco” para tomar de su presencia la fuerza necesaria para enfrentar a Xiomara en el Cementerio, y de esa forma no darle mi alma... Y la segunda vez que la vi, a pesar de mi malestar moral, pude correr y defender a María Elena y brindarle un poco de amor, que ella tanto necesitaba... Y ahora, está aquí, cerca de mi, ofreciéndome sus brazos, cuando estoy más muerto que vivo.


- Vaya Gaby, no sé que decirte...


-Simplemente no digas nada, y caminemos al auto... Hoy empieza una nueva vida para ti, ya Xiomara se ha ido, solo volverá a tu vida si tú se lo permites, libremente. Pero para eso estoy yo, para evitarlo... Siempre estaré a tu lado, como nunca lo he dejado de hacer.


Sus palabras no dejaban de ser extrañas para mí, pero una seguridad permitía confiarme a su abrazo. Con un poco de dificultad me dirigí a mi auto, que estúpidamente no estaba lejos. No estaba en condiciones para manejar, pero ella me dijo que lo haría por mi... Le advertí que mi auto no funcionaba, pero me respondió que no me preocupara por eso. Recordé que era un ángel, y me supuse que algo de mecánica debería saber. Entrando a mi auto, desocupé el puesto del copiloto lanzando por la ventanilla la botella medio llena de Whisky, que ocupaba espacio. Ella aceleró, y en pocos minutos íbamos a gran velocidad. Mientras manejaba sacó del reproductor de sonido el CD de The Vines, el cual arrojó por la ventanilla abierta. Y de sus pechos, vestidos por un traje completo rojo que dejaba libre sus hombros y terminaba en un pequeño escote a la altura de sus rodillas, sacó un caramelo de menta que partió en dos ofreciéndome la mitad. Al tomar la mitad del caramelo mentado de sus manos noto que entre ella y yo hay una pequeña cartera roja que hacía juego con su traje rojo. Mirándome de soslayo y sonriendo, saca de su cartera un CD, lo coloca en el reproductor de sonido, y al subirle ella todo el volumen, caigo en cuenta que se trataba de “Lake of Fire” del unplugged in New York de NIRVANA. De esta manera, a pesar de tener muchas preguntas, no pronuncio palabras. De hecho, los dos vamos en silencio. Ambos sólo escuchamos la música que extrañamente nos brinda alegría, y me hace volver a sentir la juventud de la noche, como si hubiera experimentado en mí una resurrección.


Nos estacionamos frente a una estación de servicio donde se encontraba un Mc-Donald’s. Ella bajó y volvió rápidamente con dos hamburguesas y dos Coca Colas. Comí ávidamente pues el hambre me tenía aturdido y mientras comíamos a la luz de los distintos establecimientos de comida rápida, fui adquiriendo mayor dominio de mis pensamientos y espíritu. Cuando terminamos de comer no había notado que junto a las hamburguesas también venían dos tartas de manzana fría. Al momento de sacarlas de su envoltura, le manifiesto a Gaby lo reconfortable que me siento a su lado. Ella me responde con una dulce sonrisa.


-Gaby, me imagino que desearás saber algo de mí, tanto como yo de ti.


-La verdad de ti creo ya conocer bastante... ¿Qué cosas nuevas me dirías de ti?


-Pues bien, hay muchas cosas que de seguro de mí no sabes, por ejemplo, que tengo familia, que creo que Dios existe, que una vez fui niño y no conocía la maldad del mundo, ni la corruptibilidad de las cosas, que me he enamorado un par de veces pero ninguna duró. Pero bien, de todas formas ¿Qué son nuestros recuerdos? ¿Hasta qué punto el paisaje forma parte de nosotros y hasta qué punto formamos nosotros parte del paisaje?


-Nuestros recuerdos sirven para hacer presente a las personas que amamos... Sus momentos, sus palabras, su presencia.


- Háblame de ti...


- De mi solo puedo decirte que represento la parte noble y buena que está en tu vida... Soy la admiración ante la belleza. Soy el cariño entre dos amigos. Soy el amor entre los amantes. Soy el color y la fragancia. Soy la música y la vida. Soy la felicidad de tu historia. Soy ante todo tu amiga... Existo en la nostalgia, habito en la sinceridad, camino junto a la confianza. Descanso junto a los ríos de muchas tristezas para dar esperanza, paseo por el desierto para sembrar selvas y flores. Anuncio la posibilidad eterna en un mundo finito, corruptible e imperfecto ¿Cómo? Sencillamente amando, pues el amor convierte los actos finitos en absolutos, y amando  a las criaturas amas a su creador, pues Dios necesita de tu amor en los más necesitados, por que él sencillamente es el mismo Amor y por tanto suficiente en sí mismo... He venido a ti, Ron, ya que Xiomara disputaba tu alma, por que vio en ti gran bondad, y ella busca las almas buenas no las malas.


- Yo no creo tener esa gran bondad, creo que el Cielo y el Infierno se han equivocado conmigo.


-Todos tenemos gran bondad cuando actuamos de una forma acorde con lo que pensamos, sentimos, amamos, queremos y somos. Eso es actuar con libertad, no hacer muchas cosas, sino hacer las que hacen falta y hacerlas bien. De esa manera la libertad te da la oportunidad de aceptar lo mejor, y eso lo sabes cuando eres consiente de que hiciste lo correcto. Lo mejor, se concretiza en actos, los actos te dan responsabilidades, y las responsabilidades consecuencias y efectos que debes asumir para santificarte en ellos y consolidar una personalidad libre y segura con miras a una opción que no es solo tuya, sino de todos, ser felices ya no en un finito vacío, sino en una eternidad llena.


Decidí no hacer más pregunta. Solo volviendo al respaldar de mi asiento dije: Gracias... Ella sin responder, dio un giro al volante y entramos a la avenida interestatal 15... Rumbo a mi apartamento.


Viajando a alta velocidad, escuchando “Oh, me”, veo la cara preciosa de Gaby con su cabello rubio sacudido por el viento. Me pongo a meditar mis propios pensamientos considerando mi existencia; su rostro me recuerda que todavía hay algo en lo que creer después de que toda esperanza haya desaparecido. Una cara para personas como yo, que fuimos empujadas al borde del abismo de la soledad, que, a lo mejor, caímos, y que cuando volvimos a enderezarnos, nuestro mundo ya nunca nos pareció igual. Tanto es así que podemos ahora hablar con ángeles y demonios.


Jueves 6:00 pm

Es emocionante pensar como mi mundo ha cambiado en tan escasos tres días. Gaby se ha presentado como un huracán de fuego acrisolando y moldeando cada parte de mi cuerpo y de mi alma... Es tan divina y misteriosa como femenina y deleitable. Su voz de ángel es una agradable música, acompañada de una dulce fragancia de jazmín que parte  de su cuerpo.


He podido retomar mis clases en la universidad desde el pasado martes y he cumplido mi promesa a Gaby de no drogarme más, aunque reconozco que hace falta más que una promesa para lograrlo. Es por ello que desde el próximo sábado, en las mañanas, asistiré a unas charlas de rehabilitación que son impartidas en la escuela parroquial. Esta mañana me fue muy grato hablar con mis padres por teléfono, le conté la decisión de asistir a un proceso de rehabilitación, y a pesar de su asombro ya se imaginaban mi problema con las drogas y me dispusieron su amor y apoyo.


Todos están atónitos de la manera que he intentado afrontar mi problema con las drogas y mis depresiones, pero el verdadero héroe de mi historia ha sido la presencia de esta mujer que ha aparecido en mi vida en el momento más oportuno. También el apoyo de mis amigos, como lo son Emerson, Ricardo, Javier y Aníbal, han sido un apoyo básico y fundamental. Emerson siempre me dice que lo mejor que pude hacer fue conquistar a Gaby, desde el día aquel del “Hueco”, pues un clavo siempre saca otro clavo. Si supiera él que ella fue quien me atrapó a mí... Lo mejor de todo es que al contrario de Xiomara, Gaby se ha integrado muy bien con mis amigos y de hecho ayer tuvimos la oportunidad de salir todos juntos a “Petróleo Bar” a un tributo que se le dio a Guns n’ Roses.


Veo mi reloj, y mi corazón casi se escapa por mi boca al notar que ya es la hora de que ella llegue. Todos los tardes hemos decidido vernos en “Polo” una heladería que se encuentra frente a mi edificio.


Puntual a la hora, Gaby aparece con pasos seguros fijando su mirada en mí. Luego de un beso y abrazo, nos dirigimos al estacionamiento del edificio a buscar mi auto. Ya adentro de él, le cuento algunas cosas ocurridas hoy en la universidad  y de la llamada telefónica de mis padres. Se alegró mucho al contarle que ellos habían reaccionado de forma positiva ante mi rehabilitación, brindándome su apoyo y afecto de siempre.


Nos dirigimos a un Café ubicado en pleno centro de la ciudad llamado “Tast’s Coffee Inn”. Ubicándonos en una mesa cercana a la entrada del lugar, empezamos a entablar una amena conversación delante de una fuente de papas fritas con salsa.


-¿Gaby, cómo crees que es morir?


-Querido Ron, la muerte es como cuando estás en una tienda y una amiga muy hermosa se para delante de la puerta en un bonito jardín y dice: - Entra... ¡nos vamos de viaje!- y sales dispuesto a dar una vuelta. Una vez en la carretera, a alta velocidad y mientras lo estás pasando muy bien, de repente tu amiga se vuelve hacia ti y dice: -Oye, a propósito, estás muerto.- y te das cuenta de que tiene razón, pero no importa porque estás encantado, se trata de una aventura y la cosa va estupendamente.


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